Capítulo 1:
Cada decisión que tomamos, marca un antes y un después en nuestra vida. Ha llegado el momento de tomar mi decisión. No es, desde luego, la más fácil ni la más cómoda; todo lo contrario, sé que me resultará demasiado difícil ejecutar mi plan, pero tengo un gran motor impulsor que me hace levantar el mentón y creer que sí es posible.
Fueron demasiadas noches en vela y días mirando un punto fijo en la nada. Sé que ha pasado tiempo. Sé que debería superarlo, pero hay algo que me lo impide. Y ese algo es mi sed de venganza.
La decisión está tomada. Ya estoy aquí, y debo enfrentarme a ella. Quiero hacer que paguen por haber arruinado mi vida y la de mi familia, y no tendré piedad a la hora de lograrlo.
Miro una última vez mi libreta de apuntes antes de guardarla en mi bolso. Cada diálogo está planeado, cada gesto y cada movimiento premeditado.
- Todo saldrá bien – comenta mi mejor amigo, Edward. Como siempre, sabe leerme el pensamiento. – Confía en ti misma. Sé que te resultará difícil hacerlo, pero has estudiado bastante sus movimientos, sabes cómo ganártelo. Piensa en cada pequeño detalle que hemos analizado y ten paciencia. Sé que lo conseguirás.
Le sonrío con sinceridad. Ed no solo es mi mejor amigo, es esa persona que me consigue un arcoíris, cada vez que mis días son grises. Es muy guapo. Su cabello negro, largo y desordenado en perfectos risos que cubren su nuca, junto a sus ojos azules, le hace parecer un modelo de revista. Nos conocemos desde que yo tenía doce años y él catorce. Nuestros padres eran muy amigos. Compartíamos en vacaciones y fines de año hasta que poco a poco nos convertimos en familia. No sé qué habría sido de mí sin su apoyo durante todos estos años.
- Lo sé – le respondo, aunque con muy poca convicción.
- Sabes que no estoy completamente de acuerdo con tu decisión, pero quiero que entiendas que no estás sola – me recuerda colocando sus manos en mis mejillas, obligándome a buscar la verdad de sus palabras en sus ojos. – Te prometo que me mantendré a una distancia prudente. Solo intervendré si es necesario, pero ten mucho cuidado, peque.
¨Peque¨, esa forma de llamarme suya siempre ha logrado ablandar mi corazón. Solo él consigue brindarme la tranquilidad que necesito y en estos momentos me hace falta más que nunca. Me arrojo a sus brazos y lo rodeo en un fuerte abrazo.
- Mil gracias – dejo un beso en la punta de su nariz y él deposita uno en el centro de mi frente.
- ¿Lista? – me pregunta.
Suspiro y asiento. Es la hora.
- Estoy lista – respondo, esta vez con más certeza.
Ambos salimos del auto. Ed camina a unos metros por detrás de mí, mientras entramos en el Club Night Center. Voy directamente hacia el extremo trasero del club, donde me encuentro con Blass. Él es el dueño del local y quien me va a ayudar con esta farsa.
- Ya estoy aquí – le digo a modo de saludo.
- Eso ya lo veo – responde negando con la cabeza. – Me han pedido cosas raras, pero lo que estoy a punto de hacer por ti se lleva el premio. Te lo aseguro.
- No seas tan exagerado, Blass. Le debes muchos favores a Ed, ayudarme no te supondrá mucho esfuerzo. Solo debes actuar bien tu papel y despedirme.
Blass es amigo de la familia de Edward. Es de mediana estatura y regordete, viste siempre de color negro en luto por su mujer, quien no logró vencer la batalla contra el cáncer.
- Solo cumple con lo acordado, Blass – comenta Edward apareciendo a mi espalda. – ¿Lo tienes todo claro?
- Sí – responde el hombre y me pasa el uniforme que debo usar durante las próximas horas.
- Gracias – le digo mientras me dirijo hacia el baño de empleados.
Me coloco el uniforme de camarera, es algo corto, pero no me importa. Me miro al espejo mientras sonrío. Aquí y ahora empieza mi nueva vida. Hoy nacerá una nueva Ellie.
