El mundo ha caído, cada país va por su cuenta durante un breve período de tiempo con el trágico desenlace de la desaparición de todo lo que conocemos.
La extinción llegó para la humanidad de la mano de una enfermedad surgida a mitad del Siglo XXI: La Infección, la cual transformaba a las personas en seres sin uso de razón con hambre insaciable. Caníbales, indoloros e imparables, los Infectados han acabado con todo, llevando a la raza humana al borde del completo aniquilamiento.
160 años Después de La Caída de La Civilización, un último asentamiento con supervivientes se mantiene en pie, el único lugar donde la humanidad aún existe y lucha por mantenerse firme en contra de la Infección: La Colonia, una fortaleza de vida en medio de un mar de muerte y olvido que persiste gracias a su fuerza armada recompuesta y sus múltiples defensas.
Entre los cientos de soldados que se enfrentan día a día a lo que antes eran sus semejantes, se encuentra el Capitán Navy Vert, el actual campeón del Ejército de La Colonia, una persona en la que todos los ciudadanos depositan su confianza y futuro en la guerra contra los Infectados.
Calculador, preciso y frío en el combate tal y como fue entrenado, pero con las heridas emocionales de lo que conlleva una vida de violencia, sangre y muerte; se ve desafiado tras enterarse de que una nueva amenaza se cierne sobre la ciudad que juró defender con su vida.
Con la ayuda de su Escuadrón de Élite, Navy se prepara para realizar rastreos en bosques, luchar contra ideales contrarios, batallar contra monstruos y realizar lo que él considera su vida, su dedicación y su vocación.
Era casi el amanecer, la hora preferida de Navy para los momentos de rastreo ya que se sentía con energías suficientes para las largas caminatas, sin mencionar que la claridad del sol iluminaba la zona de manera tenue, permitiéndole moverse rápido en las penumbras. Sin embargo, ahora se movía con sigilo por detrás de unos arbustos a un par de kilómetros del Alambrado, así que suponía que no se encontrarían muchos de «ellos» por la zona. Pero no, si había varios blancos en su trayecto, las huellas que venían siguiendo la última media hora le daba la certeza de que se encontrarían con por lo menos dos de «ellos». Así que sin dejar espacio a que la confianza reemplazara a la precaución, sostuvo firmemente un arco tensado con su mano izquierda a la vez que sujetaba una flecha de punta metálica con la mano derecha. El bosque se encontraba silencioso en su totalida
Había pasado una hora del mediodía cuando el escuadrón del Capitán Navy fue detectado por las torres de vigilancia de la Colonia. Este echó un largo vistazo a los bordes del Bosque en búsqueda de blancos, pero no se detectaron movimientos en la zona, así que examinó las edificaciones defensivas desde la distancia. A mitad de camino entre los Bosques y la ciudad, se erguía el «Alambrado», este consistía de una enorme edificación hecha con kilómetros y kilómetros de alambre de púas entretejidas y reforzadas con tablones de madera y chapones de hierro y acero, formando una enorme y extensa barricada que rodeaba el perímetro de La Colonia a unos quinientos metros de los Muros, como primera línea de defensa ante cualquier invasión o asalto. Después del Alambrado se encontraban «El Muro» o «Los Muros», una línea de paredes enormes y sólidas de piedra, acero y ladri
Sonó el primer llamado en toda la base Oeste, eran las seis horas y comenzaba el movimiento en conjunto con las actividades matutinas en todo el regimiento.Sin abrir los ojos, Selene se desperezó en su cama estirando los brazos. Durmió mejor que en los últimos días y había soñado algo que no recordaba, pero en su memoria bailaban colores sin sentido o conexión alguna. Igual no importaba, el día arrancaba y ella también.Se sentó en el borde de su lecho frotándose los párpados y las sienes. La verdad quería seguir durmiendo, a pesar de esto, sabía que la vendrían a despertar de una patada y tendría que hacer guardia de madrugada como castigo si no se ponía de pie.—Buenos días, S
