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Capítulo VI: Recuerdos II, reuniendo pruebas

Una vista borrosa del paisaje era lo único que podía percibir. No sabía dónde estaba ni cómo había llegado ahí. Tirado en medio de un matorral de monte. Los recuerdos de la noche pasada invadían su mente inestable.

Después de salir de la cárcel corrió sin rumbo por un tiempo razonable. Hasta que sintió que las piernas le ardían de cansancio y tanto mente y cuerpo estaban a punto de colapsar. Dejándose caer en medio de un terreno vacío donde no había nada más que hierbas tan altas como para cubrir la mitad del cuerpo estando de pie. Ya incapaz de mantener los ojos abiertos se sumergió en un profundo sueño.

Cuando despertó, recompuso sus ropas, mientras pensaba en el nuevo paso a dar. No sabía a dónde ir. Lo más lamentable era que no tenía en quién confiar ni un amigo fiel al cual contarle sus penas. Ahora era un prófugo de la ley, sin embargo, no de la justicia ya que nunca le dieron la oportunidad de hablar ni de explicarse. Estaba claro que solo querían un culpable sin importar quién fuese.

En tanto sus pensamientos corrían, ya había llegado al pueblo. Muy atento. Cubriendo su rostro cuando era necesario y escondiéndose de los guardias con la más mínima sospecha. Afortunadamente había suficiente gente para pasar desapercibido.

Los guardias corrían de un lado a otro en pequeños grupos de cuatro. El sonido de la marcha era tan nítido que se escuchaba a una distancia larga. La multitud abría camino en tanto se iban acercando. Así se notaba su venida. Dando el tiempo suficiente para esconderse.

Caminando por el pueblo el sonido de su estómago era tan notable que cuando paso cerca de una dama, está lo volteo a ver sorprendida. Su rostro se alternaba entre lástima y vergüenza, puesto que el sonido era un poco estruendoso que se podía confundir con un gas. Luxion cubrió su rostro ruborizado, bajó su cabeza y aceleró su paso, pero antes de que pudiera escapar y esconderse, la señora pareció por fin distinguir el sonido.

-eh, disculpe – extendiendo una mano hacia Luxion para llamar su atención.

Aguantando su vergüenza, Luxion volteó y levantó el rostro - ¿yo? – pronunció por lo bajo apuntando un dedo hacia sí.

La dama sacó un pan de la bolsa de papel que llevaba en la mano y lo extendió hacia Luxion – toma, te lo regalo.

Las ropas de Luxion estaban rotas, sucias y un poco desaliñadas. Ella probablemente lo confundió con un mendigo. Pero eso a Luxion no le importó. Agarró el pan felizmente y dijo.

Luxion –Gracias, en verdad te lo agradezco – como un rayo de luz en medio de una brumosa oscuridad. Este pan le cayó como milagro. Profundamente agradecido, le dedicó una sonrisa de despedida y siguió caminando.

En fin, uno de sus problemas estaba resuelto momentáneamente. El siguiente era encontrar evidencia de su inocencia y eso solo lo podía conseguir encontrando a la anciana del regalo. Aún recordaba la casa donde ella vivía, así que, su destino era la casa más vieja y dañada de la calle que se encontraba pasando la última cuadra.

A dos casas de distancia, sus pies se sentían pesados. No había pensado nada hasta ese momento.

“ ¿qué voy a decir?. Además, puede que no me quiera ayudar, pero es mi única esperanza”.

De repente, unos brazos delgados lo sujetaron desde atrás, mientras sintió cómo un rostro se escondía en su espalda. Fue un gran susto, su corazón dio un salto hasta su garganta. De no ser porque los brazos parecían bastante delicados habría creído que era un guardia, pero una voz llorosa se escuchó desde la parte posterior.

-¡Luxion! – lloró desde atrás – estaba muy preocupada. – dijo Shely envuelta en un mar de lágrimas.

Soltando un suspiro casi imperceptible. Su corazón dejó de latir tan rápido. Había olvidado que la casa de Shely no estaba muy lejos del lugar y en vista de su estado de agitación probablemente corrió desde ahí hasta alcanzarlo. Desenvolviendo los brazos se dio la vuelta para verla. Mientras ella se limpiaba las lágrimas y sorbió los mocos. Su rostro estaba empezando a enrojecer por su estado tan lamentable. Ahora se avergonzaba de haber llorado. Haciendo que Luxion sofocara una risa. Parecía tierna.

Luxion –me asustaste – dedicándole una sonrisa de consuelo. – creí que eras un guardia.

Riéndose con él le respondió – lo siento, me enteré de lo que pasó y te fui a buscar, pero no te encontré así que cuando te vi, corrí lo más rápido que pude, mira, si dejé tirado un zapato. – levantó un pie y lo señaló con su delgado dedo.

Efectivamente, faltaba un zapato y echando la vista tras ella estaba tirado no muy lejos. Viendo ese pie descalzo Luxion dio rienda suelta a su risa.

Luxion -¡tú! – risas, risas - siempre me alegras el día.

Shely -No es broma, corrí como alma que lleva el diablo. no creí que te fuera a encontrar aquí. - se volteó con la intención de recuperar su zapato. Apoyó un poco el pie descalzo en el suelo caliente por el sol abrasador cuando Luxion la detuvo.

Luxion - espera, yo voy por él.

Usando su mano como bastón. La ayudó a sostenerse mientras se ponía nuevamente el zapato. Para luego caminar juntos con Shely abrazando su brazo como si se fuera a escapar. Entraron al patio de la vieja casa para tocar la puerta con los nudillos de la mano, pero

nadie respondió.

Shely - Tal vez no hay nadie.

Frunciendo el ceño volvió a tocar. Esta vez con un poco más de fuerza. El eco de la casa vacía fue sonoramente escuchado mostrando la soledad de adentro. Sin respuesta cambió de táctica y gritó ahora.

Luxion -¡HOLA!.

El único sonido que se escuchaba era el susurro de las hojas al ser movidas por el viento que a su vez hacía rechinar la madera del techo cuando se balanceaba de un lado a otro. Ahora se dio cuenta.

"¿de dónde habrá sacado la anciana una joya tan cara viviendo en la miseria?".

Esperaron un rato más hasta que se convenció. Definitivamente no había nadie en casa.

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