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Capítulo 6: William Becket:¨ Un tema complicado … ¨

William Becket:

¨ Un tema complicado … ¨

Capítulo 6:

En mi vida he conocido a muy pocas mujeres que vistiendo de manera sencilla y sin apenas rastro de maquillaje lucen preciosas. Esta noche, frente a mí, tengo a una de ellas. 

Ellie se detiene a la salida del edificio y agradezco la oportunidad para admirarla con detenimiento. Lleva un vestido sencillo, es de color negro y finaliza en la cima de sus rodillas, lo acompaña con zapatillas deportivas que se encuentran un poco gastadas por el uso. Cualquiera pudiera pensar que carece de sentido del gusto y de la moda, yo la veo original y única. Su cabello está rizado en perfectos bucles que se esparcen por sus hombros y su espalda. Apenas está usando maquillaje y es esa naturalidad la que la hace tan hermosa esta noche. El rubor en sus mejillas resulta agradable y el color de sus ojos es algo confuso, pero me gustan.

- Estás preciosa – le doy voz a mis pensamientos sin darme cuenta.

- Gracias – creo ver que sus mejillas se sonrojan – Tú también.

- Ah, ¿sí? – le digo para aumentar ese color rosado en sus pómulos y lo consigo.

- Sí… o sea, no… mmm… quiero decir que también luces muy apuesto – tartamudea haciendo un gesto con la mano quitándole importancia. - ¿Nos vamos?

Asiento con la cabeza. La guío hacia el asiento de acompañante del auto, abro la puerta para ella como todo un caballero y luego que me aseguro que está dentro, rodeo el auto hasta tomar mi asiento.

- Colócate el cinturón de seguridad – le exijo, ella asiente y con torpeza intenta colocárselo. Me acerco a su lado, retiro sus manos y termino haciéndolo yo. – Así está mejor.

- Gracias – responde centrando la vista en la ventanilla. 

Sonrío y vuelvo a mi asiento. Estiro la mano y conecto el GPS. Ellie me mira con una sonrisa ladeada.

- ¿Qué? – le pregunto encogiéndome de hombros. - ¿Sabes lo difícil que ha sido para mí encontrar esta parte de la ciudad? Te aseguro que hasta hace unas horas no sabía que existía.

- No está tan mal tampoco, solo es cuestión de adaptación. 

- ¿Adaptación? ¿Cómo me podría adaptar a un lugar como este? Me han destrozado mi preciada Lilo – me quejo con un puchero fingido.

- ¿Lilo? ¿Le pones nombres a tus autos? – intenta ocultar la sonrisa, pero no puede.

- Pues desde luego. Ellos tienen vida, sienten como tú y como yo. ¿Verdad que sí, Negrita? – digo acariciando con suavidad el volante. 

De pronto, una carcajada sonora me hace voltear la cabeza. Ellie se ríe como si no hubiera un mañana y termino riendo junto a ella. Es refrescante verla reír. Paramos en un semáforo y mientras ella sigue riendo yo solo la observo. Cuando se percata de mi vista, lleva una mano a su boca, silenciándose.

- Tienes una risa muy bonita – le digo poniendo en marcha nuevamente el auto. Ella pierde la mirada hacia la ventanilla, aunque creo ver que se ha vuelto a sonrojar. 

- Gracias. Hacía mucho tiempo que no reía.

Su voz es apenas un susurro, pero la escuché perfectamente.

- ¿Por qué? – le pregunto, ella se encoje de hombros evitando la respuesta. No quiero que se sienta incómoda así que no la presiono. 

El ambiente dentro del carro cambia por completo, ella parece sumida en sus pensamientos el resto del camino hasta llegar al restaurante.

♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥

- Hemos llegado – anuncio parqueando cerca de la puerta. 

Bajo del auto, y la ayudo a bajar extendiéndole la mano, pero ella la rechaza evitándome con la mirada. ¿Está molesta?

El portero se acerca y le entrego la llave del auto, luego conduzco a Ellie hacia el interior del restaurante.

