CAPÍTULO 16: INTERCEPCIÓNEl camino hacia el hospital parecía transcurrir lento, a pesar de que la ambulancia conducía a toda velocidad. El pitido constante de los monitores que vigilaban los signos vitales de Cristel era que se oía en el interior junto con el sonido de las sirenas. Iba inconsciente, por lo tanto la sedaron por si despertaba y así no pudiera sentir el dolor.Su rostro seguía pálido y la piel bañada en sudor frío. La herida seguía sangrando a pesar de los intentos que hicieron los paramédicos para detenerla; las cosas se habían complicado. Sabían que si no llegaban pronto al hospital, no lo iba a lograr.Dos oficiales iban en una patrulla escoltando a la ambulancia. El reporte había sido claro: una reclusa herida de gravedad, debía ser trasladada de inmediato al hospital central de Chicago. Lo que no sabían… era que alguien quería impedirlo a toda costa.Faltaban pocos kilómetros para llegar cuando todo se fue al carajo.Una camioneta negra apareció de la nada. Venía d
CAPÍTULO 17: RESCATEBogdan, lo siguió, después de bajar del lado del conductor. Más hombres bajaron de la otra camioneta, eran más que los otros tipos.Yaroslav iba vestido de negro, con su estilo de vestimenta, con el rostro tenso y los ojos ardiendo de furia.Minutos antes, cuando se enteró de que Cristel había sido atacada en prisión y que estaba muy malherida, no lo pensó dos veces y llamó al penal para averiguar todo lo que había pasado, ya que él tenía sus contactos ahí adentro que podían darle fácil la información.—¡Ni un solo tiro! —ordenó—. ¡Ella puede salir más lastimada si disparan!Les recordó que aquellos hombres podían usarla de escudo para cubrirse de las balas y entonces ella moriría. Su amigo se acercó a él rápidamente, con la mandíbula apretada.—Si no hacemos algo ahora, se la llevan.—Ya lo sé, maldita sea. Solo espera la señal —le avisó con un tono bajo, para que solo él lo oyera.Yaro avanzó unos pasos. El hombre que llevaba a Cristel estaba por subirla al asie
CAPÍTULO 18: MANTENERLA A SALVOLa camioneta avanzaba con prisa, rumbo a la cabaña que Yaro le había ordenado a su amigo que los llevara. El sonido de las ruedas golpeando la grava se entremezclaba con el zumbido del motor, pero Yaroslav solo podía oír su respiración descompasada y el latido descontrolado de su corazón. Tenía la mirada clavada en el rostro pálido de Cristel, recostada sobre su regazo, tan quieta que a ratos le parecía que había dejado de respirar. Su mano, grande y cálida, acariciaba con cuidado la frente de ella, como si con ese gesto pudiera reconectarla con la vida.—Vamos, preciosa —murmuró con voz ronca, más para él que para ella—. No te atrevas a dejarme ahora… no después de todo lo que me costó encontrarte.El dolor que sentía no era físico, aunque aún tenía los nudillos marcados por el rostro del hombre que había intentado llevársela. Ese dolor era otro, uno más profundo, uno que no sabía que aún era capaz de sentir. Verla así, frágil, rota, herida, le había
CAPÍTULO 19: ASUNTO DE EMERGENCIAYaro acomodó a Cristel con tanto cuidado que parecía tener miedo de romperla más. Luego de eso, se giró para quitarle las vendas a su amigo, y comenzó a cubrir la herida con ellas, para calmar la hemorragia. Sin embargo, eso no iba a durar mucho, ella debía ser atendida de emergencia por un médico cirujano, o mejor, ser llevada al hospital.—¿Y el médico? —preguntó sin despegar los ojos de ella.—Ya debe de venir en camino, me cercioré de dejarle claro que era una emergencia —respondió Bogdan—. Pero, ¿no crees que sería mejor llevarla a un hospital?Yaro le lanzó una mirada, la misma que usó con la empleada. Bogdan no se inmutó, como la mujer, ni siquiera un poco, solo lo miró.—Ella no está nada bien, Yaro —le recordó como si no supiera lo que sus ojos estaban viendo. —¿Qué tal si se complica? Ni con la ayuda del médico podremos salvarla.Su mandíbula se tensó, pero no dijo nada, solo desvió su mirada de su amigo para volver a ver a Cristel. «Él tie
