Ubicaron a Cass cerca de la retaguardia, cuando estuvieron cerca pudo notarla agitada y sangraba por una herida producida en su brazo, pero no perdía su expresión segura y burlona en ella.
De rodillas junto a ella, los Cazadores de la Novena respiraban con dificultad. Se los veía magullados, agotados y algunos tenían heridas leves, sin embargo lanzaron vítores y aplaudieron en el momento en que se les unieron.
—Eso que hicieron fue impresionante —les dijo la Capitán impresionada, esbozando una sonrisa—. Tendré que decirle a Navy que nos dé una sesión de combate luego de todo esto.
Neguen no tenía ni idea de lo que habían hecho, en su cabeza solo había lugar para la supervivencia y el cuidado de sus compañeros de escuadrón, asintió sin decir nada.
—Capitán, solo los c
Despertó, maravillosamente renovado y con mucha vitalidad. ¿Cuánto tiempo había dormido? Se movió entre las sábanas sin abrir los ojos, estaba muy cómodo.—¡Oye, Cassy! —dijo la voz de una mujer—. ¡Creo que tu amigo despertó!Tardó unos segundos en comprender el sentido de aquellas palabras, parecía que su cerebro le costaba arrancar con el resto de su cuerpo. Se escucharon unos pasos ligeros que iban y venían, no le importó, quería seguir durmiendo.—¡Buenos días, bello durmiente! —susurró otra voz femenina con dulzura, un sonido que le resultó conocido en algún rincón de su mente—. ¿Estás despierto?
Decidió terminar su desayuno e irse cuanto antes. No por sospechar alguna mala jugada de ella ni nada por el estilo, ya que estuvieron juntos por más de nueve años y pasaron por mucho en los Bosques del Oeste bajo el mando de la actual Teniente Rowen en el Décimo Cuarto Escuadrón del Cuerpo de Cazadores.Ambos entablaron una buena relación desde el primer día que tuvieron trato, ella era verdaderamente simpática y estaba siempre de buen humor. Fue una de las pocas personas con la que se sentía cómodo dentro de la fuerza, tanto como cuando había entrado como un recluta como después de que se convirtiera en quién era hoy en día, siempre lo trató de la misma manera y por eso le guardaba mucho cariño llegando a considerarla como una hermana mayor.Tambi&e
—¿Qué?—¡Buenos días, escuadrón! —saludó este con voz enérgica.Neguen y Arthur interrumpieron su práctica con brusquedad y se volvieron para observarlo, pudo notar felicidad en sus expresiones cuando le sonrieron. Los cuatro abandonaron el lugar para acercarse a él deteniéndose a una corta y respetuosa distancia.—¡Capitán! —vociferó el Moreno con un tono tan alegre que lo conmovió—. ¡Por todos los Cielos! ¿Cómo se siente?—Mejor querido, mejor —replicó sin dejar de sonreírles.—¡Ay, Capitán! ¡Qué bueno que esté
En el momento en que sus labios se conectaron en un beso intenso, sintió como parte de su dolor se evaporaba, como desaparecían la tensión y la culpa que sentía desde que ella confesó su dolor.Selene no lo soltaba, lo sujetaba muy fuerte y no paraba, acariciándolo como si fuera algo que deseara desde hacía mucho tiempo. Tampoco él quería que lo hiciera, el sabor dulce de sus labios lo enloquecía y lo embriagaba a tal punto que no querría nada más en el mundo que tenerla solo a ella, besándolo como si no hubiera un mañana.Luego de lo que le pareció una eternidad, ella se separó de su boca para dedicarle una mirada de impresión. Él acarició el cabello de la mujer, rojo como el sol del ocaso sobre el horizonte nublado del Bosque. R
—¡Muy bien! ¡Desde el comienzo! —ordenó Navy con voz potente—. ¡Uno, dos, tres, cuatro! ¡Izquierda! —al sonido de la última palabra, el Novato soltó una flecha acertando en un blanco fijo a unos seis metros de distancia—. ¡Cinco, seis, siete, ocho! ¡Derecha, cuarenta y cinco grados, fuego! —Sonia respondió la directiva, acertando un proyectil en otro blanco fijo a unos nueve metros de distancia—. ¡Nueve, diez, once! ¡Selene! —llamó de repente mientras sujetaba del hombro a Neguen, ella respondió girando sobre sí misma, le pegó una patada y soltó una flecha sobre su traje protector, a la altura del pecho—. ¡Doce, trece, catorce! ¡Descarga al centro! Navy aprovechó el instante para ponerse de pie, la pelirroja había logrado hacerle perder el equilibrio con el movimiento. Ileso pero sorprendido de la fuerza de la Cazadora, observó como los cuatro se posicionaban y realizaban un disparo al unísono a un
Estos vitorearon y alentaron, tomando distancia al mismo tiempo que calzaba el arco a su cuerpo de un movimiento. —¡Recuerda, Navy! —gritó la Capitán emocionada al verlo de pie frente a ella, a unos cinco metros de distancia—. ¡El que logra tumbar al otro más rápido gana! ¿Aún recuerdas cómo se hace? Si lo recordaba, sufrió varias palizas de ella y otros compañeros de escuadrón cuando aceptaba tontamente medir fuerzas con ellos, en los tiempos en que la Teniente Rowen los comandaba. El duelo que mencionaba consistía en que uno atacaba al otro tratando de tumbarlo o dejarlo en una posición de muerte segura. Tenían un turno cada uno para atacar y el ganador se nombraba por el que lograra derribar o dejar inhabilitado al otro en el menor tiempo posible. Navy notó el tono burlón de su amiga sin darle importancia y si
Una vez en la oficina, agradeció al joven y llamó con dos golpes a la pesada puerta de hierro. Se escuchó un enérgico «adelante» proveniente desde el interior y, tomando del picaporte, ingresó. Allí se encontraba el Teniente Ran, de pie junto a su escritorio cubierto de mapas e informes, su llamativa armadura y su fusil descansaban en su soporte justo detrás de él. Al cruzar el umbral, Navy se puso firme para saludar, dándose cuenta de que no estaban solos: tres desconocidos con rango de Capitán lo acompañaban, los tres llevaban el uniforme del Cuerpo de Cazadores de La Colonia. —Descanse, Capitán —dijo Ran con tono profesional—. Acérquese, lo estábamos esperando. El aludido se aproximó al escritorio saludando con ligeros movimientos de la cabeza a los otros oficiales de su rango. —Disculpe, Capitán y perdón si lo interrumpo. Pero quería saber si podríamos… cenar hoy, si no está ocupado —habló ella en un tono cordial, con un evidente rubor en sus mejillas. —Selene… —Espere, Capitán —lo interrumpió—, sé que nos dijo que no pasemos excesos hoy, pero hoy podría ser nuestro último día en la civilización y no he tenido el honor de poder sentarme a cenar con usted, no por lo menos de una forma tranquila, solo nosotros dos. Navy la miró pensativo, no podía negar que ella tenía razón. Más allá de las largas conversaciones y los momentos de acampadas, nunca habían cenado propiamente dicho en todos los años que compartieron juntos. Se revolvió el pelo un tanto incómodo, no sabía cómo debería comportarse delante de su persona cuando estaban aCapítulo 8: Por honor. Parte 4/4