LARSLas palabras se me escaparon antes de que me diera tiempo a filtrarlas o pintarlas de otro tono. Pero, por una parte, era mejor así, decir las cosas directamente y sin mentiras. Las odiaba.—Fue un encuentro que no tuvo ningún significado para mí— aclaré al verla sin articular y rompiendo su mirada en mí.—¿Lo haces para castigarme? — dijo hurgando en mi mirada.—No.—Realmente puedes llegar a ser ese hijo de puta que se acuesta con una y mañana con otra, sin importarle las consecuencias. Sin pensar en los demás.—Martina— soné duro.—Creo que ahora estamos en paz, ¿no?—¿Qué quieres decir?—Que hice lo mismo contigo hace más de dos años. Me la devolviste.—No, claro que no lo hice a posta.—Ya.No me atrevía a creer en ello porque no fue así. Al menos no a conciencia.—No es necesario que me des explicaciones, tampoco es que habíamos definido lo que éramos. Solo era sexo y ya— me miró y el sentimiento de culpabilidad me llenó el pecho, como puede ser tan de esta manera y que yo
MARTINANo sabía que mierda me pasó, que desde que registré el número de Teo en mi móvil, no volví a cambiarlo. Ese corazón junto al nombre de Teo causó que Lars frunciera el ceño y me miraba de una manera que creo que, si las miradas matasen, ahora mismo estaría muerta.—¿No vas a contestar? — preguntó y me dio miedo a responder.—No.—Ya decía yo.El móvil dejó de sonar, y mi corazón se relajó, al menos después de que este saliera por la puerta del salón.Me quedé mirando al aparato mientras volví a sentir la sangre recorrerme cálidamente por las venas.—Madre mía.Susurré y miré a Leo. Este estaba entretenido con sus juguetes.La palpable tensión que había entre nosotros evidentemente era grande. No solo por cómo me tomé que se haya acostado con otra, sino todo esto nuevo que nos unió repentinamente y sin darnos cuenta.No voy a mentir y decir que lo que hizo lo pueda olvidar y seguir como si nada, a pesar de todo había sentimientos por parte mía antes de que supiera quien era.El
LARSTenía que arreglar el desastre o al menos intentarlo. Yo no quería ser así de impulsivo con ella, no después de todo lo que hemos vivido. Pero a veces me gana la situación.Ella aún estaba parada mirándonos mientras jugaba con mi hijo, con el niño que llevaba mi sangre y que hasta ahora no había recibido mi amor, mis cuidados.Se relajó y dejó de llorar, lo dejé por un momento sobre la cama, y me acerqué a ella. La sujeté del mentón y ella empezó a temblar. Sus ojos grises hundidos en lágrimas me miraron y con mis dedos le retiré el exceso de lágrimas que no merecían estar ahí y que por mi culpa estaba llorando.—Perdóname— susurré a un palmo de sus labios—. Cometí el error sin pensar en el amor que siempre te tendré.Bajó sus ojos y le pedí que me mirara.—No hay mujer despampanante que se pueda comparar contigo, ni habrá ninguna otra que me dé lo que tú solo hiciste— le repetí.Y es que Martina destacaba en todo lo que hacía, absolutamente en todo.—Ni lo quiero, ni lo tolero—
MARTINAPuede que me haya dolido más que nada, puede que después de todo lo que sucedió el destino quiso poner nuestros sentimientos a prueba y nunca mejor dicho, porque estaba por tirar la toalla con Lars y no volver a ser lo que fuimos desde que pisé su casa. Y a pesar de cualquier engaño, de cualquier experiencia y dolor, siempre debe triunfar ese perdón tan sincero que nos llegan a dar, en pocas palabras, el arrepentimiento. Y él lo estaba.Me quedé muda después de su hermosa y gran confesión, la cual salió en susurros, pero se oía bien claro.Repasé cada palabra que salió de su exquisita boca y bajo su calor y el roce de nuestras manos, decidí contestar—: eres una mezcla de ángel con algún que otro rasgo de demonio descontrolado.Este sonrió evitando hacer ruido y mordió al final su labio y seguimos sumergidos en nuestras miradas.—Contigo quiero ser más ángel que demonio.—¿Y estás seguro de que puedes controlarlo? — me mira dudoso—, me refiero a tu demonio descontrolado.—Lo in
