MaeveKane desapareció por un momento, moviéndose con esa velocidad sobrenatural que todavía me sorprendía, y regresó con un objeto en sus manos.—Esta maldita cosa, todos la quieren, pero ninguno puede reclamarla... —sus palabras eran un susurro cargado de desdén y cansancio.—¿Tú eres...? —la pregunta se quedó suspendida en el aire, mi voz apenas un susurro.—Técnicamente lo soy, —rió fríamente, una risa sin alegría que reverberó contra las paredes. —Aunque todos me creen muerto, pensé que sería más fácil así, para poder concentrarme en mi venganza...—¿Alguien más lo sabe? —pregunté, mi ansiedad creció con cada nuevo secreto revelado.—Solo unos pocos. Yo... Solo quería volverme más fuerte, pero no por esta estúpida corona, —dijo, y con un gesto de desprecio, lanzó la corona a un lado del sofá. —O el derecho a ser Rey, sino para poder vengarme. Para poder matarlo.Sus ojos brillaban con un odio visceral. Vi cómo su naturaleza luchaba por tomar el control, su cuerpo tenso como si se
Maeve—¿Vas a ir a clases hoy? —preguntó Luca, apoyándose en su brazo en la cama. Su tono era casual, pero sus ojos reflejaban una preocupación genuina. —Entendería si prefieres quedarte... podría hacer compañía...—Será mejor que vaya, —respondí, sintiendo una oleada de seguridad a la que intentaba aferrarme. —Tal vez tenga la oportunidad de verlo, de decirle que no me voy a alejar de él. Podemos solucionar esto.La expresión de Luca se suavizó con algo parecido a la lastima, pero también había una chispa de admiración en sus ojos. Él sabía lo mucho que Kane significaba para mí, lo mucho que estaba dispuesta a luchar.Me dirigí al baño para darme una ducha rápida, esperando que el agua caliente pudiera lavar al menos una parte del dolor y la fatiga que sentía.Frente al espejo, mi reflejo mostraba las marcas visibles de lo que, podría decir, fue la peor noche de mi vida, y supe que necesitaría algo más que agua para ocultarlas. Aplicando el maquillaje con mano firme, traté de cubrir
MaeveLuca se agachó rápidamente, recogiendo mi teléfono y colocándolo de nuevo en mis manos.—Eve, lo siento tanto, —dijo, y su voz estaba teñida de una tristeza profunda.—¿Qué voy a hacer, Luca? —Mi voz era un susurro roto, mis ojos buscaban los suyos, buscando algo de consuelo.—Eve, respira, podemos arreglar esto, —dijo, su voz tratando de inyectarme algo de calma. —Vamos a encontrarlo. No vamos a dejar esto así. Estoy contigo. —Su voz era firme, pero pude ver la preocupación en sus ojos.—¿Cómo, Luca? Se ha ido, literalmente se ha borrado... —mis palabras eran un murmullo roto, cada sílaba teñida de desesperanza.Él puso su mano sobre mi hombro, apretando ligeramente en un gesto de apoyo.—Vamos a tu apartamento, necesitas salir de aquí. No vas a lograr nada en este estado.Me ayudó a levantarme, sosteniéndome cuando mis piernas amenazaron con ceder bajo el peso de mi angustia. Salimos del aula bajo las miradas curiosas de algunos compañeros que murmuraban entre ellos, probablem
Maeve—¿Cuánto tiempo has estado ahí? —pregunté, mi voz apenas un susurro mientras me enderezaba y limpiaba el sudor de mi frente con el dorso de la mano.Él se separó de la pared, avanzando un par de pasos hacia mí, pero manteniendo una distancia prudente. Su mirada recorría mi figura, evaluadora, tal vez con un toque de sorpresa.—Suficiente para ver que heredaste más que solo la sangre de cazadora de tu madre —respondió con un tono que intentaba ser ligero. —No estoy aquí para pelear, hija —continuó, notando mi postura defensiva—. Solo vine a... hablar.—Hablar —repetí, incrédula—. Después de todo lo que ha pasado, ¿crees que podemos simplemente hablar?—Es exactamente por todo lo que ha pasado que necesitamos hablar —afirmó. Su voz se suavizó, y por un momento, vi algo más que el cazador despiadado en sus ojos. Algo parecido al remordimiento.—No me interesa, —dije cruzando mis brazos en mi pecho, dejando que el sarcasmo destacara en mis palabras. —Gracias igual.—Es hora de que a
