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capítulo 5 El sexy chico y encantador

Scarlett

—¡Auch!

Grito cuando mi trasero golpea dolorosamente las oscuras baldosas de este baño tan elegante dónde acabo de caerme.

El suelo de dicho baño aparece tan rápido que salto sobre mi trasero dónde aún me mantengo en medio del baño. El chico que se ha quitado la camisa corre hasta mí para ayudarme y mis ojos bajan descaradamente por uno de los cuerpos más tonificados que he visto en mi vida.

—¿Estás bien?

Murmura él sacándome de mis pensamientos y me reprocho mentalmente por estar babeando sobre él mientras intenta ayudarme.

—Sí, solo resbalé con…

Miro a mi alrededor y las chanclas que fueron causa de mi caída están dispersas por el baño.

¡El baño!

Mis ojos se mueven a la toalla que aún sigue sobre mi cuerpo, pero sin cubrir mucho más que las partes vitales de mi torso. El chico que sigue mi mirada se sonroja ligeramente antes de colocar sus manos alrededor de mis brazos para ayudarme a ponerme en pie.

Sus manos frías erizan ligeramente mi piel haciendo que me distraiga y mi pierna resbale una vez más con alguna cosa que está sobre las baldosas.

—¡Oh Dios mío!

Jadeo aferrándome a su cuello para no caer una vez más. La temperatura de su cuerpo se siente al igual que sus manos, regularmente baja, mi pierna se enreda entre una de las suyas y ambos nos tambaleamos hacia atrás en medio del baño. Trago grueso cuando mis ojos se encuentran con los suyos de un verde profundo.

Mis ojos se fijan detenidamente en la boca carnosa que parece darme una sonrisa de forma natural debido a que la comisura de labios está sutilmente elevada hacia arriba.

El color rojizo de sus labios contrata demasiado con su piel y siento que mi pecho revolotea cuando él baja los ojos más abajo. Muevo los míos hacia el mismo lugar.

Mis pechos desnudos están golpeando contra su pecho masculino mientras el resto de mí muy desnudo cuerpo está contra su pantalón de chándal. Una de sus piernas está accidentalmente sobre las mías y comienzo a moverme un poco loca de vergüenza.

—¡Oh Dios mío! ¡O Dios mío! 

Grito tratando de alejarme de él, descubro que la cosa con la que resbalé una segunda vez fue mi propia toalla e intento cubrir mi cuerpo mientras la recojo. Estoy en casa de un desconocido, uno guapo pero desconocido igual.

Si esto fuera una serie de asesinos seriales ya me habría matado o devorado. Si el fuera un pervertido, acabo de ponerle a huevo material para disfrute personal.

¡Que está mal con mi vida desde hace una semana!

Acaso Dios está cobrándose conmigo por algo que ni siquiera me acuerdo. Traté mal a alguien o cometí un crimen.

¡Por qué me pasan estás cosas a mí!

—¿Estás bien?

Dice la otra persona dentro del baño, le doy una mirada fugaz y noto que tiene sus ojos cerrados, ese gesto hace que mi cuerpo se sienta un tanto reconfortante.

—Mmm, sí estoy bien—murmuro tomando mi ropa con prisa—parece que te molesté, yo lo… lo siento…

—No te preocupes, qué tipo de persona sería si dejara que te rompieras el cuello en mi baño.

—Una muy mala.

Admito con una sonrisa antes de cubrir mi cuerpo con el chándal que traje antes de meterme a la ducha. Me permito mirar al hombre que continúa apoyado en la encimera dale baño con los ojos cerrados.

Su cuerpo es pálido, pero no tiene una gota de grasa en él, su cabello rubio está ligeramente revuelto y quizás estaba durmiendo cuando mi horrible mala pata lo despertó.

Es un hombre alto, puedo notarlo incluso ahora que está ligeramente encorvado, un centenar de lunares está esparcido por sus hombros, cosa que sin duda sería una maravillosa experiencia besar, pero no estoy aquí para eso.

Más bien, la pervertida soy yo, este agradable chico me acaba de ayudar cuando casi muero dos veces y yo estoy aquí mirándolo a escondidas como una degenerada mal agradecida.

—Ya estoy vestida.

Digo dándole una última mirada, él abre sus ojos en mi dirección y siento una sensación extraña al estar tan desaliñada frente a él que incluso sin camisa se ve… encantador.

—¿Te gusta llevar chándal?—extiende sus pantalones ligeramente—es de lo mejor que ha inventado tu gente.

—¿Perdón?

—Es un chiste que tenemos en el trabajo, de todas formas te queda bien—extiende su pulgar hacia arriba—¿De verdad estás bien?

—Mmm, si estoy perfectamente—suspira—iré por algo de comer a la tienda que vi en la esquina—muerdo mi labio inferior—¿Puedes esperar a que regrese antes de irte a dormir?

—No necesitas salir—dice entonces—creo que tengo algunas cosas en la nevera, pero si quieres ir a comprar algo más te acompaño—suspira—la noche es bastante peligrosa, hay alimañas en todas partes.

No entiendo ese comentario, pero tampoco me detengo mucho a pensar, él me toma del brazo para llevarme hasta la cocina y el «Algo que tenía en la nevera era una compra completa»

—¿Hiciste la compra hoy verdad?—lo miro—¿Quieres que prepare algo también para ti?

—No, ya cené—rasca su cabello y lo veo sacar su móvil del pantalón cuando comienza a sonar—necesito volver a mi habitación ahora, estoy algo ocupado ahí, así que… ten buena noche.

—Mmm gracias otra vez, te prometo que recogeré todo antes de irme a dormir.

—Sí, cómo quieras—señala alrededor—estás en tu casa, siéntete libre de ir donde quieras o usar lo que quieras.

—¡Gracias!

Después de una rápida cena me voy a la cama y espero que mañana sea un día mucho mejor que este.

¡Espero no tener que verle la cara a ese espantoso sujeto que desgraciadamente es mi nuevo CEO!

……………

Nathaniel 

Escucho a la mujer que deliberadamente dejé entrar en casa, utilizar mi cocina antes de volver a su habitación, me concentro en el libro que he estado leyendo desde ayer y salgo de la cama unas cuatro horas después, cuando estoy seguro de que ella está dormida.

Camino en silencio hasta su habitación, fué astuta y hecho el cerrojo, pero esta sigue siendo mi casa, así que no me es problema entrar.

Ella está agotada sobre la cama, un brazo bajo la almohada y su cabello desparramado por todo su rostro.

Un rostro tan similar al de mi Nicole que no pude creerlo cuando lo vi por primera vez en el expediente que me proporcionó el agente de ventas que contraté. Me encargué de cambiar todos los códigos justamente para esto, para tenerla aquí, en casa, a mi merced, pensando que soy el hombre más maravilloso del mundo.

¿Por qué?

Porque necesito que confíe en mí. Rebusco en mi bolsillo el retrato que conservo de ella, la foto un tanto rasgada por el tiempo de la mujer que amo desde hace siglos me hace sonreír.

Supongo que al fin he encontrado una manera de traerla de vuelta, así que necesito hacer que está chica se vuelva total y absolutamente dependiente de mí para luego completar el ritual de traer a Nicole de regreso a mis brazos, el lugar del que nunca debió salir.

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