Ciara Miré con un poco de pánico la sala, en una esquina me habían indicado que podría dejar a Elanna, junto a ella varios juguetes que la entretuvieron de inmediato. Solté un pesado suspiro y volví la mirada a la mujer sentada frente a mi que parecía analizar cada gesto o movimiento que hiciera. El señor Flavio me había traído hasta el psicólogo por órdenes de Aksel, quien le dio instrucciones antes de marcharse a la oficina. Mis manos sudaban, no sabía que hacer o qué decir, era extraño estar ante una persona desconocida y soltar todo lo que me aterraba, me sentía tan expuesta ante su mirada, como si se diera cuenta de cada pensamiento que tenía sólo con respirar.—¿Qué te trae por aquí, Ciara? —preguntó con su mirada cándida, me removió inquieta y desvíe la mirada hacia otro lugar, mis manos no dejaban de sudar y repetidas veces las pasé por sobre la tela del pantalón para secarlas. Aquel movimiento no pasó desapercibido para ella. Mi voz fue tan silenciosa que me sorprendió qu
Aksel Me dejé caer sobre la cama mientras pasaba la mano por mi rostro, cada día se volvía más difícil verla consumirse en su propia miseria, cada que la oía vomitar por las mañanas era como una puñalada. Me sentía impotente por no poder ayudarla a sobrellevar todos esos traumas, me dolía verla intentar salir de su propio infierno y no poder. Se estaba ahogando y yo no podía hacer nada para salvarla.No estaba ayudándola demasiado, no estaba dándole lo suficiente para poder verla bien, para verla sonreír y simplemente ser feliz. Ciara se merecía el mundo entero, merecía más de lo que la vida le había dado. Era admirable lo que hizo por mantenerla a salvo, sentía una gran admiración como se había destruido para mantener a su hija con vida.Hice mis manos en un puño recordando como lloró entre mis brazos, como se estremecía con los recuerdos bombardeando su cabeza. Ella era tan frágil y lo único que me gritaba era que la cuidara, que la atesorara como la más valiosa de las joyas, que l
Ciara La suave luz de la mañana dio contra mi rostro, con pereza me removí y sentí chocar con algo duro en mi espalda. Fue entonces cuando fui consciente de donde y con quien me encontraba, una mano rodeaba mi cintura, su respiración chocaba contra mi cuello y su calor corporal que me transmitía comodidad. La noche anterior me sentí vulnerable, lloré en el baño y tomé aquella pastilla con la esperanza de que hicieran un real efecto, deseaba con todas mis fuerzas poder dormir y luego de acomodar a mi pequeña en la cama me decidí por salir y buscar ese sitio donde me sentía segura, con quien podía respirar algo de tranquilidad. Me regresé dos veces hasta que me decidí por tocar la puerta y como lo supuse él me recibió sin rechistar. En ese momento no quería abrir los ojos por miedo a que todo fuera una de mis fantasías, que de su boca no hubieran salido aquellas palabras que hicieron que mi corazón se detuviera por un segundo y que después volviera a latir con más fuerza, que me haya
Ciara Cuando bajé para unirme a ellos estos ya se encontraban desayunando unos deliciosos hit cakes, me senté al lado de él y tomé el plato que estaba servido para mi, me incliné para dejarle un beso en la mejilla bajo los atentos ojos de mi hija. —Gracias —murmuré apartándome y tomando el tenedor para coger un pedazo de aquellas delicias que amaba comer cada domingo.—Le estaba diciendo a Elanna que iremos a bañar a la piscina —comentó pareciendo relajado. —¿Quieres ir, cariño? —pregunté atenta a su respuesta, ella asintió entusiasta. —Si. —Entonces allá iremos —dije provocando que su sonrisa fuera más grande. Terminé de desayunar para después tomar a Elanna y subir a la habitación para darle un baño y vestirla con un bonito vestido, preparé la mochila con lo necesario y bajamos a la sala en espera de Aksel. Elanna se acercó a jugar con algunos juguetes que tenía sobre el sofá, distraída con ello, ya se había recuperando de su llanto y se miraba tranquila. —Cariño, iré arriba,
