Capítulo 40.

Bastian estaba intranquilo, moviendo su dedo índice mientras observaba por la rejilla de la puerta. Su hija no estaba con él. Era lo único que su mente repetía.

No la subestimaba, por supuesto. Pero sabía que en ocasiones se salía de las manos el que pudieran lastimarlos.

Ver a Kahín lastimado tampoco era de ayuda. Era el menor de sus hijos y necesitaba atención médica cuanto antes. Gangrena era lo último que quisiera para él y con lo aparatoso de su herida, la posibilidad no se descartaba.

—Escúchame. Déjame aquí y sácalos de aquí. —pidió Kahín a su hermano. —Recuerda nuestra promesa. Siempre ver por ellos.

—¿Tú me dejarías si estuviera en tu lugar? —increpó Khastiel acomodando su pierna. El menor no respondió, porque claramente sería capaz de cargarlo hasta su último aliento. —Solo trata de no moverla tanto. La sutura puede romperse y eso sí sería un problema.

—Saldremos de aquí. Se los aseguro. —les dijo su madre a ambos. Todos pensaban lo mismo. El resto importaba más que sus
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