Esa misma noche, mientras volvíamos a la casa, un auto se interpone en nuestro camino, impidiéndonos de ese modo el paso. La cuestión es que, nada pintaba bien, y lo que se venía era realmente algo muy desalentador. Miro a nuestro alrededor, y no había guardaespaldas lo cual resultaba extraño. — ¿Dónde están nuestros hombres de seguridad? — inquiere Natalie, con notable nerviosismo, y quizás temor —. No se preocupe señora, ya me he comunicado con tu escolta principal. — Menuda hora que quise venir sola — mascullo arrepentida. Bajo del auto para enfrentarme, a aquellos hombres corpulentos, con un aura peligroso de delincuentes de profesión —. Esto es obra de alguien. Si salimos ilesa, por favor averigua quien lo hizo. Natalie se pone en frente de mí, como modo de evitar, que me pongan una mano encima, sin embargo, yo la hago a un lado, para enfrentarme personalmente con el individuo. — ¡Vaya! No sabía que la víctima sería una preciosura — musita el hombre. Levanta el brazo par
ARTURO BRUSQUETTI. Cuando finalmente quedamos solos, pude acercarme a ella con más seguridad. — ¿Estás bien? — consulto, pero su respuesta no llegó. No le di el tiempo de responder, ya que la rabia nubló, todo rastro de raciocinio. Giré sobre mis talones, y me encaminé hasta la oficina del presidente de la empresa. No me percaté quién estaba con él en ese momento, pero le tomé de la solapa de su saco, y le di un golpe que lo mandó al suelo. — ¡Arturo! — exclama mi ex esposa, conmocionada por mi agresivo comportamiento. — ¿Qué te pasa, idiota? — pregunta confundido el hombre desde abajo. — No vuelvas a tocarla con violencia — escupo iracundo —. Nadie puede tocarle un solo cabello a Kerianne Bacab. — ¡Arturo! — Volteo y entonces la veo, con los brazos hechos jarras, fulminándome con la mirada —. Él no me ha hecho nada, y tampoco se lo permitiría. Observo, una mujer con poca ropa, la secretaria del hombre y mi ex esposa, me observan con molestia. — Yo pensé… — Pensaste
La ansiedad de entender lo que estaba sucediendo, lo que sus palabras significaban, me estaba carcomiendo. Hace tiempo no me sentía así. En el pasado, logré estabilizar esa parte de mis emociones, pero ahora. Que la tengo en frente, nuevamente esa sensación de estar cerca y saber todo de ella, me vuelve loco. Especialmente, cuando comienzo a entender la gravedad del daño que le causé. De lo cobarde que fui. Del mal esposo que logré ser. Nada bueno. Es obvio que no me tiene en buena estima, y si es amable, solo es por educación. No obstante, debía tratar de reconquistarla porque en verdad estoy arrepentido de todo lo que le he hecho. Cuando la mañana llega, lo primero que recibo, es una llamada de la desaparición de mi cuñada, lo cual me alarma bastante, ya que se supone que no tiene enemigos, y mucho menos aquí en la ciudad. Si mi madre se llega a enterar, creará un caos por la preocupación, ya que es su niña adorada. Llego a la empresa, a entregar unos papeles mientras ordeno a Ma
KERIANNE BACAB. Cuando la dejé allí, con su gran amor, como lo describió ella; pensé en serio que Arturo se haría cargo de todo que entendería completamente la situación, pero al parecer, solo es un hombre con un aura peligroso, que no tiene la fuerza de voluntad de hacer lo correcto. Arturo Brusquetti, es un hombre fácil de manipular. Mis padres, al ver las noticias se pusieron furiosos, tanto que no quisieron esperar para arreglar la situación personalmente, con el señor de la casa. Dudo mucho que mi ex esposo llegue a tiempo, con su prometida, para aclarar la situación, pero en esta ocasión, no podía hacer nada. Su familia ha humillado no solo a su hija, sino también a su esposa con tales informaciones falsas. En su lugar, estaría actuando del mismo modo. Las horas del vuelo, solo me han hecho pensar en cada una de las palabras de Patricia, y el corazón dolía un poco más. Definitivamente, el abuelo quería casarlos, por el amor que sentía por Patricia. Ella siempre fue su niña