Eran las cinco en punto según lo informaba su reloj de muñeca. La madrugada se presentaba con neblina y mucha humedad, el cielo era un vacío de oscuridad con luceros desparramados en toda su extensión. Aún no amanecía, una brisa fresca arrastraba los vapores que se escapaban de las chimeneas del cuartel de las Fuerzas Armadas del Oeste.Caminando hacia la salida del recinto, a una hora del momento establecido por la directiva militar, Navy se dirigía hacia la estación de ferrocarril a vapor que se hallaba a solo unos doscientos metros a la izquierda de las puertas del cuartel. Llevaba puesto su uniforme de Cazador de Élite y sus armas reglamentarias estaban perfectamente enfundadas y aseguradas en sus estuches. Colgando sobre su hombro, un bolso lleno con sus pertenencias: ropa de repuesto, munición extra, notas, productos
Gritos. Otra vez los podía oír en el fondo de su cabeza. —Capitán, ya estamos todos, señor. La voz de Arthur lo trajo a la realidad. Allí estaba su escuadrón con bolso en mano. —Síganme. Los guió por la plataforma, esquivando a grupos de soldados y familiares para subir en el tercer vagón. Por dentro era una construcción de madera con retoques metálicos, contenía una larga fila de compartimientos iluminados con una tenue luz proveniente de los techos. Se dirigieron al tercer compartimiento de la izquierda. Navy se sentó en uno de los asientos de madera revestida de cuero con relleno al lado de una de las dos ventanas que poseía la habitación, a la vez que su escuadrón se ubicó en los asientos restantes sin me
—Capitán Navy, usted aguarde un momento —Navy no se movió del lugar, el Oficial superior al mando esperó con paciencia hasta que todo el mundo saliera y una vez todos lo hicieron, se sentó detrás de su escritorio y señaló el asiento que tenía enfrente antes de continuar—. Capitán Navy, las noticias de sus logros suenan muy fuertes en el Cuartel Este y la verdad estoy agradecido, un golpe de moral nos vendría más que bien en estos tiempos —le clavó la mirada en los ojos—. ¿Es cierto que rescató a tres Cazadores perdidos, matando a veinte Infectados a cuchillo limpio? ¿Usted solo? El aludido mantuvo la conexión visual con su interlocutor, no quería permanecer allí hablando de sus «logros», sin embargo no quería molestar a aquella autoridad que poco conocía. —Teniente, no quisiera sonar irrespetuoso, pero solo una victoria puede subir la moral de unos soldados p
Sonia no hablaba mucho, se había sentado en la cama que le habían asignado y observaba a un punto fijo en la pared, ignoraba a sus compañeros mientras repasaba los rasgos de sus padres con la idea de que no se les olvidara, ni ahora ni cuando salieran para el Bosque. Pasaba el mediodía y el Capitán no aparecía aún, se preguntaba de qué estarían hablando con el Teniente Ran que lo tuviera tanto tiempo ocupado. ¿Habría pasado algo con la misión?, transcurrieron horas desde que se separaron. Tanto ella como sus compañeros de escuadrón se la pasaron esperando en el barracón durante todo ese lapso, un poco curiosos, un poco impacientes, pero ya comenzaban a inquietarse. —¿Y si salimos un rato a hacer ejercicio? —sugirió Neguen agitando los brazos y caminando de un lado al otro de la habitación—, tengo una tensión que no me deja estar quieto.
El muchacho que los señalaba se acercó trotando hacia ellas. No pudo evitar pensar que era muy atractivo cuando lo tuvieron cerca, era alto y poseía un rostro con facciones marcadas, sus ojos eran de un color negro profundo y tenía un corte de pelo militar, casi al ras del cuero cabelludo. No llevaba camisa puesta y su torso desnudo estaba marcado con unos trabajados abdominales. —Bonito día, ¿no? —saludó este con un tono seductor —Depende —escupió Selene con la mirada hostil. —Para mí lo es —dijo guiñando el ojo—. Nunca las había visto por acá, ¿son del Oeste, no? «Es muy alto», pensó Sonia levantando la vista hacia él. Igual todos eran altos para ella, pero ese soldado era casi tan alto como Neguen y claramente marcaba un aura imponente que no la hizo sentir cómoda