Nos encontrábamos listas para irnos, y el chofer ya aguardaba por nosotras en la planta del hotel. Me sentía un poco rara, pues hace tiempo que no me arreglaba tanto, o al menos, no utilizaba vestidos de gala. También, mi padre evitaba que asista a estos eventos, según sus palabras por seguridad. La gente sabía que tenía una heredera, más no sabían cómo era; y al ser una hija adoptiva y no tener casi ninguna similitud con ellos, me fue más fácil hacer una vida normal, y lo agradecía. Era mejor. Pero ahora, ya estaba en el escalón más alto, ya he conocido la vida, al menos lo suficiente para ejercer mi labor como presidenta. Una adolescencia normal, una vida universitaria feliz, un matrimonio fracasado, llevándome a conocer el dolor del amor, la pobreza y también la riqueza. Conocí a amistad, conocí el trabajo duro, como empleada y como jefa. He crecido, me doy cuenta de ella, y la madurez que demando es absoluta, pero eso no significa que no cometo errores. Hay días en lo que no ten
Todos estaban emocionados por ver, nuevamente en acción a mi padre, y yo me sentía orgullosa de ello. Orgullosa de tenerlos. Smith se acerca a mí, observándome de una forma inquebrantable, sus ojos tenían burla, pero más que eso, parecía estar seguro. Sin embargo, opto por ignorarlo. — Sé que este evento, es algo sorpresivos para mucho, pero ya que los medios han estado difundiendo información falsa de mi familia, decidimos adelantarlo — dice mi padre, desde arriba. Mi cuerpo comienza a temblar, con cada cercanía del momento —. Muchos saben que tengo una heredera, y creo que es momento de que la conozcan, pues sus enemigos, han hecho hasta lo imposible por ensuciarla. Hija mía — Me llama. Todos los presentes voltean a verme. Puedo vislumbrar a lo lejos, la cara de Patricia y la madre de Arturo, completamente en shock. Cuando llego a las escaleras, los flashes estallan en mi cara, cegándome —. Hope y yo no podíamos tener hijos, por lo que tomamos la decisión de adoptar una, es por
ARTURO BRUSQUETTI. ¿Cómo explicar el miedo atroz que sentí, al verla volar por los cielos? Mi mundo quedó completamente congelado, de tan solo imaginarme que la perdería sin obtener su perdón, y tan siquiera, un poco más de ella. Kerianne no podía marcharse de este mundo, sin enseñarme el concepto de amar. He cometido un sinfín de errores con ella, y perderla no es una opción para pagar por ellos, no cuando necesito su vida a mi lado para vivir en paz. El aire vuelve a pasar con calma, ahora que la veo. Quizás con un poco de golpes, pero viva al final. Sus hermosos ojos redondos me observan con nerviosismo, pero ella no se imagina a la locura que casi entre, cuando cerró sus ojos en mis brazos. Camino con pasos lentos, esperando que no pida que me aleje. Sus ojos se muestran aguados, y temo que sea por mi presencia. — Si deseas, puedo marcharme — Kerianne niega. Asiento ate su respuesta silenciosa y tomo asiento en la silla que se encuentra al lado de su cama —. Estaba preocupa
Habían pasado un mes desde el accidente y, tanto Kerianne y yo, nos hemos llevado bastante bien. Consiguió convencer a su padre de que Smith se quede aun con el cargo, algo que, efectivamente, sorprendió a muchos; especialmente al hombre. No la presiono con respecto a mis sentimientos, ni ella intenta tocar ese tema. Dejamos que fluya de forma natural, sin necesidad de forzar nada. — ¿Qué te parece si hoy salimos a cenar? — pregunto. Ella me observa fijamente. — Hoy me será imposible. Tengo una cena con Leo — informa. Frunzo el ceño, al no recordarlo perfectamente. — ¿Es el chico del restaurante? — consulto. Estamos sentados en su oficina, mientras me observa con esos ojos inquebrantables. — Sí. Al que le dijiste que éramos esposos — Suelto una risa. — ¿Se lo creyó? — Al principio, pero cuando fue al hospital a verme, se lo expliqué — gruño, tratando de mantener la compostura. — Entonces, te invito a comer otro día — ofrezco y ella asiento. Ya fuera de la empresa