- Todo está muy bonito. Me encanta este sitio – comenta ella a mi lado, admirando cada pequeño detalle.

- Sabía que te gustaría. 

Escogí este restaurante porque es sencillo y con un ambiente muy acogedor, además de servir unos platos exquisitos. No es tan lujoso como los que estoy acostumbrado a ir en las cenas de negocio o con Selina o cualquier otra chica, pero pudiera decir que es uno de mis favoritos. Lo descubrí un día que discutí con mi padre cuando aún estudiaba derecho, pasaba por aquí y decidí entrar. Desde entonces, cada vez que quiero estar solo y con tranquilidad este es el primer lugar en el que pienso.

La recepcionista al verme me sonríe y me guía hacia nuestra mesa. No pedí un reservado para no incomodar a Ellie, por lo que estamos sentados en el salón principal, rodeados por otros comensales, aunque las luces tenues que brinda cada mesa aportan sensación de soledad. 

Las paredes están pintadas de color verde que contrasta a la perfección con los adornos florales que la decora. Se escucha de fondo música instrumental que consigue relajar cada músculo del cuerpo. 

- Buenas noches. Sean bienvenidos – nos saluda la camarera. – Aquí les dejo la carta.

- Gracias – le digo, antes de que se retire para dejarnos decidir.

- Pensé que me traerías a un sitio pijo – comenta Ellie, mirándome fijamente y creo que hasta un molesta. - ¿Es aquí donde traes a tu novia?

Cierro la carta y la dejo a un lado de la mesa.

- Si te refieres a Selina, ella no es mi novia. Solo trabajamos juntos y nos llevamos bien. Si deseas ir a otro restaurante solo tienes que pedirlo. Y no, no es un sitio pijo, pero te aseguro que la comida es deliciosa y tienen los mejores postres que he probado en mi vida – intenta hablar, pero se lo impido. – Y si te digo la verdad, eres la primera persona que traigo aquí conmigo. Pensé que te gustaría.

- Me gusta – se apresura a decir. Suspira, cierra los ojos unos segundos y luego vuelve a abrirlos sonriendo. – Gracias.

- ¿Qué deseas comer? – le pregunto, dejando el tema olvidado.

- No lo sé. Te dejaré que elijas por mí – cierra la carta y la deposita sobre la mesa. - Sorpréndeme. 

- Sabia decisión – le devuelvo la sonrisa y le hago una señal a la camarera para que se acerque a tomar nuestro pedido. – Esta noche tenemos mucha hambre. Quiero que nos traiga todos los platos de la carta acompañado con un Chapel Down.

- ¿Todos? – pregunta la camarera con los ojos abiertos de par en par. Asiento con la cabeza hacia ella. Unos segundos después reacciona - Enseguida, señor.

- ¿Cómo que todos los platos? ¿Te has vuelto loco? – me dice Ellie cuando nos quedamos solos.

- Degustaremos cada plato como si fuéramos críticos gastronómicos y elegiremos los mejores para pedirlo el día que regresemos – le digo guiñándole un ojo, a lo que ella niega sonriendo. 

Mi objetivo es que coma bastante, quiero que se alimente bien. Me pregunto cuántos días ha estado sin comer. Es delgada, aunque no demasiado, pero me preocupa que esté desnutrida o anoréxica. Al menos el día de hoy haré que salga satisfecha de aquí.

- ¿Qué te hace pensar que regresaremos algún día? – me pregunta mirándome a los ojos. 

- Bueno, tienes mi número. Cuando desees disfrutar de buena compañía tan solo tienes que llamarme – le guiño un ojo de forma coqueta y ella sonríe nuevamente. – Además, ya te considero mi amiga, y los amigos quedan para cenar algún día.

Sobre todo, si de esa forma consigo que se alimente decentemente.

- Cuéntame de ti. ¿Has encontrado trabajo hoy? – le pregunto.

