Aksel
AkselMe recargué sobre la pared frente al sofá donde descansaba la pequeña niña con la que había pasado toda la mañana después del accidente, pasé mi mano sobre mi rostro frustrado por la situación en la que me encontraba. No sólo había sido que casi mato a una mujer con mi auto, sino la situación a la que me enfrentaba con los medios debido al resentimiento de mi ex esposa.Su resentimiento era justificado, podría aceptar que barriera con mis valores morales pero no que se metiera con algo tan serio como lo eran mis negocios, levantando falsos sin ninguna prueba en mano. Podría demandarla por difamación pero ni siquiera eso la detendría.Miré el móvil apretándolo con fuerza mientras volvía a leer el artículo donde me acusaba por lavado de dinero y conspiración contra el gobierno. Solté una risita carente de humor, faltaba poco para que saliera humo por mis orejas, de tenerla cerca no sé de qué sería capaz.Aquello no era cierto, jamás acepté los negocios sucios por mucho que me los ofrecieran y ella era testigo de eso. Pero el haberse llevado gran parte de mis posesiones en el acuerdo de divorcio parecía no serle suficiente. Quería barrer con todo lo que tenía y verme en la nada, pero eso no pasaría, jamás me verían derrotado porque no conocía lo que era estar en el suelo. Siempre he estado en la cima y jamás bajaré de ella.Me llamó la atención el movimiento en la camilla, después de varias horas al fin había despertado. Por unos segundos me quedé en mi sitio viéndola removerse y agitar sus largas pestañas, abriendo sus ojos y mostrando una versión más grande que los de Elanna.Decidí acercarme cuando empezó a ver inquieta todo el lugar, seguramente buscando a su hija, vi la desesperación y el pánico recorrerla, poniéndola más pálida de lo que ya estaba.—Tranquila —sus orbes azules se posaron en mi —lo que buscas está en el sofá.De inmediato dirigió su mirada hasta el sitio, se reincorporó y trató de quitarse la intravenosa por lo que fui rápidamente a impedirlo.—¿Quién eres tú? —preguntó asustada.—Soy Aksel, el hombre que iba conduciendo el vehículo que te dejó en este estado —hizo un gesto de dolor y reparó en la muñeca enyesada —Lamento mucho lo ocurrido y voy a recompensártelo.—Gran parte es mi culpa, no es necesario una recompensa—Reitero, ha sido mi culpa y dado que estarás imposibilitada por las siguientes semanas...—¿Qué? —me interrumpió y abrió desmesuradamente sus ojos —Eso no es posible, yo necesito trabajar.—Lo sé, y me haré cargo de tu recuperación. No debes preocuparte por eso —le dije queriendo que se tranquilizara, porque en ese preciso momento parecería querer levantarse de la cama y salir corriendo.—¿Por qué haría eso? —frunció el ceño mirándome con desconfianza.—Porque lo necesitas y ha sido mi culpa que ahora mismo estés imposibilitada para trabajar.—Yo, no...—Por favor no me rechaces —miré por unos breves segundos a su hija quien permanecía dormida —Elanna me ha contado su situación y...—¿Qué te ha contado exactamente? —preguntó mostrándose a la defensiva—Sobre su situación —no quise ser descriptivo porque quizás le avergonzaba compartir con un completo desconocido lo que estaba pasando.—Mi situación... —repitió en voz baja y bajó la mirada, hizo el mismo gesto con las manos que anteriormente lo vi en Elanna. Lo que me hizo suprimir una sonrisa. —Pese a eso, señor Aksel, no puedo aceptar lo que me ofrece.—La entiendo, soy un completo desconocido para usted pero de alguna manera me siento responsable por su estado, acéptelo y piense en su hija —ella se quedó en silencio, con la mirada baja, la curiosidad por saber que la llevó a este estado me embargó.—Ella estaba muy preocupada por ti, en su lamento mencionó que quería estar en casa contigo, no le niegues esto y acepta mi ayuda —añadí viéndola encogerse más. Se quedó por algunos minutos en silencio, jugando con sus dedos e incapaz de levantar la mirada y sostener la mía.—No quisiera ser una molestia, señor. Pero prometo que en cuanto me recupere le pagaré todo —dijo después guiando sus bonitos orbes a la niña.—No pienses en eso y sólo preocúpate por mejorar. El doctor encontró deficiencia de hierro en tu sangre, lo cual te debilita demasiado.