MaeveCuando Luca me levantó en sus brazos, apenas tuve tiempo de procesar lo que estaba sucediendo.Me sentí tan liviana, tan frágil, como si todo mi ser estuviera desmoronándose después de las palabras de Kane.El aire frío de la noche apenas rozó mi piel mientras él corría conmigo en brazos, y el rápido latido de mi corazón resonaba en mis oídos, mezclándose con el sonido de sus pasos apresurados.En lo que pareció un instante, estábamos en mi apartamento. Luca me dejó con cuidado en el suelo de mi habitación, sus movimientos eran rápidos pero cuidadosos, como si temiera que pudiera quebrarme en cualquier momento.—Saca lo que puedas, tenemos unos pocos minutos antes de que alguien venga aquí... —dijo con urgencia, mirando hacia la puerta como esperando que en cualquier momento pudiera aparecer alguien más.—¿Qué más da? —las palabras salieron de mí en un sollozo, mi voz quebrada por el dolor. Me senté en el borde de la cama, sintiendo la presión de cada lágrima que brotaba. —A él
MaeveRecostada en el asiento trasero del coche, cerré los ojos por un momento, intentando encontrar algo de calma en el suave ronroneo del motor.La conversación entre Luca y Clau se filtraba por mi cansancio, sus voces un suave murmullo que poco a poco captó mi atención.—Creo que deberíamos ir al sur una vez que encontremos a la mamá de Maeve. Podría ser más seguro allí para todos, en especial para ella... —estaba diciendo Luca mientras cambiaba las estaciones de radio.—¿Al sur? ¿Estás seguro de que eso nos alejaría de todo este lío? —Clau parecía escéptica, pero su tono mostraba que estaba considerando la idea.—Sí, he oído que hay menos actividad de cazadores y vampiros allá. Podríamos encontrar un lugar donde Maeve pueda estar segura, al menos por un tiempo, —respondió ajustándose en su asiento.Hubo un breve silencio antes de que Clau le volviera a hablar, el sonido de la carretera llenando el espacio entre ellos.—Está bien, pero solo si Maeve está de acuerdo. Al final, es su
Kane—He llamado a todos, estarán en unas semanas por aquí, —anunció Vinicius con un tono de suficiencia, haciendo girar la silla en la que se sentaba detrás de su escritorio. Su mirada calculadora me estudiaba mientras hablaba. —Tiempo suficiente para rastrear a Ryder y matarlo.—Bien, —respondí secamente, mi voz escondía mis emociones que luchaban por salir. Quería escapar de sus garras, de esta red de manipulación y muerte en la que me había enredado.—Con eso liquidado, nos queda un cabo suelto... —continuó, su voz bajando a un tono conspirativo que me hizo tensar cada músculo. —La chica Ryder también tiene que morir.Intenté por todos los medios mantener mi rostro impasible, no quería que él viera cuánto me afectaba la idea de hacerle daño a Maeve. Realmente deseaba que no pudiera leer en mí cuánto me jodieron esas palabras.—Bien. —Mi respuesta fue un susurro forzado, un esfuerzo para ocultar el desgarro interno que sentía.Vinicius sonrió con una autosatisfacción nauseabunda, c
MaeveObservé a Kane alejarse, cada paso hacia eco en el vacío que se había formado en mi pecho.No hubo vacilación en su andar, ni una mirada atrás, nada que indicara que lo que acababa de pasar lo afectaba en lo más mínimo. Que mí sufrimiento no le importaba.Pero yo no podía moverme, paralizada por el dolor y la incredulidad, sobre el cuerpo sin vida de Luca, sintiendo el frío del suelo del bosque penetrando en mis huesos."¿Por qué a todos los que amo terminan así?" La culpa me consumía, mordiendo cada rincón de mi ser.Dani, Clau, ahora Luca... cada uno arrancado de mi vida por una violencia que parecía seguirme como una maldición."¿Por qué ellos?" Todo esto era por mí, por mi legado, por mi sangre.Si no hubiera sido por mí, Luca y Clau todavía estarían aquí, viviendo. La crueldad de esa verdad me envolvía, sofocante y despiadada."Debería haber sido yo," pensé con amargura. "Debería haber sido más fuerte, más inteligente. Debería haberlos protegido." Pero las palabras no ofrec
