Maeve
—Buenas noches, —respondió él con una voz tranquila, girándose hacia nosotras. Su mirada se detuvo en mí, evaluándome de pies a cabeza de una forma que envió un escalofrío por mi columna.
El shock de verlo allí me dejó momentáneamente sin palabras. La sorpresa debió notarse claramente en mi rostro.
—Buenas noches, profesor, —conseguí decir, mi voz un poco más alta de lo normal debido a la sorpresa. —¿Qué hace aquí?
Kane me evaluó con una mirada que bien podría haberme desnudado allí mismo, una media sonrisa apareciendo en su rostro.
—Recién me mudé. Parece que seremos vecinos.
Clau, captando la tensión y la sorpresa en el aire, intervino con entusiasmo.
—¡Vaya, qué pequeño es el mundo! Bueno, estamos de salida. Maeve y yo vamos a una fiesta.
—Espero que lo pasen bien, —dijo él, su mirada aún fija en mí por un momento antes de desearnos una buena noche y entrar a su apartamento.
Clau y yo continuamos hacia las escaleras, y ella no pudo resistirse a comentar.
—Wow, eso es una coincidencia enorme. ¿Cómo no te habías cruzado con él antes?
—No tengo idea, —murmuré, aún procesando el hecho de que, el hombre que me había acostado hace poco y que resultaba ser mi profesor, ahora también era mi vecino.
La idea de que Kane viviera tan cerca, que compartiéramos el mismo edificio, el mismo piso, era tanto raro y excitante a la misma vez.
—Bueno, —dijo Clau mientras salíamos del edificio, una sonrisa juguetona asomando en sus labios, —según tú, no va a volver a pasar nada, ¿o sí?
—No, no... —negué ligeramente con la cabeza, sintiendo cómo mi determinación se desvanecía solo con pensar en esos encuentros "casuales" en las escaleras, —tienes razón, no puede volver a pasar.
Al subirnos al auto, pude sentir cómo las piezas de mi resolución comenzaban a desmoronarse, cada pensamiento sobre Kane haciendo que el compromiso de mantenerlo profesional se sintiera cada vez más como una batalla cuesta arriba.
Clau encendió el motor y nos dirigimos a recoger a las otras chicas. Mientras conducía, su voz rompió el silencio una vez más, esta vez con un tono más serio.
—Mira, Maeve, sé que dijiste que nada más iba a pasar, pero... —hizo una pausa, eligiendo sus palabras cuidadosamente, —la vida tiene una forma extraña de sorprendernos. Solo digo que, a veces, los sentimientos son más difíciles de controlar de lo que pensamos.
Asentí, sabiendo que tenía razón. La proximidad de Kane, la intensidad de nuestra interacción, todo contribuía a una sensación de inevitabilidad que me asustaba y excitaba a partes iguales.
—Voy a intentar mantener las cosas claras y profesionales, Clau. Realmente lo voy a intentar, —dije finalmente, mirando a través de la ventana hacia las luces que pasaban.
—Si eso es lo que quieres hacer, —respondió Clau suspirando, poniendo una mano sobre mi pierna en un gesto de apoyo.
Llegamos a la universidad, frente al edificio de Sarah y Dani, quienes estaban ya esperando afuera, vibrando de energía y listas para la noche. Sus risas y charlas animadas llenaron el auto en el momento en que subieron, dispersando la seriedad que había empezado a acumularse.
—¡Vamos, chicas! Esta noche es sobre divertirse, olvidar los dramas, y simplemente pasarla bien, —declaró Dani con entusiasmo, su energía infecciosa.
Asentí, permitiéndome ser arrastrada por su entusiasmo, decidida a poner de lado mis complicaciones por unas horas.
Al llegar a la casa de Amelia, la vibración de la música ya se sentía desde la calle, pulsando a través del aire como un latido constante con la promesa de una noche de diversión y desenfreno. En los autos estacionados frente a la casa aún estaban grupos de personas se reían y charlaban, algunos con bebidas en mano, disfrutando del ambiente antes de sumergirse en el caos festivo del interior.
Las cuatro bajamos del auto de Clau, sintiendo cómo la energía del lugar se filtraba en nuestros huesos, haciéndonos movernos ligeramente mientras caminábamos.
