Narra Amelia.
Me desperté con un sudor frío, sentía un hormigueo en el cuerpo que me resultaba difícil de explicar. Era como si me devorara el éxtasis y me liberara el placer. Cada mañana me despertaba de la misma manera: sonrojada, sudorosa, sintiéndome exhausta y deseando más de él, de ese hombre de ojos cambiantes de color verde. Desde que me mudé a Chester he soñado con este hombre misterioso y no sabía la razón. Toda mi vida, nunca esperé necesitar a un hombre, pero este, sea quien fuera, había creado un vacío que sabía que solo él podía llenar.
Me quite las sábanas un poco desorientada. Creo que este pueblo me estaba afectando. Todo era demasiado misterioso, habían una familia que al parecer gobernaba todo, estos eran los Black, Pero ciertas personas me daban una sensación sobrenatural; sin embargo, sabia perfectamente que no había forma de que existieran ese tipo de cosas. Quizás se debía porque la mayoría de las personas Vivian alrededor del bosque, yo no estaba acostumbrada a vivir en un lugar rural, pero mí situación de independizarme me hizo migrar a un lugar más económico. Me duché, me vestí con jeans y camisa campesina con unos zapatos de plataformas. Luego fui a la cocina y me serví un café, después salí rumbo a mí trabajo, laboraba en una de las dos cafeterías del pueblo. Ingresé al vestidor de los empleados. Dejé mí bolso y me puse a buscar mí uniforme que consistía en un vestido color marrón, luego busqué mis tenis y por último me coloqué el gafete con mí nombre. Luego de unos minutos mí compañera Ericka, entró a toda prisa.
—Buenos días—le dije.
—Hola Amelia—respondió ella cambiándose de ropa apresuradamente, siempre llegaba tarde, según sabía era por su novio quien se quedaba a dormir con ella y eso la retrasaba—.El tonto de Emilio me retraso de nuevo, pero eso es la consecuencia de tener un hombre tan ardiente como él en la cama —mencionó sin pena alguna—. ¿Sabes? Creo que necesitas un hombre parecido a él —añadió está vez viéndome con picardía.
Normalmente, simplemente ignoraría eso, pero hablar de citas me hacía sentir incómoda, era como si estuviera traicionando a mi visitante nocturno, aunque no tenía ningún sentido. Tenía casi tres meses de vivir en Chester y aunque un par de hombres me coqueteaban nunca me interesó seguirles el juego.
—Quizás lo haga—mencione pensativa. Según algunas amigas tenía un cuerpo con las curvas adecuadas y una cara bonita a pesar de no usar mucho maquillaje—. ¿Dónde se supone que voy a encontrarme uno?—le pregunté.
—Tal vez deberías pasar por Búfalo Street, uno de estos días, ahí está lleno de hombres que no podrán apartar los ojos de ti. Eres bastante sexy —me aconsejo, se trataba de un bar—. Además ahí fue donde conocí a Emilio—añadió con un gran suspiro—. ¿Te gustaría venir conmigo a arreglarnos las uñas en el spa después de nuestro turno?— preguntó después.
Iba a rechazar la invitación, pero sinceramente, me vendría bien un poco de mimos.
—Si me encantaría—respondí. Después de unos minutos. Salimos, nuestro jefe estaba limpiando el estante principal—.Buenos días señor Jones —lo salude con una sonrisa. Él era un hombre de mediada edad muy conservado, él administraba está cafetería y su esposa el complejo departamental Granada. Ambos eran muy buenas personas, lo supe cuando me dieron este empleo y cuando los conocí más profundamente.
—Buenos días Amelia—respondió él de la misma manera.
***
Después de un día cansado Ericka y yo llegamos al spa. Cómo era un pueblo turístico habían muchos lugares de relajamiento, y de compras. El spa era uno de ellos. No me gustaba gastar mucho dinero, pero había trabajo duro estos meses y me merecía gastar un poco para consentirme. Ericka se hizo primero un facial. Yo opté primero hacerme un masaje antes de hacerme las uñas.
—Ah, esto es justo lo que necesitaba—le dije a la masajista cuando estaba relajada. Pero lentamente me fui quedando dormida, luego el chico de mis sueños apareció en mi cabeza, volviendome loca con sus besos y su toque, pero de repente me desperté de una sacudida.
—¿Estás bien?—me preguntó la masajista.
—Sí. Lo siento, supongo que no me di cuenta de que me había quedado dormida—le dije apenada.
—¿Quién es Alessandro? preguntó la masajista.
—¿Qué quieres decir?—pregunte, levantando mi cabeza para verla.
—Gritaste su nombre. No conozco a nadie por aquí con ese nombre. ¿Podría ser de donde vivías antes? —preguntó.