KERIANNE BACAB He perdido la cuenta de cuantos vasos me he bebido; pero estoy segura que es lo suficiente para sentirme mareada. Soy consciente de que comienzo a hablar tonterías, y al parecer, mi ex también, porque se está riendo a carcajadas. Somos un desastre con el alcohol, en definitiva. De un momento a otro, nos quedamos completamente quietos, todo rastro de risas, desaparecieron, mientras nuestros ojos, quedan congelados en el uno del otro. Puedo ver como poco a poco, sus ojos se ajustan a mis labios, y su rostro cada vez está más cerca. No me muevo. No deseo hacerlo. Solo lo imagino más cerca, y que no se retracte de lo que planea hacer, tal y como yo lo haré, cuando todo vuelva a la normalidad. Y simplemente, me beso. Nada sutil. Nada suave. El ardor de su boca caliente, se sintió exactamente, como una marca. Esos movimientos eróticos de su lengua, eran demasiados exigentes. Sus manos eran bastantes seguras y confiadas, que simplemente me encendían, mientras gritaban p
La mañana siguiente, ya me encontraba en el aeropuerto, esperando a mi padre. Cuando atraviesa la puerta, corro hasta él, para envolverlo con mis brazos. Lo he extrañado bastante. Sus vacaciones fueron muy largas, y a pesar de que haya venido solo, sin mi madre, estoy feliz de tenerlo conmigo. — ¿Cómo has estado, hija mía? — saluda, devolviéndome el abrazo. — Bien padre, extrañándote. ¿Qué tal el viaje? — pregunto de forma tranquila, con los ojos cristalizados. A veces, solo a veces, me paso con la cursilería, pero he estado tan alejados de ellos, de él, que me parece irreal verlo, y eso que, solo está de vacaciones. — Extremadamente agotador. El viaje fue largo y tenso, pero ya estoy a quí. Tu madre te ha mandado esto. Mi rosa no quiso viajar — comenta, entregandome una cajita de pana pequeña, para después colocar mi brazo sobre el suyo, mientras nos encaminamos hacia el coche —. ¿Qué tal la empresa? — No me quejo. Me gusta mi trabajo — contesto con tranquilidad —. Gracias por tr
No podía permitir que la molestia me dominara. No, cuando no tenemos nada que nos ate. No tenemos nada juntos, más que un pasado, triste, humillante, melancólico y terroríficamente destructible. Un poco exagerado. Sin embargo, si no tuviera el poder que tengo, estaría postrada aun siendo humillada por ellos. ¿Cuántas mujeres se han dejado tratar como la peste por amor? ¿Cuántas han cometido el error de dejar de ser, por alguien más? Yo fui una de esas mujeres, y he vivido en carne propia el dolor de un corazón roto. El dolor de un amor no correspondido. De ese sentimiento de no encajar en un lugar, de no ser querida. Fui tonta, pero también estaba enamorada y no arrepiento de eso. Necesitaba esa experiencia para ser la mujer que hoy soy. — El señor Viktor Lorelli se encuentra afuera señora — avisa mi secretaria, sorprendiéndome. Hace tiempo no he sabido nada de él —. Dice que lo recibirías apenas oyeras su nombre. Me pongo de pie y sonrío. — Claro, claro. Hazlo pasar. No pu
A este punto de la historia, estaba bastante segura que Arturo me seguía los pasos. ¿Cómo es posible que venga a cenar en el mismo restaurante en el que estoy con Viktor? Su ojo visible, no disimulaba siquiera un poco, su molestia hacia mi persona, y las personas comenzaban a susurrar. Me sentía incómoda. — Soy yo, o las personas miran mucho hacia nuestro lado — manifiesta mi compañía, llevando su copa de vino a sus labios. Fuerzo una sonrisa, y simulo estar de acuerdo. — El hombre la odia demasiado… — ¿Has visto como la mira? … — También la odiaría, después de la vergüenza que hizo pasar a su hermana… — Su hermana se merecía… A este punto, Viktor comenzó a barrer el lugar con los ojos, hasta que dio con él, y sonrió descaradamente. Esa sonrisa, que hasta a mí, me haría temblar, si estuviera en el lugar de mi ex, pero como lo conozco lo suficiente, sé qué hará una tontería. — Ya veo — musita mi amigo. — Solo ignóralo — pido. Se está comportando como un idiota —. Solo