MaeveNos detuvimos a la sombra alargada de la iglesia gótica que se erguía frente a nosotros, imponente y majestuosa en la quietud de la noche.Las grandes ventanas, adornadas con tracerías complejas, dominaban la vista; especialmente una gran roseta circular en el centro, compuesta por elaborados patrones que simulaban vitrales, aunque la oscuridad impedía ver su colorido habitual.A ambos lados de la entrada principal, estatuas de santos y otras figuras religiosas vigilaban el lugar, sus rostros erosionados por el tiempo, pero aún imponentes y severos en su silencioso juicio.El aire alrededor de la iglesia estaba impregnado de un silencio espeso y opresivo, y un ligero escalofrío recorrió mi espalda al acercarnos.—Pensé que los vampiros no podían entrar en iglesias... —susurré a nadie en particular, más para romper el silencio que por curiosidad genuina.Una risa suave y baja resonó detrás de mí, y me giré para encontrar a Liam, que se había acercado sigilosamente.—Puros mitos c
MaeveLa sensación de alivio me inundó cuando me di cuenta de que el cuerpo inerte a mi lado no era el de él.Me había permitido un momento para respirar, para sentir el peso del alivio antes de que una voz grave cortara el aire con una claridad escalofriante.—Realmente no vacilaste en matarme, —dijo el verdadero Kane, su tono un eco profundo en la sala.Lentamente, me puse de pie, sintiendo cómo cada músculo de mi cuerpo respondía con una mezcla de tensión y alivio.Al darme cuenta de que esto había sido una trampa, que él me había querido allí, sola, me recorrió un escalofrío.—No eras tú, te veo bien vivo ahí, —respondí, tratando de mantener la compostura mientras mis ojos buscaban su figura.Él estaba apoyado con despreocupación contra la puerta cerrada de la cabaña, la luz tenue de la luna iluminando su figura de manera que las sombras jugaban sobre sus rasgos.Su cuerpo emanaba un aura indudable de peligro, acentuado por el brillo rojo en sus ojos que no dejaba lugar a dudas so
MaeveSentada en la silla fría y dura de mi improvisada celda, miré alrededor con una mezcla de resignación y frustración.La habitación era completamente desagradable, con paredes de piedra desnudas y húmedas que exudaban un olor a moho y descomposición.La única luz provenía de una pequeña ventana con barrotes, demasiado alta para alcanzar y demasiado pequeña para escapar.Lo peor de todo era que no me habían vendado los ojos al traerme aquí; solo podía significar que no les importaba que conociera su ubicación porque, al final, probablemente terminaría muerta. Esa idea me hizo estremecer, pero también avivó la determinación dentro de mí.Escuché pasos fuera de la celda antes de que la puerta se abriera con un chirrido. Un vampiro entró, cerrando la puerta detrás de sí con un golpe sordo. Su mirada se clavó en mí con una intensidad que me hizo encogerme interiormente.—Wow, hueles demasiado bien... —comentó, su tono un poco demasiado apreciativo para mi comodidad.Lo miré fijamente,
MaeveDespués de que me dejaron sola en la celda, el sonido del frío metal de la puerta resonó en la habitación, tan desalentador que me hizo estremecer por lo complicado que se había vuelto mi situación.Sin embargo, en lugar de dejarme consumir por el miedo o la desesperación, comencé a buscar algo, cualquier cosa que pudiera usar para escapar o defenderme.No pensaba dormir; era demasiado riesgoso, especialmente aquí donde cada sombra podría ser un enemigo.Mis dedos tanteaban cada grieta, cada rincón oscuro de la celda, buscando algo afilado o lo suficientemente fuerte para ser utilizado como herramienta o arma.La superficie fría y áspera de las paredes raspaba bajo mis uñas, pero seguía moviéndome, impulsada por la necesidad de encontrar una ventaja.De repente, la puerta se abrió con un silencio que me alertó de inmediato. Los movimientos eran tan rápidos que apenas los noté, y antes de que pudiera reaccionar adecuadamente, la chica que había estado con Vinicius apareció frente
