La camisa oscura se le pegó al torso a Anthony a medida que avanzaba en el salón viendo la imagen del hombre a quien buscaba. Algo en él le llamaba la atención, y es que para alguien como él hasta el mínimo detalle podría tener una explicación. Claro que tenía sentido que no lo atacara porque alguien más ordenó que no, pero incluso el ser más leal podría tener momentos de desobediencia y él no. Evocó ese instante. Luego de levantarse pudo verlo acercarse con la llave del vehículo en la mano y una mirada que parecía furiosa hacia él, pero al observar hacia sobre su hombro, se desvaneció. ¡Ahí estaba! Eso era lo que había olvidado. En ese sitio no estaba solo. Alguien más lo acompañaba. Ese alguien podría haber sido alguien de su mismo rango, o incluso la persona que lo mantenía controlado. De Ezio pudieron sacar poco. Él no tenía ni siquiera un tatuaje inicial. Lo que dijo era lo que sabía. Por ello entendieron que torturar era solo una pérdida de tiempo con él. —Hermes, necesito
El funeral del gobernador estaba siendo transmitido por televisión, mientras miles de espectadores estaban pendiente de ello, Dahlia Blake sollozaba con disimulo, como una muestra del dolor que no podía callar. Su hija caminaba detrás suyo del mismo modo, hasta llegar al panteón en donde las palabras del sacerdote no parecía reconfortar a la primera dama. Vieron por última vez al gobernador antes de que se dispusieran a bajar el féretro que cubrieron de tierra poco a poco. —Lamento mucho tu pérdida, Dahlia. —dijo Sara junto a algunas figuras de la familia presentes. —Gracias por estar aquí. —recibió su mano, a la vez que limpió su solitaria lágrima. —A los que pudieron venir también, teniendo en cuenta que son personas muy ocupadas. —No tienes nada que agradecer. —Sara recibió el beso en su mejilla, observando a Brisa esta vez. —Saldrá adelante. Le costará, pero lo hará. —Lo sé. Pero es su padre a quien perdió y yo…No debí discutir con él esa noche. No hubiese ido tan…No tenía qu
—Jeffrey Cristobal Ferrer. —Anthony leyó el nombre en la pantalla. —Busca toda la información de ese tipo. Todo lo que puedas. Hermes asintió. —¿Por qué un Ferrer se uniría con un Emmons? ¿Cómo se conocieron? —cuestionó Mateo. —¿Por qué lo dejaron con vida? La pregunta de Vladimir hizo que Adrián lo observara. —No estoy reprochando nada, papá. Pero si lo hubiesen eliminado hace años esto no estaría pasando.—Por nuestro código. —defendió Anthony. —No matamos inocentes. Es nuestro límite. —Pues un inocente se puede volver una piedra en el zapato luego de años. —Adrián aún no salía de su estupefacción. —Pero quién estableció ese código es el hombre por quien estamos aquí. —reafirmó su padre haciendo que esa autoridad sobre él saliera a flote. Vladimir podía ser muy impulsivo aún, pero había un límite y era saber el respeto que debía tener hacia su padre. —Braulio Crown dejó claro que no asesinamos a quien no se mete con nosotros. Niklaus Crown fue quien hizo posible apegarse a es
—¿No crees que eso es muy arriesgado? —Seraphin Emmons se paseó alrededor de la silla, disconforme. Apoyó las manos y negó. —Es que no me cabe en la cabeza. Te arriesgas mucho, sombra. —soltó molesto. —Me buscaste porque según tú íbamos a derrocar a los Crown de su trono. Pero han pasado 8 años desde entonces y no veo un solo resultado. 6 días habían pasado para todos y ninguno al parecer tenía lo que buscaba.—Lo tuve a un metro de distancia. Pude haberle disparado y tú me frenaste. —le reprochó. —¿Qué más debo esperar? ¿Que los hijos de put@ se vuelvan más poderosos al unirse del todo con esos alemanes? —Estabas trabajando. —le recordó la sombra. —Fue una casualidad y sabes que odio las casualidades. Ellos estaban organizados, nosotros no. —Pude haber acabado a Anthony. Incluso al otro. —Sí, por supuesto. Tú que ignoraste tu origen durante años y solo cuándo te ayudé pudiste aceptarlo. —se paseó con el puro humeante en las manos. —Anthony Crown estuvo en las cloacas de su padre
