Capítulo XII: Pequeña distracción

Al ver esto Luxion no pudo evitar que su rostro se calentara en un rojo intenso. Bajando la mirada con expresión un poco apenada, no sabía muy bien cómo lidiar con las chicas y se limitó a decir - No gracias, estoy bien.

Soltando una pequeña risa coqueta que deleitaba el corazón, la chica insistió dando un paso un poco más cerca - vamos, no te preocupes, no te haré nada.

Dicho esto Luxion decidió agarrar coraje y no verse como un cobarde que le temía a las mujeres hermosas que se le acercan. Enderezó la espalda y dirigió una mirada tranquila con ojos serenos, disminuyendo gran parte de su sonrojo, dijo en tono suave - está bien, acepto.

Tomando la mano de Luxion, lo guió rodeando el burdel. En la parte trasera de este se encontraba una pequeña puerta de madera dañada por los años.

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