—Gracias, es usted una buena persona.«Buena persona» ciertamente no lo era, solía ser alguien que no gastaba ni un minuto de su vida para voltear a ver a la gente de mi alrededor, concentrado sólo en mí mismo. Pero después de haber visto cómo está indefensa mujer prefirió dar su vida por su hija, se ganó mi completa admiración y la consideré merecedora de mi tiempo. Algo en mi interior se despertó al intercambiar palabras con la pequeña Elanna y al ver el estado de su madre sólo me provocó querer protegerlas.—No lo soy —fui sincero —pero quiero ayudarte.Me alejé de ella y regresé con Elanna, sentí su mirada sobre mi y me hizo sonreí de medio lado, parecía tímida e incapaz de mirarme cuando me tenía de frente.Me acuclillé de frente a la niña y la moví con suavidad, está abrió despacio sus ojos y observó a su alrededor analizando todo.—¿Y mamá? —con el ceño fruncido volteó a ver a la camilla y una sonrisa se formó en su rostro al encontrarla consciente. Se deslizó del sofá y corrió hasta donde ella, alzando sus brazos —¡Mami!—Mi cielo —sonrió ella derramando lágrimas de sus bonitos ojos. Decidí intervenir y me volví a acercar para ayudar a Elanna a subir.—Las dejaré a solas, volveré en un momento.Ella asintió y se concentró en su hija, me di la vuelta y salí de la habitación sintiendo esa rara sensación. Busqué al doctor para saber a qué hora le darían de alta, también aproveché para pagar todos los gastos y hacer el proceso para su salida.Busqué entre mis contactos a la ama de llaves para que me ayudara a habilitar una habitación en el apartamento de la ciudad, encargándole ropa de mujer y de niña.—Prepara algo suave para la cena, alguna sopa que contenga verduras —le indiqué sorprendiendo a mí mismo por lo que estaba haciendo. Esto era totalmente nuevo para mi, pensar en alguien que no fuera yo mismo.«Definitivamente estoy cambiando»Después del divorcio con Isla decidí cambiar mi manera de ser, comprendiendo que estaba haciendo las cosas mal y que ya no tenía la excusa de que era joven para ampararme de mis estupideces e inmadureces. Tenía treinta y cinco años, estaba al frente de la empresa de mi padre, tenía que ver y actuar de manera distinta. Y aunque mi trabajo era impecable, mi vida personal era un desastre.Volví adentro encontrándome con una imagen demasiado tierna, la pequeña Elanna abrazada a su madre y recibiendo caricias en el cabello de esta, utilizando la mano sana.—El doctor dice que está tarde te darán de alta, vendrán a darte una última revisión y luego vendrán conmigo.La pequeña cabeza de Elanna se levantó del pecho de su madre y volteó a verme con sorpresa.—¿Nos iremos con Asel, mamá?—Si, ¿tú qué opinas? —la miró—Me agrada, me cuidó cuando tú estabas dormida y me dio de comer —la mujer me volteó a mirar con agradecimiento y sólo asentí en respuesta.—¿Y le agradeciste?—Si, mami.Me quedé un momento viéndolas interactuar, hasta que recibí una llamada y me alejé a contestar. Era mi madre.—¿Donde estás, Aksel? Tu padre te ha estado marca si todo el día, fue a buscarte a la empresa y a tu casa, y no te encontró en ningún sitio —fue lo primero que me dijo tras que atendí la llamada.—Estoy ocupado, en cuanto tenga tiempo iré con él.—¿Qué es todo esto, Aksel? La prensa no nos ha dejado en paz, Amy fue de compras con sus amigas y la molestaron en la salida con incómoda preguntas acerca de ti. ¿Hasta cuando parará?—Nada de lo que dicen es cierto, es otra manera que encontró Isla de molestarme. Solucionaré todo cuanto antes—Pueden comenzar una investigación en la empresa, Aksel. Eso nos afectaría demasiado y muchas de las acciones se vendrían abajo, tu padre no para de repetir que tomará cartas en el asunto sobre Isla. Esto no puede continuar así —Se escuchaba bastante molesta y no era para menos, mi ex esposa no sólo lograba afectarme a mi sino a toda mi familia.—Cuando demuestre que todo lo que ha dicho es falso será cuestionado su juicio, ella sola se ha hecho su propio daño —no tenía intenciones de irme por lo legal. Podría acabar con su carrera de quererlo, pero le debía mucho a esa mujer.—No me conformo con eso, Aksel. No entiendo como la defiendes, dejó de ser una víctima cuando comenzó a atacarte.