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Dos cuerpos desnudos descansaban en la cama desordenada, luego de que Diego llegara de la oficina hace dos días ambos Alfas no han cesado de entregarse a sus deseos.

Mateo dormía boca abajo con la respiración suave, Diego lo observaba con fascinación cada parte de su rostro y cuerpo.

Su cuerpo seguía exigiendo de más placer, el aroma de Mateo era exquisito una vez mezclada con el suyo que ya ocupaba toda la habitación.

Lo deseaba con locura, luchaba consigo mismo, era la primera vez que pasaba su celo con su destinado incluso con alguien, nunca había permitido que se le acercara nadie mientras estaba en este periodo, siempre había pensado y decidido que solo se entregaría a su destinado, estaba más que agradecido de poder vivir este momento de plenitud.

Mateo se volvía el primero y el único, no deseaba a otro, lo amaba más que a nada en la vida, tenerlo a su lado es el mejor regalo que la Madre Luna pudo haberle dado.

Contemplar la belleza de ese ser que dominaba cada partícula de su
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