El entorno en el restaurante estaba abarrotado de conversaciones comunes por los comensales, risas, miradas y una paz que pronto sería roto. Johan pudo percibir la rugosidad en las servilletas de su lado. Mientras tanto la chica de cabello atado evaluaba todo. Lina apretó la mano de Johan al verlo tomar aire. Él no debía alterarse. Cualquier sobresalto podría ser mortal para él, pero este no pensaba en su salud en ese instante. Que su corazón fallara no era su preocupación. Lo eran Carsten Müller y los hombres que estaban a nada de soltar el disparo que los haría caer. Vladimir pagaba la cuenta para poder salir del edificio en donde se encontraba. Mateo salió de su auto sin ninguna prisa, aunque en el momento en que miró al edificio al fondo, supo que eso se podría volver un infierno y ellos serían los demonios que tenían que enfrentarlo.Johan llegó a su mente. Si algo le pasaba...Con la base del coronel mayor a unos metros de donde se encontraban, entendió que debían ser rápido
Gálata observó a Kiara Blackwood junto a la camilla, mientras inyectaba la dosis del antídoto estudiado en la intravenosa de la alemana. —Ahora solo nos queda esperar, —dijo con voz tensa. —Lo que no me gustan son las secuelas que esto dejará.Kiara frunció el ceño. —¿Cuáles secuelas?, —preguntó de inmediato.Gálata suspiró. —El daño en su sistema inmunológico empeoró con cada minuto que tardamos en inyectarle el antídoto—, informó con pesar. —Afectó varias áreas…—Sé directa—, instó Kiara.—Su útero también sufrió daños—, dijo Gálata, observando el ritmo cardíaco de Génesis en el monitor. —Recuperarse de algo así requerirá tratamientos que dudo sean suficientes. Kiara entendió la gravedad de la situación y no hizo más preguntas. Sintió que con cada pregunta que hiciera, las respuestas serían cada vez más fuertes y no podía oír todo lo que su hija pasó y aún seguía sufriendo por culpa de alguien que ni siquiera la cara daba. Se quedó junto a su hija, mientras Gálata se dirigió a
Brisa veía sus muñecas dañadas, mientras comía con ayuda de una de las mujeres que permanecían en silencio. El cuerpo tenía heridas que se podían curar, pero en su corazón no. Ese dolía con cada vez que pestañeó, pues no podía asimilar como la persona que debía amarla, fue capaz de intercambiarla siendo su madre. Un sollozo se le escapó y una lágrima abandonó su ojo izquierdo, mientras pasó el bocado al saber las condiciones en las que se encontraba en ese lugar. —Cuando te acostumbres a que esta será tu vida, todo será más fácil. —le dijo la mujer que limpió sus mejillas con un pañuelo. Acostumbrarse. ¡¿Acostumbrarse?! ¿Cómo le pedían eso? ¿Cómo podía acostumbrarse a estar en el infierno por mandato de su madre? De seguro si su padre estuviera con vida, él no permitiría tal cosa, pero en ese momento estaba sola. Totalmente sola. Su padre fue asesinado…por su madre. Persona a la que nunca sintió como una madre de verdad. Todos a su alrededor tenían más sentido materno que ella.
