Ciara Aksel volvió antes del mediodía como lo había dicho, ya me encontraba mejor para ese momento, había salido de la cama y regresado a mi habitación para vestirme y peinarme. Esos episodios solían ser así, durante una hora sintiendo la cosa más asquerosa del mundo pero luego era que si volviera a ser yo misma. Con un mejor semblante y diciéndome a mi misma que si valía y que no era tan insignificante por mucho que lo pareciera. Bajé a desayunar y después de comentarle algo al respecto a María me di mi tiempo para jugar con mi hija, quien se veía preocupada por mi. —Estoy bien, cariño —le había dicho regalándole una sonrisa. Cuando él llegó yo estaba en el balcón con la mirada perdida en un punto de la ciudad, preguntándome qué más había en el mundo que esto. Siempre había soñado con viajar a los lugares más hermosos, me había fascinado por los paisajes de Suiza y me prometí que iría a visitar ese lugar. —¿Cómo estás? —preguntó pasando una mano por detrás de mi espalda. —Mejor
Ciara El jardín de los Lambsdorff se volvió una maravilla cuando este se iluminó, el ambiente era bastante ligero, no hicieron preguntas incómodas sino solo a preguntar cómo había sido nuestro día. Cuando sirvieron las comida Amy trajo a Elanna a la mesa, cuando llamé a mi hija para sentarla en mi regazo Aksel se me adelantó y la sentó en el suyo. —Lo haré yo —lo dijo solo para mi, asentí con agradecimiento, era muy difícil poder hacerlo con una sola mano. Internamente agradecí que la comida no fuera algo difícil de comer. Noté la sorpresa de su familia al verlo tan tranquilo darle de comer a mi pequeña, sin saber que hacerlo se había convertido casi en una rutina por las noches. —Estás muy cambiado, Aksel —su hermana no pudo evitar el comentario —no pareces el mismo de hace unas semanas. Aksel no le respondió y en su lugar sólo le dedicó una larga mirada para después continuar con lo que hacía. —Elanna parece tenerle mucha confianza —comentó esta vez su madre.—Desde el primer
Ciara Miré con un poco de pánico la sala, en una esquina me habían indicado que podría dejar a Elanna, junto a ella varios juguetes que la entretuvieron de inmediato. Solté un pesado suspiro y volví la mirada a la mujer sentada frente a mi que parecía analizar cada gesto o movimiento que hiciera. El señor Flavio me había traído hasta el psicólogo por órdenes de Aksel, quien le dio instrucciones antes de marcharse a la oficina. Mis manos sudaban, no sabía que hacer o qué decir, era extraño estar ante una persona desconocida y soltar todo lo que me aterraba, me sentía tan expuesta ante su mirada, como si se diera cuenta de cada pensamiento que tenía sólo con respirar.—¿Qué te trae por aquí, Ciara? —preguntó con su mirada cándida, me removió inquieta y desvíe la mirada hacia otro lugar, mis manos no dejaban de sudar y repetidas veces las pasé por sobre la tela del pantalón para secarlas. Aquel movimiento no pasó desapercibido para ella. Mi voz fue tan silenciosa que me sorprendió qu
Aksel Me dejé caer sobre la cama mientras pasaba la mano por mi rostro, cada día se volvía más difícil verla consumirse en su propia miseria, cada que la oía vomitar por las mañanas era como una puñalada. Me sentía impotente por no poder ayudarla a sobrellevar todos esos traumas, me dolía verla intentar salir de su propio infierno y no poder. Se estaba ahogando y yo no podía hacer nada para salvarla.No estaba ayudándola demasiado, no estaba dándole lo suficiente para poder verla bien, para verla sonreír y simplemente ser feliz. Ciara se merecía el mundo entero, merecía más de lo que la vida le había dado. Era admirable lo que hizo por mantenerla a salvo, sentía una gran admiración como se había destruido para mantener a su hija con vida.Hice mis manos en un puño recordando como lloró entre mis brazos, como se estremecía con los recuerdos bombardeando su cabeza. Ella era tan frágil y lo único que me gritaba era que la cuidara, que la atesorara como la más valiosa de las joyas, que l