CAPÍTULO 1: EL PASADO Cristel tenía catorce años cuando lo vio por primera vez. Estaba en un restaurante con sus padres, charlando con su madre y riendo suavemente, como si el mundo fuera simple y tranquilo. No había nada en su comportamiento que indicara que sabía lo que realmente sucedía a su alrededor, ni que aquel instante marcaría el comienzo de algo que cambiaría sus vidas para siempre. Yaroslav, con veintiun años, cruzó la puerta con el porte de alguien que ya cargaba el peso del mundo sobre sus hombros. Su padre lo había llevado para discutir negocios, una de tantas reuniones que formaban parte de su entrenamiento como heredero. Pero aquella noche, todo eso quedó en segundo plano cuando la vio. Ella reía, ajena a su entorno, completamente absorta en la conversación con su madre. Yaroslav se quedó inmóvil, como si el tiempo se hubiera detenido. Su mirada se posó en ella, estudiando cada detalle: la curva de su sonrisa, el brillo despreocupado de sus ojos verdes, la delicade
CAPÍTULO 2: LA TORMENTA SE DESATÓ SEIS AÑOS DESPUÉS ACTUALIDAD Cristel cruzó la puerta del apartamento, todavía aferrando el ramo de flores marchito contra su pecho por el mal tiempo. Incluso la lluvia había empapado su ropa, pero no podía importarle menos. Apenas habían pasado treinta minutos desde que dejó a su hija, Alana, en casa de su prima.Hoy era su sexto aniversario y quería pasar la noche con su esposo. A pesar de los años difíciles que pasaron, había decidido darle otra oportunidad a su matrimonio. Pero el sonido de risas y murmullos la detuvo en seco.Se tensó. Su corazón latía con fuerza, como si ya supiera lo que estaba a punto de descubrir. Avanzó lentamente hacia el dormitorio. La puerta estaba entreabierta. Empujó con suavidad, y los vio.Brandon, su esposo, estaba enredado con Corina. Su mejor amiga.El ramo cayó de sus manos, y un jadeo de incredulidad escapó de su garganta.—¡Brandon! —gritó, su voz desgarrándose.Él no se inmutó. Giró la cabeza con calma, y una
CAPÍTULO 3: ENCUENTRO EN LAS SOMBRAS Las calles de Chicago eran un laberinto frío y de solado. Cristel caminaba sin rumbo, su mente atrapada en un torbellino de dolor. Cada paso parecía más pesado que el anterior, como si las palabras de Brandon y las risas de Corina fueran cadenas invisibles que la arrastraban al abismo.Se detuvo un momento, apoyándose contra una pared mientras intentaba contener las lágrimas. Su respiración era irregular, y su cuerpo temblaba. En algún lugar lejano, su reflejo se asomó en un vidrio roto. Apenas pudo reconocerse: el cabello desordenado, el maquillaje corrido, la marca del golpe en su rostro. Una sombra de lo que había sido.Cerró los ojos, apretando los puños. “Patética,” la palabra resonó en su cabeza, cargada de desprecio, arrancándole el poco aire que le quedaba. No tenía a dónde ir, ni a quién acudir. Su hija, Alana, era lo único que la mantenía en pie, pero incluso ese pensamiento se sentía distante en ese momento.No escuchó los pasos hasta q
CAPÍTULO 4: DESCONFIANZA. ¿QUÉ ME HICISTE?El primer rayo de luz atravesó las cortinas de aquel lugar, despertando a Cristel con un leve quejido. Parpadeó, confundida, mientras el aroma a madera y una leve fragancia masculina la envolvían, algo que le hizo recordar el pasado por un breve momento, pero no podía ser él, se dijo en su mente. Al intentar levantarse, notó que algo estaba mal. Su ropa había desaparecido de su cuerpo, sustituida por una camisa masculina que le cubría hasta los muslos. La prenda olía a limpio, pero el detalle no la reconfortó; al contrario, su desconcierto se transformó en alarma.Giró la cabeza y lo vio. Sentado en un sillón cercano, con una postura relajada, pero una mirada gélida que la atravesaba como un cuchillo, estaba el hombre más imponente que había visto en su vida. Enorme, de hombros anchos y con una presencia que hacía que el aire se tornara denso, él la observaba en silencio. Su mandíbula firme y sus ojos grises tenían algo entre desafío y peligr