MaeveLa ira y el desconcierto se mezclaban en mi pecho mientras lo miraba, intentando asimilar las revelaciones que acababa de arrojar sobre mí como si fueran nada más que meros datos de un expediente.Mis piernas se sentían inestables, pero me obligué a mantenerme firme, clavando mis ojos en los suyos, buscando algún indicio de mentira en ellos.—Entonces los mataste a todos por ser más... fuertes, —repetí sus palabras, mi voz teñida de incredulidad y desdén.—¡Sí! A todos y cada uno de ellos, menos al cobarde que se dejó esconder por su madre. Y cuando finalmente lo encuentro... Se está cogiendo a mi hija, —su voz se endureció.—¿Por qué me dices esto ahora? ¿Qué esperas ganar con esto? —pregunté, mi voz un susurro ronco.—Porque es hora de que asumas tu rol.—De verdad no puedes pretender que crea ni una sola palabra de lo que dices... —mis palabras salieron casi como un siseo, mi mente rechazando aceptar su versión de la historia, rechazando la idea de ser parte de ese legado de
Maeve—¿Podemos tener esta conversación en tu apartamento? —le pregunté, mi voz temblorosa.No quería que mi madre, ya confundida y vulnerable, escuchara algo que pudiera perturbarla aún más.Kane me miró, su rostro era una máscara de impenetrabilidad.Sin decir una palabra, se dio la vuelta y salió de mi apartamento, dejando la puerta abierta tras de sí. Con el corazón golpeando fuerte contra mi pecho, lo seguí hasta su casa, cruzando el umbral con una sensación de entrar en un territorio desconocido, a pesar de haber estado allí innumerables veces antes.Apenas entré, cerré la puerta detrás de mí, apoyando mi espalda contra la madera fría. El sonido sordo resonó en el silencio tenso que llenaba el espacio entre nosotros.Kane se paró frente a mí, a pocos pasos de distancia, pero el vacío en sus ojos me hizo sentir como si estuviera mirando a través de un abismo que se había abierto entre nosotros.La indiferencia en su mirada era un dolor nuevo y agudo, un cuchillo que se torcía en
MaeveKane desapareció por un momento, moviéndose con esa velocidad sobrenatural que todavía me sorprendía, y regresó con un objeto en sus manos.—Esta maldita cosa, todos la quieren, pero ninguno puede reclamarla... —sus palabras eran un susurro cargado de desdén y cansancio.—¿Tú eres...? —la pregunta se quedó suspendida en el aire, mi voz apenas un susurro.—Técnicamente lo soy, —rió fríamente, una risa sin alegría que reverberó contra las paredes. —Aunque todos me creen muerto, pensé que sería más fácil así, para poder concentrarme en mi venganza...—¿Alguien más lo sabe? —pregunté, mi ansiedad creció con cada nuevo secreto revelado.—Solo unos pocos. Yo... Solo quería volverme más fuerte, pero no por esta estúpida corona, —dijo, y con un gesto de desprecio, lanzó la corona a un lado del sofá. —O el derecho a ser Rey, sino para poder vengarme. Para poder matarlo.Sus ojos brillaban con un odio visceral. Vi cómo su naturaleza luchaba por tomar el control, su cuerpo tenso como si se
Maeve—¿Vas a ir a clases hoy? —preguntó Luca, apoyándose en su brazo en la cama. Su tono era casual, pero sus ojos reflejaban una preocupación genuina. —Entendería si prefieres quedarte... podría hacer compañía...—Será mejor que vaya, —respondí, sintiendo una oleada de seguridad a la que intentaba aferrarme. —Tal vez tenga la oportunidad de verlo, de decirle que no me voy a alejar de él. Podemos solucionar esto.La expresión de Luca se suavizó con algo parecido a la lastima, pero también había una chispa de admiración en sus ojos. Él sabía lo mucho que Kane significaba para mí, lo mucho que estaba dispuesta a luchar.Me dirigí al baño para darme una ducha rápida, esperando que el agua caliente pudiera lavar al menos una parte del dolor y la fatiga que sentía.Frente al espejo, mi reflejo mostraba las marcas visibles de lo que, podría decir, fue la peor noche de mi vida, y supe que necesitaría algo más que agua para ocultarlas. Aplicando el maquillaje con mano firme, traté de cubrir
