Una vez dentro de la oficina, me dedico a trabajar para no pensar. No estaba seguro de que decisión tomar, con la orden dictada por el abuelo. Era como que me sometiera dentro de un laberinto sin salida. Por una parte, está la idea de reconquistar a mi esposa, pero no a base de amenazas. Yo en serio quiero hacer las cosas bien. Y, por otra parte, está esa orden absurda de mi abuelo, de querer comandar los bienes ajenos. ¿A caso cree que Kerianne me cedería el mando solo por amor? Es ridículo. Y a todo eso… ¿Por qué siquiera lo estoy pensando? «Quizás porque es tu abuelo y confiabas en él» Mi abuelo. Mi familia. El gran señor de la mansión Brusquetti, jugando sucio y chantajeándome con el amor de mi vida. ¿Tan ciego estaba todo este tiempo? Levanto la mirada, concentrándome en un punto fijo, sin ver nada en realidad, pensando en una solución. Mi vida se ha vuelto un caos, especialmente desde que me divorcié. Mi familia no ha dejado de hostigarme, y ella…, la castaña que me vuelv
KERIANNE BACAB. Nunca antes había perdido los estribos, pero lo que salió en las redes; en los medios de comunicación, es el golpe más bajo. — Natalie, necesito información de la persona, que ha divulgado tales barbaridades de mi persona — digo, con la molestia. Todos en la empresa murmuran, sin ser capaces siquiera de mirarme a la cara, y decirme a la cara lo que piensan. No es que me moleste, a decir verdad, no me importa, porque pronto les callaré la boca, y se inclinarán ante mí. — Es que, ya sabemos de quien se trata — musita bajo, como si dudara un microsegundo en responder. Levanto la vista, para desafiarla y ordenarla al mismo tiempo la respuesta. — ¿Quién? — sisea. Estaba molesta, y no por lo que la prensa decía, sino porque ya habíamos cerrado esa parte del ciclo, para volver a empezar, pero esta vez, no sé cómo harán los Brusquetti, para librarse de la ira de mi padre. — El señor Arturo Brusquetti — responde. No podía creerlo, eso es inaudito. Arturo es el men
Mientras estábamos camino a mi departamento, en mi mente aún se reproducía, aquella sonrisa lobuna. Su pantalón negro con su tapado negro, y ese parche, lo hace ver como un ángel oscuro, una figura imponente que atrae las miradas de cualquier persona, sea hombre o mujer; sin embargo, su atención estaba puesta en mí. — ¡Kerianne! ¿Qué te sucede? Desde ayer andas muy callada, distraída. ¿Qué es lo que te tiene así? — pregunta mi amiga, y al parecer, no es la primera vez que pregunta —. Te estamos hablando, pero ni siquiera nos prestas atención, ni fingen con algún sonido, escucharnos. Bajo la mirada, y comienzo a jugar con mis dedos entre sí, sintiéndome un poco rara por lo que estoy sintiendo, lo menos que quiero, es que se burlen de mis sentimientos. No soy cobarde para negar lo que siento, y efectivamente, aunque no me guste la idea, Arturo tiene cierto poder sobre, porque realmente lo sigo queriendo. Puede sonar bastante raro, pero es así. Sin embargo, eso no significa que pueda
ARTURO BRUSQUETTI. Las cosas parecían ir bien, pero había algo que me impedía estar tranquilo. Estaba seguro que abuelo, seguía mis pasos. Vigilaba cada uno de ellos, especialmente, si eso implicaba, la cercanía de Kerianne a mí lado. Era imposible no hacerlo, y me siento fatal por lo que me toca vivir. No puedo vivir lejos de ella, no ahora que tengo, su aroma impregnado en mí. Su cuerpo vibrante, con cada caricia; y no, no necesité desnudarla para saber, que ella siente algo por mí. — Manda un ramo de rosas y un desayuno en la oficina de su hotel — ordeno a Mauricio. Este sin dudarlo, lo hace, pero minutos después llega, con una seriedad. — Señor, me acaban de informar que la señorita Bacab, ha vuelto a Londres — Un silencio nos envuelve, dejándome un poco sorprendido. — Pues entonces, calcula la hora, y mándaselo a su casa u oficina — El hombre asiente. — Señor… ¿Qué planea hacer con la orden de su abuelo? — Pasarla por donde no da el sol — respondo sin titubear —.