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Dos horas después, comienzo a desesperarme. Según mis cálculos, debería haber llegado ya. Mi mirada se encuentra con la de Ed, quien me hace un gesto para que me tranquilice. Él se encuentra en el reservado de mi izquierda.
El trabajo consiste en tener siempre una bebida en las manos del cliente. Escogí este cubículo porque sé que es el que mi objetivo frecuenta cada viernes en la noche, sin embargo, el día de hoy ha tardado demasiado.
Cierro los ojos, tomo aire y luego lo suelto. Repito la operación un par de veces más hasta que una voz a mi espalda me provoca un gran susto.
- Señorita, tráiganos dos whiskies, por favor.
Ha llegado. Es momento de actuar, sin embargo, siento que puedo fallecer.
Vuelvo a centrar mi mirada en mi mejor amigo, quien se ha levantado de su asiento y me observa con atención. Sé que sería capaz de sacarme de aquí a rastras y no lo puedo permitir. Le sonrío para transmitirle seguridad y recibo su sonrisa de vuelta.
- ¿Señorita? – pregunta nuevamente la voz masculina a mi espalda y me volteo para enfrentarlo.
Es la primera vez que lo veo tan de cerca y puedo asegurar que esta noche luce mucho más apuesto que en las fotos que le hemos realizado a escondidas. Es alto, debe rondar casi los dos metros de altura. Viste de forma informal, con pantalón vaquero y camisa blanca.
Lleva una barba de dos días que perfila aún más su rostro varonil. Su voz es gruesa y ronca, del tipo de voz que eriza la piel con tan solo escucharlo. Su musculatura corporal es apreciable a través de la ropa, me imagino que debe desperdiciar bastantes horas en un gimnasio. Su cabello es negro, perfectamente peinado hacia atrás. Y sus ojos, esos que están fijos en mí en estos momentos, son de un intenso color café que incitan a beber de ellos.
Si fuese una chica cualquiera y lo viera en un bar como este, un día al azar, de seguro caería a sus pies. Sin embargo, William Becket es el último hombre con el que podría estar. Su familia ha hecho demasiado daño a la mía y eso nunca se lo podría perdonar.
Me obligo a reaccionar mientras aparto la mirada.
- Sí, señor – le digo con una inclinación de cabeza. Cuando me dirijo hacia la salida, él se aparta para darme paso descubriendo a su acompañante de esta noche.
¡Maldición! Esto no entraba en los planes.
- Sabes que no bebo whisky. ¿Por qué no me llevas a tu casa o a un restaurante? No me gusta este lugar.
La dueña de esa voz tan chillona es Selina Abril. Es una arpía en todo el sentido de la palabra. Su familia también es adinerada, aunque no tanto como los Becket. La he analizado en profundidad, es el tipo de persona que mira por encima del hombro y pudiera asegurar que es demasiado avariciosa. Mantiene una relación con William, aunque no es algo formal.
- Puedes hacer lo que quieras, Selina. Este es mi día de desconectar del mundo. Yo no te pedí que vinieras – le reprocha él, un poco exasperado, sentándose en una de las mesas y sacando su celular del bolsillo del pantalón. Estoy parada justo en frente de ambos, evaluándolos y pensando en la manera de seguir con mi plan a pesar de la presencia de esta mujer.
- ¿Qué querías que hiciera? ¿Te dejo venir aquí solo, como un alma en pena? Tu amigo es un idiota por dejarte tirado.
Selina camina sin siquiera mirarme directo a enfrentar a su compañero.
- No le llames así – lo defiende él, mirándola furioso. – Tuvo un problema, por eso no pudo venir.
- Como tú digas. Sigue siendo un idiota.
Él rueda los ojos y luego se gira hacia mí.
- Tráigame un whisky doble con dos cubitos de hielo.
Asiento con la cabeza y salgo a preparar su pedido. ¡Dios! ¿Qué hago ahora? Ella no entraba en los planes. Que esa mujer esté aquí me dificulta las cosas.
Camino de un lado a otro. Tengo que pensar qué hacer.