—No. No conozco a ningún Alessandro—conteste aturdida.
Ella me miró pensativa.
—De acuerdo, terminé con el masaje, ahora siguen tus uñas—mencionó ella, agradecí que cambiará de tema, era algo que jamás me había pasado. Decir el nombre de alguien que ni siquiera conocía era bastante extraño.
Luego del spa me dirigí a mí departamento, durante caminaba iba pensando en el hombre de mis sueños, de repente vi unos locales que no había visto antes, ni siquiera me había dado cuenta que me había alejado de la zona donde yo vivía, todavía no conocía todo el pueblo así que me dio pánico haberme perdido. Busqué mí celular y use el navegador, vi que había una parada de autobús cerca así que caminé un poco más, pero en ese instante vi a un grupo de personas en mí camino, eran tres hombres y uno de ellos era mí jefe. Sin embargo, entre ellos había un rostro familiar, mí boca se abrió y mis piernas se sintieron como si estuviera a punto de doblarse al ver al hombre de mis sueños a pocos metros de distancia.
Nota: Está es una historia corta. Espero que sea de su agrado.
Narra Alessandro.Ian y yo nos dirigiamos hacía las afueras de Chester donde nos reuniríamos con Gabriel Jones, el padre de Aston.— ¿Tu hermano reaccionó de forma exagerada, y nosotros somos los que debemos enmendarlo ?—mencionó frustrado mí beta.—Lo sé, pero tocó a mi hermana, y eso automáticamente puso en la mira a Aston. Solo quiero la palabra de su padre de que eso no volverá a pasar—le afirme.—¿Y una llamada telefónica no era suficiente?—comentó Ian.—Obviamente no. Si lo fuera, no iría. Ahora, ¿vas a conducir y dejar de quejarte ?—le dije enojado con ganas de golpear su cabeza contra el volante.—Joder, que humor que te cargas últimamente—mencionó—. solo trata de no actuar de esa manera con Jones, el es más viejo que tu y merece respeto—me recordó, el tenía razón él era el único de su edad con vida en Chester, cualquier duda que pudiéramos tener siempre acudiamos a él para consejos e información. Estaba
Narra Alessandro.No me esperaba que fuera humana, ya que nunca había escuchado que nuestra especie tuviera lazos con humanos, pero eso no me importaba. Finalmente había encontrado a mí compañera.— Soy Alessandro Black, vivo aquí en Chester—me presente.—Mi nombre es Amelia Beltrán—dijo ella poco después—.¿Qué quieres decir con compañera— preguntó nerviosamente apartando sus ojos de los mios para mirar hacia la carretera, como si me tuviera miedo.—Cálmate, amor. No te lastimaré. Nunca, jamás podría lastimarte—intente tranquilizarla, pero no estaba seguro si funcionaria por lo repentino de la situación—. Significa que tu fuiste destinada para mí por la diosa luna, tu eres mí otra mitad y nos complementamos juntos—le explique.—No entiendo esta conexión que siento—mencionó abrumada poco después de mí respuesta. Ella no tenia idea de lo que éramos y lo que significamos el uno para el otro. Decidi detener el auto a un lado de la carretera—.¿Qu
Narra Amelia.Cuando desperté mire hacía a mi compañero. Era muy extraño decirlo, pero no dejaba de pensar en él de esa manera. Mí suposición sobrenatural era correcta y no me estaba volviendo loca. Era real y estaba aquí. Presioné mi cabeza en el hueco de su hombro y pecho, sintiendo una profunda sensación de estar en casa.—Ella es hermosa—escuche que dijo.—¿Quién es ella?—pregunte sentándome en la cama.—¿Qué?—dijo él sentándose también.—Dijiste que ella es hermosa—le recalque.—¿Puedes oírme, Amelia?—preguntó con asombro, pero yo estaba igual, ninguno de los dos estábamos moviendo la boca. Estábamos hablando telepáticamente.—¡Puedo oírte! —exclame—.Esto es una locura—agregue.En ese momento él me explicó que esa habilidad era parte de nuestra conexión, ahora que me había marcado podíamos compartir ciertos sentimientos y habilidades, solo que él no creía que funcionaria en mí, ya que yo era humana, algo que su m
