Pov Leina Bell se retiró dejándome sola; podía escuchar el alboroto afuera, hombres corriendo de un lado a otro. Los Alfas gritaban órdenes mientras el tiempo pasaba. Toqué cada mueble, cada objeto, y solo me detuve en su armario para abrirlo. Pasé mis dedos por su ropa y tomé una para olerla y tratar de grabar su aroma. Algo en mi interior me decía que no iba a regresar, que no podría disfrutar de su olor por mucho, mucho tiempo. Me abracé a ella con fuerza, grabando lo mejor que podía su aroma. —Lo siento, Bastian, no tuve opción. No me dejaron opción. Todo esto es mi culpa y solo mi culpa. Perdóname por haberte hecho daño; intenté decirte muchas veces lo que pasaba, sin embargo, esto no me dejó. Dejé un beso largo en aquella prenda, que se fue empapando poco a poco con mis lágrimas. —Solo espero que no me odies tanto y puedas encontrar la verdad. Te ayudaré desde allá, lo prometo. Volví a doblar la camisa y la dejé tal cual como estaba. Salí de allí para hacerlo menos difí
Pov Bastian —Parece que nunca lo esperaste, Rey Bastian, que tu propia compañera fuera la traidora. Mis ojos permanecían fijos en ella; el dolor me estaba oprimiendo el pecho, mi respiración salía pesada. Buscaba en sus ojos la verdad, de que me estaba equivocando. Al principio, cuando se acercó a él, pensé que lo hacía bajo amenaza, bajo algún poder que no veía. Pero a medida que veo su mirada de odio y desprecio, algo en mi interior se agita de una forma salvaje. —¿Cómo crees que tus planes no se dieron? Los únicos que lo conocían tan bien y a fondo eran tus más allegados. Gruñí al verlo enrollar su brazo en su cintura, atrayéndola a él. Quería avanzar y arrancarla de su lado, pero la mano de Mara me mantenía fijo. Podía quitarla, claro que podía; sin embargo, era ella quien me detenía. —LEINA, TE ESTOY HABLANDO, DIME QUE TODO LO QUE ÉL DICE ES MENTIRA. Estaba perdiendo la cabeza; ella no podría haberme traicionado. Ella me ama demasiado para hacer esto. La conozco bien; l
Pov NarradorEn medio de la oscuridad de la noche, una sombra se mueve entre los árboles; es sigilosa y rápida. Unos ojos violetas brillan a través de su capa.Quiere poner toda la distancia posible con el grupo de lobos para poder conectar con su señor.Llega a lo alto de una montaña, chasquea sus dedos y, entre la piedra lisa y filosa, se abre una gruta.Sonidos de criaturas salen desde sus entrañas; sin embargo, él no se siente amenazado.En su mano crea una llama violeta que alumbra el camino húmedo y estrecho. Encima de él, miles de ojos lo observan, brillando ante la luz que apenas ilumina sus oscuros cuerpos.Sus garras están clavadas en las pequeñas ranuras, sus cuerpos colgados hacia abajo y sus colmillos brillantes hacen crujidos desagradables.El hombre llega al final de la cueva y un círculo se enciende en el suelo; en el centro de este se materializa una daga. Él avanza para tomarla, se corta la mano y deja que la sangre manche los símbolos.Miles de murciélagos pequeños,
Pov LeinaCon ayuda de Bell, logré recostarme contra un árbol. Me dolía el pecho, como si me lo estuvieran aplastando.El sabor metálico de mi sangre aún se sentía en mi lengua. Bell me limpiaba con cuidado, haciendo todo como siempre.No debería tratarme así, no después de lo que hice.—No debiste haber venido.—Usted es mi Luna. No importa todo lo que haya pasado allá atrás; estoy segura de que tiene que ver con ese hombre.Rasgó su vestido, dando una rápida mirada al brujo, sus ojos violetas fijos en el fuego, asando una carne.—Soy testigo del amor que tienes por tu gente, por esa manada que siempre la trató con respeto, y también fui testigo del amor grande y puro que mostrabas a Bastian.—Él debe odiarme.—Supongo, pero estoy segura de que se le pasará. Ahora dígame por qué no habló de esto con nadie.Suspiré y, antes de contarle, miré a los alrededores para que nadie pudiera escucharme.—Por esto— alcé mi brazo mostrándole el lazo amarillo que ahora brilla en él—, no puedo habl
