AMÉRICANo puedo creer que esté en la cárcel, o bueno, a un paso de la cárcel, el hijo de perra de Bryce me ha acusado de secuestro de nuestra propia hija, no, tacha eso, de mi hija, porque él solo ha sido el banco de esperma, y ahora, me encuentro en medio de un interrogatorio sin sentido, respondiendo todo como si hubiera cometido un delito. La mujer policía que está delante de mí, me ha hecho todo tipo de preguntas, unas incluso demasiado íntimas, no las respondí. —Señora Henderson… —insisten en llamarme así. —Sullivan, mi nombre es América Sullivan —repito de mala gana. —¿Acaso no está casada con el señor Bryce Henderson? —juega al tonto. —Ya le dije que no, es decir, sí, pero ya le expliqué el asunto de… —Sí, la gemela maldita y la venganza —suelta con ironía—. Creo que tendremos que hacerle un estudio psicológico por si acaso. —¿No me cree? —Hemos investigado su historia familiar —desliza una carpeta con archivos que leo, haciendo que el alma se me caiga a los pies—. Su
BRYCELa follé, joder, cometí ese error, pero América, esa mentirosa es tan adictiva, que no me pude resistir, mucho menos cuando me confesó que no había estado con otros hombres, solo conmigo, y lo comprobé cuando la penetré, estaba tan estrecha, que las paredes de su coño estrangulaban mi polla dura, le dolió, lo disfruté, ver como tenía que recurrir a morderse el labio inferior cuando la solté, hizo que casi me corriera como un adolescente. Ni siquiera cuando tenía sexo con Vanesa u otra mujer, me satisfacía tanto como lo hace ella, es una bruja. Y ahora la tengo en mis manos, voy a hacer que sufra en este matrimonio por lo que me hizo, luego nos vamos a divorciar e iremos por caminos separados. No será mucho, porque tenemos una hija en común, Madeline, es mi vivo retrato, se parece tanto a mí hasta en la mirada, estoy seguro de que cuando nació, lo mismo pensó ella. —La follaste y ahora no dejas de pensar en ella. La voz de Rupert hace que salga de mi ensimismamiento. Estamos
AMÉRICANo sé si reírme o tomarme como broma lo que me acaba de decir la novia de Bryce, pero decido reprimir la risa que se atora en mi garganta, la puerta se cierra y enfoco mi atención en mi hija, ya que no quiero ver a su padre. —Tenemos que hablar —dice Bryce con las manos en los bolsillos de sus pantalones caros. Yo no sé qué maldito afán de retenernos contra la voluntad, entrar en un pleito legal por Madeline, va a ser desgastante, agotador hasta la mierda, por ello acepté su extraño trato, aunque tendrá que ser con mis condiciones y eso no entra a discusión. —Debby, ¿podrías quedarte un poco más con Madeline? —me dirijo a mi amiga. Quien mantiene un extraño brillo en el rostro, sé que se siente atraída por los problemas y está disfrutando de ver mi miseria, ella asiente llevándose consigo a mi hija. —Por supuesto —responde.Bryce no espera más, camina hacia lo que creo que es el despacho, le lanzo una última mirada cómplice a mi amiga y sigo a mi némesis. Me abre la puer
BRYCENo puedo dormir, no cuando he tratado de evitar esto que me hace sentir la bruja que duerme a mi lado. Fue mi idea el vivir juntos, y ahora el dormir, pero eso no quita el hecho de que pese a estar los dos en la misma cama, bajo la oscuridad, sea fácil. Mucho menos cuando ella no trae puesto más que unas bragas, y una camiseta de algún grupo de rock que no conozco. Una que apenas le cubre el coño, no trae sostén, ya que antes de apagar las luces cuando la encontré dormida, pude notar sus pezones sobresaliendo de la tela. Y ahora, son las tres de la mañana, ella duerme de una manera boca arriba, la sábana se le ha resbalado del lado izquierdo y la camisa se le ha subido, mostrando solo un poco de su teta blanquecina. Es la gemela de Alene, pero no pienso en ella cuando estoy con América. Intento apartar mi atención de ella, no puedo, el recuerdo de su coño apretado en la sala de interrogaciones, el cómo hacía una mueca de dolor con cada embestida mía, hace que mi polla esté má