Narra Alessandro.Nos hemos acostado y hecho el amor más veces de las que podía contar en las últimas veinticuatro horas, pero debía volver a la empresa antes de que comenzará la temporada alta de visitantes. Me di una ducha rápida y ahora estaba vestido y listo para irme, pero era hora de despertar a mi compañera.La llamé porque sabia que si la tocaba volvería a perder el control.—Amor, se supone que nos reuniremos con Jones en la cafetería—le recordé. Había recibido un mensaje de su parte para que hablamos sobre mí mate, quizás él por su edad tenía registro de que un humano hubiera tenido un lazo con un alfa.—Está bien—respondió aturdida. Se deslizó fuera de la cama, completamente desnuda con pequeñas marcas de mis manos y boca. Después ingresó al baño.Mientras tanto revisé mí celular.Tenia mucho mensajes, entre ellos uno de mí madre.—Hola, hijo. Me preguntaba cuándo tendría noticias tuyas. ¿Cómo va todo con tu
Narra Amelia.Nos levantamos muy temprano, tan temprano que ni siquiera ha salido el sol. Alessandro ya estaba hablando por teléfono con su beta. Caminaba mientras la tensión lo dominaba, al parecer su asistente sufrió un pequeño accidente y se fracturó la pierna, no llegará al trabajar por unos días. En ese momento me levanté y me puse frente a él.— Puedo reemplazarla mientras ella regresa. Además no tengo algo mejor que hacer —le dije.—¿Estás segura?—me preguntó.—Estoy segura de que puedo arreglármelas.—De acuerdo, realmente me vendría bien tu ayuda. Me siento terrible poniéndote en está situación. Se supone que debes estar descansando—mencionó.—No te preocupes, después tendré tiempo para descansar—le dije dándole un beso en los labios.Después nos comenzamos a vestir para ir a trabajar. Cuando estaba lista fui a la cocina, busqué la cafetera y está comenzó a preparar el café, mientras yo hacía unos huevos revueltos y algo
Narra Alessandro.Días después.Nos dirigimos a la casa de mí prima Rachel, ella había dado a luz a un hermoso cachorro, mí deber como alfa era dar la bienvenida a los nuevos miembro de la manada. Amelia escogió un bonito regalo para él.—Alfa, es un honor tenerlos de visita —dijo mí prima.Luego su esposo nos trajo al bebé.—Su nombre es Ricardo—nos dijo.—Excelente nombre—mencione—.Me gustaría presentarles oficialmente a mi compañera, la encantadora Amelia—agregue con orgullo.—Es un placer conocerte, Alfa Amelia—dijieron al mismo tiempo.—Gracias—dijo ella—. ¿Puedo cargarlo?—preguntó refiriéndose al bebé.—Por supuesto—le dijo mí prima entregandoselo.Después de un rato, nos despedimos de ellos.—Estoy ansioso por darle la bienvenida a la manada a nuestros cachorros—le dije cuando salimos—. Seguramente ya lo llevas en tu vientre—añadí conociendo nuestro sistema de reproducción.—¿En serio?—preguntó ella tocán
Narra Amelia.Alessandro y yo nos alejamos sin volver a dirigirnos al periodista porque no iba a terminar bien, así que giramos hacia uno de los departamentos más cercanos de su propiedad. Sabía que él necesitaba liberar algo de la tensión que ha llevado a su lobo a la superficie. Podía sentirlo, sentirlo como si fuera yo con tal energía alfa lista para atacar. Nuestra casa quedaba un poco lejos y nos tardaríamos en llegar así que era más factible ir al complejo de departamentos Black.En el momento que el ascensor llegó, ingresamos y él de inmediato me besó, me inmovilizó contra la pared del ascensor. No había cámaras porque era privado solo tres personas en el piso podian acceder a el. Alessandro agarró el broche de mi pantalón de vestir y los desabrochó, bajándomelo junto a las bragas, luego me dio vuelta para mirar hacia la pared. En segundos, sentí que el aire fresco golpeaba mí coño, luego introdujo sus dedos dentro de mí, luego los sacó
Narra Alessandro.—¿Dónde está Maximiliano?—le pregunte a Ian mientras conducía mí todoterreno.—Está estacionado fuera de la oficina de Smith. Están esperando que sigas adelante con la situación —respondió.—Vamos, entonces.—dije—.Quiero que lo cojan desprevenido. ¿Tiene algún arma? —interrogue.—Al parecer tiene una—contestó.—Me lo imaginé—gruñi. Estabamos a solo quince minutos de su local. Me estaba cabreando que Smith hubiera jugado este juego—.¿Cual será su objetivo? —pregunte.—Quizás el bastardo solo tenía curiosidad. Tal vez no pretendía hacer ningún daño, pero fue testigo de todos los matrimonios y bebés repentinos y de la transformación de nuestra especie. Tal vez Jones tenía razón cuando dijo antes de tu nombramiento que era mejor mantener a los humanos fuera de nuestra vidas tanto como fuera posible. Les hemos dado la bienvenida a nuestro medio y ahora corremos el riesgo de exponernos —dijo Ian.—Lo se, pero recuerda que t