Maeve
Después de un día que se sintió como una montaña rusa emocional, me arrastré hasta mi apartamento esperando no toparme con nadie en el camino. Y por "nadie", me refiero específicamente a Kane.
Por suerte no estaba por ningún lado. La idea de encontrarme con él y tener que mirarlo a la cara después de lo que pasó con Jonas me hacía sentir un nudo en el estómago.
Al llegar, dejé caer la mochila sobre una silla con un suspiro de alivio. Mi estómago gruñó, recordándome que había saltado el almuerzo, así que rebusqué en la cocina hasta encontrar algo rápido: unas galletitas y un café para despertarme un poco.
Preparé el café, dejando que el aroma llenara la cocina, una dulce promesa de energía que necesitaba desesperadamente.
Puse algo de música suave de fondo, algo tranquilo, y me senté en la pequeña mesa de la cocina para empezar a estudiar, masticando una galleta mientras abría mis apuntes, tratando de concentrarme en las palabras frente a mí.
Justo entonces, mi teléfono vibró sobre la mesa, interrumpiendo el tranquilo mundo que había preparado. Al ver la pantalla, el nombre de mi mamá iluminó el display y no pude evitar que una sonrisa se esparciera por mi cara.
—¿Hola, mamá? ¿Cómo estás? —dije, mi voz automáticamente más cálida, más ligera, al responder.
—Hola, cariño, ¿cómo estás? —su voz sonó cálida y reconfortante al otro lado del teléfono.
—Estoy bien, mamá, solo un poco cansada con la universidad y eso, —respondí, tratando de mantener el tono ligero,
—¿Y cómo está todo lo demás? ¿Cómo está Jonas? —preguntó, su voz todavía cargada de esa calidez maternal que siempre parecía envolverme, incluso a través del teléfono.
Sentí un nudo en la garganta al oír su nombre. Dudé un momento, preguntándome cómo decirle la verdad sin preocuparla demasiado. Mi madre siempre tenía un sexto sentido para detectar cuando algo no iba bien, y sabía que no podría esconderle nada por mucho tiempo.
—Uh, mamá, la verdad es que... Jonas y yo ya no estamos juntos, —admití finalmente, soltando las palabras como si fueran piedras pesadas.
Hubo una breve pausa al otro lado de la línea, y pude imaginar a mi madre asimilando la noticia, probablemente preocupada por cómo me afectaría.
—Oh, lo siento mucho, cariño, —su voz se llenó de preocupación inmediata. —¿Quieres hablar sobre eso?
—No, está bien, mamá. Fue lo mejor para ambos, —respondí, tratando de sonar convincente.
No quería entrar en detalles, no cuando aún estaba procesando todo. Y para aliviar la tensión, mi mamá cambió rápidamente de tema.
—Bueno, entonces, ¿has pensado en qué te gustaría hacer para tu cumpleaños este año? Ya sabes que está a la vuelta de la esquina.
—Sí, he estado pensando en eso. Creo que lo mejor será volver a casa por unos días, —dije, sintiendo una ola de alivio al pensar en la familiaridad y el confort de mi hogar.
—Eso suena maravilloso, —respondió mi mamá, claramente contenta con la idea. —Me encantará tenerte en casa, y haremos algo especial para celebrar.
Charlamos un poco más sobre otras cosas y los preparativos para mi visita, la voz de mi mamá adoptó un tono más serio justo antes de despedirse.
—Recuerda, cariño, todo pasa por algo. No te dejes llevar por el dolor de la separación. Estoy segura de que algo mejor está por empezar para ti, —me aconsejó con su sabiduría habitual, una mezcla de optimismo y cariño en sus palabras.
Asentí, aunque ella no pudiera verme.
—Gracias, mamá, realmente necesitaba escuchar eso... especialmente de ti. Te amo, —dije, sintiendo un cálido consuelo en su confianza.
—Y yo a ti, más de lo que imaginas. Cuídate, cariño, —respondió antes de colgar.
Coloqué el teléfono sobre la mesa, sintiendo una mezcla de gratitud y melancolía. Su última frase resonaba en mi cabeza, recordándome que, a pesar de todo, siempre había esperanza.
Estaba a punto de volver a mis apuntes cuando un golpe en la puerta me sobresaltó.
