Con las manos temblorosas tomó la pequeña prueba de embarazo, llevó la mano a su boca ahogando el sollozo que emitió al ver las dos líneas que cambiarían su vida por completo.
«¿Ahora qué voy a hacer?» se preguntó, hacía dos semanas había terminado la relación con su novio y no quedaron en buenos términos, lo descubrió siéndole infiel con su mejor amiga.Se dejó caer al suelo sintiendo la tibieza de sus lágrimas deslizarse por sobre sus mejillas, se llevó la mano a su vientre como si pudiese sentir la presencia de un nuevo ser. Las consecuencias que acarreaba un embarazo inesperado empezaron a pasar por su mente, imaginando la reacción que tendrían sus padres.«Quisiera morirme» deseó para sus adentros, no queriendo pasar por el momento de revelarles la noticia a su familia, quienes eran demasiado conservadores y desde que entró a la pubertad recibió advertencias sobre si algún día llegaba a salir embarazada sin antes haberse casado.Abrazó sus rodillas mientras seguía emitiendo un llanto silencioso, no quería que nadie la escuchara y preguntara por lo que le sucedía. Sentía que su vida había terminado en ese momento, veía alejarse su tan anhelado título universitario, su carrera profesional y todo lo que había planeado para su futuro.Las horas pasaron y ella seguía sentada sobre el helado piso de su baño, sentía sus piernas entumecidas, su garganta ardía al igual que sus ojos, su cabeza quería estallar del dolor y las ganas de vivir eran nulas.Se levantó como pudo y caminó hasta el lavamanos, abrió el grifo y dejó que el agua cayera sobre sus manos para pasarlas por su rostro, el cual estaba hinchado y enrojecido por todo el tiempo que estuvo llorando. Sacudió su nariz y se vio una última vez en el espejo para por fin salir del baño.Se acercó a su closet y entre su ropa escondió la prueba, la desecharía mañana que fuera a la universidad, se dejó caer en la cama y se hizo una bolita, queriendo que todo aquello sólo fuera una pesadilla y que al despertar nada de aquello fuera real. Su corazón aún ardía de dolor por la infidelidad de su ex novio, no sólo por la traición sino por su descaro, no tuvo ninguna consideración para con ella y se pavoneaba frente a toda la universidad con su nueva conquista.No tenía ninguna esperanza en que la apoyara con su situación, lo más probable era que se desatendiera y negara al bebé. Después de todo hacía un mes desde la ultima vez que estuvieron juntos. Pero para ella no había dudas de que fuera el padre, sólo había estado con él.Unos suaves golpes en la puerta la sobresaltaron, enterró la cabeza en la almohada y se hizo la dormida, sintió como abrieron la puerta y los pasos acercándose a la cama.—Ciara, cariño —reconoció la voz de su madre a poca distancia —¿estás dormida?No contestó y su madre no siguió insistiendo, pronto se marchó de la habitación dejándola sola en su agonía. Quería desaparecer, miles de ideas se cruzaron en su cabeza para deshacerse del problema.«Si tan sólo hubiese una manera» pensaba mientras tocaba su vientre, apretándolo con fuerza y odiando al ser que albergaba. Esto había cambiado todo en su vida, no estaba lista para ser madre, no sentía amor hacia los niños y mucho menos le agradaba la idea de renunciar a todo lo que deseo y anhelo por criar a un hijo.Esa noche no logró dormir ningún minuto, sus ojos ardían y el cansancio se asentaba en su rostro. Se levantó de la cama cuando el alarma sonó avisando que era momento de levantarse, si ganas se arrastró al baño para darse una ligera ducha, maquilló su rostro tratando de ocultar las bolsas bajo sus ojos.—Tranquila, Ciara, todo saldrá bien —se dijo frente al espejo, tratando de encontrar paz en medio de la tormenta que comenzaba a desatarse.Buscó la prueba y la metió a su bolso, salió de la habitación y a prisa bajó los escalones, no quería encontrarse con nadie de su familia, ignoró el llamado de su madre y pasó directo a la puerta de entrada. Quería llorar, soltar un grito desgarrador y sacar todo lo que llevaba dentro, me estaba ahogando de dolor y ver a su ex novio de la mano con su nueva conquista no ayudaba en nada. Trató de serenarse y pasó de largo, sintiendo algunas miradas del grupito de amigos de los mencionados.