MaeveMientras mis puños golpeaban con un esfuerzo que poco a poco se convertía en frustración, Ethan observaba cada movimiento con una precisión casi quirúrgica. Sus ojos no se perdían ni un solo detalle, y aunque había mejorado en fuerza y precisión, mi velocidad seguía siendo un punto débil.—Debes trabajar en tu velocidad, —dijo cómo leyendo mi mente, lanzándome una patada rápida que no logré esquivar a tiempo. El golpe me desequilibró, y caí al suelo con un golpe sordo.Me levanté rápidamente, escupiendo sangre a un lado del ring de entrenamiento. Aunque los golpes y las caídas se habían vuelto una rutina diaria, y gracias a mi condición de cazadora mi cuerpo se curaba rápidamente, el dolor físico era apenas una sombra comparado con el dolor emocional que llevaba dentro. Las marcas de los golpes desaparecían, pero las cicatrices internas permanecían.Ethan continuó, aprovechando mi momento de debilidad para añadir un comentario que no había pedido.—Y de paso deberías hacer nuevo
MaeveEstaba de pie en la sala de entrenamiento, los músculos tensos y listos, mientras esperaba a que llegara mi nuevo instructor.La puerta se abrió con un clic suave. Mis ojos se dirigieron automáticamente hacia el sonido, esperando ver a un entrenador desconocido, pero para mi sorpresa, fue el chico que había estado viniendo a verme.—Estoy esperando a alguien, —dije de manera cortante, mi tono claramente mostrando que no estaba de humor para juegos o malentendidos.—Lo sé, —respondió él con una calma desconcertante y, sin previo aviso, avanzó hacia mí en una clara intención de ataque.Mi cuerpo respondió al instante. Bloqueé su primer movimiento, un golpe rápido y corto hacia mi cara, con el antebrazo, sintiendo el impacto vibrar a través de mis músculos. Él no se detuvo, y sus movimientos se volvieron más rápidos, más agresivos, como si estuviera determinado a probarme.Giré sobre mis talones para esquivar un gancho dirigido a mi cabeza y contraataqué con una patada baja a sus p
MaeveEl ruido metálico de la ballesta al ser cargada se había vuelto una melodía familiar en mis oídos.Estaba en la sala de tiros, un lugar que se había convertido en mi segundo hogar, justo después de la sala de entrenamiento, rodeada de maniquíes diseñados para parecerse a vampiros. Cada uno tenía diferentes marcas y posiciones, haciéndolos objetivos ideales para practicar mis tiros.Liam estaba justo detrás de mí, su presencia una constante sombra que sentía más de lo que se veía. Él me guiaba en el manejo de la ballesta, sus manos ocasionalmente corrigiendo la posición de mis brazos o ajustando mi postura.Hacía casi un mes que estaba entrenando bajo su tutela, y aunque mis habilidades habían mejorado notablemente, la tensión entre nosotros se había cargado con una electricidad que era difícil de ignorar.Cada vez que nuestros ojos se encontraban, había un destello de algo que iba más allá de la simple relación profesional, una especie de desafío mezclado con una curiosidad que
MaeveLa mañana era fría y la sala de entrenamiento se sentía un poco más pesada de lo habitual, o quizás era solo la atmósfera entre Liam y yo.Estábamos a mitad de una secuencia de entrenamiento, cada uno concentrado en nuestros propios movimientos, cuando Liam decidió romper el silencio que se había instalado entre nosotros. Se detuvo, apoyando sus manos en las rodillas mientras me miraba con una sonrisa torcida, tratando de aligerar el ambiente.—No hagamos esto incómodo, —dijo, riendo suavemente, pero su risa era forzada.—Tienes razón, —respondí, dejando escapar una risa breve llena de sarcasmo que ayudó a disipar parte de la tensión. —Sería una lástima arruinar la buena dinámica que tenemos.Ethan entró a la sala justo en el momento que volvíamos a la pelea. La puerta se abrió con un golpe seco que resonó en el espacio y nos hizo detenernos en seco.No necesitaba decir una palabra; su sola entrada era suficiente para alterar el aire a su alrededor.Nos miró a ambos, su mirada a
