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Capítulo II: Recuerdos I, culpado

Kale era un amigo de la infancia de Luxion. Por un tiempo lo creyó la única persona en la que podía confiar. Cuando era niño vivía en una casa alejada del pueblo donde solo estaba él y su madre, pero esta señora nunca se preocupó por Luxion. A menudo lo golpeaba tanto que su cara se volvía irreconocible, encerrándolo en un cuarto pequeño en la parte trasera de su casa. Lo dejaba aguantar hambre por días hasta que lo dejaba salir para ir a trabajar y conseguir algo de dinero para ella.

Después de matarse trabajando regresaba a su casa por una paliza más, en su mente siempre estaba el escapar, pero no tenía a dónde ir ni tampoco el corazón para abandonar a su madre. Solo le quedaba soportar la agonía en su cuerpo y en su alma. Escuchando, cuando después de golpearlo su madre se limitaba a decir.

-te lo merecías Luxion

Tantas veces que se lo creyó, grabándolo en su piel. Se llenó de odio hacia ella, pero más hacia sí mismo. Sintiéndose tan impotente y lleno de coraje. Por más que quisiera gritar tenía que soportar todo el dolor sin hacer ruido.

Un día terminando el trabajo. La anciana a la que estaba ayudando no tenía dinero para pagarle. En cambio decidió darle a Luxion una joya muy preciosa. Luxion indeciso al principio, decidió aceptarla, pero por el miedo a que se la quitara su madre. Corrió hacia la casa de Kale y lo encontró en el patio al frente de su casa, lo llamó.

Luxion - ¡oye¡ necesito que me hagas un favor.

Siendo tres años mayor. Kale era unos centímetros más alto que Luxion. Con nariz recta y contornos resaltados, dándole un aspecto refinado.

Kale -Dime.

Luxion - Cuida esto por mí ¿sí?.

Le entregó en sus manos un precioso collar de oro reluciente, bastante fino y delicado. Kale sorprendido dijo. -¿de dónde lo sacaste? No lo robaste ¿verdad?.

Luxion -por supuesto que no, la anciana me lo regalo, no tiene dinero para pagarme.

Kale - Está bien, lo guardaré.

Mostrándole una sonrisa, Luxion se fue. De regreso en su casa se encontró a su mamá tirada en el suelo. Con precaución se acercó y la observó por un rato. Después de un tiempo, se dio cuenta que tenía espuma en la boca. A un lado había un cuenco de madera con líquido disperso por el suelo. Tenía un olor extraño y en base a lo poco aprendido cuando trabajó con el médico de la aldea,  pudo saber que el líquido contenía veneno.

Desesperado intentó despertar a su madre dándole pequeños golpes en la mejilla, si bien la odiaba tanto, tampoco deseaba su muerte. Pero sus intentos de despertarla fueron en vano.

Cuando levantó la vista. Repentinamente se dio cuenta que había humo a su alrededor que venía de la parte trasera de la casa, acompañado de unas llamas terribles alcanzando el techo de la cabaña y reclamando territorio con rapidez. Alguien había provocado un incendio y claramente no había sido él.

Con miedo y pavor Luxion empezó a arrastrar a su madre a la entrada antes que el fuego los alcanzara, pero cuando estaban por pasar la puerta. Antes de poder cruzar, cayó una columna en llamas, golpeando el brazo de Luxion. Este sofoca un grito de dolor. Sin embargo esto no detuvo su acción. Lográndose zafar, sacó a su madre de la casa. Cuando a lo lejos escuchó un grupo de pasos apresurados junto con los gritos de los aldeanos.

-¡está aquí!

-¡lo encontramos!

Acercándose la gente, se podía ver que no era la gente común de la aldea, sino, los guardias. Observando a Luxion con miradas ofensivas y maliciosas lo sujetaron a la fuerza mientras Luxion exclamaba.

-¡ayúdenme! ¡Ayuden a mi madre! ¡Por favor!.

-Luxion, has sido acusado del robo de una joya y seguramente tú fuiste el que provocó todo este desastre.

-¡No, no robé nada, no fui yo, por favor ayúdeme!.

-Llévenlo a la cárcel – dijo el guardia, un momento después agregó -  y a la señora, entiérrenla en una fosa común.

Sujetando firmemente a Luxion, lo arrastraron por el camino empedrado, viendo que ponía mucha resistencia, un guardia lo golpeó con el mango de su espada en su cintura, mientras Luxion cayo desmayado en un sueño profundo siendo más fácil de transportar.

...