AMÉRICAEl cuerpo me duele, el coño me arde, a tal punto, que moverme se vuelve incómodo, siento que el aire me falta, que el alma es absorbida por Bryce, quien no ha dejado de besarme desde que hizo que cayera sobre la cama. No me toca, no me folla, solo es un simple beso. Siento la dureza debajo de su cuerpo, golpeando mi vientre, enredo mi mano entre su cabello rubio, mojado, alborotado, una descarga de electricidad recorre mi cuerpo y siento el imperioso deseo de que me vuelva a follar. Enredo mis piernas a su alrededor hasta que el llanto de Madeline me hace parar, me regresa a la realidad y aunque no quiera, rompo el beso, sabiendo de ante mano que primero es mi hija. —Apártate —le digo. No espero a nada, salgo de la cama, de la habitación, me dirijo hacia Madeline, quien ya está despierta, sentada dentro de su cuna, llorando. —Shhh —la cargo y ella comienza a calmarse—. Mamá está aquí, fue una pesadilla. Le doy un beso en su regordeta mejilla rosada y ella ríe, estirando
BRYCE—Creo que uno de los dos va a caer —dice Rupert, sin apartar la vista de la pantalla de su celular. —Y yo digo que estás más loco que ayer, nadie se va a enamorar de nadie, todo es un maldito juego —espeto con firmeza. —Si tú lo dices. Rupert es mi amigo, pero es que a veces suele ser un dolor en el culo, cuando esté en mi lugar, me reiré en su cara, él es la clase de hombre que no sale con ninguna mujer, solo las folla y listo, jamás duerme con ninguna, mucho menos folla dos veces con la misma, nunca da su número de celular y no da regalos. Es el hijo de puta en toda su extensión de la palabra, jamás se ha enamorado o estado comprometido. —¿Qué es lo que tanto piensas? —levanta la mirada. —Que cuando estés enamorado, seré yo quien se ría en tu cara —sonrío.Mantiene su misma cara de póker, no hay emociones que lo delaten, vamos, hay veces en las que pienso que me encuentro frente a un robot. —No tengo nada que decir al respecto —responde en un tono monótono y aburrido.
AMÉRICACuando siento los labios de Bryce sobre los míos, el miedo desaparece y mi mente se pone en blanco, él me mete la lengua y rodea mi cuerpo, traigo puesto solo una camisa que me llega hasta los muslos y bragas, me di una ducha luego de alimentar a Madeline y dormirla, por lo que las manos de Bryce, comienzan a viajar por mi cuerpo como si tuviera el derecho de hacerlo. Intento separarme de él, no me deja, justo cuando creo que nadie lo va a detener, me doy cuenta de que toma mi mano, me quita el anillo de bodas que fue elección real al gusto de Alene y lo tira a la basura, la acción me llena de sorpresa, veo que no trae el suyo y aunque deba alegrarme, siento algo en el pecho al notar que tampoco trae el suyo. Retrocedo un par de pasos, siguiendo cada uno de sus movimientos. —No voy a dejar que nada les pase —repite en tono seguro. —Solo necesitas preocuparte por Madeline —recobro la fuerza de mi voz. Él gira molesto. —No te ves bien. —No lo estoy —replico.—Eres la mad
BRYCEEsto es mi culpa, mía, porque no debí haberle hecho caso, si hubiéramos tomado las escaleras nada de esto estaría pasando, y ahora, no solo nos quedaremos encerrados hasta mañana, sino, que he perdido una junta importante por el capricho de la mujer que está sentada delante de mí, de una manera incómoda. No dudo que Rupert se hará cargo, sin embargo, en estos momentos mis instintos asesinos están a flor de piel. Su cabello caoba claro con mechones rubios, cae como cascada sobre sus hombros cuando lo hace a un lado, y sus ojos ámbar brillan con la poca luz que emite la pantalla de mi celular. —Deja de mirarme de ese modo —rompe el silencio que nos rodea. —¿Cómo te estoy mirando? —enarco una ceja con incredulidad—. Ah, cierto, como la culpable de esto. —Para empezar, no debí haber aceptado venir aquí contigo —levanta la mano y señala el anillo—. No entiendo cómo es que gastas tanto en esto, cuando en un año te lo habré devuelto. Firmaremos el divorcio y ambos regresaremos a n