LARSNo me olvidaré de sus palabras que me calaron y me rompieron por dentro, no me olvidaré de estas porque me desalmaron.—Lars— dijo ella y entré en su casa cerrando con un portazo la puerta.La sujeté de la nuca y contra la mesa de ese comedor, le bajé las bragas y me coloqué el condón y me la follé, Rose gritaba de placer y yo le daba duramente mientras me ahogaba en rabia, despecho, desahogándome y olvidando a esa mujer que no merece nada de mí.—Joder, Lars.Llegué y llené el preservativo, me lo saqué y lo até, me introduje en el baño sin mirarla y me lavé las manos. Me apoyo contra el lavabo y miré al espejo, este era yo, el que no tenía sentimientos y no le importaba nada.—A la mierda— me dije a mí mismo.—Lars— tocó la puerta del baño.Al salir ella me miraba con una sonrisa de lado.—Me alegra que hayas vuelto.No contesté y me puse el abrigo.—¿Nos vemos luego? — la dejé con la palabra en la boca y salí de su apartamento.Esa tarde me encerré en mi oficina, y en la soleda
MARTINADejé de creer en el amor cuando por segunda vez consecutivas me rompieron el corazón, dejé de creer en ese, te quiero que le grité ayer a Lars cuando me di cuenta de que de él se trataba todo lo que era hasta el día de hoy. Preferí sálvame de volver a sentir ese sentimiento tan doloroso y me refugié en una coraza que lastima con mis palabras al que me devolvió la esperanza, y que ahora me quedé a oscuras en aquel túnel sin luz.El desayuno no pasaba por mi garganta, el silencio era incómodo y la señora Zelinda jugaba con los alimentos de su plato. Me dijo que Lars le había pedido que se marchara unos días a casa de su hermana. Pero a mí eso me llenó de rabia porque ella era en lo que consistía mi trabajo.Se suponía que debería estar feliz porque al fin tengo a mi pequeño entre mis brazos, pero en vez de eso estaba batallando con una guerra interna que sabía que iba a salir perdiendo.Él me castigó con su ausencia y su silencio, eran más de las doce y él no había salido de su
LARSLas palabras se me escaparon antes de que me diera tiempo a filtrarlas o pintarlas de otro tono. Pero, por una parte, era mejor así, decir las cosas directamente y sin mentiras. Las odiaba.—Fue un encuentro que no tuvo ningún significado para mí— aclaré al verla sin articular y rompiendo su mirada en mí.—¿Lo haces para castigarme? — dijo hurgando en mi mirada.—No.—Realmente puedes llegar a ser ese hijo de puta que se acuesta con una y mañana con otra, sin importarle las consecuencias. Sin pensar en los demás.—Martina— soné duro.—Creo que ahora estamos en paz, ¿no?—¿Qué quieres decir?—Que hice lo mismo contigo hace más de dos años. Me la devolviste.—No, claro que no lo hice a posta.—Ya.No me atrevía a creer en ello porque no fue así. Al menos no a conciencia.—No es necesario que me des explicaciones, tampoco es que habíamos definido lo que éramos. Solo era sexo y ya— me miró y el sentimiento de culpabilidad me llenó el pecho, como puede ser tan de esta manera y que yo
MARTINANo sabía que mierda me pasó, que desde que registré el número de Teo en mi móvil, no volví a cambiarlo. Ese corazón junto al nombre de Teo causó que Lars frunciera el ceño y me miraba de una manera que creo que, si las miradas matasen, ahora mismo estaría muerta.—¿No vas a contestar? — preguntó y me dio miedo a responder.—No.—Ya decía yo.El móvil dejó de sonar, y mi corazón se relajó, al menos después de que este saliera por la puerta del salón.Me quedé mirando al aparato mientras volví a sentir la sangre recorrerme cálidamente por las venas.—Madre mía.Susurré y miré a Leo. Este estaba entretenido con sus juguetes.La palpable tensión que había entre nosotros evidentemente era grande. No solo por cómo me tomé que se haya acostado con otra, sino todo esto nuevo que nos unió repentinamente y sin darnos cuenta.No voy a mentir y decir que lo que hizo lo pueda olvidar y seguir como si nada, a pesar de todo había sentimientos por parte mía antes de que supiera quien era.El