«Maldita la hora en la que me fijé en Benjamin» pensaba mientras avanzaba, se refugió en un sitio solitario, no deseaba entrar a la clase. Lo único que quería era estar sola, lejos de todo lo que la atormentaba pero para su desgracia su mayor tormento estaba dentro de ella.—¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? —susurraba para ella misma, su pierna derecha no paraba de temblar de la ansiedad que le producía la situación.Se puso recta cuando escuchó a alguien acercarse, se relajó al ver a Amber, su amiga, caminando hacia ella.—Hola —se acercó para saludarla con un beso en la mejilla —te vi venir hacia acá, ¿estás bien?Ella negó con la cabeza, sin poder resistir más sus ojos se aguaron y fue en cuestión de segundos para que las lágrimas salieran de sus ojos.—Sabes que no, ¿cómo pudo hacerme esto? Yo lo amaba —el dolor ardía en mi pecho, la decepción que traía una traición era increíblemente dolorosa. Todo lo que pensabas de una persona resultar ser tan falso, cuando idealizas a alguien que sabes que terminará haciéndote gran daño. Ciara se sentía tonta por haber caído en todas las mentiras de él.—Es un patán, cada que lo veo me dan unas ganas de... —Amber apretó fuertemente sus manos en un puño haciendo una rabieta —lo odio, a él y a la insípida de Amelia.—Creí tan ciegamente en él cuando me decía que sólo era su mejor amiga.Las múltiples discusiones que tuvieron por la relación tan unida que tenía con Amelia vinieron a su cabeza, al final no estaba tan loca como él solía decirle.—No es tu culpa, Ciara, sólo confiaste en una persona que no tiene valores morales.No, Benjamin en ningún momento pensó en ella y lo demostraba a cada momento.Luego de la conversación con su amiga terminó yendo a clase, pasó toda la mañana pensando en la manera que le diría a su ex novio que esperaba un bebé suyo. Nada parecía una buena idea, después de todo lo acontecido lo último que quería era hablar con él pero no le quedaba más opción.Cuando salió de su último clase y caminaba por los pasillos lo vio a él guardando sus cosas en el casillero, estaba sólo y supo que era una buena oportunidad para hablar con él. Apresuró su paso y con su corazón latiendo a mil se detuvo a unos pasos, el aroma que una vez amó sentir ahora sólo le provocaba náuseas.—¿Podemos hablar? —preguntó con su voz firme, él se volteó y alzó una de sus cejas hacia ella.—Ciara —sonrió de medio lado, mirándola de arriba abajo —¿qué se te ofrece?—¿No oíste? Quiero hablar contigo.—¿Qué cosa? Porque si es otro de tus reclamos no quiero oírlos.Ella soltó un bufido y negó con ls cabeza.—Créeme que sino fuera importante no estuviera perdiendo mi tiempo buscándote.Él cerró el casillero y asintió, con un gesto en la cabeza le indicó que lo siguiera. Se detuvieron en un pasillo solitario y alejado del ojo público.—Bien, ¿qué es lo que quieres hablar?Con las manos temblorosas sacó de su bolso la prueba de embarazo, él bajó la vista al objeto e hizo un gesto de burla.—Estoy embaraza y el bebé es tuyo.Ciara esperó cualquier reacción menos la estridente carcajada que soltó, su rostro denotaba burla absoluta.—No pienses que voy a creer que ese bebé es mío, Ciara.—¿Qué? —su voz se rompió —¿Qué estás diciendo? ¡Claro que el bebé es tuyo!—No voy a caer en un juego tan viejo. Ese bebé no es mío.—Sólo he estado contigo y lo sabes, no me hagas esto Bejamin. Esto es algo que los dos hicimos y no es justo que sea sólo yo quien tenga que lidiar con este problema.