MARTINAMe parecía tan injusto que se inventaran eso de mí cuando eso significa tratar de dañar a Lars, que me siento tan culpable por esas mentiras como víctima.Él me decía lo más calmado que intentó estar que no hiciera caso a lo que se estaba diciendo, y realmente estaba viendo como ardía de rabia, ira, y desesperación por no poder controlar todas esas mentiras.Pasaron las horas y la tarde llegó, de hecho, el poco tiempo que pasamos juntos, me la pasé pensando en todo lo que se nos venía encima.Cerré la puerta a mis espaldas cuando acosté a Leo, estaba cansado de que le urgía una siesta.Al llegar al salón escuché la voz de la señora Zelinda. Hablaba con Lars, estaban hablando en alemán, cosa que no entendía nada, pero intuí que era sobre la polémica que ahora mismo era el punto más alto de cotilleo de este país.Él se percató de mi presencia y se acercó a mí. Saludé a la señora y después tomé asiento a su lado. Ella me sonreía y entendí el porqué. Sabía que al fin se le había h
LARSSe me nublan los sentidos al verla ahí parada con mi hijo en brazos mientras deleitaba la oscuridad de la noche a través de los vidrios de la ventana de su habitación. Apoyado en el lumbral de la puerta, me doy cuenta de que esa mujer siempre fue mía a pesar del tiempo, y las circunstancias, ella siempre me perteneció, mi otra mitad, mi destino.Repetitivamente, el timbre de mi casa sonó y ella giró sobre sus talones y me vio detrás de ella. Sonreí al verla sobresaltada y después fui a abrir la puerta.—Madre— dije.—Llevo llamándote desde esta mañana, ¿por qué no contestas las llamadas?—No eres la única a la que no contesté. Y sí, sé por qué estás aquí.Ella me miró y sus ojos se llenaron de lágrimas. A sus espaldas vi a Martina con Leo y ella se percató de su presencia.—Madre— se aleja de mí para acercarse a la que ahora es mi pequeña familia.—Es mi nieto, Lars, no me puedes castigar también con él, privándome de que no me acerque a él.Presioné los labios y acarició la mano
MARTINALars era un hombre maravilloso pero muy complicado a partes iguales. La forma en la que se castiga es tan dura que parece que está en una batalla inacabable, en una situación devastadora y yo necesitaba aliviar esa parte que lo atosigaba, lo maltrataba. Y así al menos poder llevar una buena vida juntos.—Vale, buenas noches— añadí y me fui a mi habitación llevándome a Leo. Al rato se acostó y aproveché para darme un largo baño. Relajé cada centímetro de mi cuerpo y cerré los ojos mientras el agua caliente junto a las sales minerales hacían su perfecta función.Mi móvil empezó a vibrar, una y otra vez, salí de la bañera y me coloqué el albornoz.Al ver las llamadas perdidas de Teo, se me erizó el cabello de la nuca, por el simple hecho de que se había vuelto a poner en contacto conmigo. Y lo peor de todo, es que conocía la manera en la que se ponía cuando se enfadaba a cierto grado.Volvió a sonar y me sobresalté. Vi el nombre y con las manos temblorosas contesté—: No me llames
MARTINASe me corta el aliento por culpa del llanto. Sin que llegara a decir nada y con tan solo la forma en la que me miraba ya sabía que la había cagado, porque era mi culpa por haber ido a darle esos papeles cuando su plan era otro. Y lo peor de todo se lo oculté a mi novio. Al padre de mi hijo.—Lo siento— apenas podía hablar.—¿Por qué lloras? ¿Quién te hizo esto? — pasa su dedo sobre el corte de mi labio y con la misma mano, llega hasta mi cuello.Su móvil empezó a sonar y al contestar, su frente se arruga y la vena del cuello le late con rapidez.—Te voy a arruinar— Dijo por el aparato—, ¿me has entendido con claridad, bastardo? Te voy a aplastar— gritó y supuse de que se trataba.Colgó y tiró de mí hasta su habitación.Me dejó sentada sobre la cama mientras entraba en el baño. Sacó el botiquín y me limpió la herida del labio.—Dime algo, por favor—supliqué.—Que quieres que diga. ¿Eh? ¿Que estoy a punto de perder el control y estoy a nada de destrozar todo lo que me encuentre?