KaneEl sonido de mis puños golpeando el saco de boxeo resonaba en la sala, una y otra vez, un eco de mi propia frustración. Sudor corría por mi frente, pero no me detenía; cada golpe liberaba una fracción del tormento que me consumía por dentro.—Maldita sea, —murmuré entre jadeos, sintiendo la ira y el arrepentimiento mezclarse en cada golpe.Los sacos a mi alrededor, desgarrados y deformes, eran testimonio de las horas que había pasado aquí, tratando de apaciguar el caos en mi mente.—Sé que ella no es mi enemiga, joder, —gruñí al saco antes de lanzar otro golpe potente que lo hizo balancearse violentamente. —Es lo único bueno que tiene mi patética vida.Mis palabras eran un susurro áspero, casi ahogado por el sonido de mi respiración agitada.Me detuve un momento, apoyando las manos y la frente en el saco frío y sudoroso, cerrando los ojos para intentar calmar el dolor en mi pecho.Las imágenes de Maeve, su sonrisa, la forma en que sus ojos se iluminaban, todo me arruinaba más fue
MaeveLos días se habían convertido en una sucesión interminable de horas grises y silenciosas en esa habitación.El aire en este lugar tenía ese toque fresco y pesado que se siente cuando estás cerca del agua, el ligero eco de las gotas resonando en algún lugar cercano, me indicaban que estaba cerca de un río, tal vez en una cueva o bajo tierra.La puerta solo se abría cada pocas horas, un plato se deslizaba dentro, y se cerraba con un clic que resonaba como un eco de mi desesperación.No quería comer, no quería aceptar nada de este hombre, me rehusaba a darle a él, a Ethan, la satisfacción de verme sometida.Él quería que odiara, que despreciara a una especie entera.Pero no podía, no cuando Luca, un vampiro, había sido mi soporte, mi mejor amigo. Y Kane... Kane, que había ocupado cada rincón de mi corazón y todavía estaba allí. ¿Seguiría siendo mi novio después de todo esto?Dudaba, no solo de mi futuro con él sino de todo lo que había creído sobre nosotros. ¿Podría él amar a algui
KaneLas llamas danzaban en lo alto, consumiendo la guarida de los cazadores con un hambre que reflejaba la mía.Acababa de matar al último de ellos, mi furia teñida en carmesí sobre mis manos, y el eco de su último aliento aún colgaba en el aire viciado.El suelo bajo mis botas estaba pegajoso, empapado en sangre y cenizas, y el olor metálico y quemado se mezclaba en un perfume grotesco que me llenaba los pulmones.Ada se acercó a través del humo, sus pasos casi silenciosos en el caos.—No está aquí, —dijo, su voz cortante como el viento de invierno."Mierda" rugí, la frustración ardiendo en mi pecho.Era la cuarta guarida que destrozábamos esta semana y no había rastro de Maeve. La ira se desató dentro de mí como una bestia salvaje.Giré hacia el cuerpo sin vida del cazador a mis pies, y con un grito, mis puños cayeron sobre él, golpeándolo, deshaciendo lo que quedaba en pedazos irreconocibles.Vinicius apareció frente a mí en ese momento, sonriendo con esa sonrisa irritante, sabía
MaeveCuando Luca me levantó en sus brazos, apenas tuve tiempo de procesar lo que estaba sucediendo.Me sentí tan liviana, tan frágil, como si todo mi ser estuviera desmoronándose después de las palabras de Kane.El aire frío de la noche apenas rozó mi piel mientras él corría conmigo en brazos, y el rápido latido de mi corazón resonaba en mis oídos, mezclándose con el sonido de sus pasos apresurados.En lo que pareció un instante, estábamos en mi apartamento. Luca me dejó con cuidado en el suelo de mi habitación, sus movimientos eran rápidos pero cuidadosos, como si temiera que pudiera quebrarme en cualquier momento.—Saca lo que puedas, tenemos unos pocos minutos antes de que alguien venga aquí... —dijo con urgencia, mirando hacia la puerta como esperando que en cualquier momento pudiera aparecer alguien más.—¿Qué más da? —las palabras salieron de mí en un sollozo, mi voz quebrada por el dolor. Me senté en el borde de la cama, sintiendo la presión de cada lágrima que brotaba. —A él