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Deseo a muerte
Deseo a muerte
Por: Rosalía Fernández de Córdova
Capítulo I: Reencuentro

Acostado en una cama de paja. Luxion abrió con esfuerzo sus pesados párpados, desconcertado. En una habitación desconocida para él, un techo de paja con columnas de madera, paredes de varas simples y suelo de tablas. Giró su cuerpo hacia atrás, no encontró nada, se sentó rápidamente y un fuerte dolor en su cadera lo hizo acostarse de nuevo, de golpe. Provocando que la cama vieja crujiera con el impacto.

Se tomó su tiempo viendo al techo hasta calmarse, después de un rato empezó a moverse lentamente hasta lograr pararse. Examinando la habitación, efectivamente, se dio cuenta que no había nada, lo había perdido.

Sintiendo que su ira iba creciendo poco a poco. Decidió irse de la pequeña cabaña en donde se encontraba. Se vistió y salió con paso firme decidido a emprender una búsqueda sangrienta, sin importar que, lo recuperaría.

Caminando en dirección al pequeño pueblo. Ignorando el leve dolor restante. Mientras las hojas crujían al ser pisadas y rotas en el acto. Se dio cuenta que no tenía ni un centavo y no podía comprar nada para desayunar y su estómago ya empezaba a rugir pidiendo comida. Justo a tiempo detrás de él, venía un viejo un poco encorvado empujando una carreta, con esperanzas se acercó a él .

Luxion -disculpe señor- dijo tímidamente - ¿usted sabrá de algún lugar donde necesiten un trabajador?.

Viejo animado por qué encontró a alguien joven y fuerte, respondió  -joven es usted oportuno, en mi tienda necesito un poco de ayuda, si el joven está de acuerdo le pagaré muy bien.

Luxion - ¡por supuesto, déjeme ayudarle!.

Empujando la carreta por él, Luxion se dirigió a la tienda del señor. El trabajo consistía en cargar costales llenos de verduras y ponerlos en la bodega en el sótano de la cabaña, dado que el dueño de la tienda ya era pasado de edad no podía hacerlo sin lesionarse. Su espalda sufriría terriblemente con cada costal.

Después de terminar con los sacos el dueño de la tienda incluso le ofreció almuerzo. Recibiendo una buena remuneración por su trabajo y se marchó contento de la tienda.  La recompensa le alegro el día, aliviando por mucho el hambre que padecía, y así, seguir el camino que había decidido emprender.

Caminando por el sendero, de repente se escuchó un fuerte trueno, como si el cielo se estuviera partiendo, empezó a correr lo más rápido que puede para evitar la lluvia, pero no logró llegar a tiempo. Estaba demasiado lejos del siguiente pueblo, así que, la lluvia logró empaparlo completamente. Rindiéndose, Luxion dejó de correr y empezó a caminar tranquilamente por el sendero en medio de la lluvia.

Después de unas horas con la lluvia cesando momentáneamente. Su rostro goteando finas gotas de agua, temblando ligeramente por el frío. logró divisar una aldea. Acercándose la hora de cenar decidió quedarse en el lugar. Caminando por la calle principal, le llamó la atención un hotel restaurante perfecto para él.

Entró, escogió una mesa y se sentó. Al momento se acercó una señorita a tomar su orden. -¿caballero desea ordenar ya?.

-sí, tráigame el platillo principal y por favor aparte una habitación para mi. –el camino a seguir era largo, por lo tanto, tomar un buen descanso no le sentaría mal, pensó.

-como guste, ¿solamente?.

Como no podía olvidarse de su único consuelo, dijo - ¡Ah! y también tráigame una jarra de vino.

- enseguida – la señorita se retiró.

Minutos después, terminando de comer. Satisfecho por todo lo comido. Decidió dar una vuelta por la aldea, salió del restaurante con la intención de volver a la hora de dormir, mientras caminaba tranquilamente. La vista no era tan espléndida pues, la mayoría de mercaderes ya se habían ido a dormir y la calle estaba ligeramente oscura. Repentinamente, Escuchó una fuerte voz detrás de él.

-¡Luxion!. - la voz grave lo asustó.

Se dio vuelta rápidamente con el corazón palpitando a mil por hora, sintiendo las manos sudorosas a punto de entrar en pánico. Al reconocer a la persona. El susto cambió por indignación.

Luxion -¡tu!.

Detrás de él se encontraba un hombre alto y apuesto. Con Ojos oscuros y aterradores. Observándose mutuamente con una mirada fría.

Luxion -¡devuélveme lo que me quitaste!.

Mostrando una sonrisa siniestra. El hombre dijo. -¿que te quite?.

Enfurecido e indignado, Luxion lanzó un golpe, con agilidad, sin embargo, el hombre lo esquivó por un lado.

Luxion -tu sabes bien ¡devuélvelo!.

Viendo la actitud de Luxion, el hombre se puso a la defensiva, y así, los dos hombres empezaron a pelear. Dando un golpe tras otro la mano de Luxion fue sujetada, su brazo doblado hacia atrás, agarrando su nuca, su cara fue enterrada en el barro.

-¿Yo te lo quité? - dijo furioso el hombre - recuerdo muy bien que tu me lo diste.

Luxion -te lo di porque tu me engañaste.

-si lo quieres de vuelta, entonces, te daré todo de nuevo.

-olvídalo, ya no lo quiero - dijo Luxion intentando zafarse del agarre. Con un poco de miedo hacia esas palabras – ¡Kale, suéltame!- gritó enojado.

Pero Kale no aflojó su agarre -estoy aquí para llevarte, hay una buena recompensa por ti.

Luxion -¡maldito idiota!, sabia que no podía confiar en ti, verte solo me repugna.

Soltando una pequeña risa sarcástica, Kale respondió a sus palabras - el idiota fuiste tú.

Luxion sintió como su furia iba en aumento, con un descontrol de fuerza logró zafarse del agarre de Kale. Parándose de golpe levantó una pierna para golpear a Kale y lo envió a volar. Aprovechando la oportunidad empezó a correr por esa calle empedrada lisa por el agua de lluvia. Chapoteando con cada paso veloz. El agua salpicaba finas gotas por todos lados. Después de correr y dar vuelta por muchos callejones enredados. Se detuvo para verificar que ya no lo estaban siguiendo. Soltando un suspiro de alivio.

“¿Cómo supo dónde estaba? ¿Cómo llegó a mí? Yo corrí lejos y lo dejé atrás. No le dije a nadie a dónde iba ¿cómo es que él me encontró? “.

A pesar de que la noche estaba fría. La frente de Luxion brillaba con una fina capa de sudor. Recostado en la pared retomó el aliento y se calmó lentamente. Hasta que su respiración se normalizó, no se movió del lugar ni hizo ningún sonido. Estando atento a cualquiera que se acercara. Los latidos de su corazón fueron cediendo con el tiempo hasta tranquilizarse completamente.

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