MaeveCuando llegamos a destino, el caos nos recibió de frente.Las primeras señales de la batalla ya estaban en pleno desarrollo, con destellos de luz y sombras que se movían rápidamente entre los sonidos de la lucha. Al acercarnos, el rugido de nuestra moto se fundió con los gritos y el estrépito del combate.Salté segundos antes de que el vehículo se detuviera por completo. Mis dedos encontraron rápidamente el familiar contorno de la ballesta que llevaba conmigo, mientras que Liam empuñaba una estaca.En ese segundo antes de sumergirnos en la batalla, un pensamiento fugaz y contradictorio cruzó mi mente: deseaba con toda mi alma que Kane no estuviera entre aquellos que nos enfrentábamos.Liam captó mi vacilación momentánea, mirándome con su ceño fruncido. Asintió una vez, y sin más palabras, ambos avanzamos hacia el corazón del caos.Con la ballesta lista, me adelanté entre los demás, cada paso medido pero rápido. El primer vampiro que se lanzó hacia mí fue recibido con una flecha
MaeveDurante el entrenamiento a la mañana siguiente, mi mente no estaba donde debía estar.Cada golpe se sentía automático, desprovisto de la fuerza que solía acompañar cada uno de mis movimientos.Liam, por supuesto, lo notó. Con cada pausa entre nuestros ejercicios, su mirada se volvía cada vez más inquisitiva, pero yo me cerraba más, rechazando la idea de compartir mis pensamientos.—¿Quieres hablar? —preguntó al final, después de un golpe particularmente desganado de mi parte.—No, —respondí demasiado rápido quizás, pero después de lo de anoche, simplemente no sabía que decir.No convencido decidió presionar un poco más, aumentando la intensidad de nuestros ejercicios, probablemente esperando que la actividad física me obligara a abrirme.Sin embargo, su estrategia tuvo el efecto contrario. Mi concentración se desmoronó por completo en un intento de bloqueo mal calculado, y en un instante, ambos estábamos en el suelo, con Liam encima de mí, sus manos en el suelo a ambos lados de
KaneEl gimnasio personal de Vinicius era un espacio repleto de equipamiento de última generación, pero hoy, los dos estábamos concentrados en un entrenamiento mano a mano, probando nuestra fuerza y habilidad en combate cuerpo a cuerpo.Ataqué a Vinicius sin piedad, golpe tras golpe, cada uno ejecutado con precisión y una fuerza bruta que había estado perfeccionando durante años. Mi cuerpo se movía con una mezcla de agilidad y poder, una máquina letal.—Eres cada vez más fuerte, —dijo, deteniéndose frente a mí después de recuperarse de otro de mis golpes rápidos."Adulador," pensé, irritado con su forma de tratarme. Su elogio sonaba a manipulación, una herramienta en su arsenal tan afilada como cualquier estaca.—Tu padre estaría orgulloso de ti, eres incluso más fuerte que él, aunque eso no evitó que Ethan lo matara, —continuó, probando evidentemente mi paciencia.—Qué bueno, —respondí con frialdad, secándome el sudor con una toalla, —que no soy él.Vinicius asintió, observándome con
MaeveNos detuvimos a la sombra alargada de la iglesia gótica que se erguía frente a nosotros, imponente y majestuosa en la quietud de la noche.Las grandes ventanas, adornadas con tracerías complejas, dominaban la vista; especialmente una gran roseta circular en el centro, compuesta por elaborados patrones que simulaban vitrales, aunque la oscuridad impedía ver su colorido habitual.A ambos lados de la entrada principal, estatuas de santos y otras figuras religiosas vigilaban el lugar, sus rostros erosionados por el tiempo, pero aún imponentes y severos en su silencioso juicio.El aire alrededor de la iglesia estaba impregnado de un silencio espeso y opresivo, y un ligero escalofrío recorrió mi espalda al acercarnos.—Pensé que los vampiros no podían entrar en iglesias... —susurré a nadie en particular, más para romper el silencio que por curiosidad genuina.Una risa suave y baja resonó detrás de mí, y me giré para encontrar a Liam, que se había acercado sigilosamente.—Puros mitos c