MaeveLuca se agachó rápidamente, recogiendo mi teléfono y colocándolo de nuevo en mis manos.—Eve, lo siento tanto, —dijo, y su voz estaba teñida de una tristeza profunda.—¿Qué voy a hacer, Luca? —Mi voz era un susurro roto, mis ojos buscaban los suyos, buscando algo de consuelo.—Eve, respira, podemos arreglar esto, —dijo, su voz tratando de inyectarme algo de calma. —Vamos a encontrarlo. No vamos a dejar esto así. Estoy contigo. —Su voz era firme, pero pude ver la preocupación en sus ojos.—¿Cómo, Luca? Se ha ido, literalmente se ha borrado... —mis palabras eran un murmullo roto, cada sílaba teñida de desesperanza.Él puso su mano sobre mi hombro, apretando ligeramente en un gesto de apoyo.—Vamos a tu apartamento, necesitas salir de aquí. No vas a lograr nada en este estado.Me ayudó a levantarme, sosteniéndome cuando mis piernas amenazaron con ceder bajo el peso de mi angustia. Salimos del aula bajo las miradas curiosas de algunos compañeros que murmuraban entre ellos, probablem
Maeve—¿Cuánto tiempo has estado ahí? —pregunté, mi voz apenas un susurro mientras me enderezaba y limpiaba el sudor de mi frente con el dorso de la mano.Él se separó de la pared, avanzando un par de pasos hacia mí, pero manteniendo una distancia prudente. Su mirada recorría mi figura, evaluadora, tal vez con un toque de sorpresa.—Suficiente para ver que heredaste más que solo la sangre de cazadora de tu madre —respondió con un tono que intentaba ser ligero. —No estoy aquí para pelear, hija —continuó, notando mi postura defensiva—. Solo vine a... hablar.—Hablar —repetí, incrédula—. Después de todo lo que ha pasado, ¿crees que podemos simplemente hablar?—Es exactamente por todo lo que ha pasado que necesitamos hablar —afirmó. Su voz se suavizó, y por un momento, vi algo más que el cazador despiadado en sus ojos. Algo parecido al remordimiento.—No me interesa, —dije cruzando mis brazos en mi pecho, dejando que el sarcasmo destacara en mis palabras. —Gracias igual.—Es hora de que a
KaneEl sonido de mis puños golpeando el saco de boxeo resonaba en la sala, una y otra vez, un eco de mi propia frustración. Sudor corría por mi frente, pero no me detenía; cada golpe liberaba una fracción del tormento que me consumía por dentro.—Maldita sea, —murmuré entre jadeos, sintiendo la ira y el arrepentimiento mezclarse en cada golpe.Los sacos a mi alrededor, desgarrados y deformes, eran testimonio de las horas que había pasado aquí, tratando de apaciguar el caos en mi mente.—Sé que ella no es mi enemiga, joder, —gruñí al saco antes de lanzar otro golpe potente que lo hizo balancearse violentamente. —Es lo único bueno que tiene mi patética vida.Mis palabras eran un susurro áspero, casi ahogado por el sonido de mi respiración agitada.Me detuve un momento, apoyando las manos y la frente en el saco frío y sudoroso, cerrando los ojos para intentar calmar el dolor en mi pecho.Las imágenes de Maeve, su sonrisa, la forma en que sus ojos se iluminaban, todo me arruinaba más fue
MaeveLos días se habían convertido en una sucesión interminable de horas grises y silenciosas en esa habitación.El aire en este lugar tenía ese toque fresco y pesado que se siente cuando estás cerca del agua, el ligero eco de las gotas resonando en algún lugar cercano, me indicaban que estaba cerca de un río, tal vez en una cueva o bajo tierra.La puerta solo se abría cada pocas horas, un plato se deslizaba dentro, y se cerraba con un clic que resonaba como un eco de mi desesperación.No quería comer, no quería aceptar nada de este hombre, me rehusaba a darle a él, a Ethan, la satisfacción de verme sometida.Él quería que odiara, que despreciara a una especie entera.Pero no podía, no cuando Luca, un vampiro, había sido mi soporte, mi mejor amigo. Y Kane... Kane, que había ocupado cada rincón de mi corazón y todavía estaba allí. ¿Seguiría siendo mi novio después de todo esto?Dudaba, no solo de mi futuro con él sino de todo lo que había creído sobre nosotros. ¿Podría él amar a algui