MaeveLuca se agachó rápidamente, recogiendo mi teléfono y colocándolo de nuevo en mis manos.—Eve, lo siento tanto, —dijo, y su voz estaba teñida de una tristeza profunda.—¿Qué voy a hacer, Luca? —Mi voz era un susurro roto, mis ojos buscaban los suyos, buscando algo de consuelo.—Eve, respira, podemos arreglar esto, —dijo, su voz tratando de inyectarme algo de calma. —Vamos a encontrarlo. No vamos a dejar esto así. Estoy contigo. —Su voz era firme, pero pude ver la preocupación en sus ojos.—¿Cómo, Luca? Se ha ido, literalmente se ha borrado... —mis palabras eran un murmullo roto, cada sílaba teñida de desesperanza.Él puso su mano sobre mi hombro, apretando ligeramente en un gesto de apoyo.—Vamos a tu apartamento, necesitas salir de aquí. No vas a lograr nada en este estado.Me ayudó a levantarme, sosteniéndome cuando mis piernas amenazaron con ceder bajo el peso de mi angustia. Salimos del aula bajo las miradas curiosas de algunos compañeros que murmuraban entre ellos, probablem
Maeve—¿Cuánto tiempo has estado ahí? —pregunté, mi voz apenas un susurro mientras me enderezaba y limpiaba el sudor de mi frente con el dorso de la mano.Él se separó de la pared, avanzando un par de pasos hacia mí, pero manteniendo una distancia prudente. Su mirada recorría mi figura, evaluadora, tal vez con un toque de sorpresa.—Suficiente para ver que heredaste más que solo la sangre de cazadora de tu madre —respondió con un tono que intentaba ser ligero. —No estoy aquí para pelear, hija —continuó, notando mi postura defensiva—. Solo vine a... hablar.—Hablar —repetí, incrédula—. Después de todo lo que ha pasado, ¿crees que podemos simplemente hablar?—Es exactamente por todo lo que ha pasado que necesitamos hablar —afirmó. Su voz se suavizó, y por un momento, vi algo más que el cazador despiadado en sus ojos. Algo parecido al remordimiento.—No me interesa, —dije cruzando mis brazos en mi pecho, dejando que el sarcasmo destacara en mis palabras. —Gracias igual.—Es hora de que a
KaneEl sonido de mis puños golpeando el saco de boxeo resonaba en la sala, una y otra vez, un eco de mi propia frustración. Sudor corría por mi frente, pero no me detenía; cada golpe liberaba una fracción del tormento que me consumía por dentro.—Maldita sea, —murmuré entre jadeos, sintiendo la ira y el arrepentimiento mezclarse en cada golpe.Los sacos a mi alrededor, desgarrados y deformes, eran testimonio de las horas que había pasado aquí, tratando de apaciguar el caos en mi mente.—Sé que ella no es mi enemiga, joder, —gruñí al saco antes de lanzar otro golpe potente que lo hizo balancearse violentamente. —Es lo único bueno que tiene mi patética vida.Mis palabras eran un susurro áspero, casi ahogado por el sonido de mi respiración agitada.Me detuve un momento, apoyando las manos y la frente en el saco frío y sudoroso, cerrando los ojos para intentar calmar el dolor en mi pecho.Las imágenes de Maeve, su sonrisa, la forma en que sus ojos se iluminaban, todo me arruinaba más fue
MaeveLos días se habían convertido en una sucesión interminable de horas grises y silenciosas en esa habitación.El aire en este lugar tenía ese toque fresco y pesado que se siente cuando estás cerca del agua, el ligero eco de las gotas resonando en algún lugar cercano, me indicaban que estaba cerca de un río, tal vez en una cueva o bajo tierra.La puerta solo se abría cada pocas horas, un plato se deslizaba dentro, y se cerraba con un clic que resonaba como un eco de mi desesperación.No quería comer, no quería aceptar nada de este hombre, me rehusaba a darle a él, a Ethan, la satisfacción de verme sometida.Él quería que odiara, que despreciara a una especie entera.Pero no podía, no cuando Luca, un vampiro, había sido mi soporte, mi mejor amigo. Y Kane... Kane, que había ocupado cada rincón de mi corazón y todavía estaba allí. ¿Seguiría siendo mi novio después de todo esto?Dudaba, no solo de mi futuro con él sino de todo lo que había creído sobre nosotros. ¿Podría él amar a algui