KaneEstaba en mi estudio, con papeles esparcidos por toda la mesa y varios monitores mostrando las distintas imágenes de las camaras de seguridad alrededor de la mansión.Ada estaba sentada frente a mí, su rostro iluminado por la luz azulada de su laptop, sus ojos escudriñando meticulosamente cada dato que surgía.—Es extraño, —comentó, frunciendo el ceño mientras se recostaba en la silla, levantando brevemente los ojos de su computadora portátil y mirándome directamente. —La nota que encontramos en Michael tenía huellas, casi como si el cazador estuviera buscando ser encontrado.Tomé un sorbo de mi café, que ya había perdido calor, y apoyé mis codos en el escritorio, entrelazando mis dedos mientras reflexionaba sobre sus palabras. Las sombras jugaban a través de las expresiones de Ada, dándole un aspecto casi etéreo en la penumbra de la habitación.—¿Qué sugieres? ¿Una trampa? —pregunté, la idea revolviendo una mezcla de precaución y curiosidad dentro de mí.—Podría ser, —dijo con u
MaeveDespués de despedirme de Clau y Sarah que se dirigían a sus cuartos de la universidad, entré a mi casa esperando encontrarme con la calma habitual de mi hogar.Pero, apenas puse un pie en la sala, un sonido interrumpió el silencio: una risita sutil, pero claramente audible. Me detuve en seco, el corazón palpitando con fuerza mientras trataba de averiguar de dónde venía ese sonido.El shock se apoderó de mí cuando vi al profesor Rogers salir de la habitación de invitados, vistiendo solo bóxers, con una sonrisa cínica en su rostro.—¿Qué mierda? —grité, incapaz de ocultar mi horror y sorpresa.—Maeve, —respondió mi madre saliendo detrás de él, apenas vestida en ropa interior. Su tono intentaba ser calmante, pero solo conseguía irritarme más. —Somos adultos, solo nos divertíamos...La situación era surrealista. Mi propia madre, y el profesor Rogers, en un estado tan comprometedor... y en mi casa.—No es como si tú no hicieras estás cosas también... —añadió él con maldad, sus ojos c
MaeveEn un instante, el profesor Rogers cerró la distancia entre nosotros con una velocidad que desmentía su apariencia humana.No tuve tiempo de reaccionar antes de que sus dedos estuvieran alrededor de mi cuello, apretando con una fuerza que me hizo jadear por aire. Su rostro estaba a centímetros del mío, sus ojos llenos de una frialdad y furia que me helaban la sangre.—Lo perderás todo, solo me tendrás a mí y a los cazadores, tu estúpido novio no querrá saber nada de ti... —gruñó, su aliento caliente chocando contra mi cara.La adrenalina disparó a través de mis venas, y con un movimiento rápido y desesperado, aparté su mano de mi cuello.Sin pensar en las consecuencias, cerré mis dedos en un puño y golpeé su cara con toda la fuerza que pude reunir.El impacto resonó con un crujido sordo, y un dolor agudo estalló en mi mano. Grité, más por la sorpresa del dolor que por la ira, sintiendo que algo en mi mano cedía, posiblemente una fractura.Rogers retrocedió un paso, su rostro mos
KaneCuando entré a la habitación, la escena ante mis ojos me hizo arder en un fuego de rabia y desesperación.Maeve, pálida y débil, estaba colapsando en los brazos de Luca, que parecía estar consumido por la sed de sangre que a veces nos domina. Sin pensar, reaccioné impulsado por el instinto protector que siempre sentí hacia ella.Con un empujón violento y preciso, lo aparté de ella.Maeve, sin fuerzas para sostenerse, cayó al suelo con un golpe sordo que resonó como un trueno en mi corazón.Inmediatamente, mi atención se centró en Luca, quien, aún con los colmillos expuestos y los ojos rojos del vampiro en plena caza, me miraba desafiante.Sin una palabra, comencé a golpearlo, tenía que hacerlo entrar en razón. Cada golpe era un grito silencioso, pidiéndole que luchara contra la bestia que todos llevamos dentro.—¡Luca, contrólate! —grité mientras nuestros golpes resonaban en el espacio cerrado de la habitación. —¡No la lastimes, no a ella!Superado por la ira y la confusión, inte
