Subestimar no era una idea cuando se trataba de hombres preparados para acabar con vidas, no ver como otros acababan con la suya. Entonces, con un último esfuerzo, Kael giró su cuerpo. Sus piernas envolvieron la cintura del asesino, y ambos cayeron al suelo con un estruendo sordo. Kael mantuvo su agarre, apretando la garganta del Monegasco con todas sus fuerzas. El mundo se redujo a esa lucha desesperada, a la respiración entrecortada y al pulso de la sangre en sus oídos.Helena apartó la mirada. ¿Quién saldría victorioso? La sala de interrogatorios se convirtió en un abismo oscuro donde la moralidad y la supervivencia se enfrentaban en una batalla sin cuartel.Y entonces, con un último estertor, Eleazar dejó de luchar. Kael soltó su cuello, jadeando y poniéndose de pie con varias fracturas en todo el cuerpo. Escupió la sangre de su boca. Y gruñó de dolor. La victoria era suya, pero a un costo alto. El asesino yacía inmóvil en el suelo, recuperándose. La sala quedó en silencio. Kael
El laboratorio estaba sumido en una penumbra inquietante. Las luces parpadeaban, arrojando sombras danzantes sobre las paredes de acero inoxidable. El aire olía a desinfectante y a algo más siniestro, como si los secretos del lugar se filtraran por las rendijas de las tuberías.Anthony apretó los puños, sintiendo la presión en su cabeza aumentar con cada paso que daba junto a la camilla. Génesis yacía allí, inerte, su piel pálida contrastando con el frío metal. La sangre seca en su nariz formaba una costra oscura, y su respiración apenas era perceptible. ¿Cómo había llegado a esto? Hacía apenas unas horas, estaban juntos, riendo, compartiendo ideas para su objetivo. Ella comía su comida favorita. Hablaba tranquila o eso le pareció. Ahora, ella estaba al borde de la muerte. Con el pulso apenas imperceptible. —¿Qué le sucede? —exigió Anthony, con su voz ronca y desesperada. Gálata siempre tenía respuestas. Pero esta vez, no había ninguna. Lo vio como si le pesara hablar, por lo que pus
Uno de los gemelos Blackwood estaba consolando a Kiara, mientras casi una hora más tarde, Bastian Blackwood apareció junto a su hijo y otro sujeto que arrastraban con ellos. —Mantén a mi hija con vida y la tuya está asegurada. —lo empujó hacia Gálata. —Tú encárgate de conseguir una cura, él de mantenerla con vida sin exponerla a tantas reanimaciones.—Señor, por favor. No sé ni a qué me enfrento. —trató de hablar el sujeto, pero en un segundo tenía un cañón contra su cuello. —Te enfrentas a un padre que no va a perder a una hija porque tú harás un buen trabajo. —dijo con una fuerza desmedida en su nuca. —Te enfrentas a la opción de preservar la vida de mi hija, porque si no, la tuya acaba ahora mismo, ¿entiendes? El hombre asintió. Fallar no era una opción cuando se vio rodeado de todas las personas que lo veían con total atención. Gálata pidió a uno de sus colaboradores para que lo llevaran con Génesis y le brindaran todo lo necesario.—Las píldoras tienen una sustancia degenerati
—Te dije que solo era cuestión de dejarme hacer las cosas a mi manera —planteó Nevin hacia La Sombra—. Mantener tu palabra asegura éxito conmigo.Ella, sonriente y extasiada por la noticia celebró internamente al saber que al fin una llamada era para recibir buenas noticias. —Por primera vez veo que algo funciona —suspiró ella, viendo a su futuro esposo en la joyería—. Quiero que inmortalicemos ese instante. Grábalo. Necesito ver que esos malnacidos se matan entre ellos. Recordarlo cada vez que desayune. Mientras ellos son la comida de los gusanos, yo disfruto de la vida.—Ya tengo a alguien que lo haga —el químico se dio la vuelta—. Iré con mi esposa a casa, mientras Carsten se encarga de traer a Johan.Dominique recordó que Brisa estaba bien con él. Si las cosas salían bien entre ellos, la vida para su hija sería más llevadera. Estar casada no era un infierno como se decía. Para una mujer inteligente, sacar ventaja era cosa fácil, y solo le faltaba una reunión con ella para hacerle