Dejé el cuaderno y me levanté, preguntándome quién podría ser a esta hora.
Al abrir la puerta, una sonrisa instantáneamente iluminó mi rostro al ver a Clau parada ahí, con una enorme sonrisa y varias bolsas de compras en ambas manos.
—¡Sorpresa! Pensé que podrías usar un poco de terapia de compras... bueno, o al menos, ver lo que compré, —dijo Clau, su entusiasmo llenando el espacio como siempre.
—Clau, ¡qué alegría verte! —exclamé, haciéndole espacio para que entrara.
Ella entró, dejando las bolsas en el suelo con un gesto dramático y se lanzó al sofá, mirándome con expectación.
—¿Lista para ver todas las tonterías que compré y probablemente no necesito? —preguntó, y ambas estallamos en risas.
Comenzó a sacar las compras de las bolsas con un entusiasmo contagioso, desplegando una variedad de prendas coloridas y brillantes sobre el sofá. Había vestidos, tops brillantes, y pantalones ajustados.
—Mira esto, —dijo, sosteniendo un vestido rojo con lentejuelas que capturaba la luz de la habitación. —Te lo tienes que probar. ¡Vas a deslumbrar!
—Oh, vaya, eso es realmente brillante, —reí, mientras tomaba el vestido y me dirigía al baño para cambiarme.
Al ponérmelo, me sentí transformada; el vestido se ajustaba perfectamente, abrazando mis curvas y centelleando con cada movimiento.
—¡Sal de ahí! Quiero ver cómo te queda, —gritó Clau desde el salón.
Con una mezcla de timidez y emoción, salí del baño. Clau aplaudió con entusiasmo al verme.
—¡Wow! Mira nada más a esta bomba sexy. Eve, estás increíble, —exclamó, y no pude evitar sonreír ampliamente ante su reacción.
—Tu turno, —dije, mientras ella asentía y escogía un top de terciopelo azul y unos pantalones de cuero negro. Se dirigió al baño y regresó rápidamente, luciendo tan chic y atrevida como siempre.
—¿Qué tal? —preguntó, dando una vuelta para que pudiera verla desde todos los ángulos.
—Te ves fabulosa, como una estrella de rock, —respondí, y ambas estallamos en risas.
Continuamos probándonos diferentes combinaciones, cada una más divertida y fabulosa que la anterior. Clau había traído suficientes opciones como para vestir a un pequeño ejército, y cada cambio de ropa traía consigo una ronda de risas y comentarios divertidos.
Era justo lo que necesitaba: un momento para desconectarme de las complicaciones emocionales y simplemente disfrutar de la compañía de una amiga.
—Deberíamos hacer esto más seguido, sabes, —dije, mientras me quitaba el último vestido y volvía a mi ropa normal.
—Totalmente, —respondió Clau, colocando la ropa de vuelta en las bolsas. —Nada como un poco de moda para curar el corazón roto. Pero ahora tenemos que ponernos serias, —declaró Clau, revolviendo las bolsas y sacando las prendas que habíamos seleccionado para la noche.
Ambas nos cambiamos en mi habitación, eligiendo con cuidado la ropa que llevaríamos para la fiesta en casa de Amelia.
Una vez vestidas, el departamento se transformó en un pequeño salón de belleza improvisado. Ella se apoderó de mi maquillaje, proclamándose como la artista, y con una habilidad que siempre me sorprendía, empezó a trabajar en mi rostro.
Nos turnamos con el maquillaje, compartiendo consejos y risas, y luego empezamos a arreglarnos el cabello. El ambiente estaba lleno de energía mientras la música continuaba sonando de fondo.
—¡Listas! —anunció Clau, mirándonos a ambas en el espejo. Nos sonreímos la una a la otra, satisfechas con nuestro trabajo.
Tomamos nuestros bolsos y nos movimos para salir del apartamento, aún charlando y riendo por cualquier tontería.
Cuando estaba cerrando la puerta con llaves, una figura cruzó justo frente a nosotros, dirigiéndose al apartamento de enfrente al mío. Mi corazón se saltó un latido al reconocer quién era.
—¿Profesor Knight? —preguntó Clau, sorprendida, mientras él metía la llave en la cerradura del departamento de enfrente.