¡Joder! No me queda otra opción. Tendré que seguir adelante con lo pactado y deshacerme de ella. Pensaba esperar un poco más tarde, pero dadas las nuevas circunstancias, es mejor no arriesgarme a que algo más se me salga de control.
Preparo su vaso de whisky. Saco del bolsillo de mi delantal un pequeño frasco. Lo agito y luego vierto dos gotas en su bebida. En un par de horas comenzará a hacer efecto, por lo que debo darme prisa. Toco mi reloj de pulsera y la cuenta atrás comienza a marcar en la pantalla.
Regreso al reservado y le entrego la bebida.
- ¿Necesita algo más, señor? – le pregunto sin levantar la mirada del suelo.
- Sí. Yo quiero una copa del mejor vino que tengan – interviene Selina mirándome con desprecio. – Y si demoras, te quedarás sin propinas esta noche.
¡Será zorra!
Preparo su copa, mientras le hago una señal a Blass. Espero que capte la indirecta y sepa improvisar. Debido a que las cosas no han salido como esperábamos por la aparición de Selina, él tendrá que crear un nuevo papel. No puedo correr el riesgo de perder antes de comenzar, así como tampoco pienso esperar un día más.
Coloco la copa en una bandeja y regreso junto a ellos. Mis ojos caen en William, quien se bebe de un trago el contenido de su bebida, ignorando el parloteo de su acompañante.
¡Bien!
Se me ocurre una buena forma de ella. Al regresar junto a ellos, hago como que tropiezo con mis propios pies, provocando que el líquido se desparrame sobre el lujoso vestido de Selina, creando una gran mancha roja.
- Lo lamento – le digo, usando mi voz más inocente.
- ¿Qué lo sientes? – grita ella poniéndose en pie y sacudiendo en vano su vestido. - ¿Has visto lo que has hecho? ¡Lo has arruinado!
- Tranquila, Selina. Ha sido sin querer y se ha disculpado – intenta tranquilizarla William y yo me sorprendo. ¿Me está defendiendo?
- Sus disculpas no me valen. ¡Quiero ver al encargado! – el grito que pega me hace contener la risa.
- ¿Algún problema? – dice Blass, apareciendo en escena.
- No. Solo ha sido un malentendido – le responde William y yo lo miro sorprendida.
- Sí. Hay un gravísimo problema – Selina me fulmina con la mirada mientras le habla a Blass. – Esta señorita que has contratado es una inútil. Ha destruido mi vestido. Quiero que la despida inmediatamente.
- Eso haré, señorita – le asegura Blass. – Le pido disculpas. Si me permite, lo que estén consumiendo corre por cuenta de la casa. También puede pasarme la factura del vestido, y el club se ocupará de pagarlo.
- No - contradice Selina. - Quiero que sea ella quien lo pague.
- No, por favor. No tengo dinero – suplico con voz lastimera hacia Blass.
- No quiero escusas. Estás despedida. Sal ahora mismo de mi local. Me aseguraré de que algo como esto no vuelva a ocurrir – dice él con voz autoritaria antes de marcharse, dando por terminada la conversación. Muy bien hecho. Hasta yo me lo creí.
- Te lo tienes bien merecido – puntualiza Selina furiosa y luego se voltea hacia William. – Nos vamos. Sin dudas fue un error haber venido.
- No. El error fue permitir que vinieras aquí conmigo. ¡Vámonos! – él la toma del brazo y la guía hacia la salida. Antes de cruzar la puerta, se gira para enfrentarme. – Siento mucho su despido. No tiene que preocuparse por el vestido.
Sus ojos me recorren con detenimiento, provocando una extraña sensación en mi cuerpo. Yo asiento ante sus palabras y veo como se marcha.
¡Dios! ¡Qué desastre!
Tengo que conseguir la otra parte del plan. Sonrío solo de pensar en cómo lo haré.