Ciara La suave luz de la mañana dio contra mi rostro, con pereza me removí y sentí chocar con algo duro en mi espalda. Fue entonces cuando fui consciente de donde y con quien me encontraba, una mano rodeaba mi cintura, su respiración chocaba contra mi cuello y su calor corporal que me transmitía comodidad. La noche anterior me sentí vulnerable, lloré en el baño y tomé aquella pastilla con la esperanza de que hicieran un real efecto, deseaba con todas mis fuerzas poder dormir y luego de acomodar a mi pequeña en la cama me decidí por salir y buscar ese sitio donde me sentía segura, con quien podía respirar algo de tranquilidad. Me regresé dos veces hasta que me decidí por tocar la puerta y como lo supuse él me recibió sin rechistar. En ese momento no quería abrir los ojos por miedo a que todo fuera una de mis fantasías, que de su boca no hubieran salido aquellas palabras que hicieron que mi corazón se detuviera por un segundo y que después volviera a latir con más fuerza, que me haya
Ciara Cuando bajé para unirme a ellos estos ya se encontraban desayunando unos deliciosos hit cakes, me senté al lado de él y tomé el plato que estaba servido para mi, me incliné para dejarle un beso en la mejilla bajo los atentos ojos de mi hija. —Gracias —murmuré apartándome y tomando el tenedor para coger un pedazo de aquellas delicias que amaba comer cada domingo.—Le estaba diciendo a Elanna que iremos a bañar a la piscina —comentó pareciendo relajado. —¿Quieres ir, cariño? —pregunté atenta a su respuesta, ella asintió entusiasta. —Si. —Entonces allá iremos —dije provocando que su sonrisa fuera más grande. Terminé de desayunar para después tomar a Elanna y subir a la habitación para darle un baño y vestirla con un bonito vestido, preparé la mochila con lo necesario y bajamos a la sala en espera de Aksel. Elanna se acercó a jugar con algunos juguetes que tenía sobre el sofá, distraída con ello, ya se había recuperando de su llanto y se miraba tranquila. —Cariño, iré arriba,
Ciara Le coloqué el bañador a Elanna para después dar una pequeña caminata por los alrededores del pequeño lago, mostrándole las flores, dejando que anduviera descalza por sobre el pasto. Mi pequeña sonreía y miraba todo con curiosidad, contemplando las flores y señalándome algunos pájaros que disfrutaban de las sombras, o incluso las mariposas que andaban sobre las flores iluminando con su variedad de colores. Detrás de algunos arbustos decidí cambiarme, no me apetecía caminar hasta la mansión para hacerlo y menos cuando Aksel parecía bastante a la defensiva por la presencia de algunas personas en el lugar. —Te has cambiado —él alzó una ceja y una sonrisa socarrona se dibujó en su rostro cuando reparó mi aspecto al volver al Kiosko. —Si, ¿me queda mal? —me di media vuelta para que pudiera apreciar las prendas, consistía en un short estampado con palmeras y un sostén del mismo que dejaba al descubierto parte de mis senos, sus ojos. Sus ojos exploraron mi cuerpo por completo, la s
CiaraPermanecimos en la orilla conversando y compartiendo algunos besos, siendo recatados y no sobrepasar la línea. Para cuando volví nuevamente la mirada hacia el pasto donde jugaban con Elanna me sorprendí al ver al señor Ben junto a ellas. —Tu padre está jugando con mi hija —dije permaneciendo estupefacto, él se volteó y sonrió mostrando su perfecta dentadura. —Vaya, esa si que es una sorpresa. —Y ahí viene April —dije cuando apareció en nuestro campo de visión, alcé mi mano para corresponder su saludo cuando nos miró en el agua y luego cogió la dirección donde estaba su esposo e hija. —Les agrada, pero no los culpo, Elanna es de esos niños que con sólo verlos te roban el corazón. Los contemplé por unos largos segundos más, los tres sentados en el césped tratando de tener su atención, siendo genuinos en sus sonrisas, en sus ganas de ganarse su cariño. Mis ojos se empañaron pensando en que así debieron ser mis padres.—No llores, preciosa —con su boca atrapó una de mis lágrima