LARSTenía que arreglar el desastre o al menos intentarlo. Yo no quería ser así de impulsivo con ella, no después de todo lo que hemos vivido. Pero a veces me gana la situación.Ella aún estaba parada mirándonos mientras jugaba con mi hijo, con el niño que llevaba mi sangre y que hasta ahora no había recibido mi amor, mis cuidados.Se relajó y dejó de llorar, lo dejé por un momento sobre la cama, y me acerqué a ella. La sujeté del mentón y ella empezó a temblar. Sus ojos grises hundidos en lágrimas me miraron y con mis dedos le retiré el exceso de lágrimas que no merecían estar ahí y que por mi culpa estaba llorando.—Perdóname— susurré a un palmo de sus labios—. Cometí el error sin pensar en el amor que siempre te tendré.Bajó sus ojos y le pedí que me mirara.—No hay mujer despampanante que se pueda comparar contigo, ni habrá ninguna otra que me dé lo que tú solo hiciste— le repetí.Y es que Martina destacaba en todo lo que hacía, absolutamente en todo.—Ni lo quiero, ni lo tolero—
MARTINAPuede que me haya dolido más que nada, puede que después de todo lo que sucedió el destino quiso poner nuestros sentimientos a prueba y nunca mejor dicho, porque estaba por tirar la toalla con Lars y no volver a ser lo que fuimos desde que pisé su casa. Y a pesar de cualquier engaño, de cualquier experiencia y dolor, siempre debe triunfar ese perdón tan sincero que nos llegan a dar, en pocas palabras, el arrepentimiento. Y él lo estaba.Me quedé muda después de su hermosa y gran confesión, la cual salió en susurros, pero se oía bien claro.Repasé cada palabra que salió de su exquisita boca y bajo su calor y el roce de nuestras manos, decidí contestar—: eres una mezcla de ángel con algún que otro rasgo de demonio descontrolado.Este sonrió evitando hacer ruido y mordió al final su labio y seguimos sumergidos en nuestras miradas.—Contigo quiero ser más ángel que demonio.—¿Y estás seguro de que puedes controlarlo? — me mira dudoso—, me refiero a tu demonio descontrolado.—Lo in
LARSLe recorro con la mirada la curva de su cuello y el horizonte de sus labios, se me filtra una ligera y poderosa emoción en mi pecho al decir en voz alta algo que hasta ahora me gustaría que fuera más que cierto.—¿Estás de broma?, dime.—¿Te gustaría?—No sé, a estas alturas sería algo normal entre nosotros.Muerdo el labio y pienso.—Seamos o no un matrimonio, yo ya te considero mi mujer.—Independientemente de eso, Lars. Si me la has jugado es mejor que me lo digas.—Sabes que odio las mentiras y si fuera así, te lo hubiera dicho hace ya. Tal y como te dije sobre mi engaño.—Entonces, ¿no estamos casados?Negué —. Pero lástima que no se me ocurrió en ese momento esta increíble idea, total hubiera sido fácil obtener tu firma.Me dio levemente en el pecho y la atraje a mí arropándola con los brazos, ella hundió su rostro en mi pecho.—La aparente imagen que destilamos ahora mismo como matrimonio, quiere decir que tu respuesta es ¿que eres oficialmente mi novia?Ella asintió vergo
MARTINAMe parecía tan injusto que se inventaran eso de mí cuando eso significa tratar de dañar a Lars, que me siento tan culpable por esas mentiras como víctima.Él me decía lo más calmado que intentó estar que no hiciera caso a lo que se estaba diciendo, y realmente estaba viendo como ardía de rabia, ira, y desesperación por no poder controlar todas esas mentiras.Pasaron las horas y la tarde llegó, de hecho, el poco tiempo que pasamos juntos, me la pasé pensando en todo lo que se nos venía encima.Cerré la puerta a mis espaldas cuando acosté a Leo, estaba cansado de que le urgía una siesta.Al llegar al salón escuché la voz de la señora Zelinda. Hablaba con Lars, estaban hablando en alemán, cosa que no entendía nada, pero intuí que era sobre la polémica que ahora mismo era el punto más alto de cotilleo de este país.Él se percató de mi presencia y se acercó a mí. Saludé a la señora y después tomé asiento a su lado. Ella me sonreía y entendí el porqué. Sabía que al fin se le había h