ARTURO BRUSQUETTI. Lancé el periódico al otro lado y maldije. Al principio lamentaba el haberla llamado y ofendido, pero ahora solo me daba cuenta de las cosas que estaba sucediendo y todo apuntaba a que ella en verdad, es una manipuladora. El viejo sabía que era su esposo. Ella no se lo ocultó y eso me hacía sentir de forma extraña. No sabía distinguirlo, pero me sentía molesto. Es imposible que ella haya caído tan, bajo, para meterse con una persona que podría ser su padre, solo por tener un estatus. — Señor, he conseguido información… — Ahora no, Mauricio. No estoy de ánimos — respondo, levantando la mano. — En verdad es importante — insiste. Lo observo seriamente, y es entonces que él entiende, que no me hará cambiar de parecer. Asiente lentamente, y suelta un suspiro, para después marcharse del lugar, dejándome solo. Así es como pasé la noche, solo, observando por el ventanal del hotel, la gran ciudad, tratando de entender que fue lo que le pasó a la mujer que me ha gu
KERIANNE BACAB. Todo era extraño, pero necesitaba despedirme de ese pasado. Me lastimaba, y quizás lo siga haciendo, porque soy débil ante ese hombre, pero no puedo simplemente marcharme y olvidarme, porque así no se tratan las heridas del corazón. Yo lo perdonaba, pero lo que realmente era difícil, pensándolo desde una perspectiva diferente, es perdonar. Perdonar a alguien que ni siquiera te ha pedido perdón. Y Arturo, ni se inmutó siquiera en sentir una pizca de vergüenza por todo lo que me hiso pasar, por todo el daño que me hiso sentir. Creo que es naturaleza suya ser frío ahora, como lo es su familia. Me alejo de él, del bar, donde conversamos un rato, sin percatarme que alguien venía delante de mí, hasta que choqué de bruces por su pecho, y me tambaleó, cayéndome al suelo. — Mil disculpas, señorita. No fue mi intención — dice de forma apresurada, ayudándome a ponerme de pie. Mis hombres de seguridad, se acercan, pero con un movimiento de mano, los detengo, obligándolos a d
Esa misma noche, mientras volvíamos a la casa, un auto se interpone en nuestro camino, impidiéndonos de ese modo el paso. La cuestión es que, nada pintaba bien, y lo que se venía era realmente algo muy desalentador. Miro a nuestro alrededor, y no había guardaespaldas lo cual resultaba extraño. — ¿Dónde están nuestros hombres de seguridad? — inquiere Natalie, con notable nerviosismo, y quizás temor —. No se preocupe señora, ya me he comunicado con tu escolta principal. — Menuda hora que quise venir sola — mascullo arrepentida. Bajo del auto para enfrentarme, a aquellos hombres corpulentos, con un aura peligroso de delincuentes de profesión —. Esto es obra de alguien. Si salimos ilesa, por favor averigua quien lo hizo. Natalie se pone en frente de mí, como modo de evitar, que me pongan una mano encima, sin embargo, yo la hago a un lado, para enfrentarme personalmente con el individuo. — ¡Vaya! No sabía que la víctima sería una preciosura — musita el hombre. Levanta el brazo par
ARTURO BRUSQUETTI. Cuando finalmente quedamos solos, pude acercarme a ella con más seguridad. — ¿Estás bien? — consulto, pero su respuesta no llegó. No le di el tiempo de responder, ya que la rabia nubló, todo rastro de raciocinio. Giré sobre mis talones, y me encaminé hasta la oficina del presidente de la empresa. No me percaté quién estaba con él en ese momento, pero le tomé de la solapa de su saco, y le di un golpe que lo mandó al suelo. — ¡Arturo! — exclama mi ex esposa, conmocionada por mi agresivo comportamiento. — ¿Qué te pasa, idiota? — pregunta confundido el hombre desde abajo. — No vuelvas a tocarla con violencia — escupo iracundo —. Nadie puede tocarle un solo cabello a Kerianne Bacab. — ¡Arturo! — Volteo y entonces la veo, con los brazos hechos jarras, fulminándome con la mirada —. Él no me ha hecho nada, y tampoco se lo permitiría. Observo, una mujer con poca ropa, la secretaria del hombre y mi ex esposa, me observan con molestia. — Yo pensé… — Pensaste
