Alexander miró a todos lados, observando cada detalle en la oficina de Karim. Cuando sostenía el plumín favorito del Árabe, fue pillado por el aludido. —Alex, ¿qué haces? —Karim, estoy aquí tal como me has pedido. Creí que era una equivocación, pensé que no querías volver a verme —dejó el objeto en su lugar y se sentó. Karim respiró hondo. —Sí, es cierto que no quiero tener ninguna relación contigo. Pero hay una situación que me supera, tal vez puedas ayudarme. Alexander carraspeó la garganta y adoptó una posición más segura. Karim daba por hecho que el árabe le pediría algo a cambio. —Te escucharé, tal vez pueda hacer algo. —Trabajas para mi padre, ¿no? —¿Con tu padre? Solo le hice un favor, ya lo sabes. Me pagó por obtener a Juliette, es todo. ¿Qué es lo que exactamente estás buscando? —Quiero ver a mi padre tras las rejas —sonó tan convincente y frío que le puso los vellos de punta al tipo —. Entonces... ¿me dirás qué es lo que sabes sobre el origen de Juliette? —¿Por qu
Juliette miró la hora en su teléfono, era extraño que todavía no regresara de su trabajo. Karim solía llegar antes del anochecer. —¿Estás ansiosa? —inquirió Melanie y la joven dio un respingo ante la sorpresa. A continuación giró sobre ella y la miró negando con la cabeza. —No, solo estoy... Aburrida —es lo primero que se le ocurrió decir, pero Melanie sabía que no era cierto. —De acuerdo, deberías venir a cenar, la comida se enfriará. —Te alcanzaré —prometió con una sonrisa nerviosa. Cuando la mujer se retiró, Juliette exhaló sonoramente. —¿Soy tan obvia? —gruñó, se abofeteó mentalmente. ***Karim se encontraba sentado en su lujosa oficina, absorto en una pila de informes y documentos. Sus ojos, normalmente imperturbables, reflejaban un creciente signo de agotamiento. Los últimos días habían sido una vertiginosa sucesión de reuniones, negociaciones y decisiones estratégicas que parecían no tener fin.—Maldición, hay mucho por hacer —resopló cansado. Aunque el siempre se había
Paulina caminaba de un lado a otro en la pequeña habitación, los pasos resonando incesantemente contra las paredes. Sus manos temblaban y su respiración se aceleraba cada vez más, como si fuera a desvanecerse en cualquier momento. Sabía que estaba encerrada, pero su mente parecía encontrarse en otro lugar, atrapada en un torbellino de recuerdos y emociones descontroladas.Golpeó la puerta con fuerza, gritando el nombre de Karim una y otra vez, exigiendo respuestas, buscando la venganza que le quemaba por dentro. Su voz se quebró en sollozos desesperados, mezclados con maldiciones y súplicas.Detrás de la puerta, su madre Ana, escuchaba con el corazón encogido, los ojos llenos de lágrimas. Quería ayudar a su hija, protegerla de sí misma y de cualquier peligro, pero Paulina parecía cada vez más perdida en su propio infierno.—¡Paulina, por favor, tienes que calmarte! —suplicó la mujer, apoyando la mano en la madera fría—. Sé que es difícil, pero tienes que intentar respirar... Voy a lla
Aquella mañana la muchacha no podía sacarse de su cabeza las palabras del árabe, era como si una y otra vez repercutía en lo más profundo de su mente y a pesar de la necesidad por borrarlo, no pudo hacerlo. Sabía que tarde o temprano le preguntaría al respecto. «No sé si mi padre tuvo que ver con la muerte de tus padres, pero prometo que voy a vengarme por ti, no quedará impugne lo que hizo». Recordó con pesar. Todo era tan extraño. Melanie estaba en la habitación con ella encargándose de doblar alguna frazadas y sábanas recién lavadas. La mujer podía darse cuenta de la inquietud que tenía Juliette. —¿Hay algo de lo que quieras hablar conmigo? No es posible que te dé una solución, pero servirá si soy todo oídos. Ella suspiró con dirección a la susodicha, hizo una mueca antes de tomar asiento al filo de la cama y observarla. Pronto sus enormes ojos ámbar conectaban con ella. —Yo... Sé muy bien que no me vas a decir nada más sobre Karim, sé que no te quieres involucrar en nada, a