Pov Leina —Pero si eso es lo que hace tu compañero Leina, parece que nunca has visto sus sesiones de tortura, ¿cierto? Me quedo en silencio porque él tiene razón. Bastian nunca me ha dejado presenciar nada; mis enemigos los trata él a su manera y solo me daba pequeños abrebocas sin detallar demasiado. «Él siempre nos cuidó incluso en ese aspecto; prefería mancharse las manos de sangre antes de que nosotras lo hiciéramos». La escena ante mí se estaba volviendo algo horrible. Sheila grita suplicando ayuda, siendo ignorada. Un lobo somete su cabeza al suelo y el otro clava sus garras en una de sus manos. —Por favor, para —suplico, apartando la mirada al saber lo que piensan hacer. Guillermo me toma fuerte del cuello, todo su cuerpo presionando el mío por la espalda; sus garras se clavan en mi piel mientras su aliento cae en mi mejilla. —Quiero que mires y presencies todo lo que le harán. Fue gracias a ella que estás aquí; no deberías tener compasión, deberías alegrarte de su dolo
Pov Bastian Todo ha cambiado; la tierra misma parece hacerlo al saber lo que está por desatarse. Miro desde la seguridad del bosque aquel palacio donde ella está, donde esa… Aprieto con fuerza su daga, esa que guardé durante tanto, el filo se ilumina con la luz de la luna. ¿Debería clavársela en el corazón cuando la tenga de frente? No, realmente no; sería demasiado fácil para ella, no sufriría nada y no es lo que quiero. Necesito que ella sufra, que pague por esto. Pero, ¿por cuánto tiempo? Esa es la pregunta: por cuánto tiempo podré soportar lastimarla antes de volver a caer en sus redes. Aparto mis pensamientos de ella; ya tendré tiempo de pensar en todo lo que puedo hacerle. «No quiero que la lastimes a un extremo de no retorno, Bastian. Ella sigue siendo nuestra compañera.» «Pues parece que a ella se le olvidó ese detalle, Thorin.» —Todo listo, Bastian. Los espías tienen la nueva información, también… —Habla ya, Deiros. —Han estado vigilando a… Leina. Parece que, desd
Pov LeinaCamino de un lado a otro en la habitación, muerdo mis uñas para tratar de calmarme. Ya es de noche y Bell no ha vuelto. Eso no me gusta nada.Algo debió pasar; debieron descubrirla porque mi orden fue clara: "si te siguen, escóndete y no regreses".La puerta se abrió de golpe y vi entrar a Guillermo enfurecido.—Pequeña perra.—¡Ahhhh!— solté un grito atronador mientras el dolor me recorría la cara. Su férreo golpe me hizo caer e hice todo lo posible para no caer con fuerza contra el suelo.—Vendrás conmigo.Me tomó del cabello, jalando con fuerza. Trato de levantarme, de tomar su muñeca buscando un punto de agarre para que doliera menos.Al ver el filo de las escaleras, entré en pánico y, como pude, logré levantarme, aunque caminé agachada porque su mano seguía agarrando fuerte mi cabello.No sé a dónde me lleva. Ava gimotea ante el dominio que su lobo quiere imponer sobre ella.Ya de por sí está débil; a este paso puede morir y no puedo permitir eso.Salimos al exterior de
Pov BastianGena está de regreso y por mucho, ahora la necesito aquí; ocupará el puesto de Mara y ella ocupará el puesto de mis gammas hasta que consiga a alguien más confiable.Me encuentro firmando algunos documentos cuando entra un mensajero casi sin aire.—Parece que lo tenemos, señor. Fue enviado un pedazo de papel con la fórmula.Me levanté de inmediato hasta llegar a los hombres que ahora la revisan; discuten entre ellos sobre las posibilidades y por fin, deciden intentarlo.—Señor, dado que tenemos una muestra del líquido verde de los barriles y ahora la posible fórmula, solo será cuestión de tiempo para saber si es la correcta.—¿Cuánto tiempo? Eso es todo lo que me interesa.—De aquí en una hora tendremos los resultados.Asentí y luego a Deiros, esta es nuestra señal para reunir a nuestros hombres. Si todo sale bien, si esa fórmula es la correcta, estaré tomando la manada de Guillermo en solo unos días.Regresé a la habitación sin saber qué hacer. Caminé en círculos pensando