18 de agosto de 1741Catherine termina rendida en la cama a pesar de que había jurado que iría a hablar con los señores pirata esa misma tarde. La mañana siguiente llega y se despierta de golpe con el sol entrando por la ventana. Frunce los ojos hasta que se adapta a la luz, su cabello enmarañado le cae por la espalda desnuda, a su lado, Arden duerme plácidamente. Envidia demasiado la facilidad que tiene ese hombre para quedarse dormido, así se estuviese incendiando el mundo.Catherine se cubre el pecho desnudo con las sábanas y se queda allí sentada pensando en los eventos del día anterior. Vuelve a preguntarse por qué decidió salvar al comodoro en primer lugar. Ya ella estaba dispuesta a matarlo cuando le apuntó con aquella arma. Sin embargo, la capitana es una mujer muy creyente en el destino, y si las circunstancias se habían dado para evitar su fallecimiento prematuro, tal vez era porque no era su momento de morir.Si algo en su interior la había impulsado a salvarlo, lo más prob
10 de marzo de 1741 (seis meses antes) Han pasado cinco días desde que Catherine recuperó su barco, y todos en la isla lo saben. Al principio nadie quería creer la historia que contaba Heinrik con mucha euforia, pero cuando Portgas reconoció que ella en efecto, lo hizo; los piratas de la isla comenzaron a otorgarle más respeto.Ahora Catherine estaba atascada con Arden Tydes, el hombre no había querido soltar más información sobre el hombre que mandó a robar su barco, y ella ya se estaba cansando de la situación.Lo mantiene encerrado en una celda solo con un poco de agua y una hogaza de pan diario, esperando que con eso pueda flaquear su arrogancia y su orgullo.Esa mañana, la capitana se encamina hacia el lugar donde lo mantiene encerrado. El lugar está oscuro así que toma una de las antorchas que se encuentran en el pasillo en dirección a esa prisión improvisada. El calor del fuego le irradia en la cara. Allí la tierra es húmeda y el ambiente se siente bastante frío. Ese era el lu
18 de agosto de 1741Luego de aquel sueño Catherine trata con todo su esfuerzo de no pensar en el comodoro. Se alisa la ropa una vez más antes de entrar a la edificación de la cofradía de piratas. Sabe que su padre estará entre ellos, pero no es a él a quien quiere impresionar.Hace el intento de tocar la puerta, pero esta se abre de par en par frente a ella. El salón de la cofradía es digno de un salón de la corona de Regoria. El piso tiene grabados en porcelanato azul y detalles dorados. En el fondo y al centro se encuentra una gran mesa rectangular de madera donde hay seis sillas dispuestas una al lado de la otra. No es la primera vez que ella entra a ese lugar, y, aun así, la sigue sorprendiendo como si lo fuera.Dos grandes columnas de piedra blanca sostienen el alto techo sobre su cabeza, y en el fondo hay dos puertas, una a la izquierda y otra a la derecha, que llevan a donde los piratas guardan ciertos registros.Se supone que entre los piratas no hay reyes o gobernantes, pero
10 de marzo de 1741 (seis meses antes)Catherine se lo queda mirando perpleja ante la pregunta. Ella es una mujer creyente de muchas cosas, pero hace mucho que aprendió a no creer en todo cuento de piratas, por supuesto que no creería en algo como un tesoro encantado. Resopla y se echa a reír frente a él, quien la mira expectante, esperando la respuesta a su pregunta.—Por supuesto que no —contesta con sarcasmo.—Si quieres saber mi historia tendrás que tener la mente un poco abierta —esto último se lo dice con una mirada pícara. Ella capta el doble sentido en sus palabras y rueda los ojos hasta ponerlos en blanco.—Habla, y ya después veré si te creo o no. Arden carraspea su garganta y empieza:—Todo empezó hace un par de semanas, cuando estaba en busca de algo único. Un tesoro encantado que me habían asegurado que estaba escondido en un lugar supuestamente abandonado hacía mucho tiempo. Ahora que lo pienso en retrospectiva, no fue la m