Estaba empacando algunas cosas para llevarme al hotel, porque, en definitiva, me estaba quedando allí por el momento, cuando un tono de mensaje, provino del celular. Habían pasado varios días desde que Kerianne se marchó, por lo que se convierten en varios días, desde que no contesta mis llamadas; y al parecer, tenía un motivo. En la pantalla del celular, mostraba una imagen de ella, saliendo de un restaurante, acompañada de un hombre. Un hombre alto y al parecer, con un estatus del mismo nivel en la sociedad. Se encontraban muy cerca, lo cual hizo, que mi sangre se calentara en mis venas. Si seguía alejado, no podría conquistarla, por lo que debía mudarme a la sede de Londres y así, estar más cerca de ella. Me fui al hotel, y me encerré en el pequeño despacho que había dentro de la habitación. Necesitaba terminar con mis quehaceres y marcharme de una buena vez. La conferencia duró casi dos horas, y luego tenía una reunión extra con unos socios. Recién por la noche, pude liberarme c
Todo lo que mostraba el dispositivo era algo, que hacía que mi cuerpo temblara inconscientemente. No me confundan. No estaba aterrado, más bien estaba molesto. Un sentimiento con el que me he familiarizado en estos años. ¿Cómo consiguió la prueba? No tengo la más mínima idea, pero sería capaz de besar a mi guardaespaldas por hacerlo. El video detallaba cada segundo, cada minuto de nosotros juntos, pero no pasó nada. Y a mitad, simplemente, ingresan y se la llevan. Posterior a eso, me doy cuenta de que alguien ingresa y comienza a desnudarme, para posteriormente salir. Siempre tuve en la mente que, entre Kerianne y yo había pasado algo más, pero simplemente no lo recordaba, y al verla inconsciente siendo sacada de la habitación, deduzco que tampoco recuerda nada. Todo esto fue una vil mentira, y con más razón ahora siento culpa por todo lo que vivió, cuando ni siquiera estuvo a mi lado aquella noche. Entonces, ¿Por qué aceptó casarse? Solo sabía una verdad y ella era inocente. Si
KERIANNE BACAB. Tenía que dejarle las cosas en claro. Bastante claro. Me encontraba preparando algunos documentos, estudiándolos para una reunión en unas horas. El trabajo me ayudaba a distraerme, y no pensar, sin embargo, cada tanto, resultaba imposible. Sus palabras se repetían como un puto disco rayado de la pre historia. Ya no quería saber que pasó, aunque ciertamente también lo mande a investigar, ciertamente necesitaba esa verdad, solo que; muy en el fondo me golpeo saberlo. Parece estúpido, pero pese a ser inocente, a no convertirme a su mujer, igual me ha tratado para la m****a, y eso, me tenía en un estado de melancolía. Nunca se atrevió siquiera a cuestionar la situación… «Te dijo que era estúpido» Lo era. Realmente lo era. Me encaminé a la reunión, cuando Natalie ingresó a darme aviso de que ya estaba todo listo y ya se encontraban esperándome. Con la barbilla en alto, me adentré y comenzó mi trabajo. Gracias a los cielos, todo salió perfecto, y todas las partes estab
Nos encontrábamos listas para irnos, y el chofer ya aguardaba por nosotras en la planta del hotel. Me sentía un poco rara, pues hace tiempo que no me arreglaba tanto, o al menos, no utilizaba vestidos de gala. También, mi padre evitaba que asista a estos eventos, según sus palabras por seguridad. La gente sabía que tenía una heredera, más no sabían cómo era; y al ser una hija adoptiva y no tener casi ninguna similitud con ellos, me fue más fácil hacer una vida normal, y lo agradecía. Era mejor. Pero ahora, ya estaba en el escalón más alto, ya he conocido la vida, al menos lo suficiente para ejercer mi labor como presidenta. Una adolescencia normal, una vida universitaria feliz, un matrimonio fracasado, llevándome a conocer el dolor del amor, la pobreza y también la riqueza. Conocí a amistad, conocí el trabajo duro, como empleada y como jefa. He crecido, me doy cuenta de ella, y la madurez que demando es absoluta, pero eso no significa que no cometo errores. Hay días en lo que no ten