LARSLe recorro con la mirada la curva de su cuello y el horizonte de sus labios, se me filtra una ligera y poderosa emoción en mi pecho al decir en voz alta algo que hasta ahora me gustaría que fuera más que cierto.—¿Estás de broma?, dime.—¿Te gustaría?—No sé, a estas alturas sería algo normal entre nosotros.Muerdo el labio y pienso.—Seamos o no un matrimonio, yo ya te considero mi mujer.—Independientemente de eso, Lars. Si me la has jugado es mejor que me lo digas.—Sabes que odio las mentiras y si fuera así, te lo hubiera dicho hace ya. Tal y como te dije sobre mi engaño.—Entonces, ¿no estamos casados?Negué —. Pero lástima que no se me ocurrió en ese momento esta increíble idea, total hubiera sido fácil obtener tu firma.Me dio levemente en el pecho y la atraje a mí arropándola con los brazos, ella hundió su rostro en mi pecho.—La aparente imagen que destilamos ahora mismo como matrimonio, quiere decir que tu respuesta es ¿que eres oficialmente mi novia?Ella asintió vergo
MARTINAMe parecía tan injusto que se inventaran eso de mí cuando eso significa tratar de dañar a Lars, que me siento tan culpable por esas mentiras como víctima.Él me decía lo más calmado que intentó estar que no hiciera caso a lo que se estaba diciendo, y realmente estaba viendo como ardía de rabia, ira, y desesperación por no poder controlar todas esas mentiras.Pasaron las horas y la tarde llegó, de hecho, el poco tiempo que pasamos juntos, me la pasé pensando en todo lo que se nos venía encima.Cerré la puerta a mis espaldas cuando acosté a Leo, estaba cansado de que le urgía una siesta.Al llegar al salón escuché la voz de la señora Zelinda. Hablaba con Lars, estaban hablando en alemán, cosa que no entendía nada, pero intuí que era sobre la polémica que ahora mismo era el punto más alto de cotilleo de este país.Él se percató de mi presencia y se acercó a mí. Saludé a la señora y después tomé asiento a su lado. Ella me sonreía y entendí el porqué. Sabía que al fin se le había h
LARSSe me nublan los sentidos al verla ahí parada con mi hijo en brazos mientras deleitaba la oscuridad de la noche a través de los vidrios de la ventana de su habitación. Apoyado en el lumbral de la puerta, me doy cuenta de que esa mujer siempre fue mía a pesar del tiempo, y las circunstancias, ella siempre me perteneció, mi otra mitad, mi destino.Repetitivamente, el timbre de mi casa sonó y ella giró sobre sus talones y me vio detrás de ella. Sonreí al verla sobresaltada y después fui a abrir la puerta.—Madre— dije.—Llevo llamándote desde esta mañana, ¿por qué no contestas las llamadas?—No eres la única a la que no contesté. Y sí, sé por qué estás aquí.Ella me miró y sus ojos se llenaron de lágrimas. A sus espaldas vi a Martina con Leo y ella se percató de su presencia.—Madre— se aleja de mí para acercarse a la que ahora es mi pequeña familia.—Es mi nieto, Lars, no me puedes castigar también con él, privándome de que no me acerque a él.Presioné los labios y acarició la mano
MARTINALars era un hombre maravilloso pero muy complicado a partes iguales. La forma en la que se castiga es tan dura que parece que está en una batalla inacabable, en una situación devastadora y yo necesitaba aliviar esa parte que lo atosigaba, lo maltrataba. Y así al menos poder llevar una buena vida juntos.—Vale, buenas noches— añadí y me fui a mi habitación llevándome a Leo. Al rato se acostó y aproveché para darme un largo baño. Relajé cada centímetro de mi cuerpo y cerré los ojos mientras el agua caliente junto a las sales minerales hacían su perfecta función.Mi móvil empezó a vibrar, una y otra vez, salí de la bañera y me coloqué el albornoz.Al ver las llamadas perdidas de Teo, se me erizó el cabello de la nuca, por el simple hecho de que se había vuelto a poner en contacto conmigo. Y lo peor de todo, es que conocía la manera en la que se ponía cuando se enfadaba a cierto grado.Volvió a sonar y me sobresalté. Vi el nombre y con las manos temblorosas contesté—: No me llames