CiaraDespués del paseo a la villa regresamos a su pent house, él se tomó su espacio y se encerró en su despacho mientras con Elanna cenábamos. Estaba cansada y mi cuerpo gritaba por llegar a la cama, mi hija estaba igual y no tardamos en subir a la habitación, le conté otra parte del cuento que él le había comprado y se durmió profundamente. Acaricié su cabello hasta que caí rendida ante la inconsciencia y por primera vez en mucho tiempo, las pesadillas no me asecharon tanto y pude dormir tranquila. Por la mañana cuando desperté y bajé al comedor él ya se había marchado, la señora Maria me sirvió el desayuno mientras me preguntaba cómo nos había ido ayer. —Es un lugar precioso, pude mostrarle algunas plantas a Elanna y quedó encantada —sonreí recordándola enloquecida viendo las flores y apreciándolas, a escondidas había cortado y a para dármela. —Si, el señor Aksel siempre va a ahí cuando está estresado. —Dijo que tenía un problema, supongo que eso es lo que lo mantiene tan ocupa
Ciara Me sentí diminuta ante los ojos curiosos de ambas mujeres, una era mayor y otra rondaba mi edad, vestían elegantemente y sus apariencias gritaban que no eran ordinarias. —Si —respondí tratando de escucharme firme y no con miedo. Ambas sonrieron y miraron sobre mi hombro, como si buscaran a alguien, suponía que a Aksel. El parecido que compartía con ellas me llevó a deducir que se trataba de su familia por lo que me aparté de la puerta para que pudieran pasar. —Soy April Lambsdorff, la madre de Aksel —se presentó la mujer mayor, que a pesar de su edad no dejaba de impactar con su belleza. —Y yo soy Amy, la hermana —me sonrió grandemente la joven. —Aksel nos habló de ti hace unos días, mencionó que estarías aquí y decidimos hacerte una visita para conocerte —volvió a hablar la señora —es un placer conocerte, Ciara. No sabía que decir ni qué palabras usar, me impresionaba que Aksel les hubiese hablado de mi existencia y no mantenido oculta, ya que según Maria solía ser muy r
CiaraLos días fueron pasando y cada vez iba adaptándome más a este lugar, solía pasar todas las tardes en el balcón mientras Elanna dormía, aún no exploraba todo y prefería que siguiera siendo así. La ausencia de Aksel era cada vez notoria, me sentía extraña dormir cada noche sabiendo que él no se encontraba, me sentía como una intrusa en este lugar y eso quizás nunca cambiaría. Era viernes y hasta entonces no había vuelto a hablar, Maria se encontraba en la cocina haciendo la tarta con Elanna de compañía, ella dijo que no estaba claro si él vendría hoy o no, siempre cambiaba las fechas de retorno. Me senté en la barra viendo a Elanna escuchar con atención lo que Maria le decía, para ella todo era diversión y le encantaba estar tras Maria. —Elanna —la reprendí cuando jugó con la harina llenándose un poco el pelo. —Lo siento, mami —se encogió ante la mirada severa que le dediqué. Para mi alivio la señora April no había vuelto a visitarme, quizá se dio cuenta de lo incómoda que es
Ciara Me alejé de la habitación sin poder ser capaz de seguir contemplando aquella escena, la culpa carcomiendo mi ser, mi hija no merecía tenerme como madre y ni que el maldito de Benjamin fuera su padre. No, ella merecía lo mejor, una madre que fuera capaz de darle lo que en verdad necesitaba, no sólo amor, un padre que estuviera para ella, que la llevara a dormir y le leyera cuentos todas las noches. Deslicé la puerta de cristal y me acerqué a la baranda, poniendo mis brazos en el filo de este y perderme en las luces de la ciudad, imprecándome de ella y aún sin poder creer en el lugar donde me encontraba. «¿Cómo es que una mesera de bar terminó viviendo en aquel Pent House,» me pregunté a mi misma, «¿cómo es que fui capaz de aceptar la ayuda de un desconocido?» Fue por ella, por Elanna me arriesgué y me seguiré arriesgando para merecerla, para cuidarla y mantenerla a salvo. —Aquí estás —murmuró a mi espalda, no respondí, no quería que escuchara mi voz rota y tampoco me giré a ve