Entramos directamente a la casa, dejando atrás los grupos en la entrada. Nuestro primer destino fue la cocina, donde rápidamente nos servimos unos tragos. Con bebidas en mano, nos dimos un brindis rápido y lleno de risas, prometiéndonos unas a otras una noche para recordar.
La música nos llamaba, y pronto nos encontramos en el centro de la sala, que Amelia había transformado en una pista de baile. Las luces parpadeantes y el ritmo contagioso de la música nos envolvieron, llevándonos a un mundo donde solo importaba el aquí y el ahora.
Nos movíamos al ritmo de la música, nuestras risas mezclándose con los beats vibrantes que llenaban el espacio. La pista estaba llena de gente, todos moviéndose en una danza fluida. Era fácil dejarse llevar por la atmósfera, cada canción era un nuevo himno que nos impulsaba a bailar más fuerte, reír más alto.
En medio de la música y la efervescencia de la fiesta, algo o alguien en la periferia de mi visión me hizo pausar. Cerca de la cocina, entre el ir y venir de los demás, una figura me pareció extrañamente familiar.
Entrecerré los ojos, intentando enfocar mi vista en la sombra que se desplazaba con una soltura que reconocería en cualquier lugar.
Kane.
Al verlo moverse hacia el patio, una parte de mí impulsivamente decidió seguirlo.
Piensa que eres una sombra y no una maldita acosadora, me reprendí internamente mientras avanzaba discretamente detrás de él, cada paso un debate interno entre la cordura y la impulsividad.
El patio estaba envuelto en oscuridad, una zona claramente delineada por Amelia como fuera de límites para la fiesta. La música se amortiguaba aquí, y el aire fresco contrastaba con el calor de la pista de baile. Miré a mi alrededor, ajustando mis ojos a la penumbra, pero no había señales de Kane. ¿Había sido solo mi imaginación?
Me quedé allí, en el fresco silencio del patio, tratando de ordenar mis pensamientos.
¿Dónde está?
A pesar de no verlo, sabía que alguien había venido hasta aquí, y no ver a nadie estaba siendo un poco perturbador. Incapaz de encontrarlo y sintiéndome un poco ridícula por haberlo seguido, decidí regresar a la fiesta.
Me giré para volver a la fiesta pero me sorprendí cuando encontré a alguien parado detrás de mí.
Definitivamente no es Kane, pensé mientras miraba al chico frente a mí. Su mirada intensa y algo desconcertante no presagiaba nada bueno.
Con una sonrisa torcida, el desconocido comenzó a avanzar hacia mí. Algo en su actitud no me gustaba, y una alerta interna se disparó.
—No estoy interesada, gracias... —le dije firmemente, esperando cortar cualquier intención antes de que avanzara más.
Él se detuvo por un momento, inhalando profundamente como si estuviera saboreando el aire a mi alrededor. Entonces, su sonrisa se ensanchó de una manera que no me gustó para nada.
—Pero hueles deliciosamente bien... —respondió con un tono mordaz y grave que envió un escalofrío por mi espalda.
—¡Aléjate de mí, pervertido! —le grité, dando un paso atrás.
No estaba en el estado de ánimo para lidiar con tipos raros y definitivamente no en una fiesta donde se suponía que debía divertirme.
Para mi sorpresa, él se quedó mirándome, un brillo extraño en sus ojos que no supe interpretar. Por unos segundos más, su rostro mantuvo esa sonrisa malvada. Pero, de repente, algo cambió en su expresión.
Su rostro exhibió pánico, como si lo que dije o mi mera presencia le hubiera afectado. Sin decir una palabra más, se giró sobre sus talones y desapareció de la vista tan rápido que casi cuestioné si realmente había estado allí.
Bueno, no pensé que fuera a ser tan fácil disuadirlo, pero tampoco me voy a quejar.
Con el corazón aún acelerado, decidí que era mejor volver al calor y la seguridad de la fiesta, donde mis amigas y la multitud me protegerían de encuentros más inquietantes.
Pero justo cuando iba a dar un paso hacia la seguridad iluminada de la casa, una presencia cálida y sorprendentemente familiar me detuvo. El aire a mi alrededor pareció cargarse de electricidad, y un escalofrío me recorrió la espalda, como una mezcla de temor y anticipación.
