—¿Sigues con vida? —cuestionó Vladimir al ver a su primo sostenerse del capó del auto. —¿Quién queda vivo después de esa caída? —¿Atraparon a Dennis? —evadió la pregunta. Tenía la barbilla con sangre y la mitad del cuerpo con raspones. —Mateo perdió. Yo no corro. —señaló mirando el golpe que Anthony tenía en la cara. —Mateo. —se tocó el auricular, haciendo una mueca de dolor al tocar su cabeza. —Ese maldit0 imbécil se lanzó sobre un auto en movimiento. Pero no pienso cargarlo solo por joderse las dos piernas. —se escuchó agitado y demostrando su poca paciencia para la persona que caminaba a la par. —Nos veremos en casa. —manifestó caminando con lentitud, lejos del vehículo cuando su dueño salió del edificio. El auto tenía una abolladura enorme que sería casi imposible arreglar. Abordó la camioneta más lento de lo que lo hacía, pidiendo que se fueran del callejón cuánto antes. Desde que llegaron a la mansión Crown arrastraron a Dennis fuera del auto en dónde verlo desangrán
Horas de camino habían agotado al grupo de personas que se alejaron del sitio del accidente. El avión se había estrellado contra los acantilados escarpados de la costa en un lugar que aún no resultaba tan conocido, pues alguien había calculado la trayectoria, porque apenas se recuperaron, el grupo de más de 20 hombres los rodearon impidiendo una defensa o al menos que Kahín con su pie herido fuese mejor atendido, siendo llevado por su padre o su hermano durante el camino. Al no tener una ubicación conocida o segura no podían actuar. Supieron que todo andaba mal cuando el radar comenzó a enviar señales extrañas y no se equivocaron. Alguien había enviado un misil desde tierra. Por la dirección que llevaba y algunos datos que Bastian vio, pudo saber el tipo y hacerles saber que evitarlo era imposible. Quienes los fabricaban se suponía que estaban extintos, pero el alemán sabía que no todos lo estaban. El impacto los sacudió aparatosamente, dañando turbinas y parte de la cola del avió
Bastian estaba intranquilo, moviendo su dedo índice mientras observaba por la rejilla de la puerta. Su hija no estaba con él. Era lo único que su mente repetía. No la subestimaba, por supuesto. Pero sabía que en ocasiones se salía de las manos el que pudieran lastimarlos. Ver a Kahín lastimado tampoco era de ayuda. Era el menor de sus hijos y necesitaba atención médica cuanto antes. Gangrena era lo último que quisiera para él y con lo aparatoso de su herida, la posibilidad no se descartaba. —Escúchame. Déjame aquí y sácalos de aquí. —pidió Kahín a su hermano. —Recuerda nuestra promesa. Siempre ver por ellos. —¿Tú me dejarías si estuviera en tu lugar? —increpó Khastiel acomodando su pierna. El menor no respondió, porque claramente sería capaz de cargarlo hasta su último aliento. —Solo trata de no moverla tanto. La sutura puede romperse y eso sí sería un problema. —Saldremos de aquí. Se los aseguro. —les dijo su madre a ambos. Todos pensaban lo mismo. El resto importaba más que sus
—Si atraparon a Dennis significa que habló. —mencionó el leal colaborador de La sombra, mientras en la televisión veían la entrevista de la viuda del gobernador en un papel de viuda que a la figura en la silla le causó risa.—¿Crees en esas lágrimas? —Por supuesto. Se nota el dolor en sus ojos y algo así…De seguro todo mundo empatiza. —contestó viendo como el nombre Dahlia Blake resaltaba en la parte inferior. —Con la muerte de su esposo y si ella decide iniciar alguna campaña, la apoyan. —Observó a La sombra sostener entre sus dedos largos el puro con elegancia. Lo encendía con un mechero de plata, como si cada chispa fuera parte de un ritual secreto. —Aún no entiendo esta parte. —No es necesario que lo entiendas, Cristobal. Solo asegúrate que siempre estén a la mano. —buscó un bálsamo al que le quitó la tapa. —Y referente a Dennis, he cubierto todo lo que pueden investigar y adivina quien estará en esa información. —Bruno Mistique. Sigo diciendo que es muy arriesgado usarlo. —re