La tensión en la habitación era palpable. Anthony, con su rostro imperturbable, había tomado una decisión que desafiaría los límites de su valentía. La sustancia que recibiría no solo aceleraría su corazón, sino también desencadenaría un dolor insoportable. Pero había dado su consentimiento, consciente de las consecuencias.Génesis, por su parte, intentaba mantener la calma. Aunque sus nervios la asaltaban, sabía que debía controlar su ritmo cardíaco. Más cuando Gálata se acercó con una bandeja, y el líder asintió, reafirmando que debía seguir adelante.La alemana permanecía a un costado de la camilla, sin decir una palabra. No era necesario; su presencia hablaba por sí sola. Estaría junto a él en cada momento, soportando el mismo tormento. Su amor y la determinación que ambos poseían se entrelazaban en esa habitación, creando una conexión más fuerte que cualquier droga o dolor físico que pudiera existir. Ambos se vieron cuando la aguja se hundió en la vena de Anthony, y la sustancia
—Escucho. —con los brazos cruzados el coronel mayor veía a Dominique adoptando una faceta contraria a la que antes tuvo. Ella alzó la ceja. Cruzó sus piernas. Soltó el aire en suspiros de superioridad tratando de usar su persuasión con solo verlo. —Tú quieres poder. Yo tengo poder. —dijo y Kael ni siquiera se inmutó. —Lo dijiste, Romano. Estás aquí porque yo te traje. Convencí a mi difunto esposo de la solicitud que envió para complacerme. —¿Te felicito? —no movió un solo de sus músculos. —Quitémonos las caretas, Mayor. Sabes quien soy. No tiene caso esconderte eso y la verdad ya no quiero. —se relajó en la silla, manteniendo su elegancia y pulcritud. —Soy Dominique Buster. La sombra. La reina de la ciudad y no sólo porque lo piense, si no porque me condecoraron como tal ante todos hace seis meses. —El título fue ofrecido a Sara Crown. Al rechazarlo ella te lo dieron a tí. —se burló. —No me interesa si te duele, pero eres una segundona hasta en eso. —la sonrisa se le borró a Domi
El edificio, una estructura de acero y cristal, retumbaba con cada embate de los asaltantes. Las puertas de titanio, diseñadas para resistir incluso los ataques más feroces, cedían lentamente ante la presión constante. El aire estaba cargado de electricidad, y Kael mantenía la mirada fija en el reflejo de Hawk cuando salieron de la línea de tiro. El giro abrupto hizo que su suboficial diera un traspié. Kael, con los ojos entrecerrados, sostenía su arma, la culata apretada contra su hombro al encañonar a su subordinado. La adrenalina corría por sus venas, y la traición de Hawk le quemaba como un fuego lento. Porque así lo veía. —¿Para quién trabajas? —La voz de Kael era un gruñido. —No me mientas ahora porque tengo una bala en la recámara y el que seas parte de mi equipo no te va a librar de ella.Hawk, inexpresivo, alzó las manos. —Mayor, cálmese. Nos están atacando.—Me vale una mierd@ que venga el mismo diablo a matarnos. ¡Me dirás ahora mismo para quién trabajas! —Kael apretó e
—Estamos a tres minutos de la ubicación. —avisaron los primeros oficiales. Génesis supo que habría problemas con ellos, pero no tuvo elección. Todo debía continuar hasta que Anthony y cada uno de los presentes estuviera fuera. Las sirenas se escucharon. Si veían a alguno de ellos podrían reconocerlos. Ella merodeó alrededor sin saber como sacarlos. Mateo no respondía, pues estaba ocupado con sus propias tareas. No había más salida, se dijo. No mataba a quienes no se metían con ella, pero en ese momento lo ameritaba.Miró el tablero y exhaló tomando el mando del objetivo. Viendo los autos desplazarse a casi un kilómetro de su posición. No obstante en el momento vio como los neumáticos de la primera estallaron, haciendo que la patrulla girara, hasta detenerse causando el disturbio que impidió el paso. Los oficiales salieron confundidos y entonces, el misil dirigido salió avisando para que lograran escudarse antes que fueran embestidas por la fuerte explosión que la hizo quedar vuel
—Dos vehículos blindados. Doce hombres en cada uno. —Kael se movió con la determinación de sacar a Dominique de ese edificio. Sabía que no todos habían caído. Tal vez debía ir tras el ángel de la muerte, cazarlo hasta llevarlo tras las rejas. Pero también tenía claro que su prioridad era sacar a la capturada de ese lugar. Las prioridades tenían lugares inamovibles, y esa era una de ellas. —Hawk está muy herido. —Eso no quita que te necesito aquí. —centró a Bellucci con una mirada penetrante. —Que se vaya junto a Helena hacia una clínica. Nosotros debemos sacar a esa… ¿Puedes o no? Lo que menos necesito son cuestionamientos. Avanzó hacia los vehículos que los militares revisaban minuciosamente para evitar cualquier explosivo. El ambiente estaba cargado de tensión, cada movimiento era calculado, cada mirada, una orden silenciosa. Cuando estuvieron listos, comenzaron con los equipos que recogieron, además de las placas. —¿Tanto miedo me tienes para necesitar todos esos hombres para