Ciara Me alejé de la habitación sin poder ser capaz de seguir contemplando aquella escena, la culpa carcomiendo mi ser, mi hija no merecía tenerme como madre y ni que el maldito de Benjamin fuera su padre. No, ella merecía lo mejor, una madre que fuera capaz de darle lo que en verdad necesitaba, no sólo amor, un padre que estuviera para ella, que la llevara a dormir y le leyera cuentos todas las noches. Deslicé la puerta de cristal y me acerqué a la baranda, poniendo mis brazos en el filo de este y perderme en las luces de la ciudad, imprecándome de ella y aún sin poder creer en el lugar donde me encontraba. «¿Cómo es que una mesera de bar terminó viviendo en aquel Pent House,» me pregunté a mi misma, «¿cómo es que fui capaz de aceptar la ayuda de un desconocido?» Fue por ella, por Elanna me arriesgué y me seguiré arriesgando para merecerla, para cuidarla y mantenerla a salvo. —Aquí estás —murmuró a mi espalda, no respondí, no quería que escuchara mi voz rota y tampoco me giré a ve
Ciara Algo nuevo acentuaba en mis ojos aquella mañana, ya no lucían tan opacas y con poca vida, tal vez se debía al pequeño desliz de la noche anterior o tal vez porque al fin había logrado dormir sin tener ninguna pesadilla. Cualquiera que fuera aquel motivo hizo que sonriera ante mi apariencia frente al espejo, logró que esa mañana me levantara con más ánimo y amara un poco más la vida. La ducha sólo acrecentó mi buen humor, Elanna aún dormía por lo que me dio tiempo de elegir más despacio la ropa que utilizaría ese día, entre todas las cosas que Maria había elegido para mi estaba una pequeña falda que me llegaba a mitad de las piernas, escogí para ella una blusa blanca, casi vi a la misma chica de hace tres años, aquella que cada mañana se despertaba motivada por verse bien, aquella a la que solían admirar muchos chicos y se cegó sólo por uno. Sujeté mi largo cabello en una coleta alta, viéndome más joven y aparentando la edad que tenía. Apliqué algo de maquillaje, suave que cas
Ciara Pasamos todo la mañana caminando por el parque hasta que nuestros pies se cansaron de caminar, nos sentamos sobre una banca. No podía forzar a Elanna a caminar tanto. De mi cabeza a no salía lo que le había dicho, me causaba cierta gracia en todo aquello. —¿Quieres volver? —Si, estoy cansada, mami. —Volvamos entonces, pero tendrás que caminar más porque no puedo alzarte, ¿está bien? Ella asintió con la cabeza y se deslizó del banco, emprendimos el camino de regreso a casa sintiendo mi espíritu más liviano. Era bueno tener un lugar a donde regresar, un lugar acogedor y donde teníamos que comer. No me alcanzaría la vida para agradecerle a Aksel lo que estaba haciendo por nosotras. Miré el enorme edificio ante mis ojos, cuando estaba en casa de mi madre soñaba vivir en esta zona, viviendo del éxito de mi trabajo. Soñaba en grade, muy en grande. Entramos al lugar sin ningún problema, recordaba que Aksel se encargó de que tuviéramos libre acceso cuando llegamos. Al estar frent
Ciara Fue inevitable no mirarlo con decepción, tenía una percepción diferente de él y la pequeña ilusión en mí se apagó al escuchar lo que sucedió con su antiguo matrimonio. Aunque suponía que él sentiría lo mismo al saber mi historia, todo el gusto por mí se reemplazaría por asco. —Lo sé, créeme que lo sé, Ciara —me miró con los ojos suplicantes, buscando que lo comprendiera pero no podía hacerlo —desde entonces me siento tan culpable, odiándome a mi mismo y sintiéndome merecedor de cada difamación. No he hecho nada para detenerla, incluso ahora que ha comenzado a meterse con la empresa, acusándome de lavado de activos —negó con su cabeza y yo alcé mis cejas —en la última entrevista soltó una sarta de mentiras que tiene molesta a toda mi familia que insiste en demandarla, casi perdemos a importantes inversionistas pero logramos estabilizar todo. Ese día que te atravesaste en mi camino me estaban esperando en una reunión para decidir el futuro de la empresa y no llegué. —¿Qué? —me