KaneDespués de esa primera reunión con Vinicius, y de asegurar a Maeve en su celda, salí con un peso aplastante en el pecho.La mirada de ella, llena de dolor y acusación, aún ardía en mi mente mientras caminaba por los pasillos del castillo. Cada paso me llevaba más cerca de Vinicius, y con cada paso, la ira que hervía en mi interior amenazaba con desbordarse.Él estaba jugando con fuego, utilizando su sangre como si fuera una mercancía, y cada palabra de esa revelación había sido como un golpe directo a mi estómago.Mi mano se cerró en un puño tan apretado que mis uñas se clavaron en la palma, el dolor apenas un eco de la tormenta emocional dentro de mí. No veía la hora de acabar con él, de terminar con sus juegos perversos y su supuesto control sobre mí.Cuando llegué a su oficina, Vinicius estaba de pie frente a la ventana, contemplando la vista de la ciudad. Su postura era la de alguien en control total, seguro de su poder y de su posición.Sin embargo, para mí, no era más que u
Maeve—Vamos, pequeña cazadora.La voz me sacó bruscamente del pesado sueño. Abrí los ojos para encontrarme con la figura de una chica parada frente a mí. Su expresión era de impaciencia, y su postura, tensa.—Levántate de una vez que no tengo todo el tiempo del mundo, —insistió con un tono que rozaba la irritación.—Déjame en paz, —murmuré, girándome para darle la espalda, intentando ignorarla y volver a mis sueños. Pero ella no estaba dispuesta a ceder.—Vamos, arriba, nos vamos de aquí.Esas palabras llamaron mi atención. Me enderecé y me senté en la cama, mirándola con interés.—¿Cómo? —pregunté, confundida y curiosa a partes iguales.Ella, frustrada con mi lentitud, me agarró en sus brazos y, sin nada de delicadeza, me sacó de la celda. En un abrir y cerrar de ojos, me encontré en una habitación grande y desconocida.—¡Suéltame! —grité, mirándola a los ojos, intentando comprender la situación.—Cámbiate, —dijo ella secamente, señalando hacia un conjunto de ropas dispuestas en la
MaeveCuando Kane se detuvo, miró a todos antes de comenzar a hablar, su voz resonó por toda la sala, clara y poderosa, demandando atención.—He estado esperando el momento indicado para volver a reclamar lo que me pertenece. Para devolver el equilibrio que se nos arrebató con la muerte de mis padres.Al escuchar sus palabras, un escalofrío me recorrió el cuerpo. La intensidad de su mirada y la firmeza en su tono no dejaban lugar a dudas de su determinación. Los gritos y aplausos de los vampiros se hicieron fuertes, resonando como un eco feroz en la sala.—No dejaremos que los cazadores ganen terreno, no son más fuertes que nosotros, —dijo con desdén, —y yo nos volveré a hacer más fuertes para acabar con todos y cada uno de ellos. En especial Ryder, él pagará con su sangre.Miré a mi alrededor, observando las caras de los vampiros, cada uno mostrando una mezcla de fervor y agresividad. Era una marea de emociones crudas, y Kane era el maestro de ceremonias, dirigiendo esa energía hacia
Maeve—Todos, ángel. Todos morirán si solo ponen sus ojos sobre ti. —susurró con una voz ronca, cargada de posesión y protección en una frase que era tanto una promesa como una amenaza.—¿Podrías dejarte de juegos? —pregunté, mi voz casi una súplica. —No te entiendo... Y no sé si quiero hacerlo...—No son juegos, nada contigo es un juego, ángel.Su respuesta me envió un escalofrío por la espalda, haciendo que me arqueara presionado mi cuerpo contra el suyo.Su mano se deslizó suavemente sobre mi muslo, explorando la piel expuesta por la abertura del vestido. Sentí cada uno de sus movimientos como ondas eléctricas que se propagaban por mi cuerpo, haciendo que cada fibra de mi ser se tensara con la necesidad que tenía de él.—Deja de jugar con la comida, —jadeé, incapaz de contenerme cuando sus dedos se movieron con una lentitud tortuosa hacia arriba, trazando un camino de fuego que amenazaba con consumirme por completo.Se inclinó hacia adelante, tocando mi nariz con la suya en un gest