Luciana levantó la mirada al escuchar la puerta abrirse y sonrió al ver a Ignazio de pie allí. Él cerró la puerta con el seguro y se acercó a ella en unos cuantos pasos.Soltó un gritito cuando él la tomó de la cintura y, sin previo aviso, la levantó sobre la mesa. Su mente fue de inmediato a lo que había sucedido allí, una semana atrás, y se sonrojó.Ignazio le dio una traviesa, como si pudiera leer sus pensamientos. Luego se inclinó y la besó. Al igual que cada vez que pasaban algunas horas sin verse, el beso fue demandante y necesitado.—Hola, mi preciosa mariposa —saludó él con su frente unida a la suya.Luciana todavía estaba tratando de recuperar el aliento.—Te extrañé —musitó él.La levantó y se movió hasta el sofá.Ella intentó moverse para sentarse a su lado, pero él la sujetó en su lugar.—¿Vas a algún sitio? —preguntó divertido.—Solo creí que estarías más cómodo si no me estuviera encima tuyo.—Créeme disfruto tanto de tenerte encima como cuando te tengo debajo.—Ignazio
—Esas son todas las pruebas —dijo Giacomo desde el otro lado del teléfono—. Están los nombres de algunas de las mujeres con las que ha estado involucrado a lo largo de los años y también fotos con su actual secretaria.Ignazio revisó las fotos, eran más que suficiente para dar una idea de lo que estaba sucediendo.—Gracias.—Hay una cosa más. Es sobre tu ex novia.—¿Elise? —preguntó confundido. No entendía por qué Giacomo la mencionaba—. ¿Qué sucede con ella?—Te acabó de enviar una carpeta de fotos. Deberías verlas.Ignazio abrió el archivo y revisó las fotos. En cada una de ellas aparecía Elise junto a Rodolfo. Habían sido tomadas en dos fechas diferentes, las ultimas, un par de días antes de que ella lo buscara.—Estaban entre las fotos que el investigador me entregó —explicó Giacomo—. Al principio no les di demasiada importancia. No había nada sospechoso en ellas y no se podían usar como prueba de nada. Pero no podía sacarme de la cabeza el rostro de la mujer. Así que revisé la in
La sorpresa destelló en los ojos de Elise por una fracción de segundo antes de que lo ocultara detrás de una mirada ingenua. Era obvio que se trataba de una actuación, una muy buena.Ignazio se preguntó cómo no había sido capaz de ver su continua falta de sinceridad en el pasado.—No sé de quién hablas —dijo Elise con una sonrisa.Estiró la mano para tomar el sobre su escritorio y sacó las fotos que estaban en su interior, eran las mismas que Giacomo le había enviado. Las esparció todas y volvió a centrar su atención en Elise.—Te lo preguntaré de nuevo. —Ignazio se cruzó de brazos—. ¿Qué relación tienen tú y Rodolfo?Elise ya no se veía confiada, su mirada estaba clavada en las fotos sobre el escritorio.—¿Por qué te interesa? —peguntó con voz suave—. No es nadie importante —continuó levantando la mirada. —Responde a mi pregunta.Elise le dio una sonrisa enorme. Aquel gesto confiado irritó a Ignazio de sobremanera.—Ya veo de qué se trata esto. Tú estás celoso. —Ella estiró la mano
Luciana estaba tratando de asimilar lo que Ignazio acababa de contarle. No podía creerlo. No la parte en la que le dijo en todos los negocios turbios en los que Rodolfo estaba involucrado, eso no le sorprendía ni un poco, aunque él siempre lo había ocultado muy bien. Sino la parte en la que le contó que el inspector Bellini por fin tenía las pruebas suficientes para arrestarlo.—Esta vez no saldrá libre pagando una fianza —dijo Ignazio—. Son demasiados cargos en su contra y las pruebas son claras. Rodolfo iba a ser enjuiciado e iría a la cárcel, incluso si lo hallaban inocente del intento de homicidio en su contra.—Los oficiales lo detendrán tan pronto el juez redacte la orden.—Yo… no lo creo. Algunas lágrimas resbalaron por su mejilla.—Verte llorar me mata, mariposa.—Son de felicidad.Él se inclinó y le dio un beso suave.Luciana se acurrucó más cerca de él, ya era usual que él pasara las noches en su cama, que cuando tenía que trabajar lo extrañaba. Dejó las lágrimas fluir s