19 de agosto de 1741Catherine está decidida a descubrir quién es el traidor en la isla antes de que todo se salga de control. Si a esa persona se le ocurría revelar la ubicación de las islas Birronto, estarían totalmente perdidos. Sin embargo, no puede simplemente llegar a Queen Bay y buscar al comodoro. Ese es su territorio, estaría en desventaja, y lo más seguro es que terminara capturada y colgada mientras todos miran como el aire escapa de sus pulmones.Desde que se le ocurrió la idea de interceptarlo para sacarle la información, no ha podido dejar de pensar en cómo podría llegar a él sin caer en el proceso.Ahí, sentada en una gran silla tapizada en cuero y con el calor de un par de velas a su lado, gira entre sus dedos una pluma entintada. Mira hacia el infinito, solo escuchando el sonido de las olas del mar acariciando la arena de la playa frente a su casa.—¿En qué estás pensando? —le pregunta Arden cuando se acerca a ella.—Necesito descubrir al maldito traidor antes de que
15 de marzo de 1741 (seis meses antes)Se demoraron cuatro días exactos en llegar a Queen Bay. El fantasma del pacífico le hace honor a su nombre, pues llegan en la madrugada, navegando entre la neblina matutina de la bahía. Es una fortuna que el clima les favorezca de esa manera para poder pasar desapercibidos. Catherine maniobra el timón del barco para virar hacia sotavento y así rodearla bahía. Los oficiales de Queen Bay desconocen el lugar donde ella va atracar el barco. Un espacio entre lo que alguna vez fue un solo bloque de roca enorme, ahora dividido en dos. Solo un pirata lo suficientemente loco atravesaría ese espacio tan cerrado con su barco, pues, corre el peligro de quedar encallado en medio debido a lo angosto. Sin embargo, Catherine está confiada en que lo puede lograr.—Mira la marea —le indica Arden—, no podremos salir de aquí hasta que vuelva a subir en la noche —dice con preocupación.Catherine lo ha llevado hasta la cubierta y decidió quitarle las esposas, hasta es
22 de agosto de 1741Catherine, Arden y Heinrik tienen dos días esperando al comodoro, mientras tratan de pasar desapercibidos en el escollo. Se supone que el plan es que su barco toque puerto al día siguiente. Si todo sale como esperan, el mensaje ya ha debido haberle llegado al comodoro dos días atrás. Lo más lógico es suponer que él quiera interceptarla antes de que llegue a la isla, por eso, es imprescindible que el comodoro crea que ha llegado primero.El escollo es un lugar lleno de vida comercial. En su mayoría es todo legal, excepto por las cosas robadas que se venden sin que la armada real lo note. Cuando un comerciante tenía la mala suerte de ser descubierto, perdía todo su puesto y su negocio, sumado a una condena por vender mercancía ilegal. Aun así, eso no detiene a los mercantes de vender objetos o hacer trueques libres del impuesto de la corona.Catherine no tiene demasiado que hacer, se ha dedicado esos dos días a pasearse los puestos viendo qué poder comprar o interca
15 de marzo de 1741 (seis meses antes)La voz de la supuesta bruja es gruesa y casi gutural. Catherine está anonadada y un poco aterrada. La mujer acaba de decir su nombre completo como si la conociera de toda la vida. No puede ser posible que sepa quién es solo con verla. Todavía no es tan famosa como le gustaría para que su simple presencia sea digna de reconocimiento.—¿Cómo…?—Yo sé muchas cosas, señorita Catherine —se anticipa a responder la vieja.—Entonces ya sabe a qué he vuelto hasta aquí —interviene Arden.—Veo que la información que te di te llevó a tu destino —responde con solemnidad.—Devuelva de inmediato el objeto a… a este hombre —vuelve a hablar Catherine, que no sabe cómo referirse al pirata a su lado—, y nos iremos sin causar ninguna molestia.—Mmm, ¿devolver? No. Yo hice un trueque con este joven. El medallón a cambio de información.—¿Medallón? —cuestiona la capitana. Mira a Arden con cara de pocos amigos. No puede creer que le haya hecho perder el tiempo hasta es