—Señorita Blackwood tiene una llamada por la línea 2. Dice ser un proveedor de la colección anterior y que hubo un fallo. —avisó su asistente, mientras Génesis elevó el rostro, olvidándose por un momento de lo que estaba haciendo. Eso no le gustaba, pues los errores en una colección que ya se comercializaba por toda Europa no le gustaba en absoluto. —Dime. —dijo en cuánto tomó la llamada. —Génesis, soy yo. No me cuelgues. —dijo Carol del otro lado de la línea. Su ex amiga giró los ojos. —Solo quiero decir gracias. —No entiendo por qué ni me interesa averiguarlo. —dijo ella en cambio a punto de bajar el móvil y colgar la llamada.—Sé que fue por tí que llamaron para ofrecer un trabajo y no sabes cuánto te lo agradezco. —se apresuró a decir. —No fui yo. —dijo para luego lanzar el teléfono sobre su escritorio. La lámpara que había en esta se sacudió, pero a ella no pareció importarle eso, siguiendo en la reunión con su equipo de trabajo. Ponerse al día con ellos le estaba costando
—¿Acaso eres idiota? Te envié a hablar con...Debías vigilar a la mujer esa, no atacar sin un plan real. —espetó la sombra cuando se logró comunicar con Seraphin. —¿Acaso no estás pensando, gran imbécil? ¿Qué pensaste que sucedería? —Me cansé de esperar. —contestó este guardando su dron. —Tú quieres controlar todo, pero me harté de verte diciendo que dentro de poco esto, dentro de poco lo otro. —Solo dime que al menos lo mataste. —dijo con la mano en su frente. —Dame una buena noticia y dime que el Anthony Crown está muerto. —No lo sé. Tampoco iba a arriesgarme a que dieran de baja mis juguetes. —arrancó el vehículo. —De seguro lo sabremos en unas horas, pero estaban ahí cuando el plomo les bañó la espalda. La sombra se agarró el cabello con tanta fuerza que creyó iba a arrancarlo de frustración. —Te atreviste a actuar sin que yo diera la orden ¿y luego no te cercioras que hayan muerto? —sus pasos fueron más veloces y más pesados. —¿Qué demonios te ocurre? Quedamos en algo. —
—Luego de algunos años, esa niña desapareció. Tal vez se deba a esto. —Añadió el consejero eficaz que había desenmarañado tanto misterio. Siendo igual de inteligente y peligrosamente efectivo que su padre. A la vez que deslizó documentos, mostrando titulares de los periódicos salieron a la luz. Todos ligando a Darién con el apellido de su padre, destruyendo su imagen por completo. Nadie lo quería cerca al ser pariente de un sujeto que se dedicaba a la trata de blancas. Un periodista común, quien también murió semanas después, sacó a relucir el nombre del congresista a quien todos conocían por su participación en negocios ilícitos, en lugar de ser el honorable político que se esmeró en crear. —Dominique Buster desapareció por completo a sus 14 años junto con su padre. No hay un solo registro de ellos por ningún lado. —Culminó Hermes. —¿Cambio de identidad? —cuestionó Anthony. —Es lo más seguro. De haber muerto se sabría y no hay un solo indicador de ello. —dedujo. —He buscado todo
Las puertas del mismo infierno parecían haberse abierto cuando el andar del hombre con camisa oscura y pantalones grises se hizo presente en la clínica a la cuál se presentó, rodeado de varios hombres que caminaron a su lado. Anthony avanzó a paso veloz hasta el elevador en donde el silencio se perpetuó como nunca. Salió al mismo ritmo en el pasillo en donde dos de sus hombres estaban a la espera de su llegada. —Lo lamentamos mucho, señor. Pero cuando llegamos a la casa luego de su orden, el ataque al señor Kirill ya había sido efectuado. —informó con pesar. —La bala lo atravesó y…—¿Dónde está? —Lo acaban de entrar al quirófano. —Anthony no esperó más, tomando las llamadas que su consejero había logrado. —Aarón está siendo atendido. —dijo Leonardo del otro lado de la línea, mientras sus propias heridas eran atendidas por mandato de su esposa. —Le dispararon a través de mí. Esos hijos de perra sabían donde estábamos. —¿Cómo estás tú?—No es nada. La bala me atravesó el estómago