KaneLas llamas danzaban en lo alto, consumiendo la guarida de los cazadores con un hambre que reflejaba la mía.Acababa de matar al último de ellos, mi furia teñida en carmesí sobre mis manos, y el eco de su último aliento aún colgaba en el aire viciado.El suelo bajo mis botas estaba pegajoso, empapado en sangre y cenizas, y el olor metálico y quemado se mezclaba en un perfume grotesco que me llenaba los pulmones.Ada se acercó a través del humo, sus pasos casi silenciosos en el caos.—No está aquí, —dijo, su voz cortante como el viento de invierno."Mierda" rugí, la frustración ardiendo en mi pecho.Era la cuarta guarida que destrozábamos esta semana y no había rastro de Maeve. La ira se desató dentro de mí como una bestia salvaje.Giré hacia el cuerpo sin vida del cazador a mis pies, y con un grito, mis puños cayeron sobre él, golpeándolo, deshaciendo lo que quedaba en pedazos irreconocibles.Vinicius apareció frente a mí en ese momento, sonriendo con esa sonrisa irritante, sabía
MaeveCuando Luca me levantó en sus brazos, apenas tuve tiempo de procesar lo que estaba sucediendo.Me sentí tan liviana, tan frágil, como si todo mi ser estuviera desmoronándose después de las palabras de Kane.El aire frío de la noche apenas rozó mi piel mientras él corría conmigo en brazos, y el rápido latido de mi corazón resonaba en mis oídos, mezclándose con el sonido de sus pasos apresurados.En lo que pareció un instante, estábamos en mi apartamento. Luca me dejó con cuidado en el suelo de mi habitación, sus movimientos eran rápidos pero cuidadosos, como si temiera que pudiera quebrarme en cualquier momento.—Saca lo que puedas, tenemos unos pocos minutos antes de que alguien venga aquí... —dijo con urgencia, mirando hacia la puerta como esperando que en cualquier momento pudiera aparecer alguien más.—¿Qué más da? —las palabras salieron de mí en un sollozo, mi voz quebrada por el dolor. Me senté en el borde de la cama, sintiendo la presión de cada lágrima que brotaba. —A él
MaeveRecostada en el asiento trasero del coche, cerré los ojos por un momento, intentando encontrar algo de calma en el suave ronroneo del motor.La conversación entre Luca y Clau se filtraba por mi cansancio, sus voces un suave murmullo que poco a poco captó mi atención.—Creo que deberíamos ir al sur una vez que encontremos a la mamá de Maeve. Podría ser más seguro allí para todos, en especial para ella... —estaba diciendo Luca mientras cambiaba las estaciones de radio.—¿Al sur? ¿Estás seguro de que eso nos alejaría de todo este lío? —Clau parecía escéptica, pero su tono mostraba que estaba considerando la idea.—Sí, he oído que hay menos actividad de cazadores y vampiros allá. Podríamos encontrar un lugar donde Maeve pueda estar segura, al menos por un tiempo, —respondió ajustándose en su asiento.Hubo un breve silencio antes de que Clau le volviera a hablar, el sonido de la carretera llenando el espacio entre ellos.—Está bien, pero solo si Maeve está de acuerdo. Al final, es su
Kane—He llamado a todos, estarán en unas semanas por aquí, —anunció Vinicius con un tono de suficiencia, haciendo girar la silla en la que se sentaba detrás de su escritorio. Su mirada calculadora me estudiaba mientras hablaba. —Tiempo suficiente para rastrear a Ryder y matarlo.—Bien, —respondí secamente, mi voz escondía mis emociones que luchaban por salir. Quería escapar de sus garras, de esta red de manipulación y muerte en la que me había enredado.—Con eso liquidado, nos queda un cabo suelto... —continuó, su voz bajando a un tono conspirativo que me hizo tensar cada músculo. —La chica Ryder también tiene que morir.Intenté por todos los medios mantener mi rostro impasible, no quería que él viera cuánto me afectaba la idea de hacerle daño a Maeve. Realmente deseaba que no pudiera leer en mí cuánto me jodieron esas palabras.—Bien. —Mi respuesta fue un susurro forzado, un esfuerzo para ocultar el desgarro interno que sentía.Vinicius sonrió con una autosatisfacción nauseabunda, c