Brisa veía sus muñecas dañadas, mientras comía con ayuda de una de las mujeres que permanecían en silencio. El cuerpo tenía heridas que se podían curar, pero en su corazón no. Ese dolía con cada vez que pestañeó, pues no podía asimilar como la persona que debía amarla, fue capaz de intercambiarla siendo su madre. Un sollozo se le escapó y una lágrima abandonó su ojo izquierdo, mientras pasó el bocado al saber las condiciones en las que se encontraba en ese lugar. —Cuando te acostumbres a que esta será tu vida, todo será más fácil. —le dijo la mujer que limpió sus mejillas con un pañuelo. Acostumbrarse. ¡¿Acostumbrarse?! ¿Cómo le pedían eso? ¿Cómo podía acostumbrarse a estar en el infierno por mandato de su madre? De seguro si su padre estuviera con vida, él no permitiría tal cosa, pero en ese momento estaba sola. Totalmente sola. Su padre fue asesinado…por su madre. Persona a la que nunca sintió como una madre de verdad. Todos a su alrededor tenían más sentido materno que ella.
La tensión en la habitación era palpable. Anthony, con su rostro imperturbable, había tomado una decisión que desafiaría los límites de su valentía. La sustancia que recibiría no solo aceleraría su corazón, sino también desencadenaría un dolor insoportable. Pero había dado su consentimiento, consciente de las consecuencias.Génesis, por su parte, intentaba mantener la calma. Aunque sus nervios la asaltaban, sabía que debía controlar su ritmo cardíaco. Más cuando Gálata se acercó con una bandeja, y el líder asintió, reafirmando que debía seguir adelante.La alemana permanecía a un costado de la camilla, sin decir una palabra. No era necesario; su presencia hablaba por sí sola. Estaría junto a él en cada momento, soportando el mismo tormento. Su amor y la determinación que ambos poseían se entrelazaban en esa habitación, creando una conexión más fuerte que cualquier droga o dolor físico que pudiera existir. Ambos se vieron cuando la aguja se hundió en la vena de Anthony, y la sustancia
—Escucho. —con los brazos cruzados el coronel mayor veía a Dominique adoptando una faceta contraria a la que antes tuvo. Ella alzó la ceja. Cruzó sus piernas. Soltó el aire en suspiros de superioridad tratando de usar su persuasión con solo verlo. —Tú quieres poder. Yo tengo poder. —dijo y Kael ni siquiera se inmutó. —Lo dijiste, Romano. Estás aquí porque yo te traje. Convencí a mi difunto esposo de la solicitud que envió para complacerme. —¿Te felicito? —no movió un solo de sus músculos. —Quitémonos las caretas, Mayor. Sabes quien soy. No tiene caso esconderte eso y la verdad ya no quiero. —se relajó en la silla, manteniendo su elegancia y pulcritud. —Soy Dominique Buster. La sombra. La reina de la ciudad y no sólo porque lo piense, si no porque me condecoraron como tal ante todos hace seis meses. —El título fue ofrecido a Sara Crown. Al rechazarlo ella te lo dieron a tí. —se burló. —No me interesa si te duele, pero eres una segundona hasta en eso. —la sonrisa se le borró a Domi
El edificio, una estructura de acero y cristal, retumbaba con cada embate de los asaltantes. Las puertas de titanio, diseñadas para resistir incluso los ataques más feroces, cedían lentamente ante la presión constante. El aire estaba cargado de electricidad, y Kael mantenía la mirada fija en el reflejo de Hawk cuando salieron de la línea de tiro. El giro abrupto hizo que su suboficial diera un traspié. Kael, con los ojos entrecerrados, sostenía su arma, la culata apretada contra su hombro al encañonar a su subordinado. La adrenalina corría por sus venas, y la traición de Hawk le quemaba como un fuego lento. Porque así lo veía. —¿Para quién trabajas? —La voz de Kael era un gruñido. —No me mientas ahora porque tengo una bala en la recámara y el que seas parte de mi equipo no te va a librar de ella.Hawk, inexpresivo, alzó las manos. —Mayor, cálmese. Nos están atacando.—Me vale una mierd@ que venga el mismo diablo a matarnos. ¡Me dirás ahora mismo para quién trabajas! —Kael apretó e