—No me interesa nada, Ciara. Es tu problema, no el mío —sacudió su cabeza —no me busques más por este asunto, no soy el padre del bastardo que tienes dentro.Se dio la vuelta caminando lejos de ella, dejándola con su mundo más roto que antes, sintiéndose pisoteada y miserable.Con el corazón más roto que antes se encaminó de vuelta a casa, tomó el bus y sentó en los últimos asientos, desvió la mirada hacia la ventana. Conocía su destino, su familia no era acaudalada y los recursos no les daban para criar una criatura y al mismo tiempo estudiarla. Tampoco harían el esfuerzo para ayudarla, si pensar era demasiado conservador y no tendría ni el apoyo moral de su madre.Se limpió cualquier rasgo de llanto y bajó en la parada cerca de su casa, a paso lento caminó por la calle y hasta entonces se fijó en las mujeres embarazadas y con niños de su vecindario.«No es lo que quiero para mi»Abrió la puerta de su casa y su madre la abordó en la entrada, pidiéndole que la ayudara a poner la mesa, su padre estaba a cinco minutos de llagar. Dejó el bolso en uno de los sofás de la sala y se apresuró a ayudarle a su madre.Su padre no tardó en llagar y sentarse en la mesa, la comida no pasaba de su garganta y su mirada permanecía perdida.—¿Te sucede algo, Ciara? Te noto demasiado ausente.—No, es sólo que tengo demasiado trabajo de la universidad.Su madre asintió conforme con su respuesta, al terminar le pidió que le ayudara con los platos, no queriendo llevarle la contraria obedeció.—¡Esta niña! —se quejó su madre al ver que había dejado el bolso en el sofá, molesta lo cogió y sin esperarlo todas las cosas cayeron al suelo. Su esposo la miraba atento en tanto recogía todo, de pronto su rostro se puso en blanco al descubrir la pequeña regla que aún marcaba las dos líneas.—Tu hija está embarazada —declaró el hombre llenándose de ira—No puede ser —la mujer se levantó sosteniendo la prueba en sus manos—¡Ciara!La susodicha soltó el plato que sostenía en su mano y apuñó fuertemente sus ojos recordando su grave error al dejar el bolso en el sofá, no pudo seguir resistiendo al nudo en su garganta y soltó el llanto, su vida no podría ir peor, no sabía que karma estaba pagando para sufrir tanto.Se dio la vuelta y se encontró con sus padres que se acercaban furiosos con la prueba en mano, la primera en acercarse fue su madre quien alzó su mano y la dejó caer con fuerza en su mejilla.—¡Eres una...! —No terminó la frase y sólo se hizo a un lado para que su esposo le diera otra cachetada enrojeciendo el rostro de Ciara, quien sollozó más fuerte ante el dolor físico.—¡¿Es así cómo nos pagas?! ¡Eres una malagradecida! —comenzó a decir su madre.—Te dije que el día que salieras embarazada te irías de esta casa, ahora mismo tomas tus cosas y te largas de aquí. No toleraré que mi hija sea una cualquiera, enfrentarás tus consecuencias sin arrastrarnos a nosotros —la señaló mirándola de una manera que jamás lo había hecho. Con desprecio —No quiero ver tu cara, tampoco quiero que vuelvas aquí, no te vamos a ayudar en esto y tampoco seguiremos pagando tu educación.—Papá... —No la dejó terminar y se dio la vuelta saliendo de la cocina.—Eres una vergüenza, Ciara.—Mami, por favor, ayúdame —pidió entre sollozos.—Vete y olvida que esta es tu familia —la tomó fuertemente del antebrazo jalándola hacia afuera, Ciara no tenía ni fuerzas para negarse, lo único que hacía era llorar ante todo aquello que la abrumaba y que la superaba. Su madre abrió la puerta y la sacó afuera, haciéndola caer en el suelo. —No te vas a llevar nada de aquí, no te lo mereces. Desde hoy, estás sola en este mundo.Cerró la puerta dejándola tirada sobre la acera, desamparada y sin ningún centavo en su bolsa.Bien decían que habían peores destinos que la muerte, la vida podía ser lo bastante dura como para desear morir. Porque eso es lo que deseaba Ciara, morir y no sufrir lo que se le avecinaba.Tres años después Ciara tatareaba una canción de cuna mientras balanceaba en sus brazos a la pequeña niña que yacía dormida, las lágrimas no paraban de salir de