MaeveObservé a Kane alejarse, cada paso hacia eco en el vacío que se había formado en mi pecho.No hubo vacilación en su andar, ni una mirada atrás, nada que indicara que lo que acababa de pasar lo afectaba en lo más mínimo. Que mí sufrimiento no le importaba.Pero yo no podía moverme, paralizada por el dolor y la incredulidad, sobre el cuerpo sin vida de Luca, sintiendo el frío del suelo del bosque penetrando en mis huesos."¿Por qué a todos los que amo terminan así?" La culpa me consumía, mordiendo cada rincón de mi ser.Dani, Clau, ahora Luca... cada uno arrancado de mi vida por una violencia que parecía seguirme como una maldición."¿Por qué ellos?" Todo esto era por mí, por mi legado, por mi sangre.Si no hubiera sido por mí, Luca y Clau todavía estarían aquí, viviendo. La crueldad de esa verdad me envolvía, sofocante y despiadada."Debería haber sido yo," pensé con amargura. "Debería haber sido más fuerte, más inteligente. Debería haberlos protegido." Pero las palabras no ofrec
MaeveDesperté de repente, con la sensación desconcertante de que algo, o alguien, faltaba a mi lado en la cama.Mi mano se deslizó sobre las sábanas frías, buscando en vano el calor de esa otra persona. Abriendo los ojos, me encontré sola en la habitación, el recuerdo de la noche volviendo a mi mente.—Idiota, —me murmuré a mí misma, reprendiéndome por la esperanza fugaz de que podría haber sido una pesadilla.Me levanté con movimientos lentos, impregnados del cansancio de mi alma. Miré la hora en un reloj sobre la mesita de noche; el día apenas comenzaba y ya sentía el peso de lo que me esperaba. Suspiré, mi aliento formando un pequeño vaho en el aire frío de la habitación, y me dirigí hacia el baño.La ducha fue rápida, el agua caliente golpeando mi piel y ayudándome a disipar la tensión en mis músculos. A medida que el vapor llenaba el espacio, traté de ordenar mi mente, preparándome para el entrenamiento. Me envolví en una toalla y regresé a la habitación para vestirme.Abrí el a
MaeveMientras mis puños golpeaban con un esfuerzo que poco a poco se convertía en frustración, Ethan observaba cada movimiento con una precisión casi quirúrgica. Sus ojos no se perdían ni un solo detalle, y aunque había mejorado en fuerza y precisión, mi velocidad seguía siendo un punto débil.—Debes trabajar en tu velocidad, —dijo cómo leyendo mi mente, lanzándome una patada rápida que no logré esquivar a tiempo. El golpe me desequilibró, y caí al suelo con un golpe sordo.Me levanté rápidamente, escupiendo sangre a un lado del ring de entrenamiento. Aunque los golpes y las caídas se habían vuelto una rutina diaria, y gracias a mi condición de cazadora mi cuerpo se curaba rápidamente, el dolor físico era apenas una sombra comparado con el dolor emocional que llevaba dentro. Las marcas de los golpes desaparecían, pero las cicatrices internas permanecían.Ethan continuó, aprovechando mi momento de debilidad para añadir un comentario que no había pedido.—Y de paso deberías hacer nuevo
MaeveEstaba de pie en la sala de entrenamiento, los músculos tensos y listos, mientras esperaba a que llegara mi nuevo instructor.La puerta se abrió con un clic suave. Mis ojos se dirigieron automáticamente hacia el sonido, esperando ver a un entrenador desconocido, pero para mi sorpresa, fue el chico que había estado viniendo a verme.—Estoy esperando a alguien, —dije de manera cortante, mi tono claramente mostrando que no estaba de humor para juegos o malentendidos.—Lo sé, —respondió él con una calma desconcertante y, sin previo aviso, avanzó hacia mí en una clara intención de ataque.Mi cuerpo respondió al instante. Bloqueé su primer movimiento, un golpe rápido y corto hacia mi cara, con el antebrazo, sintiendo el impacto vibrar a través de mis músculos. Él no se detuvo, y sus movimientos se volvieron más rápidos, más agresivos, como si estuviera determinado a probarme.Giré sobre mis talones para esquivar un gancho dirigido a mi cabeza y contraataqué con una patada baja a sus p