La ansiedad de entender lo que estaba sucediendo, lo que sus palabras significaban, me estaba carcomiendo. Hace tiempo no me sentía así. En el pasado, logré estabilizar esa parte de mis emociones, pero ahora. Que la tengo en frente, nuevamente esa sensación de estar cerca y saber todo de ella, me vuelve loco. Especialmente, cuando comienzo a entender la gravedad del daño que le causé. De lo cobarde que fui. Del mal esposo que logré ser. Nada bueno. Es obvio que no me tiene en buena estima, y si es amable, solo es por educación. No obstante, debía tratar de reconquistarla porque en verdad estoy arrepentido de todo lo que le he hecho. Cuando la mañana llega, lo primero que recibo, es una llamada de la desaparición de mi cuñada, lo cual me alarma bastante, ya que se supone que no tiene enemigos, y mucho menos aquí en la ciudad. Si mi madre se llega a enterar, creará un caos por la preocupación, ya que es su niña adorada. Llego a la empresa, a entregar unos papeles mientras ordeno a Ma
KERIANNE BACAB. Cuando la dejé allí, con su gran amor, como lo describió ella; pensé en serio que Arturo se haría cargo de todo que entendería completamente la situación, pero al parecer, solo es un hombre con un aura peligroso, que no tiene la fuerza de voluntad de hacer lo correcto. Arturo Brusquetti, es un hombre fácil de manipular. Mis padres, al ver las noticias se pusieron furiosos, tanto que no quisieron esperar para arreglar la situación personalmente, con el señor de la casa. Dudo mucho que mi ex esposo llegue a tiempo, con su prometida, para aclarar la situación, pero en esta ocasión, no podía hacer nada. Su familia ha humillado no solo a su hija, sino también a su esposa con tales informaciones falsas. En su lugar, estaría actuando del mismo modo. Las horas del vuelo, solo me han hecho pensar en cada una de las palabras de Patricia, y el corazón dolía un poco más. Definitivamente, el abuelo quería casarlos, por el amor que sentía por Patricia. Ella siempre fue su niña
Una vez ellos estaban instalados, decido que es momento de descansar un poco. Me adentro en una delas habitaciones, para darme un majestuoso baño, hasta que siento, como Pau, viene caminando detrás de mí. — Hoy iremos a una fiesta — declara decidida. Frunzo el ceño, mientras la observo sobre mis hombros. — ¿Una fiesta? ¿Por qué o qué? — inquiero. En mis planes no está salir, sino descansar. Mis padres mañana ya vuelven, y aunque me quedaré un día más, puesto que hace poco estuve por aquí, no me parece una buena opción salir —. ¿Has visto las noticias? — Sí, y creo que no importa. Escuche a tu padre decirle a tu madre que organizará un evento — Al notarme confundida, procede a continuar —. Imagino que para presentarte oficialmente ante la sociedad. — ¡Oh! Eso sería…, raro. — ¡Estupendo! Esa es la palabra correcta Kaeri. Así que, ya que no serás la amante en cuestión de tu padre, debes darte el lujo de asistir a una fiesta con tu mejor amiga — insiste. — ¿Al club? — Definitivament
ARTURO BRUSQUETTI. Ella se veía hermosa, radiante. Se veía suelta y relajada. La vida da tantas vueltas, que termina colocándonos en el mismo lugar, pero yo no pierdo de vista mi objetivo principal. Recuperarla. Nunca antes la he tenido tan cerca, su aroma suave se adentró en mi ser, adueñándose por completo de mí. Tanto, que me ha costado contenerme en no saborear, sus labios carnosos y humedecidos, por el deseo de ella sentirme. Estábamos sumidos en un trance, donde solo existíamos nosotros dos. Pude haberme aprovechado de la oportunidad, pero opté por ser un buen hombre y hacer las cosas mejor a como lo hice en el pasado. Si quiero ganármela, debo ser el hombre que ella merece a su lado. Me aparto de su cuerpo y me dirijo al coche suyo, para abrir la puerta del pasajero. Ella con dudas, ingresa en el interior, con sus dos ojos redondos, observándome sin titubear siquiera un poco. Le lanzo un beso en los aires y cierro la puerta, sabiendo con certeza, que la he hecho temblar. Do