sus ojos sintiéndose devastada por la situación en la que se encontraba. El frío calaba en su piel, haciéndola titiritar por momentos. La delgada tela de su abrigo no era suficiente para hacerla entrar en calor y la única manta que pudo recuperar de sus cosas, envolvían el cuerpecito de su pequeña hija.Miró con desespero a su alrededor, eso no era lo que había visualizado para ella, sin un hogar y con hambre. El dueño del hostal no había tenido ninguna consideración con ella y terminó sacándola en medio de la noche del pequeño cuarto que alquilaban. Miró la deteriorada banca del parque donde se fue a refugiar, le dolía en el alma sufrir todas aquellas penurias con su niña. Se sentía culpable de no darle una infancia digna, tal y como ella la tuvo. Después que sus padres la corrieron de casa no le quedó más que buscar un tra
Aksel AkselMe recargué sobre la pared frente al sofá donde descansaba la pequeña niña con la que había pasado toda la mañana después del accidente, pasé mi mano sobre mi rostro frustrado por la situación en la que me encontraba. No sólo había sido que casi mato a una mujer con mi auto, sino la situación a la que me enfrentaba con los medios debido al resentimiento de mi ex esposa. Su resentimiento era justificado, podría aceptar que barriera con mis valores morales pero no que se metiera con algo tan serio como lo eran mis negocios, levantando falsos sin ninguna prueba en mano. Podría demandarla por difamación pero ni siquiera eso la detendría. Miré el móvil apretándolo con fuerza mientras volvía a leer el artículo donde me acusaba por lavado de dinero y conspiración contra el gobierno. Solté una risita carente de humor, faltaba poco para que saliera humo por mis orejas, de tenerla cerca no sé de qué sería capaz. Aquello no era cierto, jamás acepté los negocios sucios por mucho q
Ciara Mi vida no podía ir peor, desde hace tres años no conocía lo que era estar en paz y siendo completamente feliz, cada que veía a Elanna sólo quería llorar y no porque no la quisiera, sino por estarle dando una vida tan miserable cuando se merecía el mundo entero. «Mi gran amor» eso era ella, porque cada que pensaba en esa palabra el único rostro que venía a mi cabeza era el suyo. Con ella estaba aprendiendo tantas cosas que en mi inmadurez ignoraba. —¿Te duele, mami? —preguntó señalándome la mano enyesada. —Sólo un poco —le sonreí acariciando su rostro —Perdóname, mami, fue mi culpa —bajó la mirada culpable por lo que hizo. —No fue tu culpa, cariño, pero no debes soltarte nunca más de mi mano. Prométeme que esto no volverá a ocurrir —con suavidad elevé su mentón para que me mirara. —Te lo prometo —alzó su dedo meñique para entrelazarlo con el mío y sellar nuestra promesa.La miré con ternura y aproveché que estábamos a solas para preguntarle sobre lo que había conversado c
Ciara Desperté al sentir el aroma a café, con cuidado abrí los ojos siendo consciente que todo lo que viví era real y no un sueño. Una sonrisa se dibujó en mi rostro a pesar del dolor que sentía mi cuerpo, pero la carga era menos pesada cuando no tenía que preocuparme por darle de comer a mi hija. Elanna aún dormía, se veía como un ángel que creaba una bola de sentimientos en mi pecho. Solté un suspiro y con cuidado me levanté de la cama, caminé al baño y no pude evitar observar mi reflejo en el espejo. No había rastro de la mujer que un día fui, en mis ojos sólo podía ver el tormento que he vivido hasta ahora, el resentimiento por las personas que creí que permanecerían incondicionalmente a mi lado. Salí de la habitación temerosa de escuchar que el señor había cambiado de opinión y no nos quería más aquí, pero Maria me recibió con la misma amabilidad y efusividad de ayer por la tarde. —Querida, ¿cómo dormiste? ¿te has tomado el medicamento? —preguntó dejando de lado los huevos qu