—No pienses en eso, me haré cargo para que pare con todo esto —dije mientras pensaba en la manera de para a Isla, cada vez iba más y más lejos. Su familia también era de poder y no me sorprendería que implantara pruebas en mis negocios para verme caer y no lo iba a permitir.Si, lo que le hice fue bastante malo, pero ya le había pedido perdón, le di el treinta por ciento de todos mis bienes. Ya había pagado el precio de la traición.Ciara Mi vida no podía ir peor, desde hace tres años no conocía lo que era estar en paz y siendo completamente feliz, cada que veía a Elanna sólo quería llorar y no porque no la quisiera, sino por estarle dando una vida tan miserable cuando se merecía el mundo entero. «Mi gran amor» eso era ella, porque cada que pensaba en esa palabra el único rostro que venía a mi cabeza era el suyo. Con ella estaba aprendiendo tantas cosas que en mi inmadurez ignoraba. —¿Te duele, mami? —preguntó señalándome la mano enyesada. —Sólo un poco —le sonreí acariciando su rostro —Perdóname, mami, fue mi culpa —bajó la mirada culpable por lo que hizo. —No fue tu culpa, cariño, pero no debes soltarte nunca más de mi mano. Prométeme que esto no volverá a ocurrir —con suavidad elevé su mentón para que me mirara. —Te lo prometo —alzó su dedo meñique para entrelazarlo con el mío y sellar nuestra promesa.La miré con ternura y aproveché que estábamos a solas para preguntarle sobre lo que había conversado c
Ciara Desperté al sentir el aroma a café, con cuidado abrí los ojos siendo consciente que todo lo que viví era real y no un sueño. Una sonrisa se dibujó en mi rostro a pesar del dolor que sentía mi cuerpo, pero la carga era menos pesada cuando no tenía que preocuparme por darle de comer a mi hija. Elanna aún dormía, se veía como un ángel que creaba una bola de sentimientos en mi pecho. Solté un suspiro y con cuidado me levanté de la cama, caminé al baño y no pude evitar observar mi reflejo en el espejo. No había rastro de la mujer que un día fui, en mis ojos sólo podía ver el tormento que he vivido hasta ahora, el resentimiento por las personas que creí que permanecerían incondicionalmente a mi lado. Salí de la habitación temerosa de escuchar que el señor había cambiado de opinión y no nos quería más aquí, pero Maria me recibió con la misma amabilidad y efusividad de ayer por la tarde. —Querida, ¿cómo dormiste? ¿te has tomado el medicamento? —preguntó dejando de lado los huevos qu
Ciara Algo en mi corazón se movió cuando entré a la cocina y los encontré conversando, Elanna parecía muy cómoda con él mientras le decía lo que quería para comer. Mis ojos ardieron y no pude evitar pensar en que ella debió vivir y experimentar el amor de padre, sus atenciones y simplemente dejar que la alimentara tal y como lo estaba haciendo él. No sé qué vio él en nosotras para estar haciendo esto, lástima seguramente pero no todas las personas que lo sentían hacían estas cosas. Él sin duda era como nuestro ángel, quien nos sacó cuando estábamos a punto de ahogarnos. —No es necesario que lo hagas —me acerqué sin mirarlo a los ojos y tratando de sujetar el pequeño plato, pero él lo alejó de mi. —Yo quiero hacerlo y Elanna no parece tener problema con eso —musitó con voz suave —yo lo haré y tú comes tranquilamente. Mordí mi labio inferior y asentí, me serví un poco del pollo al horno que preparó la señora Maria sin dejar de admirar al hombre que teníamos frente a nosotros. Tenía
Aksel —Así que en lugar de estar desmintiendo a tu ex esposa estás jugando a la casita —Harry soltó una risa sarcástica, desde que se enteró que la había llevado a mi cada estaba molesto, no confiaba en ella y aseguraba sólo ser una cazafortunas, lo cual no tenía sentido para mi —eres una cosa pero bárbara, Aksel. No le presté atención y seguí concentrado leyendo los documentos que mi madre me había hecho llegar con el abogado, era una denuncia en contra de Isla por difamación. —No te metas en ese asunto, ¿está claro? —solté con molestia, detestaba que opinara en asuntos que sólo me correspondían a mi. —Me pregunto qué dirá la señora April cuando se entere que su hijo metió a una desconocida a su casa —se rió haciéndome enfadar más, estaba sobre pasando los límites y lo sabía —Se volverá loca. —En primer lugar, deja ya de meterte en esto, en segundo soy un adulto y nadie tiene por qué estarle dando razones a mi madre de lo que yo hago y en tercera vete a trabajar ahora —señalé la