- La verdad es que no, pero no me desespero. Mañana temprano seguiré buscando. ¿Has llegado a tiempo a tu reunión?

- Eso es un tema complicado.

- ¿Por qué? Puedes contarme si quieres – ofrece. Lo pienso unos instantes hasta que finalmente me decido a contarle.

- Pues resulta que al parecer anoche cuando salí de tu casa, le envié un mensaje al inversor, cancelando la reunión y burlándome de su acento. 

- ¿En serio hiciste eso? – me pregunta alarmada.

- Al parecer sí. No entiendo qué me sucedió. Lo último que recuerdo es haberte llevado a casa. Luego de eso, todo es confuso en mi mente. Debí quedarme dormido en el auto – me encojo de hombros - Y eso no es todo. Hoy ha sido un día duro, además de estropear el negocio, mi padre me ha echado del bufete.

- ¿Cómo así? ¿Por qué?

- Porque según él, soy muy irresponsable. Solo me aceptará de regreso si le demuestro que sirvo para el puesto, cosa que es bastante complicada ya que él no confía en mí.

- Entonces tendrás que demostrarle que puede confiar en ti – dice ella encogiéndose de hombros.

- No es tan sencillo Ellie. Mis padres son difíciles de tratar. Nada les parece bien.

- Que te rindas tampoco les va a parecer bien.

Me la quedo mirando. En eso tiene razón. Si quiero demostrarle a mi padre que puedo con esto, tengo que esforzarme hasta conseguirlo.

La camarera aparece con nuestro vino y nuestros primeros platos.

- Aquí les traigo Fish and Chips, Queso Cheddar, hamburguesas con patatas y aros de cebollas, salchichas envueltas en bacon, salmón ahumado, Sunday roast, y por último Steak y Beef Wellington – mientras va mencionando cada plato, varios camareros los depositan en nuestra mesa. – La selección de postres se las traeremos cuando finalicen la comida. ¿Desean algo más?

- No. Gracias.

Cuando nos quedamos solos, no puedo evitar sonreír al ver la expresión de asombro en la cara de mi acompañante. 

- Esto es una broma, ¿verdad? 

- No. Es tu cena – le respondo sin dejar de sonreír.

- ¡William, pero esto es demasiado!

- Se trata de probar los platos, y comes lo que más te guste – le explico riendo por su cara de espanto. 

Ella asiente, aunque no aparta la vista de la mesa rebosante de comida. 

Levanto la copa en espera de que ella haga lo mismo.

- Brindemos porque nuestro día de mañana sea mejor que el de hoy. 

- Salud – choca su copa con la mía y da un pequeño sorbo a la bebida. 

- Empecemos por este plato de aquí – tomo el Sunday Roast y lo coloco en el centro de la mesa de forma tal que ambos podamos acceder a él. – Me encanta la ternera asada, mi abuelo la preparaba los domingos en su casa de campo. 

Corto un trozo y estiro la mano en su dirección para que pueda comer de mi tenedor. Duda unos instantes antes de reclinarse en la silla y probarla.

- ¡Dios, está deliciosa! – exclama al tragar haciendo un ronroneo de satisfacción que provoca reacciones inexplicables en mi cuerpo.

- ¿Más? – pregunto y ella asiente abriendo su boca hacia mí. Pincho nuevamente un trozo de carne con el tenedor y le doy de comer nuevamente.

- Me gusta. Indiscutiblemente debemos pedir esto si regresamos algún día – comenta ella más relajada. – Veremos este que tal. Tiene buena pinta. 

Atrae hacia el centro otro de los platos, corta un trozo de carne y me lo extiende con su tenedor para luego probarlo ella. 

Resulta agradable compartir la comida con esta chica. Jamás hubiera imaginado que pudiera ser así, tan divertida y espontánea. A cada momento que pasa me voy dando cuenta lo diferente que somos. Ella proviene de un mundo muy lejano al mío, sin embargo, siento que quizás esa es la razón por la que esté disfrutando una de las mejores noches de mi vida.

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