Después de una larga jornada, el árabe llegó a casa, quería descansar pero una vez puso un pie en la habitación, se sintió tan solo... nunca antes había experimentado un vacío como aquel; se preguntaba qué había cambiado en él para sentirse distinto, como si algo le faltara, de pronto la imagen de Juliette llegó a su cabeza Justo cuando se sentó en la cama, recibió una llamada repentina de parte de su madre. Mirella hace mucho que no lo veía, él tampoco había ido esos días a visitarla. —Madre, ¿qué ocurre? —Karim, probablemente estás cansado, pero quería escucharte al menos unos minutos. ¿Estás bien? Se desinfló sobre la cama. —Así es, de hecho acabo de llegar del trabajo, pero estoy bien, madre. ¿Querías saber algo más? —¿Cómo está ella? —Juliette debe estar dormida. —Karim, solo te pido que la cuides, por favor. El árabe suspiró. —Las cosas están bien entre nosotros, no te preocupes. ¿Por qué no la llamas directamente? Ella tiene un teléfono —recordó. —Sí, pero por la hor
Durante un tiempo estuvo girando sobre la cama sin poder conciliar el sueño. El insomnio se apoderó completamente de él, no había nada qué hacer. Tomó una profunda bocanada de aire y exhaló. —¿Por qué estoy tan confundido? Si la relación entre ellos llegaría a su final, no había razón para inquietarse por eso. Pero la preocupación radicaba desde que su corazón apostaba por algo más allá de las apariencias. Mientras que, Juliette despertó con el corazón acelerado, luego de tener una pesadilla terrible. Se llevó una mano a su pecho tratando de controlar su respiración agitada, intentó a toda costa calmar su órgano vital. No sabía por qué una pequeña estaba entre las llamas, no entendía los gritos y la desesperación de la pequeña, de esa niña que se convertía en ella. Juliette lloró a mares, no pudiendo contener la emoción que se desplazaba en su sistema. —No podré dormir —se dijo a sí misma después de unos minutos. De seguro Melanie estaba durmiendo a esa hora, no se atrevía a mol
Raid estuvo un rato examinando unos documentos. Mirella se presentó dejándole sobre el escritorio una taza de té caliente. Ella, durante esos días había sospechado que algo le estaba sucediendo a su esposo. Él, no parecía estar tan saludable como antes, pero no quería preguntarle directamente porque Raid no lo tomaría de buen humor. —¿Continúas ocupado? Raid elevó la mirada y la vio. —Por supuesto, ¿qué te trae por aquí? —inquirió de mala gana. —Solo creía que te haría bien beber un poco de té, adelante —emitió. —Gracias. ¿Por qué no te vas si solo has venido a traerme esto? Estoy ocupado. —¿No puedes ser amable conmigo? Además, creí que podemos hacer algo más. Ante las palabras de su esposa el hombre golpeó con dureza la superficie del escritorio y la mujer dio un respingo. —¿Qué sucede contigo? Sal de una vez, Mirella. No me hagas enfadar. —Raid... Deja en paz a esa muchacha —solicitó con valor —. Ella es buena, amable, una chica diferente. No arruines su vida. —¿De qué mi
Una vez en la habitación, Juliette se acostó en la cama y lloró a mares, quería detenerse, pero no pudo. Todo lo que bullía en su interior era más potente que su control emocional. Raid era un verdadero monstruo, un tipo impulsivo y lo aborrecía con todo su corazón. Melanie ingresó con una limonada y galletas. Sabía lo que estaba ocurriendo, se inquietó por el estado de la joven. Pronto acariciaba su espalda, tratando de calmarla. Juliette le contó los hechos llorando. —Sé que estás molesta y triste por lo ocurrido, lo siento tanto, el señor es alguien impulsivo y...—No es un ser humano, ¿se cree mi dueño? Él es el culpable de que esté aquí, lo odio, Melanie, lo odio con todo mi ser —espetó. —Deberías calmarte, por favor. No te hace bien, tampoco al bebé. Juliette, temblorosa asintió y se secó los ojos. Sin embargo el llanto la apresaba de nuevo. ***Raid se aflojó la corbata y avanzó hacia Karim, aún poseído por la rabia y el descontrol. Le propinó un puñetazo, Karim se contuv