LARSPor una vez en mi vida, pude controlar mis demonios y confié en mi intuición, en la misericordia de su mirada y no caí. Por ella no haría nada de lo que me dijo Teo. Porque él nunca supo amarla como lo hacía yo. Él no fue perfecto para ella y yo intento ser al menos la mitad de esta perfección que ella merece.Al día siguiente, desperté tan temprano que no pude desayunar con ella, ni con mi hijo. Entré a su habitación y ella estaba dormida mientras abrazaba a Leo. Sé que era muy cabezota y acató mi orden al no aceptar su condición para que se mudara a mi habitación.Sonreí por la imagen tan bonita que veía y me acerqué más a ellos. Me incliné y beso su mejilla, pasé mi mano por su hombro descubierto y abrió los ojos lentamente—: ¿te vas?—Sí, mi cielo. Sigue durmiendo.Susurré para no despertar al pequeñín y ella me sujetó de la mano.—Te amo.—Yo también te amo— con el pecho hinchado respondí. Y después se volvió a dormir. Los cubrí a ambos con el edredón y cerré la puerta al sa
MARTINALos días siguientes pasaron como un rayo, apenas noté como había pasado más de dos meses en este país y en la casa del que ahora es más que mi novio.Me sentía plena al ver como estaba formando una familia, cosa que jamás tuve después de la muerte de mi madre. Y, en cambio, ahora, me sentía tan bien, que me asusta y me siento culpable por sentir esta desdicha que pienso que pronto se acabará.Aquella mañana, la madre de Lars se comunicó conmigo y me pidió ver a Leo. Lars había ido a trabajar y La señora Zelinda ya había vuelto y tenía que hacerle entender que Desire era la abuela de Leo y que tenía derecho a ver a su nieto. Pese a que Lars no esté de acuerdo.Pensé que se iba a molestar cuando le dijera, pero permaneció neutra y contestó—: es su nieto, no soy quién para decir que no. Solo espero que Lars esté de acuerdo.—Él no lo está.—Entonces no te metas en problemas, hija.—Pero tiene derecho a que Leo disfrute de su abuela.Ella no dijo nada y asintió.—Está por llegar—
LARS—Te agradezco las veces que me hiciste reír, y en cómo me complacías en algunas cosas— dijo después de que mi mirada se oscureciera cuando oí que usaba para nuestra cita el vestido que este idiota le había regalado. El temblor de las manos de Martina sacudió la parte de atrás de mi espalda. Ya que aún se aferraba a mí.Flashback.—Está, por volver a acercarte a ella— le propiné un golpe en todo el labio—, y está, por maltratarla y por lastimarla —le di en toda la nariz y este cayó al suelo. Había llegado a su casa esta mañana y le dejé claro algunos puntos, los cuales no iba a tolerar.Este sonrió mientras limpiaba la sangre que caía sobre su labio y su nariz, contra el suelo, ladeó la cabeza—. Me lo merezco, pero no me diga que no le quedó una cara de idiota al verla frente a usted mientras le decía que me la había follado.Fui echarme encima y este se levantó del suelo y me pidió que no siguiera—. Vale, me lo merezco, y no continúe, duque. No quiero más problemas con usted.Con
MARTINAYo no sabía que era lo que me deparaba el futuro, pero fuera lo que fuese, lo quería todo al lado de Lars. Él era y es el motor que me empujó a volver a confiar, el querer lo mismo que él y de alguna manera tenía que aprender que, después de todo, tanto él como yo fuimos un camino para la vida de nuestros hijos. Bueno, de mi Leo y nuestro segundo hijo.—¿Estás embarazada? — su pregunta sonó como si no fuera real que, si no fuera por los síntomas y la misma confirmación del médico, lo hubiera puesto en duda.Asentí emocionada porque el corazón me latía contra el esternón con mucha fuerza.—Vamos a ser padres de nuevo.Se deslizó una lágrima sobre su perfecto rostro y fue la primera vez que lo había visto llorar. No sé si, después de esto, su guerra interna acabaría o no.—Es tan de verdad que acojona— sonreí por su comentario y me abrazó mientras hundía su nariz en el hueco de mi cuello.Creo que no pudo acabar mejor la noche. Esa noticia no solo calmó nuestra discusión, sino q