AMÉRICANo sé si reírme o tomarme como broma lo que me acaba de decir la novia de Bryce, pero decido reprimir la risa que se atora en mi garganta, la puerta se cierra y enfoco mi atención en mi hija, ya que no quiero ver a su padre. —Tenemos que hablar —dice Bryce con las manos en los bolsillos de sus pantalones caros. Yo no sé qué maldito afán de retenernos contra la voluntad, entrar en un pleito legal por Madeline, va a ser desgastante, agotador hasta la mierda, por ello acepté su extraño trato, aunque tendrá que ser con mis condiciones y eso no entra a discusión. —Debby, ¿podrías quedarte un poco más con Madeline? —me dirijo a mi amiga. Quien mantiene un extraño brillo en el rostro, sé que se siente atraída por los problemas y está disfrutando de ver mi miseria, ella asiente llevándose consigo a mi hija. —Por supuesto —responde.Bryce no espera más, camina hacia lo que creo que es el despacho, le lanzo una última mirada cómplice a mi amiga y sigo a mi némesis. Me abre la puer
BRYCENo puedo dormir, no cuando he tratado de evitar esto que me hace sentir la bruja que duerme a mi lado. Fue mi idea el vivir juntos, y ahora el dormir, pero eso no quita el hecho de que pese a estar los dos en la misma cama, bajo la oscuridad, sea fácil. Mucho menos cuando ella no trae puesto más que unas bragas, y una camiseta de algún grupo de rock que no conozco. Una que apenas le cubre el coño, no trae sostén, ya que antes de apagar las luces cuando la encontré dormida, pude notar sus pezones sobresaliendo de la tela. Y ahora, son las tres de la mañana, ella duerme de una manera boca arriba, la sábana se le ha resbalado del lado izquierdo y la camisa se le ha subido, mostrando solo un poco de su teta blanquecina. Es la gemela de Alene, pero no pienso en ella cuando estoy con América. Intento apartar mi atención de ella, no puedo, el recuerdo de su coño apretado en la sala de interrogaciones, el cómo hacía una mueca de dolor con cada embestida mía, hace que mi polla esté má
AMÉRICAEl cuerpo me duele, el coño me arde, a tal punto, que moverme se vuelve incómodo, siento que el aire me falta, que el alma es absorbida por Bryce, quien no ha dejado de besarme desde que hizo que cayera sobre la cama. No me toca, no me folla, solo es un simple beso. Siento la dureza debajo de su cuerpo, golpeando mi vientre, enredo mi mano entre su cabello rubio, mojado, alborotado, una descarga de electricidad recorre mi cuerpo y siento el imperioso deseo de que me vuelva a follar. Enredo mis piernas a su alrededor hasta que el llanto de Madeline me hace parar, me regresa a la realidad y aunque no quiera, rompo el beso, sabiendo de ante mano que primero es mi hija. —Apártate —le digo. No espero a nada, salgo de la cama, de la habitación, me dirijo hacia Madeline, quien ya está despierta, sentada dentro de su cuna, llorando. —Shhh —la cargo y ella comienza a calmarse—. Mamá está aquí, fue una pesadilla. Le doy un beso en su regordeta mejilla rosada y ella ríe, estirando
BRYCE—Creo que uno de los dos va a caer —dice Rupert, sin apartar la vista de la pantalla de su celular. —Y yo digo que estás más loco que ayer, nadie se va a enamorar de nadie, todo es un maldito juego —espeto con firmeza. —Si tú lo dices. Rupert es mi amigo, pero es que a veces suele ser un dolor en el culo, cuando esté en mi lugar, me reiré en su cara, él es la clase de hombre que no sale con ninguna mujer, solo las folla y listo, jamás duerme con ninguna, mucho menos folla dos veces con la misma, nunca da su número de celular y no da regalos. Es el hijo de puta en toda su extensión de la palabra, jamás se ha enamorado o estado comprometido. —¿Qué es lo que tanto piensas? —levanta la mirada. —Que cuando estés enamorado, seré yo quien se ría en tu cara —sonrío.Mantiene su misma cara de póker, no hay emociones que lo delaten, vamos, hay veces en las que pienso que me encuentro frente a un robot. —No tengo nada que decir al respecto —responde en un tono monótono y aburrido.