—¿Cómo sucedió? —preguntó Ignazio tan pronto el inspector Bellini respondió.Él no le había dado todos los detalles cuando lo llamó más temprano esa mañana.—Alguien debió informarle de lo que estaba sucediendo, probablemente ayer por la noche. Las cámaras fueron desactivadas después de las seis de la noche, la última imagen es de él entrando a la casa, se veía nervioso.—¿No tienen ninguna pista de dónde podría estar?—Ninguna, pero me gustaría hablar con la señora Luciana. Ella podría saber dónde está.—Llevan separados desde hace meses y él no era precisamente muy comunicativo con ella.—De todas formas…—Le preguntaré —interrumpió—. Y le diré si ella sabe algo. —Está bien —musitó el inspector, no se escuchaba nada contento.Bueno, a él le importaba una mierd@ si le gustaba o no. Si Luciana quería hablar con el inspector entonces lo contactaría.Se despidió y colgó el teléfono.—No tienen nada —le informó a su padre. —Lo encontrarán, no se puede ocultar para siempre.—Espero qu
Un poco más de dos semanas habían pasado desde que Rodolfo se había dado a la fuga. Luciana había intentado seguir con su vida como si nada sucediera, pero era difícil cuando su vida se encontraba limitada. Quería salir, visitar algunos lugares, pero era demasiado arriesgado con Rodolfo suelto. Pese a todo lo que había logrado desde que escapó de él, su vida aún estaba sujeta a su existencia. Estaba cansada y quería que todo acabara de una vez. Una idea había estado dando vueltas en su cabeza durante los últimos días. No estaba segura de sí funcionaría y tampoco si Ignazio estaría de acuerdo con ella, pero parecía ser la única forma de atrapar a Rodolfo. —Luciana —llamó Lia sacándola de sus pensamientos. Lia la estaba mirando preocupada. —Lo siento, ¿dijiste algo? —Quizás deberíamos dejarlo para más tarde. —No es necesario, solo me distraje un poco con mis pensamientos. —¿Segura? —Sí. Lia iba a llevar a cabo un evento dentro de un poco más de un mes para recaudar fondos
Ignazio tenía el presentimiento de que no le iba a gustar lo que Luciana estaba a punto de decirle.—Rodolfo tiene un hombre de confianza, el señor Fusco, es el abogado de su familia. El señor Fusco trabajó para su padre antes que para él. Estoy convencida de que él sabe dónde está.Sabía de quién le estaba hablando. Pietro, el hombre a cargo del equipo que estaba buscando a Rodolfo, le había comentado sobre él y su negatividad a decir una sola palabra sobre el paradero de Rodolfo, incluso después de ser amenazado.O era demasiado leal o le tenía demasiado miedo a su jefe… Como sea no habían obtenido nada de él y la tortura no estaba en la mesa… todavía.—Mis hombres hablaron con él—dijo—. Negó saber algo de Rodolfo. No comprendía a donde quería llegar Luciana.—No me sorprende, él tiene un extraño sentido de lealtad por Rodolfo. Él vio mis moretones y nunca contactó a las autoridades. Sin embargo, una vez evitó que me lastimara. Rodolfo respeta al señor Fusco casi como a un padre.
Luciana metió la bandeja al horno y lo programó para apagarse en quince minutos. Se dio la vuelta y soltó un suspiro. No sabía que más hacer para mantenerse distraída.Habían pasado tres días desde que había llamado al abogado de Rodolfo y todavía no había recibido noticias de él. Giovanni y su equipo habían pasado sus días en la casa, desde muy temprano hasta muy entrada la noche, por lo general tomando turnos.Ellos habían intervenido su celular para monitorizar cualquier llamada entrante desde cualquier lugar, pero preferían que alguien estuviera allí cuando eso sucediera porque no tenían idea de cómo iba a resultar. —¿Estás haciendo más de esas galletas?Luciana miró a Giovanni y sonrió. Él estaba apoyado en el umbral de la puerta con los brazos cruzados.—Sí, a tu equipo pareció gustarle y creí que sería una manera de agradecerles por todo lo que están haciendo.Él ya no le resultaba tan intimidante como al principio. La primera vez que lo había visto, se había sentido tentada