Maeve—Buenas noches, —respondió él con una voz tranquila, girándose hacia nosotras. Su mirada se detuvo en mí, evaluándome de pies a cabeza de una forma que envió un escalofrío por mi columna.El shock de verlo allí me dejó momentáneamente sin palabras. La sorpresa debió notarse claramente en mi rostro.—Buenas noches, profesor, —conseguí decir, mi voz un poco más alta de lo normal debido a la sorpresa. —¿Qué hace aquí?Kane me evaluó con una mirada que bien podría haberme desnudado allí mismo, una media sonrisa apareciendo en su rostro. —Recién me mudé. Parece que seremos vecinos.Clau, captando la tensión y la sorpresa en el aire, intervino con entusiasmo. —¡Vaya, qué pequeño es el mundo! Bueno, estamos de salida. Maeve y yo vamos a una fiesta.—Espero que lo pasen bien, —dijo él, su mirada aún fija en mí por un momento antes de desearnos una buena noche y entrar a su apartamento.Clau y yo continuamos hacia las escaleras, y ella no pudo resistirse a comentar. —Wow, eso es una c
MaeveMe giré lentamente, enfrentando la figura que se recortaba contra las luces tenues del patio. La luz de la luna iluminaba su rostro, destacando los contornos fuertes de su mandíbula y el brillo penetrante de sus ojos. Su mirada, cargada de una intensidad que me hacía temblar, se fijó en la mía, buscando respuestas o quizás, entendimiento.—Kane, yo... —comencé, intentando encontrar las palabras adecuadas, pero la sorpresa de encontrarlo aquí, en este lugar, en este momento, enredaba mis pensamientos.El sonido de la música de la fiesta se desvanecía en un segundo plano, y todo lo que podía oír era el latido acelerado de mi corazón y nuestra respiración en la quietud de la noche. La cercanía de Kane era abrumadora, y a pesar del miedo inicial provocado por el encuentro anterior, su presencia traía consigo un tipo de calma extraña, casi como si, en su compañía, ningún verdadero mal podría tocarme.—No deberías estar aquí sola —continuó él, su voz baja y preocupada, rompiendo la t
Maeve—Kane, esto... nosotros... es complicado. Tú eres mi profesor, y hay tantas razones por las que no deberíamos... —intenté explicar, aunque cada palabra era una batalla contra el deseo que su cercanía avivaban.—Lo sé, ángel. Y lo último que quiero es hacerte daño o ponerte en una posición difícil. Si me dices que pare, —dijo cerrando los ojos un segundo antes de volver a abrirlos, como si lo que fuera a decir le doliera, —lo haré. Sin preguntas, sin expectativas.La sinceridad en su voz me conmovió profundamente, y en ese momento, supe que, sin importar lo que decidiera, Kane respetaría mi elección. Eso, más que cualquier promesa de pasión, profundizó mi afecto por él, haciéndome valorar la rareza de lo que estaba surgiendo entre nosotros.Me acerqué a sus labios y lo besé antes de siquiera pensarlo bien.—Sí, lo quiero... pero esto es arriesgado, —dije entre besos mientras él se agachaba para empujar su mano debajo del dobladillo de mi vestido.—Lo sé, —gruñó cuando sus dedos e
Kane¡Por los mil demonios!Esta chica entró en mi vida y se aferró a mi ser como una maldita larva. Y amaba cada segundo de eso. Maeve tenía algo... algo que movió todo mi interior, que había estado dormido por mucho, mucho tiempo. Su presencia era como un incendio que había encendido una chispa en la parte más oscura y olvidada de mi ser, y ahora, consumía todo con una intensidad que no podía ni quería sofocar.Aunque debería darme un poco de crédito, estaba manejando muy bien las situaciones con ella, principalmente las de celos. Ese ex novio suyo, en mi mente ya debería estar bajo tierra. Cada vez que pensaba en él, una ola de ira primaria me recorría, pero al mirar a Maeve, ver ese brillo en sus ojos, me calmaba de formas que nunca había experimentado.Mi pequeña ángel ya estaba dormida entre mis brazos, y maldita sea si no se sentía fabuloso poder tenerla así. Su respiración suave, casi musical, y la sensación de su piel contra la mía me hacían sentir extrañamente completo,