AMÉRICACuando siento los labios de Bryce sobre los míos, el miedo desaparece y mi mente se pone en blanco, él me mete la lengua y rodea mi cuerpo, traigo puesto solo una camisa que me llega hasta los muslos y bragas, me di una ducha luego de alimentar a Madeline y dormirla, por lo que las manos de Bryce, comienzan a viajar por mi cuerpo como si tuviera el derecho de hacerlo. Intento separarme de él, no me deja, justo cuando creo que nadie lo va a detener, me doy cuenta de que toma mi mano, me quita el anillo de bodas que fue elección real al gusto de Alene y lo tira a la basura, la acción me llena de sorpresa, veo que no trae el suyo y aunque deba alegrarme, siento algo en el pecho al notar que tampoco trae el suyo. Retrocedo un par de pasos, siguiendo cada uno de sus movimientos. —No voy a dejar que nada les pase —repite en tono seguro. —Solo necesitas preocuparte por Madeline —recobro la fuerza de mi voz. Él gira molesto. —No te ves bien. —No lo estoy —replico.—Eres la mad
BRYCEEsto es mi culpa, mía, porque no debí haberle hecho caso, si hubiéramos tomado las escaleras nada de esto estaría pasando, y ahora, no solo nos quedaremos encerrados hasta mañana, sino, que he perdido una junta importante por el capricho de la mujer que está sentada delante de mí, de una manera incómoda. No dudo que Rupert se hará cargo, sin embargo, en estos momentos mis instintos asesinos están a flor de piel. Su cabello caoba claro con mechones rubios, cae como cascada sobre sus hombros cuando lo hace a un lado, y sus ojos ámbar brillan con la poca luz que emite la pantalla de mi celular. —Deja de mirarme de ese modo —rompe el silencio que nos rodea. —¿Cómo te estoy mirando? —enarco una ceja con incredulidad—. Ah, cierto, como la culpable de esto. —Para empezar, no debí haber aceptado venir aquí contigo —levanta la mano y señala el anillo—. No entiendo cómo es que gastas tanto en esto, cuando en un año te lo habré devuelto. Firmaremos el divorcio y ambos regresaremos a n
AMÉRICAPerdí la cabeza anoche, el frío congeló mis neuronas y dejé que Bryce me follara como si de verdad fuera mi marido, pero dejarlo entrar en mí, no es lo peor, sino, el hecho de que fuera mi día de la mala suerte, ya que en cuanto las puertas del elevador se abren, lo primero que destella en mis ojos, son un montón de flashes que apuntan a nosotros. Escucho que Bryce maldice, pero no logro procesar lo que pasa, hasta que caigo en cuenta de mi aspecto y de que varios reporteros están aquí, haciendo preguntas que no logro entender, hasta que él se coloca a mi lado. Una morena se acerca más que los otros reporteros y se dirige hacia mí. —Señorita Sullivan, sabemos que su marca de maquillaje está siendo una de las más vendidas por todo el mundo, ¿de dónde conoce al señor Henderson? ¿Serán socios? —me pregunta sin darme tiempo de pensar en una respuesta. Otro más se acerca a nosotros y empuja a la morena. —¿Sale con el señor Bryce Henderson? —No —respondo fácilmente—. Él… Las
BRYCEMaldigo, lanzando todo lo que encuentro a mi alrededor, América no tuvo por qué ver esto, y ahora, la desilusión que había en su mirada, se convierte en un puñal que me aflora en el pecho, ¿para qué vino? Joder. Hice lo que hice porque me aterra esta mierda que siento cuando ella está cerca. Follar a Vanesa solo fue un desquite, me quito el condón y lo tiro al cesto de basura, el corazón me sigue latiendo frenético, me siento enfadado, no por las razones correctas, sino, porque mientras empujaba las caderas, imaginé que era América quien estaba con el pecho sobre el escritorio, eso es todo. —Maldición —bramo.Vanesa se arregla, dibujando una sonrisa que va de oreja a oreja, se lame los labios y ahora que la veo bien, la diferencia que hay entre ella y América, es abismal. Es decir, no está el rojo carmesí en sus mejillas, sus labios húmedos e hinchados, su rostro con un brillo especial, y tampoco esa mirada que me hace sentir el dueño del mundo, como si fuera su único salvav