Ciara Tenía tanto tiempo de no venir a un centro comercial que volver se sentía extraño y como si me gustara sufrir atraje los recuerdos de cuando tuve privilegios y solía pasarme por aquí casi todos los fines de semana, tal vez sólo a comer o pasar una tarde con mis amigas, terminaba llevándome una prenda o un par de zapatos. Mi familia no era de clase alta pero vivíamos bien y no nos faltaba nada. Sostuve con fuerza la mano de mi pequeña que por primera vez visitaba uno de estos lugares y miraba todo maravillada. La señora Maria nos guió a una gran tienda infantil, Elanna no pudo contener su entusiasmos y asentía con cada prenda que le mostraban, en principal con los vestidos alegando que se vería como una princesa como de los cuentos que le contaban. No me opuse a nada y sólo dejé que complacieran a mi hija como yo no podía hacerlo. Tal vez eso me convertía en una descarada, por sólo sentarme en su mesa sin aportar nada y sólo dejar que me llenaran de regalos. El hombre tenía q
Ciara Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sentí su mano apartar delicadamente la lágrima, no supe ni en que momento lo tuve de cuclillas frente a mi mirándome con preocupación y cierta culpabilidad. No sabía por qué se preocupaba por mi, sólo era una desconocida a la que tuvo desafortunado de conocerme, una miserable que cargaba con más dolor del que podía. —Siento si fui imprudente, no quise hacerte pasar por un mal momento. —No, está bien —agité mis pestañas para correr las lágrimas que amenazaban con salir —Tenía diecinueve años cuando conocí a alguien, era un chico bastante apuesto y parecía bastante interesado en mi, en ese entonces estaba en mi tercer año en la carrera de negocios internacionales, tenía excelentes notas y tenía la gran ilusión de convertirme en alguien importante, conseguir un puesto en una de las grandes empresas en esta ciudad y tal vez, con algo de suerte, ser transferida a una sede en otro país. Tenía tantas ganas de comerme el mundo al terminar mi ca
Ciara Terminé de cepillar el cabello de Elanna y tomé una de las horquillas para sujetar los rizos brillantes que había heredado de su progenitor. —¿Puedo ir a jugar ya? —preguntó inquieta por volver a la pequeña área de juegos que había sentado en una esquina de la habitación. —Espera un momento —le dije terminando con los últimos detalles del peinado, la solté y no perdió tiempo en salir corriendo hacia donde la esperaban los juguetes. —¡Ah, se ve tan linda! —exclamó la señora Maria desde el umbral de la habitación, sosteniendo una bandeja que contenía fruta picada, un vaso de jugo y algunas galletas. —¿Eso es para mi? —preguntó con gran entusiasmo ella y Maria asintió entrando a la habitación y colocando todo sobre una mesita. —Si, y espero que te la comas toda —Elanna asintió tomando un pedazo de manzana —para que seas una niña grande e inteligente. —¡Si! Me senté en la orilla de la cama al pendiente de cada uno de sus movimientos, viéndola como cada día que pasaba tenía
AkselVi la delgada silueta de Ciara desaparecerse en el interior de la casa, mi admiración hacia ella no desaparecía, una joven tan hermosa y delicada, esa era la impresión que tenía de lo qué tal vez fue hace un tiempo. Ahora, seguía siendo hermosa, pero su delicadeza se convirtió en alguien fuerte y valiente. La impotencia que sentí cuando me contó cómo sus padres le dieron la espalda, como no les bastó con correos de su casa sino que la dejaron irse sin nada. O cuando el hijo de puta que la embarazó le dio la espalda, quitándose responsabilidades que les pertenecían a los dos. Sería un hipócrita si lo juzgara por haberle sufí infiel, porque yo mismo le había hecho lo mismo a mi esposa, pero de eso a dejarla a la deriva embarazada. Jamás lo haría.Quise acogerla en mis brazos al verla tan frágil, al verla tan rota que quisiera tomar cada pedazo de ella y reconstruirla, ser ese lugar seguro en donde nunca sentirá miedo de volver a sufrir lo qué pasó. Porque aunque sólo tenía días