MaeveEl ruido metálico de la ballesta al ser cargada se había vuelto una melodía familiar en mis oídos.Estaba en la sala de tiros, un lugar que se había convertido en mi segundo hogar, justo después de la sala de entrenamiento, rodeada de maniquíes diseñados para parecerse a vampiros. Cada uno tenía diferentes marcas y posiciones, haciéndolos objetivos ideales para practicar mis tiros.Liam estaba justo detrás de mí, su presencia una constante sombra que sentía más de lo que se veía. Él me guiaba en el manejo de la ballesta, sus manos ocasionalmente corrigiendo la posición de mis brazos o ajustando mi postura.Hacía casi un mes que estaba entrenando bajo su tutela, y aunque mis habilidades habían mejorado notablemente, la tensión entre nosotros se había cargado con una electricidad que era difícil de ignorar.Cada vez que nuestros ojos se encontraban, había un destello de algo que iba más allá de la simple relación profesional, una especie de desafío mezclado con una curiosidad que
MaeveLa mañana era fría y la sala de entrenamiento se sentía un poco más pesada de lo habitual, o quizás era solo la atmósfera entre Liam y yo.Estábamos a mitad de una secuencia de entrenamiento, cada uno concentrado en nuestros propios movimientos, cuando Liam decidió romper el silencio que se había instalado entre nosotros. Se detuvo, apoyando sus manos en las rodillas mientras me miraba con una sonrisa torcida, tratando de aligerar el ambiente.—No hagamos esto incómodo, —dijo, riendo suavemente, pero su risa era forzada.—Tienes razón, —respondí, dejando escapar una risa breve llena de sarcasmo que ayudó a disipar parte de la tensión. —Sería una lástima arruinar la buena dinámica que tenemos.Ethan entró a la sala justo en el momento que volvíamos a la pelea. La puerta se abrió con un golpe seco que resonó en el espacio y nos hizo detenernos en seco.No necesitaba decir una palabra; su sola entrada era suficiente para alterar el aire a su alrededor.Nos miró a ambos, su mirada a
MaeveCuando llegamos a destino, el caos nos recibió de frente.Las primeras señales de la batalla ya estaban en pleno desarrollo, con destellos de luz y sombras que se movían rápidamente entre los sonidos de la lucha. Al acercarnos, el rugido de nuestra moto se fundió con los gritos y el estrépito del combate.Salté segundos antes de que el vehículo se detuviera por completo. Mis dedos encontraron rápidamente el familiar contorno de la ballesta que llevaba conmigo, mientras que Liam empuñaba una estaca.En ese segundo antes de sumergirnos en la batalla, un pensamiento fugaz y contradictorio cruzó mi mente: deseaba con toda mi alma que Kane no estuviera entre aquellos que nos enfrentábamos.Liam captó mi vacilación momentánea, mirándome con su ceño fruncido. Asintió una vez, y sin más palabras, ambos avanzamos hacia el corazón del caos.Con la ballesta lista, me adelanté entre los demás, cada paso medido pero rápido. El primer vampiro que se lanzó hacia mí fue recibido con una flecha
MaeveDurante el entrenamiento a la mañana siguiente, mi mente no estaba donde debía estar.Cada golpe se sentía automático, desprovisto de la fuerza que solía acompañar cada uno de mis movimientos.Liam, por supuesto, lo notó. Con cada pausa entre nuestros ejercicios, su mirada se volvía cada vez más inquisitiva, pero yo me cerraba más, rechazando la idea de compartir mis pensamientos.—¿Quieres hablar? —preguntó al final, después de un golpe particularmente desganado de mi parte.—No, —respondí demasiado rápido quizás, pero después de lo de anoche, simplemente no sabía que decir.No convencido decidió presionar un poco más, aumentando la intensidad de nuestros ejercicios, probablemente esperando que la actividad física me obligara a abrirme.Sin embargo, su estrategia tuvo el efecto contrario. Mi concentración se desmoronó por completo en un intento de bloqueo mal calculado, y en un instante, ambos estábamos en el suelo, con Liam encima de mí, sus manos en el suelo a ambos lados de