Capítulo 2:Sin siquiera cambiarme de ropa, salgo del edificio y comienzo a caminar despacio, tomando el rumbo que seguirá el auto de William. Lo he visto hacer el mismo recorrido cada viernes en la noche. Apenas he caminado media cuadra cuando veo dos hombres parados en el callejón fumándose un pitillo. Sonrío al verlos, han llegado puntuales. Les he pagado por adelantado así no tendré que volver a verlos después de hoy.Al verme, ambos enderezan la espalda y asienten con la cabeza en señal de aprobación. Votan el cigarrillo y se me acercan de forma maliciosa. El chico más alto rasga la manga de mi uniforme mientras que el otro me rodea con sus brazos por la espalda.Un Ferrari se detiene a nuestro lado. Aún no lo he visto, pero sé que es el de William por lo que grito pidiendo ayuda.- ¡Suéltenla! – grita él golpeando en el rostro a uno de los chicos. Inmediatamente, ambos hombres se van corriendo con rapidez, William intenta seguirlos pero lo detengo aguantándolo por el brazo.-
William Becket:¿Qué yo hice qué?Capítulo 3:Un ruido lejano intenta arrastrarme de mi sueño profundo, pero es imposible, aunque lo intente, no puedo (ni quiero) abrir los ojos. Estoy incómodo, pero me da igual. Estoy muy cansado, solo deseo dormir. Alejo todo pensamiento y comienzo a nadar de nuevo entre las olas de Morfeo, cuando un fuerte ruido me hace abrir los ojos de golpe y lo siguiente que siento son trozos de cristal bañando mi brazo izquierdo. ¿Qué sucede? Una chica de cabello rojo abre la puerta del auto y me examina con cuidado de no haberme hecho daño. Está hablando y haciendo preguntas, pero no consigo responderle. Estoy aturdido, no sé dónde estoy ni qué hago aquí. Llevo mis manos a la cabeza para de alguna forma aliviar un poco el dolor de la zona.Me incorporo en el asiento y siento como todo el cuerpo me duele, como si hubiera recibido una gran paliza. Miro alrededor y nada de lo que observo me parece conocido. Mi camisa ha desaparecido y mi brazo ahora tiene peq
William Becket:"Estoy en problemas"Capítulo 4:Corro escaleras arriba, subiendo los escalones de dos en dos. Ni me molestaré en esperar el ascensor. Todo esto tiene que ser un malentendido.Llego a la oficina de mi padre, su recepcionista intenta detenerme, pero yo sigo avanzando y abro la puerta de golpe. Mi padre, quien le sonreía al señor Jhong, cambia el gesto, me mira con disgusto y esa expresión suya que me indica que la he cagado.Me sorprende encontrarme a mi madre hoy aquí. Se acerca a mí y sin esperármelo planta una sonora cachetada en mi mejilla izquierda.¿A qué ha venido eso?¿Qué está pasando?- ¡Que sea la última vez que cometes una estupidez como esta! – exige mi madre con furia.Janette Becket, más conocida como ¨La diva del drama¨, es mi madre. Fue actriz antes de conocer a mi padre. Protagonizó una novela siendo muy joven, la cual tuvo gran audiencia y le proporcionó fama a nivel mundial. Luego, tras conocer a mi padre, este decidió que una diva como ella no tení
Ellie Jhonson: "Acepto la invitación" Capítulo 5: - Es él – le digo a Ed mostrándole la llamada que aparece en la pantalla de mi celular con el nombre de William Becket. - Contesta – asiente en mi dirección mi mejor amigo. – Recuerda hablarle de Hans, pero primero necesitas que se gane tu confianza. - Eso haré, pero tengo que encontrar el momento oportuno para hacerlo. Si me disculpan – me excuso, poniéndome de pie y saliendo a las afueras de la cafetería para obtener mejor privacidad. Una vez afuera, me apoyo en la pared, tomo una larga respiración y luego acepto la llamada. - ¿Diga? – mi voz sale titubeante y casi inaudible. No entiendo la razón de este nerviosismo si ya he hablado con él antes. Carraspeo la garganta y lo intento nuevamente con más tranquilidad: - Buenas tardes. - Hola – dice en respuesta y esa sola palabra hace que mi corazón lata a gran velocidad y una vez más no logro descifrar mi reacción. Se hace silencio al otro lado de la línea. Ninguno de los dos