—¿Qué haces aquí? —la voz que rompió el silencio nocturno era tan intensa y seductora que me obligó a detenerme.
Kane.
MaeveMe giré lentamente, enfrentando la figura que se recortaba contra las luces tenues del patio. La luz de la luna iluminaba su rostro, destacando los contornos fuertes de su mandíbula y el brillo penetrante de sus ojos. Su mirada, cargada de una intensidad que me hacía temblar, se fijó en la mía, buscando respuestas o quizás, entendimiento.—Kane, yo... —comencé, intentando encontrar las palabras adecuadas, pero la sorpresa de encontrarlo aquí, en este lugar, en este momento, enredaba mis pensamientos.El sonido de la música de la fiesta se desvanecía en un segundo plano, y todo lo que podía oír era el latido acelerado de mi corazón y nuestra respiración en la quietud de la noche. La cercanía de Kane era abrumadora, y a pesar del miedo inicial provocado por el encuentro anterior, su presencia traía consigo un tipo de calma extraña, casi como si, en su compañía, ningún verdadero mal podría tocarme.—No deberías estar aquí sola —continuó él, su voz baja y preocupada, rompiendo la t
Maeve—Kane, esto... nosotros... es complicado. Tú eres mi profesor, y hay tantas razones por las que no deberíamos... —intenté explicar, aunque cada palabra era una batalla contra el deseo que su cercanía avivaban.—Lo sé, ángel. Y lo último que quiero es hacerte daño o ponerte en una posición difícil. Si me dices que pare, —dijo cerrando los ojos un segundo antes de volver a abrirlos, como si lo que fuera a decir le doliera, —lo haré. Sin preguntas, sin expectativas.La sinceridad en su voz me conmovió profundamente, y en ese momento, supe que, sin importar lo que decidiera, Kane respetaría mi elección. Eso, más que cualquier promesa de pasión, profundizó mi afecto por él, haciéndome valorar la rareza de lo que estaba surgiendo entre nosotros.Me acerqué a sus labios y lo besé antes de siquiera pensarlo bien.—Sí, lo quiero... pero esto es arriesgado, —dije entre besos mientras él se agachaba para empujar su mano debajo del dobladillo de mi vestido.—Lo sé, —gruñó cuando sus dedos e
Kane¡Por los mil demonios!Esta chica entró en mi vida y se aferró a mi ser como una maldita larva. Y amaba cada segundo de eso. Maeve tenía algo... algo que movió todo mi interior, que había estado dormido por mucho, mucho tiempo. Su presencia era como un incendio que había encendido una chispa en la parte más oscura y olvidada de mi ser, y ahora, consumía todo con una intensidad que no podía ni quería sofocar.Aunque debería darme un poco de crédito, estaba manejando muy bien las situaciones con ella, principalmente las de celos. Ese ex novio suyo, en mi mente ya debería estar bajo tierra. Cada vez que pensaba en él, una ola de ira primaria me recorría, pero al mirar a Maeve, ver ese brillo en sus ojos, me calmaba de formas que nunca había experimentado.Mi pequeña ángel ya estaba dormida entre mis brazos, y maldita sea si no se sentía fabuloso poder tenerla así. Su respiración suave, casi musical, y la sensación de su piel contra la mía me hacían sentir extrañamente completo,
MaeveLa cama se sentía fría esta mañana, las sábanas ahora revueltas y vacías donde una vez Kane había estado. Una sensación de abandono y tristeza me invadió mientras me sentaba en la cama, con la vista todavía nublada por el sueño y la confusión de despertar sola. Suspiré, sintiendo la ausencia de su calor como un vacío en mi interior. Me moví lentamente, dejando que mis pies tocaran el suelo frío.—Buenos días, ángel, —su voz rompió el silencio, cálida y sorprendentemente cerca. Me giré para mirarlo, encontrándome con su presencia reconfortante. Él ya estaba vestido con un traje elegante, listo para comenzar el día que tenía por delante. La visión de él tan formal tan temprano en la mañana me hacía sentir un contraste extraño pero agradable entre su apariencia sofisticada y mi propio desaliño.—Te traje café, —dijo, acercándose a mí con un vaso humeante en su mano. Se inclinó para depositar un suave beso en mis labios, un gesto tan cotidiano como extraordinario que hizo que mi