Ciara Le coloqué el bañador a Elanna para después dar una pequeña caminata por los alrededores del pequeño lago, mostrándole las flores, dejando que anduviera descalza por sobre el pasto. Mi pequeña sonreía y miraba todo con curiosidad, contemplando las flores y señalándome algunos pájaros que disfrutaban de las sombras, o incluso las mariposas que andaban sobre las flores iluminando con su variedad de colores. Detrás de algunos arbustos decidí cambiarme, no me apetecía caminar hasta la mansión para hacerlo y menos cuando Aksel parecía bastante a la defensiva por la presencia de algunas personas en el lugar. —Te has cambiado —él alzó una ceja y una sonrisa socarrona se dibujó en su rostro cuando reparó mi aspecto al volver al Kiosko. —Si, ¿me queda mal? —me di media vuelta para que pudiera apreciar las prendas, consistía en un short estampado con palmeras y un sostén del mismo que dejaba al descubierto parte de mis senos, sus ojos. Sus ojos exploraron mi cuerpo por completo, la s
CiaraPermanecimos en la orilla conversando y compartiendo algunos besos, siendo recatados y no sobrepasar la línea. Para cuando volví nuevamente la mirada hacia el pasto donde jugaban con Elanna me sorprendí al ver al señor Ben junto a ellas. —Tu padre está jugando con mi hija —dije permaneciendo estupefacto, él se volteó y sonrió mostrando su perfecta dentadura. —Vaya, esa si que es una sorpresa. —Y ahí viene April —dije cuando apareció en nuestro campo de visión, alcé mi mano para corresponder su saludo cuando nos miró en el agua y luego cogió la dirección donde estaba su esposo e hija. —Les agrada, pero no los culpo, Elanna es de esos niños que con sólo verlos te roban el corazón. Los contemplé por unos largos segundos más, los tres sentados en el césped tratando de tener su atención, siendo genuinos en sus sonrisas, en sus ganas de ganarse su cariño. Mis ojos se empañaron pensando en que así debieron ser mis padres.—No llores, preciosa —con su boca atrapó una de mis lágrima
CiaraEsta vez Aksel me acompañó al doctor y después de una exhaustiva revisión recibí una buena noticia, si seguía cuidándome se retiraría el yeso entre sus semanas y dependiendo de la situación decidiría si sería necesario ir a terapia para devolver el movimiento en mi mano. Cuando íbamos de regreso al Pent House le pedí que nos dejara en el parque para dar un pequeño paseo, se despidió de mí con fugaz beso y agitó su mano a Elanna. —Las veo en la tarde. Asentí bajando del auto, caminamos hasta el parque y nos adentramos en él, me sentía más animada al saber que pronto mi mano sería libre de nuevo, era demasiado tedioso no poder contar con una. —¿Quieres regresar, cariño? —le pregunté cuando llevábamos más de media hora sentadas en una banca. —Si.Regresamos al Pent House, Maria nos estaba esperando con una deliciosa lasaña recién horneada, le había comentado hace unos días que era una de mis comidas favoritas y ella había dicho que en recompensa de mi notoria mejoría me prepar
Ciara Devoraba mi boca con ímpetu, paseando su lengua por momentos, mordiendo con suavidad la carne de mis labios, sacándome suspiros y causando que mi cabeza se nublara por completo. Sus manos haciendo una labor excelente, haciendo mi cuerpo convulsionar de placer, pedir más que sus dedos, algo más grande, algo que se negaba a darme todavía. Su boca descendió a mi cuello, lamiendo y mordiendo, hizo lo mismo cuando bajó a mis senos murmurando lo mucho que le gustaban y lo deliciosos que eran. Por un momento apartó sus dedos y su boca de mi, me sonrió juguetón y creí que alucinaba cuando se hizo espacio entre mis piernas. Mordí mi mano sana para que no escuchara el grito que ahogué cuando sentí su respiración en mi centro, cuando sus dedos fueron reemplazados por su lengua y sus labios. Sentí que mi mundo colapsó, quería gritar, llorar y retorcerme de placer, sobre todo soltar su nombre y pedirle más. Más de eso que ningún otro hombre me había dado, que ninguno me había hecho sentir