William Becket:¨ Un tema complicado … ¨Capítulo 6:En mi vida he conocido a muy pocas mujeres que vistiendo de manera sencilla y sin apenas rastro de maquillaje lucen preciosas. Esta noche, frente a mí, tengo a una de ellas. Ellie se detiene a la salida del edificio y agradezco la oportunidad para admirarla con detenimiento. Lleva un vestido sencillo, es de color negro y finaliza en la cima de sus rodillas, lo acompaña con zapatillas deportivas que se encuentran un poco gastadas por el uso. Cualquiera pudiera pensar que carece de sentido del gusto y de la moda, yo la veo original y única. Su cabello está rizado en perfectos bucles que se esparcen por sus hombros y su espalda. Apenas está usando maquillaje y es esa naturalidad la que la hace tan hermosa esta noche. El rubor en sus mejillas resulta agradable y el color de sus ojos es algo confuso, pero me gustan.- Estás preciosa – le doy voz a mis pensamientos sin darme cuenta.- Gracias – creo ver que sus mejillas se sonrojan – Tú
William Becket:¨ Ella merece una explicación … ¨Capítulo 7:Estoy disfrutando bastante la noche, más de lo que inicialmente pensé. Me siento cómodo, como si la conociera de antes.- Ahora vienen los postres – le anuncio a Ellie, quien abre los ojos en asombro.- ¿Qué? Ni hablar. Con esto ha sido suficiente, siento que puedo reventar en cualquier momento.Sonrío ante su expresión. Se encuentra recostada al espaldar de su silla con una mano sobre su estómago, masajeándolo. Y tiene razón, hemos comido como si no hubiera un mañana, pero me alegra ver que lo ha disfrutado. Ha sido genial. Ella me daba a probar de su cubierto y yo del mío. Conversamos de temas al azar y de mi trabajo. Me sorprende lo inteligente que es. Escuchaba con atención mis palabras y hacía preguntas elocuentes, pareciendo verdaderamente interesada. - De acuerdo, hagamos algo. Pidamos un solo postre y lo compartimos.- Me gusta la idea – concuerda ella con una sonrisa sincera.- ¿Qué te apetece?- No sé. Algo que
Ellie Jhonson:¨ ¿Qué haces aquí? … ¨Capítulo 8:Miro al techo manchado de humedad de mi habitación en Newham. Ni siquiera llamé a Edward para que viniera a recogerme, solo le testee que me encontraba bien, aunque no era verdad. No sé en qué momento la noche se torció, pero todo salió mal. No le hablé de Hans, lloré en sus brazos y lo que es peor, me dejé llevar y terminé disfrutando la cena. Odio que me abracen, en realidad, odio toda muestra de cariño. Sin embargo, en sus brazos sentí el consuelo que necesitaba en ese momento. Sentir su olor refrescante, su mimo al tararearme la canción y su paciencia, dejándome llorar sin hacerme preguntas o presionarme para comprender qué me pasaba. A pesar de ser algo tan íntimo como estar sentada en su regazo, en ese momento sentí que no quería estar en otro lugar en el mundo que no fuera justo ahí, me sentí protegida, pero ahora me arrepiento. Me arrepiento de haberme mostrado tan débil frente a mi enemigo, y me arrepiento de haber disfrutad
Ellie Jhonson:¨ Eres imposible, Musculitos … ¨Capítulo 9:Estamos sentados en una cafetería muy acogedora esperando nuestro pedido. William se muestra atento y conversador. Actúo como si le prestara atención, pero es todo lo contrario, solo puedo pensar en la forma de hablarle a William sobre Hans y en terminar este desayuno lo más pronto posible. Edward está encerrado en mi habitación, mientras dos desconocidos arreglan mi ventana. El plan consiste en involucrar a Hans en el bufete, pero no sé cómo sacarle el tema a William si su padre no le permite acercarse, tampoco aceptará ningún negocio, a no ser que sea algo realmente beneficioso para la compañía. - ¿Ellie?- ¿Eh? – la mirada de William indica que espera una respuesta. – Lo siento, me distraje un poco. ¿Qué me decías?- No era nada, tranquila. ¿Qué planes tienes para hoy?- Pues, no lo sé. Supongo que buscar trabajo es mi prioridad en estos momentos – le digo antes de darle un mordisco a mi sándwich. - ¿Tú que harás?- No l