MaeveLa cama se sentía fría esta mañana, las sábanas ahora revueltas y vacías donde una vez Kane había estado. Una sensación de abandono y tristeza me invadió mientras me sentaba en la cama, con la vista todavía nublada por el sueño y la confusión de despertar sola. Suspiré, sintiendo la ausencia de su calor como un vacío en mi interior. Me moví lentamente, dejando que mis pies tocaran el suelo frío.—Buenos días, ángel, —su voz rompió el silencio, cálida y sorprendentemente cerca. Me giré para mirarlo, encontrándome con su presencia reconfortante. Él ya estaba vestido con un traje elegante, listo para comenzar el día que tenía por delante. La visión de él tan formal tan temprano en la mañana me hacía sentir un contraste extraño pero agradable entre su apariencia sofisticada y mi propio desaliño.—Te traje café, —dijo, acercándose a mí con un vaso humeante en su mano. Se inclinó para depositar un suave beso en mis labios, un gesto tan cotidiano como extraordinario que hizo que mi
MaeveSe giró hacia Sophia con una expresión de hielo, y su voz, cuando habló, fue cortante, cada palabra era una cuchillada en el aire cargado del aula.—Señorita No me interesa, es inaceptable esparcir comentarios maliciosos y sexistas sobre sus compañeros —dijo, su tono implacable y su mirada perforando la falsa inocencia de Sophia. —Y si vamos a hablar de conductas cuestionables, quizás deberíamos considerar su propia historia, ¿no es cierto? No es ningún secreto lo que ha hecho, robando el novio de otra compañera. ¿Eso le parece profesional o ético?El silencio que siguió fue absoluto. Todos en el aula contenían el aliento, impactados por la confrontación directa.—Creo que esta clase se beneficiaría de su ausencia hoy, señorita No me interesa —continuó Kane, señalando la puerta con un gesto despectivo. —Salga ahora y no regrese hasta que pueda comportarse como una adulta y no como una chismosa de patio de recreo.Sophia, ahora completamente pálida y con los ojos muy abiertos, re
KaneEstaba intentando tragar el café de sabor asqueroso de la cafetería, sentado solo en una esquina. No tenía mucho ánimo; algo en el ambiente parecía apagado sin Maeve a mi alrededor esta mañana, y eso había sembrado una inquietud que no me dejaba en paz. La profesora de literatura, una mujer a la que normalmente respetaba por su intelecto, había decidido sentarse a mi lado, intentando iniciar una conversación que yo realmente no tenía ganas de sostener. Así que la dejé hablar, ofreciendo solo gruñidos y murmullos como respuestas, mientras mis pensamientos vagaban hacia Maeve.De repente, el sonido de mi teléfono interrumpió el monólogo de la profesora. En la pantalla, el nombre "Ángel" resaltaba contra el fondo oscuro, enviando una oleada de alivio y a la vez de tensión a través de mí. La profesora lanzó una mirada de desagrado hacia el teléfono antes de volver su atención a su propio café, claramente desinteresada.Contesté rápidamente.—Ángel, ¿estás bien? —pregunté, mi voz c
MaeveLa llegada de los policías hizo que la atmósfera ya cargada se volviera más real.Mientras colocaban las cintas amarillas alrededor de la escena del crimen, sentí cómo la realidad de lo ocurrido me golpeaba con fuerza brutal. Nos apartaron a un lado, donde los oficiales comenzaron a interrogarnos uno por uno.Estaba completamente devastada; la sensación de pérdida me envolvía tan fuertemente que mis piernas apenas podían sostenerme. Cada respiración era un esfuerzo, y cada parpadeo me recordaba que Dani ya no estaría con nosotros.Miré a mis amigas, quienes, extrañamente, parecían mucho más calmadas que yo. Sabía que Kane tenía algo que ver con eso. No entendía cómo lo había hecho, pero algo en sus palabras había calado hondo en ellas, modificando su comportamiento de una manera que me resultaba profundamente inquietante.Cuando llegó el momento de hablar sobre la noche anterior, Sarah parecía perdida, sus ojos fijos en el oficial como si luchara por recordar lo que debía decir.