—Es una sustancia que la Dr. Gálata Crown solicitó a nuestra institución. —dijo el hombre con bata frente al guardia de seguridad. —Claro. Me permite su identificación y la solicitud en cuestión. Necesito corroborarlo. —se dio la vuelta para seguir con el protocolo de seguridad que aplicaron al edificio desde años antes. Sin embargo cuando volvió hacia el tipo, este ya no se encontraba. Solo el recipiente metálico en el mostrador y nada más. Cerró las instalaciones de inmediato, enviando el alerta, pues le explicaron que en situaciones como esas debía ser muy cuidadoso, ya que se podía tratar de algo peligroso. Galata recibió el aviso enseguida, mientras a Sara y a Lina las sacaban de esa zona del edificio para llevarla a una totalmente aislada. La menor de las mujeres se puso al tanto de lo que estaba sucediendo, por lo que se dijo que no podía quedarse en ese lugar solo esperando que alguien muriera. Mateo escuchaba por un auricular el encargo que les impuso Anthony y Vladimir s
El entorno en el restaurante estaba abarrotado de conversaciones comunes por los comensales, risas, miradas y una paz que pronto sería roto. Johan pudo percibir la rugosidad en las servilletas de su lado. Mientras tanto la chica de cabello atado evaluaba todo. Lina apretó la mano de Johan al verlo tomar aire. Él no debía alterarse. Cualquier sobresalto podría ser mortal para él, pero este no pensaba en su salud en ese instante. Que su corazón fallara no era su preocupación. Lo eran Carsten Müller y los hombres que estaban a nada de soltar el disparo que los haría caer. Vladimir pagaba la cuenta para poder salir del edificio en donde se encontraba. Mateo salió de su auto sin ninguna prisa, aunque en el momento en que miró al edificio al fondo, supo que eso se podría volver un infierno y ellos serían los demonios que tenían que enfrentarlo.Johan llegó a su mente. Si algo le pasaba...Con la base del coronel mayor a unos metros de donde se encontraban, entendió que debían ser rápido
Gálata observó a Kiara Blackwood junto a la camilla, mientras inyectaba la dosis del antídoto estudiado en la intravenosa de la alemana. —Ahora solo nos queda esperar, —dijo con voz tensa. —Lo que no me gustan son las secuelas que esto dejará.Kiara frunció el ceño. —¿Cuáles secuelas?, —preguntó de inmediato.Gálata suspiró. —El daño en su sistema inmunológico empeoró con cada minuto que tardamos en inyectarle el antídoto—, informó con pesar. —Afectó varias áreas…—Sé directa—, instó Kiara.—Su útero también sufrió daños—, dijo Gálata, observando el ritmo cardíaco de Génesis en el monitor. —Recuperarse de algo así requerirá tratamientos que dudo sean suficientes. Kiara entendió la gravedad de la situación y no hizo más preguntas. Sintió que con cada pregunta que hiciera, las respuestas serían cada vez más fuertes y no podía oír todo lo que su hija pasó y aún seguía sufriendo por culpa de alguien que ni siquiera la cara daba. Se quedó junto a su hija, mientras Gálata se dirigió a
Brisa veía sus muñecas dañadas, mientras comía con ayuda de una de las mujeres que permanecían en silencio. El cuerpo tenía heridas que se podían curar, pero en su corazón no. Ese dolía con cada vez que pestañeó, pues no podía asimilar como la persona que debía amarla, fue capaz de intercambiarla siendo su madre. Un sollozo se le escapó y una lágrima abandonó su ojo izquierdo, mientras pasó el bocado al saber las condiciones en las que se encontraba en ese lugar. —Cuando te acostumbres a que esta será tu vida, todo será más fácil. —le dijo la mujer que limpió sus mejillas con un pañuelo. Acostumbrarse. ¡¿Acostumbrarse?! ¿Cómo le pedían eso? ¿Cómo podía acostumbrarse a estar en el infierno por mandato de su madre? De seguro si su padre estuviera con vida, él no permitiría tal cosa, pero en ese momento estaba sola. Totalmente sola. Su padre fue asesinado…por su madre. Persona a la que nunca sintió como una madre de verdad. Todos a su alrededor tenían más sentido materno que ella.