Cuando abrió los ojos nuevamente, se encontró en un lugar oscuro y frío. Recostado en el suelo de piedra, con las paredes igualmente de piedras sin ventana, se parecía más a un calabozo que a una cárcel. Sintiendo un mal olor giró su cabeza y se dio cuenta de que junto a él se encontraba una nica para hacer sus necesidades que sabrá Dios cuántos más la habían usado. Haciendo un gesto de disgusto intentó levantarse, sintiendo el fuerte dolor en su brazo. Los recuerdos de la noche anterior vieron a su memoria. Ahogando sus lágrimas antes de que salieran cómo estaba acostumbrado a hacerlo e intenta llamar.

Luxion -¿Hay alguien ahí? , por favor, ayúdenme, mi brazo está mal.

De pronto se acercó una luz por la puerta y la voz de un guardia la siguió -¡Oigan ya se despertó!.

El bullicioso ruido de varios hombres entrando se escuchó. Luxion empezó a gritar un poco animado, la esperanza creciendo en su corazón, pero tan rápido como una chispa fugaz, fue apagada de golpe.

Luxion - por favor, mi brazo está mal, ¿puede alguien revisarlo?.

Poniendo una lámpara sobre la mesa fuera de la celda, un guardia corpulento y de aspecto grasoso dijo.

-a quién le importa tu brazo niño, lo que queremos saber es dónde está la joya que robaste.

-Yo no he robado nada.

-no digas mentiras, si cooperas puede que salgas de aquí caminando. - dijo otro guardia alto, con uniforme sucio y desordenado - traigan al que lo denunció.

Dos guardias salieron por un tiempo y regresaron acompañados de un tercero. Con el rostro serio, Kale se paró frente a la celda de Luxion, quien seguía sentado hasta hacia un momento. Pero al ver a Kale se paró de golpe olvidándose de su dolor. Se acercó corriendo a la reja, sosteniendo los barrotes con ambas manos dijo.

Luxion – Kale, diles que no la robe, por favor, sácame de aquí.

-¿A quién le suplicas niño?, Él fue el que nos informó del robo y que querías matar a tu mamá

-afortunadamente llegamos antes de que escapara, pero lo siento por la madre, no pudimos hacer nada.

Mirando estupefacto a Kale por un momento las lágrimas amenazaban con salir y por más que tratara de evitarlo no podía detenerlas. El único amigo que había tenido lo abandonó como todos los demás lo hacían. Ya no tenía a nadie en quien confiar. Pudo sentir cómo su corazón se iba rompiendo poco a poco pudriéndose en su pecho.

Estar solo era algo que nunca le había gustado, por eso, siempre salía a buscar a Kale para olvidar un poco de sus miedos, y él lo recibía siempre contento; sin embargo ahora deseaba tanto esa soledad que le brindaba tanta seguridad.

Mirando la cara sin emociones de Kale, dijo mientras sus ojos se oscurecían. Luxion, suplicó por lo bajo - por favor ayúdame, por favor...

Sus ojos se fueron cerrando mientras su cuerpo se relajaba y cedía por la falta de fuerza. Viendo que estaba a punto de caer, Kale se apresuró a él e hizo el intento de agarrarlo a través de las rejas, pero llegó demasiado tarde, sus manos rozaron sus ropas mientras su cabeza hacia un estruendoso sonido cuando chocó contra el suelo haciéndolo sangrar por una de sus sienes.

-¡Luxion! - Exclamó Kale con expresión preocupada.

-déjalo - le dijo el guardia robusto - ve con el oficial Tanla para que te dé tu recompensa

Kale - sí - dijo y se apresura a seguir al oficial alto con ropa desordenada.

-Apaga la vela cuando salgas- dijo Tanla girándose levemente para dirigirse a los demás mientras era seguido por Kale - y Panyo, deja de comer tanto, ese uniforme ya casi no te queda.

Con el sonido de las risas de todos. Salieron de la cárcel solo para esperar a qué Luxion despertara de nuevo.

...

Luxion se despertó de golpe al ser bañado por un cubetazo de agua fría. Se mantuvo en silencio, ya no le importaba su dolor, ya no le importaba suplicar. Se sentó y observó a uno de los guardias que habían entrado antes, esta vez estaba solo, por su apariencia se podía ver que era joven de unos 17 años, igual que Luxion, en su cara se podía ver que estaba asustado, entre sus manos temblorosas sostenía un puñado de llaves.

Susurrando, dijo -te voy a sacar, pero no puedes hacer ruido.

Casi botó las llaves por el temblor y el miedo tratando de hacer el menor ruido posible para abrir la puerta. Luxion lo miraba sin expresión mientras abría.

-sé que no fuiste tú, vi cuando la anciana te la dio, pero mi superior... - se escucharon sigilosos ruidos afuera. El guardia pegó un salto y dijo – rápido, vete.

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