MaeveSe giró hacia Sophia con una expresión de hielo, y su voz, cuando habló, fue cortante, cada palabra era una cuchillada en el aire cargado del aula.—Señorita No me interesa, es inaceptable esparcir comentarios maliciosos y sexistas sobre sus compañeros —dijo, su tono implacable y su mirada perforando la falsa inocencia de Sophia. —Y si vamos a hablar de conductas cuestionables, quizás deberíamos considerar su propia historia, ¿no es cierto? No es ningún secreto lo que ha hecho, robando el novio de otra compañera. ¿Eso le parece profesional o ético?El silencio que siguió fue absoluto. Todos en el aula contenían el aliento, impactados por la confrontación directa.—Creo que esta clase se beneficiaría de su ausencia hoy, señorita No me interesa —continuó Kane, señalando la puerta con un gesto despectivo. —Salga ahora y no regrese hasta que pueda comportarse como una adulta y no como una chismosa de patio de recreo.Sophia, ahora completamente pálida y con los ojos muy abiertos, re
KaneEstaba intentando tragar el café de sabor asqueroso de la cafetería, sentado solo en una esquina. No tenía mucho ánimo; algo en el ambiente parecía apagado sin Maeve a mi alrededor esta mañana, y eso había sembrado una inquietud que no me dejaba en paz. La profesora de literatura, una mujer a la que normalmente respetaba por su intelecto, había decidido sentarse a mi lado, intentando iniciar una conversación que yo realmente no tenía ganas de sostener. Así que la dejé hablar, ofreciendo solo gruñidos y murmullos como respuestas, mientras mis pensamientos vagaban hacia Maeve.De repente, el sonido de mi teléfono interrumpió el monólogo de la profesora. En la pantalla, el nombre "Ángel" resaltaba contra el fondo oscuro, enviando una oleada de alivio y a la vez de tensión a través de mí. La profesora lanzó una mirada de desagrado hacia el teléfono antes de volver su atención a su propio café, claramente desinteresada.Contesté rápidamente.—Ángel, ¿estás bien? —pregunté, mi voz c
MaeveLa llegada de los policías hizo que la atmósfera ya cargada se volviera más real.Mientras colocaban las cintas amarillas alrededor de la escena del crimen, sentí cómo la realidad de lo ocurrido me golpeaba con fuerza brutal. Nos apartaron a un lado, donde los oficiales comenzaron a interrogarnos uno por uno.Estaba completamente devastada; la sensación de pérdida me envolvía tan fuertemente que mis piernas apenas podían sostenerme. Cada respiración era un esfuerzo, y cada parpadeo me recordaba que Dani ya no estaría con nosotros.Miré a mis amigas, quienes, extrañamente, parecían mucho más calmadas que yo. Sabía que Kane tenía algo que ver con eso. No entendía cómo lo había hecho, pero algo en sus palabras había calado hondo en ellas, modificando su comportamiento de una manera que me resultaba profundamente inquietante.Cuando llegó el momento de hablar sobre la noche anterior, Sarah parecía perdida, sus ojos fijos en el oficial como si luchara por recordar lo que debía decir.
MaeveEl velorio de Dani fue un calvario que ninguna de nosotras estaba preparada para enfrentar.Su madre, consumida por el dolor, se desplomaba sobre el ataúd de su hija menor, sollozando y gritando en un desgarro que resonaba a través de la sala.Dani era la más pequeña de tres hijos, y la tragedia de perderla así había dejado a su madre en un estado de desesperación que ninguno podíamos imaginar.Cuando Clau, Sarah y yo nos acercamos intentando ofrecer consuelo, la reacción fue de furia y dolor.—¡Esto es su culpa! ¡Ustedes niñas malcriadas la sacaban de fiesta en fiesta! —nos gritó, con una ira y tristeza que sólo el amor de una madre puede engendrar.Su hijo mayor, tratando de mantener la compostura, tuvo que sostenerla para evitar que se nos atacara físicamente.Nos retiramos y nos mantuvimos a distancia, permitiéndole vivir su dolor sin que nos viera. Mientras ella continuaba su lamento, el hermano mayor de Dani se acercó a nosotras con una expresión apesadumbrada.—Pido discu