*EMILY*No me gusta que me digan que hacer, y ese hombre se ha propuesto hacerme la vida de cuadritos. — Florinda, dígale a su señor que yo no estoy yendo a ningún lado, que por favor se busque otra persona. Además, él y yo ya no estamos juntos para que venga a ordenarme que hacer.— Como diga, señora. Comprendo lo que me está diciendo.Por lo menos la empleada no siguió insistiendo, termine de salir del condominio, siento que ropa me quedan más ajustadas, pronto se me verá la pancita. No obstante, me baja una emoción bien bonita, me acaricio el vientre porque sé que ahí, está creciendo mi primer hijo. Llegué al parque, me senté en una de las bancas, últimamente padezco de un cansancio, miro que cerca de donde estoy hay una mujer vendiendo chocolate caliente, me le acerco para comprarle, cuando de la nada salió una niña con una rosa en la mano. — Disculpe, señorita, reciba esta bella rosa de parte del caballero de allá. — volteó a ver hacia dónde la niña me está señalando. No veo a
*EMILY*Al verlo sonreír de esa manera, estoy dándole patadas para que me suelte tratando de soltarme, deseando que mis manos se liberen, sin embargo, parece que mis golpes solamente le ocasionan cosquillas, su maldita sonrisa sexi me desconcentra. No dejó de batallar para soltarme, no obstante, eso lo está excitando aún más porque no sé a qué hora se ha quitado la camisa, eso me hace perder la concentración también. Me besa con intensidad, me está ganando la tentación, que estoy cediendo.— Deja de tocarme de esa manera. — No te estoy tocando, estoy rozando tu piel, explorándola, sintiendo tu piel tersa y aperlada que me fascina. No sé lo que estoy sintiendo en este momento, si es felicidad o tristeza de que este hombre me desarmara de esta manera, quitándome la ropa con tanta facilidad. Mientras él exploraba mi cuerpo, cada parte de mí quería explotar, estoy reprimida, ansiosa y tan excitada que, si él me toca mi intimidad, probablemente tendré un orgasmo. No es que no quiero. Per
*MICHAEL*Salí del edificio con esa mujer, debo usar otras estrategias para doblegarla. Estoy por acelerar en el auto cuando otro vehículo se me cruza, impidiendo que avance; por eso, desciendo del coche muy molesto. — ¡Carajos! Es que acaso eres ciego, que no ves que voy saliendo. — Hola, hermanito. Esos son tus modales después de no verme por mucho tiempo. — Hermano, cuando llegaste esta sí que es sorpresa. ¿Y por qué andas por estos lados? — Recuerdo que tenías un condominio que solo aquí, por lo general pasabas mucho tiempo en él, entonces me quise arriesgar un poco, buscándote. — ¿Cuándo llegaste? — Ayer regresé y hoy me quise aventurar buscándote por aquí, cerca del condominio. La verdad es que no recordaba la dirección. — Bueno, sígueme, vámonos para mi casa. No es bueno que estemos hablando aquí en plena calle. Él me siguió hasta llegar a la casa y mi hermano mayor nos abrazamos y ya me empezó a contar sus aventuras en el extranjero. No pensé que vendría. Le pregunté s
Se siente muy incómoda, como si alguien la observara, además de los dos ancianos, vuelva a ver a todos lados y no ve a nadie cerca. Aquella extraña mirada que la observa desde las sombras la tiene nerviosa.— ¿Qué te sucede? — le susurra Michael.— Me siento incómoda, me quiero ir de aquí. — le responde ella, disimuladamente.— Soporta, solo vamos a comer, platicar y nos vamos.Ella mira cada plato y no sabe qué es lo que hay en esos platos. Mira todas las variedades de carne que no sabe qué tipo de carne es, mira con atención lo que Michael está haciendo para poder imitarlo. Se siente excesivamente nerviosa, nunca había estado bajo tanto estrés como lo está en ese momento.— Padres, madres, mucho gusto de verlos.— Por fin te resignaste a venir a ver estos viejos. — ellos toman asiento en las sillas principales.— No sé quién, siempre he estado pendiente de ustedes.— ¿Y quién es la preciosa dama que te acompaña?— Ella se llama Emily, es mi prometida.— ¡Tu prometida! Y cuando pensa
