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A pesar de lo que conllevaba y de poner su vida en peligro, cuando salía a correr era el único momento en que Clara se sentía realmente libre. La brisa golpeaba agradablemente en su rostro y agitaba su pelaje, sus patas podían pisar el suave césped debajo de ella, y aunque la seguían podía separarse siempre del grupo dada su habilidad para correr rápido.

Solo que esta vez no podía enfocarse en ese agradable sentimiento. Primero su cuerpo aun picaba, sobre todo su zona inferior donde la lengua de uno de sus mates había indagado hasta el fondo y rozado todas sus paredes vaginales. Aun podía sentir los labios de él chupando y lamiendo hasta que la piel se había vuelto sensible y ardía. Dixon era bastante insistente. Y también a eso se le sumaba que tenía a su otro mate a su espalda corriendo, con su mirada fija en ella como miles de dagas y podía atravesándola vigilando cada uno de sus movimientos y además, vertiendo una considerable cantidad de feromonas como queriendo borrar el olor de
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