—¿Qué rayos es eso? —dijo una voz cercana a ellas.
Antes de que pudieran responder, el sonido volvió a hacerse escuchar. Era un sonido metálico y constante que le hacía recordar a…
—Suena como si fueran cascabeles —dedujo poniéndose de pie, mirando al cielo raso inexistente.
—¿Y qué hacen unos cascabeles sonando… aquí? —soltó Selene extrañada por completo—. Esto no me gusta, ni un poco.
Sonia miró a su compañera, la parte de su rostro cubierta por aquellas cicatrices resultantes de la batalla contra la Mutación, refulgía al ritmo de las llamas danzantes de la fogata que tenía al lado.
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Otra noche que no había podido conciliar sueño, otra noche de insomnios acompañados de gritos y rostros pidiéndole que los salvaran, caras y voces que no paraban de gritar su nombre y él no podía hacer nada para para ayudarlos.Navy se encontraba sentado en la última habitación de aquel refugio en ruinas, apartado de todo y de todos. Necesitaba ordenar su cabeza antes de marchar hacia el otro lado de las Colinas, así como toda su energía y frialdad para poder concentrarse en tal misión, sin embargo la falta de sueño atentaba contra su lucidez y temía que le pasara factura más tarde, haciéndolo fallar en algún momento clave.A la una de la mañana Lean apareció en sus sueños, él permanecía de pie en un claro en el Bosq
Un movimiento al frente de él le indicó que la prisionera salía de su profundo sueño. Valora abrió y cerró los párpados varias veces antes de apoyarse sobre sus rodillas, pasando el dorso de una de sus manos atadas sobre sus ojos, se los frotó a medida de que dejaba escapar un largo bostezo.—Buenos días, Valora —la saludó Navy, acercándose a ella.La chica abrió grande sus ojos antes de saludarlo con una suave inclinación de su cabeza, se desperezó tanto como sus ataduras se lo permitieron y se detuvo en seco a mirar la capa que tenía encima a modo de manta.—¡Ah! Eso es mío —dijo él, inclinándose para tomarla—. Vi que tenías frío y no encont
—Queremos una explicación sobre las acciones que tomamos allá, en el límite de las arboledas antes de cruzar los pastizales, señor. Sabemos que usted es nuestro comandante y que le debemos obediencia, confianza y deber; pero no estamos de acuerdo con la decisión de que usted se haya hecho cargo de la custodia de una prisionera que no nos corresponde según nuestras órdenes.“—Pensamos que no estuvo bien, ya que mermamos nuestras fuerzas por tomar en custodia a esa asesina cuando nuestra prioridad era el traslado de Sonia, quien estaba inconsciente y precisaba nuestra atención —hizo una pausa antes de continuar—. Reiteramos que no somos quienes para poner en cuestión las decisiones que usted toma, ste es su escuadrón y usted es nuestro Capitán.—Pero u
—Disculpe, señor —dijo Sans sin ponerse firme y sin usar el tono militar. Ese muchacho estaba atentando contra su paciencia, decidió hacerse cargo de él. Levantó una mano y la apoyó en el hombro de su Cazadora. —Puedes retirarte, Sonia —le dijo con serenidad, sin quitarle los ojos de encima a Sans. —¡Capitán, sí, señor! —respondió ella poniéndose firme, saludando y retirándose del lugar con paso rápido. Esperó hasta que Sonia se fuera de la habitación antes de lanzarle una larga mirada: No aparentaba más de los veintiocho años, ojos negros, cabello peinado de lado, barba prolija y abundante, apenas un poco más alto que Navy. Su mirada expresaba astucia y evidente desprecio. —¿Tiene algo que decirme, Cazador?
¿Llegaste hasta acá? ¿En serio? ¡No te la puedo creer! ¡No tengo palabras para agradecerte tu acompañamiento por el camino de Navy y sus camaradas de armas! ¿Te quedaste con ganas de más? ¡No te preocupes! El segundo libro ya está casi terminado. Nuevas aventuras, personajes, tramas y descubrimientos te esperan una vez termine la edición. ¡Gracias por acompañarme hasta aquí! ¡Gracias por estar aquí! ¡Gracias por compartir este pedacito de mi alma sobre estas páginas! ¡Te mando un enorme abrazo de mi parte! ¡Gracias por todo! ¡Mil gracias por todo! ¡Saludos desde el Escuadrón de Élite de los Cazadores del Oeste! -------------------------------------------------------------------------------------------------------------
¡Muy buenas, querido lector/a! ¡Bienvenidos a mi humilde primera gran obra! ¡Santo Dios! ¡No puedo creer que por fin lo esté publicando en esta plataforma! ¡Es un gran honor poder compartir esto con tanta gente a la distancia! ¿De qué se trata esto? Es una idea que vengo gestando en mi cabeza desde hace varios años, una idea de un mundo arrasado por "La Infección". En este relato, te encontrarás con la historia del Capitán de la Élite de Cazadores del Oeste Navy Vert, un hombre preparado, listo, calculador y dedicado a su carrera como defensor de la última ciudad en pie después de La Caída de la Civilización. Sin embargo, de la misma manera en que es un ícono para los habitantes de La Colonia, así también es un hombre con muchas batallas mentales en donde se cruzan traumas, culpas, duras decisiones, la idea de da
El mundo ha caído, cada país va por su cuenta durante un breve período de tiempo con el trágico desenlace de la desaparición de todo lo que conocemos. La extinción llegó para la humanidad de la mano de una enfermedad surgida a mitad del Siglo XXI: La Infección, la cual transformaba a las personas en seres sin uso de razón con hambre insaciable. Caníbales, indoloros e imparables, los Infectados han acabado con todo, llevando a la raza humana al borde del completo aniquilamiento. 160 años Después de La Caída de La Civilización, un último asentamiento con supervivientes se mantiene en pie, el único lugar donde la humanidad aún existe y lucha por mantenerse firme en contra de la Infección: La Colonia, una fortaleza de vida en medio de un mar de muerte y olvido que persiste gracias a su fuerza armada recompuesta y sus múltiples defensas.
Era casi el amanecer, la hora preferida de Navy para los momentos de rastreo ya que se sentía con energías suficientes para las largas caminatas, sin mencionar que la claridad del sol iluminaba la zona de manera tenue, permitiéndole moverse rápido en las penumbras. Sin embargo, ahora se movía con sigilo por detrás de unos arbustos a un par de kilómetros del Alambrado, así que suponía que no se encontrarían muchos de «ellos» por la zona. Pero no, si había varios blancos en su trayecto, las huellas que venían siguiendo la última media hora le daba la certeza de que se encontrarían con por lo menos dos de «ellos». Así que sin dejar espacio a que la confianza reemplazara a la precaución, sostuvo firmemente un arco tensado con su mano izquierda a la vez que sujetaba una flecha de punta metálica con la mano derecha. El bosque se encontraba silencioso en su totalida