Los acantilados vertiginosos impulsaron los pasos apresurados de cada uno al saltar. Las rocas se movían con el peso de quienes las pisaban, y la tierra se desmoronaba bajo las botas de los sujetos, que no contaban más de dos segundos con un pie en el mismo lugar. El constante movimiento podía dejarlos exhaustos o muertos. Preferían la fatiga a la muerte instantánea y, gracias a su buena forma física, lograban mantener el ritmo mientras descendían por la pendiente. Rodear la zona les llevaría horas, pero morir en menos de un segundo a esa altura era una posibilidad constante. Sin embargo, para el ángel de la muerte, nada era imposible. Se lanzó hacia el muro de tierra floja y se impulsó desde allí para caer sobre una roca que tembló bajo su peso. Dos segundos después, se encontraba en las afiladas rocas, agradeciendo llevar guantes que evitaban cortes. Estaban acondicionados para ese tipo de terreno. Leonardo lo siguió de cerca, observándolo detenerse en la zona más segura, donde la
—70% de escaneo y en progreso. —dijo Mateo en el auricular de Anthony. —Dame dos minutos solamente. Pero ese tiempo era demasiado para ellos. No había dos minutos. —Un paso más y les reviento la cabeza. —amenazó Ezio sosteniendo su arma en contra el costado de Génesis, quien solo observó como su padre seguía teniendo los cañones directo a la frente. —¿En serio creías que estaba desarmado y nada preparado para algo como esto? Con un gesto imperceptible hacia el resto, el operador de las cámaras cerró el sistema, y las pesadas puertas de acero cayeron una tras otra, sellando cada rincón. El estruendo del metal al golpear el suelo llenó la habitación de polvo. Nada podría atravesar esa barrera.—Me informaron cada dato sobre ustedes y no se equivocaron. —El californiano empujó a Génesis hacia un costado, sin dejar de apuntarle. —Pero no soy lo que llamarían una presa. Hace mucho dejé de serlo. —Anthony dispara. —ordenó Génesis. El mafioso sólo la observó. —No lo hará. —se burló Ezio
—¿Ese maldit0 enfermo tiene una pitón? —cuestionó Mateo al ver el ejemplar de piel manchada por las cámaras de las que se había adueñado, la cual se deslizaba por un tronco, subiendo por la superficie que le permitió llegar a lo alto. —Y no es lo único que posee. —dijo Vladimir al lograr escucharlo, elevando la cortina que dejó a la vista el cocodrilo que destrozaba los restos de alguien, a través del cristal que dividía ambas jaulas. —Y creí que tener un tigre blanco era estar demente. Mateo guardó silencio. —Lo dice quien logró tener a una pantera desde bebé y luego de veinte años sigue con la tradición familiar. —su primo rió por medio del auricular.Uno pilotando un helicóptero, el otro dentro de la casa en la que la sangre seguía corriendo y él junto a su padre eran los encargados de controlar. Mientras tanto el mayor de los primogénitos Crown, se lanzaba al agua al ver el yate alejarse. A su vez, Génesis confirmaba la carga disponible en el cartucho del arma que consiguió.
—Ezio falló. —informó Cristobal a la sombra. La figura de traje perfectamente amoldado a su cuerpo dejó de repasar la lista que tenía entre las manos para ver si alguien se le olvidaba, prestando atención al sujeto de camisa gris y corbata. —¿Te dije que tenías permiso de acercarte aquí para darme estas noticias? —le cuestionó con molestia. —Lo lamento, pero usted me dijo que quería noticias cuanto antes y desafortunadamente son malas. —Le teníamos poca fe a Ezio. Le dijimos que a Bastian Blackwood se le debe matar desde la distancia o dejarse de juegos con él, no creerse el fuerte dejándolo vivir más de diez minutos luego de su captura. —espetó guardando la lima que encontró en la mesa. —Al Don se les debe matar al primer respiro luego de que se le atrapa. Para que al siguiente tome en cuenta eso. —Seraphin Emmons pregunta si eso nos traerá consecuencias para el resto. —¿Por qué? Ezio jamás me ha visto, ni siquiera sabe que soy…No sabe nada más de lo que hemos permit