Ciara Algo nuevo acentuaba en mis ojos aquella mañana, ya no lucían tan opacas y con poca vida, tal vez se debía al pequeño desliz de la noche anterior o tal vez porque al fin había logrado dormir sin tener ninguna pesadilla. Cualquiera que fuera aquel motivo hizo que sonriera ante mi apariencia frente al espejo, logró que esa mañana me levantara con más ánimo y amara un poco más la vida. La ducha sólo acrecentó mi buen humor, Elanna aún dormía por lo que me dio tiempo de elegir más despacio la ropa que utilizaría ese día, entre todas las cosas que Maria había elegido para mi estaba una pequeña falda que me llegaba a mitad de las piernas, escogí para ella una blusa blanca, casi vi a la misma chica de hace tres años, aquella que cada mañana se despertaba motivada por verse bien, aquella a la que solían admirar muchos chicos y se cegó sólo por uno. Sujeté mi largo cabello en una coleta alta, viéndome más joven y aparentando la edad que tenía. Apliqué algo de maquillaje, suave que cas
Ciara Pasamos todo la mañana caminando por el parque hasta que nuestros pies se cansaron de caminar, nos sentamos sobre una banca. No podía forzar a Elanna a caminar tanto. De mi cabeza a no salía lo que le había dicho, me causaba cierta gracia en todo aquello. —¿Quieres volver? —Si, estoy cansada, mami. —Volvamos entonces, pero tendrás que caminar más porque no puedo alzarte, ¿está bien? Ella asintió con la cabeza y se deslizó del banco, emprendimos el camino de regreso a casa sintiendo mi espíritu más liviano. Era bueno tener un lugar a donde regresar, un lugar acogedor y donde teníamos que comer. No me alcanzaría la vida para agradecerle a Aksel lo que estaba haciendo por nosotras. Miré el enorme edificio ante mis ojos, cuando estaba en casa de mi madre soñaba vivir en esta zona, viviendo del éxito de mi trabajo. Soñaba en grade, muy en grande. Entramos al lugar sin ningún problema, recordaba que Aksel se encargó de que tuviéramos libre acceso cuando llegamos. Al estar frent
Ciara Fue inevitable no mirarlo con decepción, tenía una percepción diferente de él y la pequeña ilusión en mí se apagó al escuchar lo que sucedió con su antiguo matrimonio. Aunque suponía que él sentiría lo mismo al saber mi historia, todo el gusto por mí se reemplazaría por asco. —Lo sé, créeme que lo sé, Ciara —me miró con los ojos suplicantes, buscando que lo comprendiera pero no podía hacerlo —desde entonces me siento tan culpable, odiándome a mi mismo y sintiéndome merecedor de cada difamación. No he hecho nada para detenerla, incluso ahora que ha comenzado a meterse con la empresa, acusándome de lavado de activos —negó con su cabeza y yo alcé mis cejas —en la última entrevista soltó una sarta de mentiras que tiene molesta a toda mi familia que insiste en demandarla, casi perdemos a importantes inversionistas pero logramos estabilizar todo. Ese día que te atravesaste en mi camino me estaban esperando en una reunión para decidir el futuro de la empresa y no llegué. —¿Qué? —me
Ciara Al terminar de cenar Aksel cogió a Elanna y se la llevó a la sala de estar, le puso una película y yo aproveché para colocar los utensilios en el lava platos. Cuando dejé todo limpio me uní a ellos contagiándome de la alegría de mi hija, se veía recuperada y hasta parecía otra niña vistiendo sus bonitos vestidos. No tardó mucho para que le diera sueño y llevarla a la cama, esta vez me senté al otro extremo de la cama oyendo a Aksel leer el cuento, Elsnna le hacía pequeñas preguntas interrumpiéndolo cuando no entendía algunas cosas. A él no parecía molestarle resolver sus dudas, tal vez Aksel no lo supiera pero con sólo tratar a mi hija de ese modo él ya se había ganado mi corazón. Cuando se durmió me levanté con cuidado y lo esperé en la puerta, sostuve su brazo cuando pasó a mi lado y él me miró interrogante. —¿Podemos hablar? —pregunté en voz baja. —Pensé que lo habías dejado claro esta tarde en la cocina —mencionó reparando mi mano que aún no lo soltaba. —Quiero dejarlo