—Estamos a tres minutos de la ubicación. —avisaron los primeros oficiales. Génesis supo que habría problemas con ellos, pero no tuvo elección. Todo debía continuar hasta que Anthony y cada uno de los presentes estuviera fuera. Las sirenas se escucharon. Si veían a alguno de ellos podrían reconocerlos. Ella merodeó alrededor sin saber como sacarlos. Mateo no respondía, pues estaba ocupado con sus propias tareas. No había más salida, se dijo. No mataba a quienes no se metían con ella, pero en ese momento lo ameritaba.Miró el tablero y exhaló tomando el mando del objetivo. Viendo los autos desplazarse a casi un kilómetro de su posición. No obstante en el momento vio como los neumáticos de la primera estallaron, haciendo que la patrulla girara, hasta detenerse causando el disturbio que impidió el paso. Los oficiales salieron confundidos y entonces, el misil dirigido salió avisando para que lograran escudarse antes que fueran embestidas por la fuerte explosión que la hizo quedar vuel
—Dos vehículos blindados. Doce hombres en cada uno. —Kael se movió con la determinación de sacar a Dominique de ese edificio. Sabía que no todos habían caído. Tal vez debía ir tras el ángel de la muerte, cazarlo hasta llevarlo tras las rejas. Pero también tenía claro que su prioridad era sacar a la capturada de ese lugar. Las prioridades tenían lugares inamovibles, y esa era una de ellas. —Hawk está muy herido. —Eso no quita que te necesito aquí. —centró a Bellucci con una mirada penetrante. —Que se vaya junto a Helena hacia una clínica. Nosotros debemos sacar a esa… ¿Puedes o no? Lo que menos necesito son cuestionamientos. Avanzó hacia los vehículos que los militares revisaban minuciosamente para evitar cualquier explosivo. El ambiente estaba cargado de tensión, cada movimiento era calculado, cada mirada, una orden silenciosa. Cuando estuvieron listos, comenzaron con los equipos que recogieron, además de las placas. —¿Tanto miedo me tienes para necesitar todos esos hombres para
Kael sintió la sacudida que lo hizo aferrarse aún más fuerte al cinturón de proyectiles en su regazo. La explosión del primero de los autos resonó como un trueno, llenando el aire con el olor acre de la pólvora. Miró hacia los hombres que estaban de pie en una de las curvas a las que se aproximaban, sus siluetas recortadas contra el resplandor de las llamas. Sin pensarlo, abrió la puerta con la fuerza de un hombre que había dejado de lado todas sus leyes. Para tratar con bestias, debía convertirse en una. Para arrancar cabezas, tenía que perder la suya. Su mano mantuvo firme el arma mientras apretaba el gatillo, liberando una serie de proyectiles que explotaron al impactar en sus objetivos, esparciendo fragmentos de metal y carne. Los monegascos no se quedaron atrás. Respondieron con la misma ferocidad, sus ansias de sangre reflejadas en cada disparo. Se movían en dos direcciones, conscientes de que había dos enemigos y un solo objetivo que no podían perder. Anthony soltó el arma y
El terreno era un caos absoluto, un campo de batalla donde tres facciones se enfrentaban con ferocidad. Kael y sus soldados, los Crown y sus hombres, y los monegascos luchaban sin tregua, dos de ellos decididos a obtener la ubicación la mujer conocida como “La Sombra” El fuego ardía con intensidad y aún allí no se detenía. Mientras Anthony derrapando, disparaba su rifle, Mateo lo cubría con la fuerza arbitraria que al ser visto por el resto, optaron por cubrirse. Génesis evadió los disparos. Vladimir maniobró para pegar su espalda a una roca, esperando el momento. Cuando el explosivo del camión blindado estalló a solo metros, Anthony fue azotado por el viento feroz que le dejó ardiendo el rostro. Mateo solo giró cubriéndose de los escombros que volaron por todas partes, siendo cubiertos por los escudos de los soldados que los Demons lograron alcanzar a tiempo. Kael aún veía sin poder asimilar lo que veía frente a él. La misma chiquilla que lo atropelló estaba en ese momento