Una vez ellos estaban instalados, decido que es momento de descansar un poco. Me adentro en una delas habitaciones, para darme un majestuoso baño, hasta que siento, como Pau, viene caminando detrás de mí. — Hoy iremos a una fiesta — declara decidida. Frunzo el ceño, mientras la observo sobre mis hombros. — ¿Una fiesta? ¿Por qué o qué? — inquiero. En mis planes no está salir, sino descansar. Mis padres mañana ya vuelven, y aunque me quedaré un día más, puesto que hace poco estuve por aquí, no me parece una buena opción salir —. ¿Has visto las noticias? — Sí, y creo que no importa. Escuche a tu padre decirle a tu madre que organizará un evento — Al notarme confundida, procede a continuar —. Imagino que para presentarte oficialmente ante la sociedad. — ¡Oh! Eso sería…, raro. — ¡Estupendo! Esa es la palabra correcta Kaeri. Así que, ya que no serás la amante en cuestión de tu padre, debes darte el lujo de asistir a una fiesta con tu mejor amiga — insiste. — ¿Al club? — Definitivament
ARTURO BRUSQUETTI. Ella se veía hermosa, radiante. Se veía suelta y relajada. La vida da tantas vueltas, que termina colocándonos en el mismo lugar, pero yo no pierdo de vista mi objetivo principal. Recuperarla. Nunca antes la he tenido tan cerca, su aroma suave se adentró en mi ser, adueñándose por completo de mí. Tanto, que me ha costado contenerme en no saborear, sus labios carnosos y humedecidos, por el deseo de ella sentirme. Estábamos sumidos en un trance, donde solo existíamos nosotros dos. Pude haberme aprovechado de la oportunidad, pero opté por ser un buen hombre y hacer las cosas mejor a como lo hice en el pasado. Si quiero ganármela, debo ser el hombre que ella merece a su lado. Me aparto de su cuerpo y me dirijo al coche suyo, para abrir la puerta del pasajero. Ella con dudas, ingresa en el interior, con sus dos ojos redondos, observándome sin titubear siquiera un poco. Le lanzo un beso en los aires y cierro la puerta, sabiendo con certeza, que la he hecho temblar. Do
Una vez dentro de la oficina, me dedico a trabajar para no pensar. No estaba seguro de que decisión tomar, con la orden dictada por el abuelo. Era como que me sometiera dentro de un laberinto sin salida. Por una parte, está la idea de reconquistar a mi esposa, pero no a base de amenazas. Yo en serio quiero hacer las cosas bien. Y, por otra parte, está esa orden absurda de mi abuelo, de querer comandar los bienes ajenos. ¿A caso cree que Kerianne me cedería el mando solo por amor? Es ridículo. Y a todo eso… ¿Por qué siquiera lo estoy pensando? «Quizás porque es tu abuelo y confiabas en él» Mi abuelo. Mi familia. El gran señor de la mansión Brusquetti, jugando sucio y chantajeándome con el amor de mi vida. ¿Tan ciego estaba todo este tiempo? Levanto la mirada, concentrándome en un punto fijo, sin ver nada en realidad, pensando en una solución. Mi vida se ha vuelto un caos, especialmente desde que me divorcié. Mi familia no ha dejado de hostigarme, y ella…, la castaña que me vuelv
KERIANNE BACAB. Nunca antes había perdido los estribos, pero lo que salió en las redes; en los medios de comunicación, es el golpe más bajo. — Natalie, necesito información de la persona, que ha divulgado tales barbaridades de mi persona — digo, con la molestia. Todos en la empresa murmuran, sin ser capaces siquiera de mirarme a la cara, y decirme a la cara lo que piensan. No es que me moleste, a decir verdad, no me importa, porque pronto les callaré la boca, y se inclinarán ante mí. — Es que, ya sabemos de quien se trata — musita bajo, como si dudara un microsegundo en responder. Levanto la vista, para desafiarla y ordenarla al mismo tiempo la respuesta. — ¿Quién? — sisea. Estaba molesta, y no por lo que la prensa decía, sino porque ya habíamos cerrado esa parte del ciclo, para volver a empezar, pero esta vez, no sé cómo harán los Brusquetti, para librarse de la ira de mi padre. — El señor Arturo Brusquetti — responde. No podía creerlo, eso es inaudito. Arturo es el men