Ciara Al terminar de cenar Aksel cogió a Elanna y se la llevó a la sala de estar, le puso una película y yo aproveché para colocar los utensilios en el lava platos. Cuando dejé todo limpio me uní a ellos contagiándome de la alegría de mi hija, se veía recuperada y hasta parecía otra niña vistiendo sus bonitos vestidos. No tardó mucho para que le diera sueño y llevarla a la cama, esta vez me senté al otro extremo de la cama oyendo a Aksel leer el cuento, Elsnna le hacía pequeñas preguntas interrumpiéndolo cuando no entendía algunas cosas. A él no parecía molestarle resolver sus dudas, tal vez Aksel no lo supiera pero con sólo tratar a mi hija de ese modo él ya se había ganado mi corazón. Cuando se durmió me levanté con cuidado y lo esperé en la puerta, sostuve su brazo cuando pasó a mi lado y él me miró interrogante. —¿Podemos hablar? —pregunté en voz baja. —Pensé que lo habías dejado claro esta tarde en la cocina —mencionó reparando mi mano que aún no lo soltaba. —Quiero dejarlo
Ciara Había olvidado lo bonito que se sentía el tacto de un hombre que te hiciera sentir reconfortada, pero por muchos motivos en Aksel se sentía diferente, la conexión más fuerte y que no podría comparar con nadie. Él había entrado a mi vida para marcar un antes y un después, estaba segura de ello. Sus labios siguieron reclamando los míos, dejándome sin aliento, deseosa de seguir teniéndolos más tiempo. Sus manos se deslizaban por mi espalda, siendo respetuoso y considerado. Demostrándome que sus intenciones eran sanas, o eso fue lo que entendí. Luego de un momento se separó de mi boca y pegó nuestras frentes, sus brazos no me soltaron y yo sólo permanecí con los ojos cerrados, disfrutando de la calidez del momento. —Ven —me dijo apartándose de mí y tomando mi mano sana, me llevó con él hasta afuera y sentó en un sofá conmigo a su lado, rodeó mis hombros con su musculoso brazo y me atrajo a su regazo. Coloqué mi mano sobre mi pecho y alcé los ojos al cielo estrellado, admirando l
Ciara Así era como me sentía con Aksel, una pobre chica que no estaba a su altura. Era realista y sabía lo clasista que era la gente de élite, no les gustaba que sus hijos se relacionaran con gente que no tuviera su misma condición social. —Pero... —él volvió a interrumpirme. —Mi madre no dirá nada, soy un hombre que puede tomar sus propias decisiones. Después de lo de Isla jamás volvería a cometer el error de escucharlos y ellos tampoco volverán a meterse, madre juró no hacerlo. Alcé mis cejas comprendiendo que aquello no sólo marcó su vida sino también la de sus padres, seguramente se sintieron culpables por haber insistido tanto con aquello que lo único que lograron fue el sufrimiento de ambos. —Tu madre ya la conozco pero logra infundirme algo de nerviosismo, ella es tan imponente que es difícil mantener los ojos con los de ella —el río levemente. —Así es, madre, no lo sientas personal. Cuando estaba pequeño le temblaba, un día rompí su jarrón favorito y tuve que esconderme
Ciara Aksel volvió antes del mediodía como lo había dicho, ya me encontraba mejor para ese momento, había salido de la cama y regresado a mi habitación para vestirme y peinarme. Esos episodios solían ser así, durante una hora sintiendo la cosa más asquerosa del mundo pero luego era que si volviera a ser yo misma. Con un mejor semblante y diciéndome a mi misma que si valía y que no era tan insignificante por mucho que lo pareciera. Bajé a desayunar y después de comentarle algo al respecto a María me di mi tiempo para jugar con mi hija, quien se veía preocupada por mi. —Estoy bien, cariño —le había dicho regalándole una sonrisa. Cuando él llegó yo estaba en el balcón con la mirada perdida en un punto de la ciudad, preguntándome qué más había en el mundo que esto. Siempre había soñado con viajar a los lugares más hermosos, me había fascinado por los paisajes de Suiza y me prometí que iría a visitar ese lugar. —¿Cómo estás? —preguntó pasando una mano por detrás de mi espalda. —Mejor