MaeveDesperté con la sensación de que el mundo había cambiado mientras yo dormía, o quizás simplemente había continuado girando sin mí.La habitación estaba casi a oscuras, la única luz venía de una lámpara en la esquina que lanzaba sombras largas y tristes sobre las paredes.Kane estaba sentado a mi lado en la cama, su figura un contorno sombrío, la cabeza entre las manos como si el peso de sus pensamientos fuera demasiado para soportar.Al sentir un ligero movimiento, él levantó la cabeza y me miró. Sus ojos se encontraron con los míos, pero no dijo nada. Había una profundidad en su mirada, un mar de emociones que parecía estar luchando por mantener a raya.Un suspiro de alivio escapó de mis labios al verlo, y por un momento, ese fue el único sonido en la habitación. Pero entonces, el recuerdo de la noche comenzó a inundar mi mente, cada detalle más aterrador y confuso que el anterior.—¿Luca? —mi voz salió débil, ronca por el miedo y la incertidumbre de lo que podría haberle pasad
MaeveMi corazón latía con fuerza, un tamborileo constante en mis oídos mientras me escoltaban por el pasillo hasta su puerta.Mis escoltas no dijeron nada, pero sus manos firmes en mis hombros me comunicaban todo lo que necesitaba saber: no era una invitada.Al entrar en la oficina, me encontré a solas con él, Rogers. La puerta se cerró con un sonido sordo detrás de mí. La habitación estaba sombríamente iluminada, las paredes adornadas con diplomas y reconocimientos que parecían burlarse de mí con su aparente normalidad.El aire estaba cargado de tensión, un hedor metálico que me llenaba la nariz y me aguijoneaba los pulmones cada vez que respiraba.—¿Dónde está mi madre? —pregunté entre dientes, sintiendo cómo mis manos se cerraban en puños a mis lados, mi cuerpo entero tenso y listo para cualquier cosa.—Siéntate, —ordenó con una voz que era tan fría como cortante, pero yo permanecí inmóvil, desafiante.—¿Dónde...? —intenté hablar de nuevo, pero él se movió con una velocidad que bo
MaeveLa ira y el desconcierto se mezclaban en mi pecho mientras lo miraba, intentando asimilar las revelaciones que acababa de arrojar sobre mí como si fueran nada más que meros datos de un expediente.Mis piernas se sentían inestables, pero me obligué a mantenerme firme, clavando mis ojos en los suyos, buscando algún indicio de mentira en ellos.—Entonces los mataste a todos por ser más... fuertes, —repetí sus palabras, mi voz teñida de incredulidad y desdén.—¡Sí! A todos y cada uno de ellos, menos al cobarde que se dejó esconder por su madre. Y cuando finalmente lo encuentro... Se está cogiendo a mi hija, —su voz se endureció.—¿Por qué me dices esto ahora? ¿Qué esperas ganar con esto? —pregunté, mi voz un susurro ronco.—Porque es hora de que asumas tu rol.—De verdad no puedes pretender que crea ni una sola palabra de lo que dices... —mis palabras salieron casi como un siseo, mi mente rechazando aceptar su versión de la historia, rechazando la idea de ser parte de ese legado de
Maeve—¿Podemos tener esta conversación en tu apartamento? —le pregunté, mi voz temblorosa.No quería que mi madre, ya confundida y vulnerable, escuchara algo que pudiera perturbarla aún más.Kane me miró, su rostro era una máscara de impenetrabilidad.Sin decir una palabra, se dio la vuelta y salió de mi apartamento, dejando la puerta abierta tras de sí. Con el corazón golpeando fuerte contra mi pecho, lo seguí hasta su casa, cruzando el umbral con una sensación de entrar en un territorio desconocido, a pesar de haber estado allí innumerables veces antes.Apenas entré, cerré la puerta detrás de mí, apoyando mi espalda contra la madera fría. El sonido sordo resonó en el silencio tenso que llenaba el espacio entre nosotros.Kane se paró frente a mí, a pocos pasos de distancia, pero el vacío en sus ojos me hizo sentir como si estuviera mirando a través de un abismo que se había abierto entre nosotros.La indiferencia en su mirada era un dolor nuevo y agudo, un cuchillo que se torcía en