Ciara Algo en mi corazón se movió cuando entré a la cocina y los encontré conversando, Elanna parecía muy cómoda con él mientras le decía lo que quería para comer. Mis ojos ardieron y no pude evitar pensar en que ella debió vivir y experimentar el amor de padre, sus atenciones y simplemente dejar que la alimentara tal y como lo estaba haciendo él. No sé qué vio él en nosotras para estar haciendo esto, lástima seguramente pero no todas las personas que lo sentían hacían estas cosas. Él sin duda era como nuestro ángel, quien nos sacó cuando estábamos a punto de ahogarnos. —No es necesario que lo hagas —me acerqué sin mirarlo a los ojos y tratando de sujetar el pequeño plato, pero él lo alejó de mi. —Yo quiero hacerlo y Elanna no parece tener problema con eso —musitó con voz suave —yo lo haré y tú comes tranquilamente. Mordí mi labio inferior y asentí, me serví un poco del pollo al horno que preparó la señora Maria sin dejar de admirar al hombre que teníamos frente a nosotros. Tenía
Aksel —Así que en lugar de estar desmintiendo a tu ex esposa estás jugando a la casita —Harry soltó una risa sarcástica, desde que se enteró que la había llevado a mi cada estaba molesto, no confiaba en ella y aseguraba sólo ser una cazafortunas, lo cual no tenía sentido para mi —eres una cosa pero bárbara, Aksel. No le presté atención y seguí concentrado leyendo los documentos que mi madre me había hecho llegar con el abogado, era una denuncia en contra de Isla por difamación. —No te metas en ese asunto, ¿está claro? —solté con molestia, detestaba que opinara en asuntos que sólo me correspondían a mi. —Me pregunto qué dirá la señora April cuando se entere que su hijo metió a una desconocida a su casa —se rió haciéndome enfadar más, estaba sobre pasando los límites y lo sabía —Se volverá loca. —En primer lugar, deja ya de meterte en esto, en segundo soy un adulto y nadie tiene por qué estarle dando razones a mi madre de lo que yo hago y en tercera vete a trabajar ahora —señalé la
Ciara Tenía tanto tiempo de no venir a un centro comercial que volver se sentía extraño y como si me gustara sufrir atraje los recuerdos de cuando tuve privilegios y solía pasarme por aquí casi todos los fines de semana, tal vez sólo a comer o pasar una tarde con mis amigas, terminaba llevándome una prenda o un par de zapatos. Mi familia no era de clase alta pero vivíamos bien y no nos faltaba nada. Sostuve con fuerza la mano de mi pequeña que por primera vez visitaba uno de estos lugares y miraba todo maravillada. La señora Maria nos guió a una gran tienda infantil, Elanna no pudo contener su entusiasmos y asentía con cada prenda que le mostraban, en principal con los vestidos alegando que se vería como una princesa como de los cuentos que le contaban. No me opuse a nada y sólo dejé que complacieran a mi hija como yo no podía hacerlo. Tal vez eso me convertía en una descarada, por sólo sentarme en su mesa sin aportar nada y sólo dejar que me llenaran de regalos. El hombre tenía q
Ciara Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sentí su mano apartar delicadamente la lágrima, no supe ni en que momento lo tuve de cuclillas frente a mi mirándome con preocupación y cierta culpabilidad. No sabía por qué se preocupaba por mi, sólo era una desconocida a la que tuvo desafortunado de conocerme, una miserable que cargaba con más dolor del que podía. —Siento si fui imprudente, no quise hacerte pasar por un mal momento. —No, está bien —agité mis pestañas para correr las lágrimas que amenazaban con salir —Tenía diecinueve años cuando conocí a alguien, era un chico bastante apuesto y parecía bastante interesado en mi, en ese entonces estaba en mi tercer año en la carrera de negocios internacionales, tenía excelentes notas y tenía la gran ilusión de convertirme en alguien importante, conseguir un puesto en una de las grandes empresas en esta ciudad y tal vez, con algo de suerte, ser transferida a una sede en otro país. Tenía tantas ganas de comerme el mundo al terminar mi ca