MaeveDesperté de repente, con la sensación desconcertante de que algo, o alguien, faltaba a mi lado en la cama.Mi mano se deslizó sobre las sábanas frías, buscando en vano el calor de esa otra persona. Abriendo los ojos, me encontré sola en la habitación, el recuerdo de la noche volviendo a mi mente.—Idiota, —me murmuré a mí misma, reprendiéndome por la esperanza fugaz de que podría haber sido una pesadilla.Me levanté con movimientos lentos, impregnados del cansancio de mi alma. Miré la hora en un reloj sobre la mesita de noche; el día apenas comenzaba y ya sentía el peso de lo que me esperaba. Suspiré, mi aliento formando un pequeño vaho en el aire frío de la habitación, y me dirigí hacia el baño.La ducha fue rápida, el agua caliente golpeando mi piel y ayudándome a disipar la tensión en mis músculos. A medida que el vapor llenaba el espacio, traté de ordenar mi mente, preparándome para el entrenamiento. Me envolví en una toalla y regresé a la habitación para vestirme.Abrí el a
MaeveMientras mis puños golpeaban con un esfuerzo que poco a poco se convertía en frustración, Ethan observaba cada movimiento con una precisión casi quirúrgica. Sus ojos no se perdían ni un solo detalle, y aunque había mejorado en fuerza y precisión, mi velocidad seguía siendo un punto débil.—Debes trabajar en tu velocidad, —dijo cómo leyendo mi mente, lanzándome una patada rápida que no logré esquivar a tiempo. El golpe me desequilibró, y caí al suelo con un golpe sordo.Me levanté rápidamente, escupiendo sangre a un lado del ring de entrenamiento. Aunque los golpes y las caídas se habían vuelto una rutina diaria, y gracias a mi condición de cazadora mi cuerpo se curaba rápidamente, el dolor físico era apenas una sombra comparado con el dolor emocional que llevaba dentro. Las marcas de los golpes desaparecían, pero las cicatrices internas permanecían.Ethan continuó, aprovechando mi momento de debilidad para añadir un comentario que no había pedido.—Y de paso deberías hacer nuevo
MaeveEstaba de pie en la sala de entrenamiento, los músculos tensos y listos, mientras esperaba a que llegara mi nuevo instructor.La puerta se abrió con un clic suave. Mis ojos se dirigieron automáticamente hacia el sonido, esperando ver a un entrenador desconocido, pero para mi sorpresa, fue el chico que había estado viniendo a verme.—Estoy esperando a alguien, —dije de manera cortante, mi tono claramente mostrando que no estaba de humor para juegos o malentendidos.—Lo sé, —respondió él con una calma desconcertante y, sin previo aviso, avanzó hacia mí en una clara intención de ataque.Mi cuerpo respondió al instante. Bloqueé su primer movimiento, un golpe rápido y corto hacia mi cara, con el antebrazo, sintiendo el impacto vibrar a través de mis músculos. Él no se detuvo, y sus movimientos se volvieron más rápidos, más agresivos, como si estuviera determinado a probarme.Giré sobre mis talones para esquivar un gancho dirigido a mi cabeza y contraataqué con una patada baja a sus p
MaeveEl ruido metálico de la ballesta al ser cargada se había vuelto una melodía familiar en mis oídos.Estaba en la sala de tiros, un lugar que se había convertido en mi segundo hogar, justo después de la sala de entrenamiento, rodeada de maniquíes diseñados para parecerse a vampiros. Cada uno tenía diferentes marcas y posiciones, haciéndolos objetivos ideales para practicar mis tiros.Liam estaba justo detrás de mí, su presencia una constante sombra que sentía más de lo que se veía. Él me guiaba en el manejo de la ballesta, sus manos ocasionalmente corrigiendo la posición de mis brazos o ajustando mi postura.Hacía casi un mes que estaba entrenando bajo su tutela, y aunque mis habilidades habían mejorado notablemente, la tensión entre nosotros se había cargado con una electricidad que era difícil de ignorar.Cada vez que nuestros ojos se encontraban, había un destello de algo que iba más allá de la simple relación profesional, una especie de desafío mezclado con una curiosidad que