Emily no se detiene y camina, siente una furia tremenda porque ella no escuchó lo que ellos hablaron, pero si miro cómo esa mujer le pasaba su mano por el cabello y el rostro y él sin ni siquiera moverse y eso la enfureció mucho. Ella sabe que Michael es un hombre fácil de seducir y que las mujeres, como esa, rápido lo convencen. Virginia aprovecha para detener a Michael de la mano, ya que ve que su prometida lo está rechazando, ella finge consolarlo.— ¡Maldito mujeriego! Quién lo iba a decir, que es un casanova de primera. — ella va alegando consigo misma, no se percata de que la están siguiendo. Busca un auto y mira que no hay ningún chofer a bordo de ninguno de los que hay ahí estacionado. Entonces decide salir a la carretera.— ¿Por qué tan sola cuñada? ¿Y menos en la noche, que las calles son tan peligrosas?— Solamente voy a tomar un taxi, no se preocupe, estoy bien.— ¡Vamos!, suba al auto y yo la voy a llevar.— Ya le dije que me voy a ir en taxi. No hay necesidad de que se m
Parte del día lo pasó así, como flotando, hasta que tuvo una conversación que fue una especie de cable a tierra. Su celular empezó a vibrar, miro el número y no lo conocía, ya que decía privado. Colgó las primeras tres veces, pero al ver que insistía mucho. Cogió la llamada.—¡Halo! —cascó esperando contestación.— ¿Qué tal? ¿Preciosa? ¿Estaba preocupado por ti? ¿Llegaste bien a tu apartamento anoche?— ¿Quién eres?— Soy tu cuñado, es que anoche me quedé un poco preocupado.—No hay de qué preocuparse, estoy bien.— ¿No te parece una locura lo de anoche? Esa mujer es de armas tomar.—No me interesa saber. —Emily trataba de zafarse de la conversación, pero se le estaba haciendo cada vez más difícil.—¡Mi hermano, está metido en problemas!— A ver, no entiendo. ¿Qué quiere decirme?— Mi hermano está metido en asuntos de faldas, ¿no?— ¿Habla, claro?— Mis padres quieren que se case con Virginia, la chica que vistes a noche.—¡Qué bien! Eso no lo sabía —ella no le da importancia, aunque
Todo estaba oscuro, él encendió unas luces y pasaron por un pasillo pobremente iluminado, salgo por unas lucecillas en el suelo de concreto. Unos pasos más bastaron para que ella se topara con una casa impresionante. Era una especie de escondrijo moderno, de aspecto casi de galería de las grandes ciudades.El techo era alto, no, altísimos. Plantas flotantes y cuadros de arte abstracto distribuidos por todas las paredes de concreto gris. En el medio, un espacio en el que, al mirar el techo, había un enorme tragaluz. Esa noche, el brillo de la luna bañaba todo el interior. La llevo a un pequeño edificio de tres plantas.Un lugar demasiado grande para una sola persona. Se preguntó si había alguien que se encargaba de la limpieza o si lo hacía él mismo. Quizás eran preguntas tontas que se le aparecían porque estaba demasiado impresionada con todo lo que estaba pasando. La casa de él era diferente a lo que estaba viendo en ese sitio.— Ven —volvió a insistirle al tomarle la mano y llevarla
Le recordaba que era un tipo fuerte y capaz… Y que estaba listo para ir a una segunda etapa. Se quitó el resto de la ropa, salvo por los vaqueros. Incluso los zapatos. El suelo era de madera que estaba atemperada especialmente para el frío invernal. Así que movió un poco los dedos de sus pies y se sintió cómodo, a punto de seguir con lo que se tenía previsto.Se estiró un poco y respiró lento y profundo. Parecía prepararse para una especie de batalla, un evento especial. De alguna manera, estar con ella sí lo era. Una sesión era el momento en el que poco a poco se iba despejando de su ser común, del personaje de hombre poderoso y sofisticado. En una sesión, Michael, era un dominante en el que le gustaba ejercer el control y el poder sobre un cuerpo.Emily, no obstante, no solo era un cuerpo, también era una mujer que parecía calzar perfectamente en cada uno de sus gustos y preferencias. Ella le hacía recordar que su ser como tal era ideal y que podía ir tan lejos como fuese necesario.